30/11/2024

Revista InfoAgro México

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Importancia de los macronutrientes en el arandano. Parte II: azufre, calcio y magnesio

5. El azufre en la nutrición del arándano.

6. El calcio en la nutrición del arándano.

7. El magnesio en la nutrición del arándano.

 

5. El azufre en la nutrición del arándano.

La absorción del azufre por parte de las plantas se lleva a cabo, principalmente, en forma de sulfato (SO4=), a través de las raíces, que lo extraen del suelo. Además de la concentración de sulfato disponible en el suelo, la tasa de absorción está influenciada por diversos factores como pueden ser la temperatura y la humedad del entorno.

La interacción con otros nutrientes también influye en la absorción de este elemento, tanto de manera favorable, como es el caso del fósforo al mejorar la utilización del azufre en la síntesis de proteínas, como desfavorable, lo que sucede con el nitrógeno, ya que altas concentraciones de nitratos pueden disminuir la absorción de sulfato por parte de las raíces.

De este modo, la importancia del azufre en los cultivos se ve reflejada en su participación en procesos fundamentales, entre los que destacan:

  • Formación de enlaces disulfuro en proteínas estructurales y enzimas.
  • Componente vital de algunos aminoácidos, como la cisteína y la metionina, fundamentales para el crecimiento de las plantas.
  • Participación en la síntesis de proteínas y otros compuestos esenciales.
  • Constituye una parte fundamental de los haces vasculares de la planta (xilema y floema).
  • Mejora la utilización del nitrógeno, ya que permite la producción rápida y eficiente de los aminoácidos azufrados.
  • Ayuda a que el transporte de agua, nutrientes y azúcares dentro del vegetal sea fluido.

Por tanto, el azufre debe estar a disposición del cultivo para poder desarrollarse de manera óptima de cara a su productividad. En el arándano, la deficiencia de este macronutriente deriva en una planta más pequeña, de un color amarillento, similar a la carencia de nitrógeno, aunque en este caso comienza por las hojas jóvenes. Sin embargo, la deficiencia de azufre es poco frecuente, debido al uso de distintos tipos de sulfato en la fertilización (sulfato potásico, sulfato amónico o sulfato magnésico), los cuales proveen a la planta de dicho elemento. Los tiosulfatos también pueden ser una opción (cálcico y potásico).

Hanson y Hancock (1996), establecen unos valores óptimos de azufre en hoja entre 0.12 y 0.2 %, considerando un valor elevado si se supera el 0.2 %. No se debe olvidar que el azufre es tóxico para las plantas en altas concentraciones, afectando a su metabolismo, lo que puede derivar en daños en raíces y hojas. Además, afecta a la asimilación de otros nutrientes, como es el caso del zinc y del hierro.

Si se emplea mediante pulverizaciones foliares, también ofrece beneficios frente a plagas (arañas, ácaros, …) y enfermedades (oídio), aunque también puede causar daños, como sucede con las quemaduras en las hojas y en las flores, si las condiciones ambientales no son favorables.

6. El calcio en la nutrición del arándano

El calcio es absorbido por las plantas como catión (Ca2+), siendo igualmente necesario en numerosas funciones de éstas, como son:

  • Formación de pectatos de calcio, compuestos que forman la pared celular de las células de la planta.
  • Unión de las células entre sí, relacionada con una mejor elongación y división celular.
  • Mayor absorción de agua y nutrientes.
  • Prevención del estrés hídrico y térmico.
  • Ayuda frente a las enfermedades del cultivo.
  • Participación, junto al fósforo y al boro, en la firmeza y elasticidad de los tejidos de los frutos.

Por tanto, es un elemento que aporta numerosos beneficios, especialmente mejorando las características de los arándanos frente a aspectos determinantes como, por ejemplo, la calidad comercial, la manipulación y la postcosecha, la resistencia a patógenos, la vida útil, etc.

La concentración de calcio en el fruto suele ser baja comparada con otras frutas, entre 5 y 15 mg por 100 g de fruta fresca, siendo aconsejable los valores superiores a 10 mg (Román, 2013), no debiendo mostrar valores mínimos en ninguna situación. Por ello, es recomendable integrar las aplicaciones foliares de calcio en el manejo del cultivo para activar su penetración en los tejidos, especialmente en los frutos, cuya concentración es correcta durante el cuajado, pero que desciende a medida que va apareciendo la capa cerosa de los arándanos.

