12/03/2025

Revista InfoAgro México

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Picudo negro en Palma de Coco, parte 1

Plaga del picudo negro. Parte I 

 

  1. Introducción

 

  1. Descripción morfológica de sus fases

 

  1. Ciclo biológico y principales huéspedes

 

  1. Distribución geográfica y comportamiento

 

  1. Daños e impacto económico

 

  1. 6. Medidas de control

 

  1. Introducción

 

El picudo negro es una de las plagas más temidas en las plantaciones de coco, si no la peor, ya que puede causar serios daños en las plantaciones, tanto directos, a través de las galerías que hace en las plantas, como indirectos, por la transmisión de diversas enfermedades, entre las que destaca la conocida como anillo rojo, siendo su principal vector de transmisión. 

 

Estos insectos presentan una gran capacidad de dispersión, alcanzando largas distancias. Además, poseen un buen olfato cuando las palmas enfermas desprenden determinados olores. Por ello, es preciso aplicar todas las medidas posibles, sobre todo las preventivas, para evitar que llegue al cultivo y, si lo hace, detectarlo cuanto antes. 

 

  1. Descripción morfológica de sus fases

 

El picudo negro, conocido también como el picudo de la palma de coco (Rhynchophorus palmarum L.) es un curculiónido que pertenece al orden Coleoptera, familia Curculionidae, tribu Rhynchophorini. El género Rhynchophorus está constituido por diez especies, de las cuales solamente tres se encuentran presentes en el neotrópico: R. cruentatus, R. richeri, y R. palmarum (Wattanapongsiri, 1966). 

 

Las características más destacadas de cada una de sus distintas fases de desarrollo, según diversos autores, responden del siguiente modo: 

 

– Huevos: Presentan una forma alargada (ovoide), cuyas dimensiones suelen ser 1 mm de ancho y 2.5 – 3 mm de largo. Son de color blanquecino, tono crema, recubiertos por una sustancia cerosa y su parte superior lisa (Aldana et al., 2011). En lo que respecta a la ovoposición, los huevos son colocados en posición vertical, a una profundidad de 1 a 2 mm y con un periodo de incubación de 2 a 4 días (Hagley, 1965; Sánchez et al., 1993). 

 

La capacidad de puesta, según Sánchez et al. (1993), en hembras apareadas en laboratorio, y mantenidas en pareja, pueden alcanzar un periodo de ovoposición de hasta 43 días, de manera que una hembra puede poner 12 huevos de forma inmediata después de la primera cópula y hasta 63 huevos en un día, pudiendo depositar en todo su ciclo entre 697 y 924 huevos por hembra (González y Camino, 1974). 

 

– Larvas: Es la fase siguiente a la eclosión, pudiendo medir 3 – 4 mm de longitud cuando emergen del huevo. Son ápodas, es decir, que no tiene patas, con el cuerpo ligeramente curvado ventralmente y mostrando un color blanco cremoso que torna a amarillo más oscuro antes de pupar (González y Camino, 1974; Sánchez et al., 1993; Mexzon et al., 1994). Estos individuos pasan por nueve o diez instares larvales, cuya duración total puede alcanzar 62 días, con un tamaño en los últimos instares de hasta 6 cm (Hagley, 1965). 

 

Presentan unas mandíbulas negras y fuertes, destacando que en esta fase se produce el fenómeno de canibalismo entre larvas, de las cuales las supervivientes se desplazan a las bases peciolares para pupar, tejiendo un capullo con las fibras vegetales de la misma palma (Sánchez et al. ,1993; Tizapa, 1999). 

 

– Pupas: Muestran una coloración más oscura, tono marrón café y se sitúan en la periferia del tallo, sobre hojas o tejidos de tronco en descomposición (Tizapa, 1999). Durante esta fase se lleva a cabo el proceso de metamorfosis, o transformación al estado adulto, cuya cápsula tiene una dimensiones aproximadas de 7 – 9 cm de longitud por 3 – 4 cm de diámetro (Aldana et al., 2011). 

 

Para emerger del capullo como adultos deben transcurrir entre 30 y 45 días en el interior como pupa, permaneciendo dentro de 7 a 11 días antes de salir (Hagley, 1965; Sánchez et al., 1993). 

 

– Adultos: Su principal característica es un color negro opaco, unido a un cuerpo con forma de bote, cuyo tamaño puede variar entre 4 y 6 cm de largo y una anchura en torno a 1.5 cm, con una cabeza pequeña y redondeada, en la que se distingue un largo rostrum (o pico) curvado ventralmente, que es liso en las hembras. Además, los machos se distinguen de las hembras por un destacado penacho de pelos en la parte dorsal hacia el centro del pico (Sánchez et al., 1993; Mexzon et al., 1994; Grueso y Betancourth, 2009; Aldana et al., 2011;  Hernández, 2021). 

 

  1. Ciclo biológico y principales huéspedes

 

El ciclo de vida de este insecto va a variar en función de diversos factores, destacando la fuente de alimento y el tipo de sustrato colonizado (Hagley 1965; Genty et al., 1978; Restrepo et al., 1982; Sánchez et al., 1993; Zagatti et al., 1993). Un estudio de Genty et al. (1978), muestra la duración de cada una de las fases biológicas de Rhynchophorus palmarum en condiciones de laboratorio (tabla 1). 

