Población mundial creciente frente a producción de alimentos con menos recursos. Desde hace años la balanza se ha equilibrando en favor de los rendimientos agrícolas y lleva desmintiendo durante décadas las previsiones apocalípticas del economista y demógrafo Thomas Malthus. Esto se ha logrado gracias a la innovación, ya que sin esta es imposible dar respuesta a las demandas de la sociedad en materia alimentaria, asegura el director del INIA (Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria), Manuel Lainez.
En un mercado globalizado esta afirmación cobra especial relevancia, ya que las empresas y productores deben ser lo más competitivos posible a fin de dar respuestas a las demandas de la población, no solo en cantidad, sino en aspectos cada vez más presentes como la salud o el respeto medioambiental.
Sin cambios hasta el siglo XX
Desde el año 4.000 antes de Cristo hasta aproximadamente el siglo XX, la agricultura básicamente no había evolucionado. Los sumerios y egipcios ya utilizaban el arado con yunta. No es a partir de 1900 cuando se empieza a utilizar maquinaria, que evoluciona en tractores, sembradoras y cosechadoras hasta los que conocemos hoy en día. Este no es el único cambio, el desarrollo genético en todas sus vertientes y los sistemas de protección de cultivos multiplican exponencialmente el rendimiento de las producciones, asegura el gerente de ventas de John Deere Ibérica, Eduardo Martínez de Ubago.
Esta mayor obtención de alimentos dispara la población mundial. En 1900 ascendía a 1.650 millones de personas. En sesenta años, esta cifra se duplica hasta los 3.200 millones. Cincuenta y cinco años después, en 2005, se vuelve a doblar hasta los 6.500 millones. Según estudios de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), se espera que para 2050, la población ascienda a 9.100 millones de habitantes y en 2100 alcance los 11.000 millones.
La FAO alerta de que en 2050 la población mundial superará los 9.000 millones
La producción de alimentos y su demanda está creciendo en todo el mundo de manera distinta, dependiendo de los productos y las zonas del planeta. En Asia, África o Iberoamérica, tendrán mayor incremento las producciones energéticas con mayor cantidad de proteínas (carne, maíz, soja), mientras que en otros territorios como EE.UU., la UE o Australia, además de factores como la cantidad o el precio, adquieren importancia otros como la salud y el respeto al medio ambiente, afirma Lainez.
Las nuevas exigencias de los consumidores, la mayor concentración de la distribución o los nuevos modelos de negocio obligan al sector a estar en constante evolución, por lo que la innovación es vital.
Las empresas destinan cada más dinero en I+D+i. Las grandes multinacionales de agronegocios destinan varios millones de dólares al día a esta cuestión. En este sentido, las empresas agroalimentarias españolas tienen un importante déficit inversor. Según datos del INIA, solo el 13% de las compañías son innovadoras, y dentro de estas apenas se destina un 1% de su cifra de negocio a este fin.
Retos a corto plazo
Asimismo, la escasez de recursos (agua, agotamiento de las tierras, destrucción de los recursos naturales, desertización…) y un aumento de los costes de producción (combustibles fósiles, electricidad, fertilizantes, cultivos de proteína vegetal para la ganadería…) obligarán a sacar al mercado nuevas variedades de cultivos resistentes y razas adaptadas, sin perder de vista la utilización eficiente de los «imputs».
Según Lainez, los retos que van a marcar las vías de innovación para los próximos años pasan por la genómica, la bicrobiótica, la biología, las tecnologías digitales o el control de plagas, junto a una profunda transformación de la industria alimentaria para la conservación de los alimentos. El director del INIA que es necesario seguir trabajando en la financiación público-privada.
Por su parte, el vicepresidente para Europa, Oriente Próximo y África de Elanco Animal Health, Ramiro Cabral, aseguró que el 20% de la producción ganadera se pierde por las enfermedades, por lo que insta a optimizar la salud humana, animal y del planeta de modo equilibrado.
Por su parte, el director general de la Industria Alimentaria, Fernando Burgaz, rompe una lanza en favor de los sectores agrícola y ganadero españoles, ya que considera que son unos de los más punteros de nuestro país. «Se están haciendo muy bien las cosas, pero queda mucho por hacer», y para eso la innovación es fundamental para «seguir creando riqueza y empleo» y evitar perder «lo que se ha logrado».
La agricultura actual no se puede entender sin tecnología punta
Tractores y cosechadoras, con más tecnología que un coche de alta gama, que son capaces de sembrar un terreno mediante un GPS sin olvidar ni un metro cuadrado, o drones que controlan el grado de humedad de los cultivos y mandan información para recolectar en el momento óptimo, son habituales entre los agricultores. Muchos ya disponen de la última revolución: la información, que permite recopilar, analizar y gestionar millones de datos de miles de productores y utilizarla luego en su beneficio, afirma Martínez de Ubago. De este modo, el productor puede administrar y hacer más eficiente su explotación mediante las últimas tecnologías. Es más, detrás de las semillas, los fertilizantes y los fitosanitarios que emplea hay empresas que destinan grandes sumas de dinero a I+D+i para aportar los últimos avances en materia de protección y permitir aumentar los rendimientos.
Los agricultores y ganaderos españoles están a la última. Una buena prueba de ello es la alta calidad de los productos y los elevados índices de exportación. Algunos de estos proyectos tienen el reconocimiento de la UE, como el de una ganadera española que ha obtenido el premio europeo Joven Agricultor Sostenible por un proyecto de ganadería equina. Produce y comercializa leche de yegua liofilizada ecológica y productos derivados como complementos alimenticios, jabones y cosméticos.
Otro ejemplo es el de un productor salmantino que ha implantado en su ganadería de vacuno charolés un sistema que le permite controlar el celo y los partos de sus animales a través de una aplicación que le está mandando información en todo momento a su smartphone.
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