23/11/2024

Revista InfoAgro México

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IMPORTANCIA DEL SUELO

Importancia del suelo y la fertilización

Tanto el suelo donde crecen las plantaciones de agave como las estrategias de fertilización van a determinar el desarrollo del cultivo. Por ello, es fundamental conocer las características que presenta el terreno de cultivo, haciendo ajustes o enmiendas si fuese necesario y, en función de éstas y de las necesidades del propio cultivo, llevar a cabo las labores de fertilización que favorezcan su crecimiento y estado sanitario.

IMPORTANCIA DEL SUELO
Es fundamental conocer las características que presenta el terreno de cultivo, haciendo ajustes o enmiendas si fuese necesario y, en función de éstas y de las necesidades del propio cultivo, llevar a cabo las labores de fertilización que favorezcan su crecimiento y estado sanitario. Foto: Ilustrativa.

Condiciones edáficas para el cultivo

El suelo es el medio natural en el que crecen las raíces de las plantas, siendo la fuente que les proporciona el agua y los minerales para su desarrollo. Sin embargo, hay que tener presente que cada suelo reúne unas características determinadas que lo harán único y exigirá un manejo concreto.

Para conocer estas características es necesario realizar un análisis del terreno a través de un laboratorio especializado, cuya toma de muestras debe ser representativa de la parcela, compuesta por pequeñas porciones de suelo que se mezclarán bien antes de ser enviadas al laboratorio. Algunos de los parámetros principales que se suelen estudiar en dichos análisis son:

  • Conductividad eléctrica, que expresa el nivel de salinidad del suelo.
  • pH, que marca su grado de acidez – alcalinidad.
  • Porcentaje de materia orgánica, un valor a tener en cuenta.
  • Contenido de los distintos nutrientes, lo que muestra la composición mineral del suelo.
  • Textura, que refleja el porcentaje de arena, limo y arcilla que tiene.
  • Capacidad de intercambio catiónico, que representa el contenido de cationes en el suelo.

Una vez conocidos estos valores, y otros más, se podrá realizar una caracterización del terreno donde está instalado el cultivo o se pretende hacerlo. De este modo, el manejo del mismo debe ir enfocado a los rangos que sean más favorables para su crecimiento. En este sentido, las plantaciones de agave requieren suelos con las siguientes condiciones:

  • Textura no demasiado pesada para evitar la acumulación de agua. Por ello, debe optarse por suelos de textura media como franco-arcillosos o franco-arenosos, en general suelos con tendencia arenosa, aunque es recomendable que posean al menos un 20 % de arcilla que ayude a la retención de agua y facilite la capacidad de intercambio catiónico.
  • Buena capacidad de drenaje que ayude a eliminar el exceso de agua. Un nivel de humedad elevado puede derivar en enfermedades fúngicas y/o bacterianas que terminan en pudriciones.
  • Buenas propiedades físicas, como la estructura, la pendiente o la profundidad, que van a de favorecer el desarrollo del cultivo.
  • Rango de pH desde ligeramente ácido hasta ligeramente alcalino, aproximadamente entre 5.5 y 7.3. A pesar de que se le supone un amplio rango de tolerancia al agave, es preciso ser cauto, especialmente con valores inferiores a 5.5, donde pueden aparecer problemas derivados como desórdenes fisiológicos o la acción de determinados hongos que provocan daños en las raíces.
  • Contenido de materia orgánica superior al 3 %. Los compuestos orgánicos ofrecen numerosas ventajas, como el mejoramiento de la estructura del suelo, el favorecimiento de la actividad de los microorganismos presentes, la liberación de nutrientes, el efecto amortiguador frente a temperaturas desfavorables y muchos más.

Aunque dichas características favorecen el crecimiento de las especies de agave, estas plantas presentan suficientes adaptaciones fisiológicas a las distintas condiciones edáficas. Por ello, el cultivo se puede desarrollar tanto en suelos ácidos rocosos de origen volcánico como en básicos de piedra caliza de origen marino (Fregoso et al., 2022).

Asimismo, algunas especies crecen con rangos bajos de pH y condiciones variables de salinidad (Cen-Cen et al., 2015). A este respecto, más del 74 % de los suelos dedicados a las actividades agrícolas manifiestan problemas relacionados con la salinidad edáfica (Argentel et al., 2017), lo que representa entre un 20 y un 30 % de las parcelas sometidas a régimen de riego (Qadir et  al., 2014). De este modo, los suelos afectados por la salinidad se caracterizan por la acumulación de cantidades excesivas de sales solubles, destacando carbonatos, bicarbonatos, cloruros, sulfatos y sodio intercambiable (Colas et al., 2020).