 

Estado o fase  Duración (días) 
Huevo  2 – 3 
Larva  42 – 62 
Pupa  30 – 45 
Adulto  90 

 

Tabla 1. Duración (días) de las fases biológicas del picudo negro.  

Fuente: Genty et al. (1978). 

 

Es preciso señalar que todo el ciclo biológico de R. palmarum transcurre en el interior de la planta colonizada, cuyos huéspedes pueden ser diferentes, mostrando una mayor predilección por las especies frutales (tabla 2), aunque destacan como principales huéspedes la palma de coco y la palma de aceite. 

 

Fuente de alimento  Referencia 
Palma de coco  Hagley, 1965 
Palma de aceite  Genty et al., 1978 
Caña de azúcar  Restrepo et al., 1982 

Zagatti et al., 1993 

Palmito de palma de aceite  Mexzon et al., 1994 
Medio semisintético  Zagatti et al., 1993 

 

Tabla 2. Distintas fuentes de alimento de R. palmarum. 

Diversas fuentes bibliográficas. 

 

Se han registrado 31 especies de plantas, pertenecientes a 12 familias, que pueden hospedar a R. palmarum, con especial predominio de la familia Palmaceae, con 19 especies, como son: Acromia aculeata, A. intiomescens, Cocos nucifera, Elaeis guineensis, Bactris gasipae, Mauritia flexuosa, M. mexicana, Phoenyx dactilifera, P. canariensis, Jessenia bataua, Euterpe sp., Roystonea oleracea, R. regia, Astrocarium sp., Attalea sp., Oenocarpus sp., Orbignya sp., Maximiliana maripa y Livistona sp. (Aldana et al., 2011). 

 

Otras plantas hospederas citadas por otros autores (Esser y Meredith, 1987; Griffith, 1987; Jaffé y Sánchez, 1992) son Carica papaya (papaya) y Jaracatia dodecaphyllade (familia Caricaeae), Sacharum officinarum (caña de azúcar), Gynerium sacharoiodes y Guadua latifolia (familia Gramineae), Musa paradisiaca (plátano) y Phenakospermum guyannense (familia Musaceae), Ananas comosus (piña), Theobroma cacao (cacao), Mangifera indica (mango), Annona reticulata (anón), Persea americana (aguacate), Citrus sp. (naranja), Psidum sp. y Artocarpus artilis (árbol del pan). 

 

Teniendo en cuenta esta larga lista de anfitriones, el picudo negro debe considerarse un insecto polífago, aunque en algunas de estas especies nombradas (mango, guayaba, naranja, cacao y otras) no se establece por completo, sino de forma ocasional,  alimentándose de frutos maduros, pero no siendo hospedantes reales (Arango y Rizo, 1977; Restrepo et al., 1982; Sánchez y Cerdá, 1993). 

 

  1. Distribución geográfica y comportamiento

 

  1. palmarum es una especie que muestra una amplia distribución geográfica, con un amplio rango de países, extendiéndose desde zonas del sureste estadounidense como California y Texas hasta el centro y el sur del continente americano: Argentina, Colombia, Paraguay, Uruguay, Bolivia o México, entre otros (Tizapa, 1999). Por ejemplo, en Colombia se presenta en todas las zonas cultivadas de palma de aceite, así como en zonas selváticas (Aldana et al., 2011) y en México en todas las zonas donde se cultiva el cocotero (Tizapa, 1999).

 

Es un insecto que puede completar largos vuelos, siendo capaz de alcanzar varios kilómetros, recorriendo en poco tiempo grandes distancias. De este modo, llega a las plantaciones sanas con facilidad si no están demasiado alejadas, cubriendo sus necesidades, tanto de alimentación como de reproducción (Rocha, 1992). 

 

Su rango de altitudes también es extenso, situándose entre el nivel del mar y los 1,200 msnm (Jaffé y Sánchez, 1992), lo que implica una alta capacidad de movilidad y adaptación a diferentes medios, otorgándole una elevada supervivencia (Sánchez y Cerdá, 1993). 

 

Es importante destacar de este picudo que presenta un ritmo circadiano en lo que respecta a la alimentación y la cópula (Camino et al., 1998). Asimsimo, se conoce en su dinámica diaria que existe un aumento de actividad de vuelo matutino y otro vespertino en los que los adultos resultan ser más activos en los intervalos horarios 7 – 11 a.m. y 5 – 7 p.m. (Hagley, 1965; Rochat, 1987; Jaffé y Sánchez, 1992; Sánchez et al., 1993), pudiendo alcanzar ambos sexos, según Hagley (1965), una velocidad de vuelo en el campo en torno a 6 m · seg-1. 

 

Por el contrario, no es común ver volar a estos individuos en las horas de mayor calor (12 a.m. – 4 p.m.), añadiendo a esto que se produce una notable disminución de su actividad durante los días lluviosos (Hagley, 1965; Wattanapongsiri, 1966; Hernández et al., 1992). 

 

La actividad sexual de estos curculiónidos es máxima entre las 4 y las 6 p.m. (Rochat et al., 1991). Además, tienen el potencial de copular durante toda su vida, que puede ser de dos a tres meses (Hagley, 1965; Sánchez et al., 1993). Después de la emergencia, a partir de las 11:00 p.m., se presenta un mayor dinamismo en la alimentación (Rochat, 1987).