En las zonas foliares los niveles adecuados rondan el intervalo 0.3 – 0.8 %, considerándose como estado deficitario un contenido inferior a 0.13 % (Hanson y Hancock, 1996). Dicha deficiencia cálcica se detecta mediante ciertas clorosis internerviales en las hojas nuevas y quemaduras en los bordes de las hojas viejas. También es importante destacar que los niveles foliares pueden mostrar niveles adecuados, pero pueden existir carencias en los frutos, que son los más sensibles. Por ello, es recomendable que los productores analicen el contenido de calcio en la fruta, incluso separando la pulpa de la epidermis para comprobar que los tratamientos que se aplican con calcio son efectivos o no.

Con todo esto, se desprende que el aporte de calcio debe ser constante durante todo el ciclo, especialmente desde que se produce el cuaje de los frutos, existiendo una amplia gama de productos cálcicos, destacando como fertilizante el nitrato cálcico, aunque en forma de CaO existe una gran oferta comercial. Asimismo, una deficiencia en el suelo puede ser igualmente inducida por el exceso de elementos antagonistas, como potasio, magnesio o amonio.

Es preciso señalar a un microelemento en la nutrición del calcio. Se trata del boro, el cual es clave en la utilización del calcio por la planta. Por tanto, es necesario mantener un nivel de boro suficiente en la planta para mantener activo el calcio que se aplica. En cualquier caso, si se abusa de este macronutriente, no se han reportado síntomas por exceso ni por toxicidad en los tejidos. No sucede lo mismo con el boro que sí es fitotóxico a determinadas dosis. Si acaso se produjera un excedente en el suelo de calcio, respondería más bien a causar desordenes con otros iones, como potasio o magnesio.

 

7. El magnesio en la nutrición del arándano

El magnesio, como sucede con el calcio y el potasio, se absorbe en forma de catión (Mg2+), siendo también muy importante para el normal desarrollo de los cultivos, destacando dos funciones, especialmente si la planta consume altas cantidades de nitrógeno:

  • Actividad estructural de los ribosomas, encargados de transformar el nitrógeno amínico (NH2+), proveniente de la absorción del nitrógeno, en proteína. Si falta magnesio, disminuye dicha actividad ribosomática y, con ello, la producción de aminoácidos y de proteínas, ocasionando desórdenes fisiológicos en la planta.
  • Parte estructural de la clorofila, donde se elaboran los azúcares, que luego son transportados (por el potasio) a los distintos puntos de crecimiento como hojas, raíces, ramas y frutos. Este elemento resulta fundamental en el crecimiento general de la planta, así como en la producción y la calidad de la fruta.

Cuando falta magnesio en el cultivo, su deficiencia se manifiesta con síntomas como clorosis o amarillamiento entre las principales venas de las hojas. Esas zonas pueden cambiar del amarillo al rojo brillante mientras que el tejido contiguo a las venas principales permanece verde. En este sentido, es necesario señalar que el magnesio es bastante móvil dentro de la planta de arándano, siendo transferido desde las hojas adultas a las más jóvenes, quedando así cloróticas.

De este modo, la deficiencia de magnesio afecta seriamente la capacidad de la planta de procesar la gran cantidad de nitrógeno amoniacal que maneja internamente para transformarlo en aminoácidos y proteínas. En hoja, se considera como deficitario un valor inferior al 0.1 %, y óptimo dentro del intervalo 0.15 – 0.30 % (Hanson y Hancock, 1996). Por su parte, Román (2013), estima como ideal un valor foliar de 0.25 % en Highbush y 0.20 % en Rabbit-eye, y en fruto debe rondar los 8 mg por 100 g de arándano fresco.

Si hay que suministrar magnesio al cultivo, suelen emplearse el nitrato magnésico y el sulfato magnésico como fertilizantes. En caso de aplicar más de la cuenta, tampoco se han descrito síntomas de toxicidad si las condiciones de suelo y de manejo están dentro de una cierta normalidad. Román (2013) recomienda como fertilización normal, entre 30 y 40 unidades por hectárea y año. También se pueden realizar aplicaciones foliares, con algún riesgo de producir “russet” en hojas y frutos, si no se usan correctamente los tratamientos en campo.

Así pues, estos tres elementos (S-Ca-Mg), denominados “macronutrientes secundarios”, son igualmente trascendentales para las plantas. La única diferencia con los “macronutrientes primarios” (N-P-K) son las cantidades, ya que éstas son mayores en el caso de los mencionados como primarios. En cualquier caso, los niveles de todos deben conocerse a través de análisis y corregir los desequilibrios si éstos se produjeran.