IMPORTANCIA DEL SUELO
El agave está considerado un cultivo capaz de adaptarse a suelos delgados, poco profundos, pedregosos, incluso inapropiados para otros cultivos. Foto: Ilustrativa.

Fertilización del agave

El agave está considerado un cultivo capaz de adaptarse a suelos delgados, poco profundos, pedregosos, incluso inapropiados para otros cultivos. Sin embargo, es un error pensar que se trata de una planta con bajos requerimientos de nutrientes. Por lo tanto, es preciso llevar a cabo una estrategia de fertilización que aporte los elementos necesarios para obtener un adecuado desarrollo.

En este sentido, la extracción total de nutrientes estimada en un periodo de 6 años y una densidad de plantación de 3,200 plantas por hectárea es aproximadamente: 280 kg ha-1 de N, 105 kg ha-1 de P, 610 kg ha-1 de K, 780 kg ha-1 de Ca y 80 kg ha-1 de Mg.

Destacan especialmente las extracciones del cultivo en potasio (K) y calcio (Ca). En el caso del primero, una fertilización potásica adecuada contribuye a obtener plantas más sanas, con cabezas con un contenido de azúcares más elevado, así como una menor dureza de sus fibras. En cuanto al calcio, su elevada extracción confirma por qué esta planta rinde bien en suelos calizos. Además, los pectatos de calcio que se acumulan en la laminilla media de la pared celular le confieren una mayor resistencia frente al ataque de enfermedades.

Los demás elementos minerales también son requeridos de manera significativa, siendo importantes para el rendimiento y calidad del cultivo. Por tanto, el plan de fertilización debe basarse en una relación equilibrada de éstos, teniendo en cuenta varios aspectos como son la disponibilidad de nutrientes existente en el suelo, las extracciones y necesidades de la planta, las características del agua y del suelo o la capacidad de absorción, entre otros.

Para ser consciente de los valores nutricionales, tanto en el suelo como en la planta, es altamente recomendable realizar análisis (edáfico y foliar) que muestren dichos valores. Esta información resulta fundamental a la hora de elaborar los planes de fertilización, en los que se pretende que sea balanceada, haciendo los ajustes que se consideren necesarios con el objetivo de alcanzar una óptima producción.

Los problemas derivados de realizar una fertilización inadecuada pueden derivar en desequilibrios nutricionales, crecimiento deficiente, incidencia de enfermedades, escasa cosecha, baja calidad del producto, etc. Por ello, los análisis suponen una herramienta inestimable en el ajuste de los nutrientes necesarios.

Es conveniente señalar que la importancia de una correcta nutrición del cultivo no sólo afecta a su rendimiento. También va a tener una relación directa con determinados organismos fitopatógenos, siendo algunos ejemplos los siguientes:

  • El “moteado de la hoja” suele aparecer con frecuencia en cultivos plantados en suelos de baja fertilidad, alta acidez y bajo contenido de calcio.
  • La “pudrición del tallo” está asociada con una deficiencia de calcio.
  • La “necrosis basal de la hoja” o «enfermedad del pie de la hoja» se presenta en suelos con un bajo nivel de potasio o con una relación N:K desfavorable, especialmente si existe un exceso de nitrógeno.

Finalmente, es preciso recordar que, no únicamente el aporte de fertilizantes va a determinar el comportamiento del cultivo. Existen otros factores, como las condiciones climáticas, la sanidad vegetal de la parcela, las labores culturales o el nivel de humedad, que son igualmente importantes para alcanzar un buen resultado agronómico.

En lo que respecta al estado de humedad del suelo, éste es otro requerimiento esencial para un desarrollo adecuado del cultivo, ya que un exceso de agua en el suelo suele ser perjudicial, por motivos de asfixia radicular y por el ataque de enfermedades como la «pudrición blanda del pie», cuyos síntomas derivan en marchitez basal de hojas y caída de la planta. Por ello no son recomendables los suelos de textura pesada y deficientemente drenados.

Por otra parte, aunque el agave puede sobrevivir a largos periodos de sequía, tampoco es conveniente someterlo a un estrés hídrico prolongado, el cual podría causar problemas de forma posterior. Por tanto, un nivel de humedad no demasiado estricto, asociado a una buena gestión de la fertilización, puede ser la clave para lograr un óptimo rendimiento del cultivo.