12/07/2025

Revista InfoAgro México

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Morfología y fisiología de la Zarzamora

Morfología y fisiología de la Zarzamora 

 

  1. Introducción
  1. Morfología de la planta
  1. Fisiología del cultivo

 

  1. Introducción

 

La zarzamora es un arbusto que presenta un crecimiento continuo de su sistema radicular, mientras que su parte aérea muestra un desarrollo alterno, dependiendo de la época del año y del tipo de caña que se trate, entre otros factores. Las distintas variedades cultivadas deben responder a este respecto, ya que pueden presentar un porte diferente (erecto, semi-erecto o rastrero), además de distintas características de las primocañas y floricañas, así como de las propiedades biológicas de las plantas y/o de las cualidades de las frutas cosechadas. 

 

  1. Morfología de la planta

 

Desde un enfoque botánico, las zarzamoras son frutas tipo baya, con un alto contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes, que pertenecen al género Rubus de la familia Rosaceae, considerado un grupo complejo y variable de plantas que se dispersa por todo el mundo, con la excepción de las zonas desérticas, aunque la mayor parte se desarrolla en las zonas templadas del hemisferio norte (Moore y Skirvin, 1989).   

 

Su origen se sitúa en Europa y Norteamérica, con una tendencia fuerte de crecimiento, siendo una fuente de alimento para el ser humano durante mucho tiempo, ya que, tradicionalmente, se recolectaba como fruta silvestre, comenzando después un periodo de selección y comercio como producto fresco en el S-XX (Clark y Finn, 2014).  

 

De forma general, se puede considerar un arbusto, compuesto por una parte radicular perenne y una parte aérea caduca, que se renueva año a año, produciendo cañas bianuales, que varían su crecimiento de erectas a decumbentes y que, normalmente, cuentan con espinas (Rivadeneira, 2022). A continuación, se describen las partes principales de la planta de zarzamora: 

 

– Sistema radicular. Tiene un desarrollo superficial del que surgen nuevos brotes con facilidad, que pueden aislarse para obtener nuevas plantas. Sus raíces pueden crecer con normalidad en un amplio rango de textura de suelos, desde los tipos más arenosos hasta los pesados tipo arcillo-limosos, siempre y cuando presenten cierta capacidad de drenaje (Strik et al., 2020; Rivadeneira, 2022). Sus preferencias en cuanto a suelos son: 

 

  • Textura franco-arenosa. 

 

  • Permeabilidad y profundidad.  

 

  • Nivel de acidez, pueden tolerar valores de pH entre 5.5 y 7.5, aunque sus raíces crecen mejor en el rango 6.0 – 6.5. 

 

  • Contenido en materia orgánica superior a 3 %. 

 

  • Tolerancia a la salinidad moderada, con valores de conductividad eléctrica entre 2.0 y 2.5 dS cm-1. 

 

– Parte aérea (desarrollo vegetativo). A diferencia del crecimiento radicular, que es perenne, la evolución aérea responde a un periodo bianual. Hay variedades que producen ramas con espinas, aunque también existen otras sin ellas (Andersen y Crocker, 2001). 

 

Según Fernández y Ballington (1999), en función de su crecimiento, se pueden clasificar en: erectas, semi-erectas y rastreras. Las primeras generan ramas que se denominan cañas, las cuales se autosostienen y poseen muchas yemas vegetativas, tanto en las raíces como en la corona, mientras que las semi-erectas y rastreras requieren de un sistema de conducción, con yemas escasas que, comúnmente, forman las cañas de la corona.   

 

Dependiendo de su hábito de producción, se pueden clasificar en variedades que producen frutas en las floricañas o en las primocañas, conocidas estas últimas como de producción continua, produciendo fruta en la parte apical de la primocaña en el verano y continuando en otoño (Fernández et al., 2016). 

 

– Inflorescencias. Las flores de las zarzamoras son abiertas, con numerosos estambres y pétalos blancos o rosados, que no dependen de los insectos para su polinización, aunque conjuntamente con el viento, favorecen una dispersión uniforme del polen. Por el contrario, las lluvias intensas durante el periodo de floración pueden provocar una polinización incompleta, causando malformaciones posteriores en la fruta (Moore y Skirvin, 1989).   

 

Andersen y Crocker (2001), indican que las zarzamoras comprenden un amplio rango, desde completamente autocompatibles a completamente autoincompatibles. Sin embargo, hay que tener presente que, para completar una buena formación de los frutos, la mayor parte de los pistilos individuales de la inflorescencia deben ser polinizados porque una polinización inadecuada o insuficiente va a dar lugar a fruta pequeña y/o mal formada.  

 

– Frutillas. Continuando con el proceso, cada pistilo va a desarrollar una drupa pequeña, conocida como drupeola, y cada una de éstas contiene una semilla. La estructura de la fruta entera consiste en un gran número de drupeolas que se ubican en un receptáculo denominado torus y que, colectivamente, es un fruto agregado (Moore y Skirvin, 1989).  

 

Después de la polinización, el fruto aumenta de tamaño y de peso, cambiando su color del verde al rojo y, finalmente, al negro, en un periodo comprendido entre 30 y 50 días, dependiendo de la variedad cultivada, de la zona de producción, de las condiciones de desarrollo, etc. Es preciso señalar que, cerca del 85 % del tamaño final del fruto se alcanza en los últimos días de maduración (Fernández y Ballington, 1999). 

 

  1. Fisiología del cultivo

 

El ciclo de las zarzamoras comprende un periodo bianual, en el que durante el primer año se produce el crecimiento de las cañas vegetativas (primocañas) y, generalmente, no hay producción de frutillas, mientras que, en el segundo año, estas mismas cañas van a originar brotes (floricañas) que sí van a generar zarzamoras, para morir después (Andersen y Crocker, 2001).  

 

El crecimiento y la producción de estos dos tipos de cañas son descritos (Moore y Skirvin, 1989; Lewers et al., 2010; Rivadeneira, 2022) del siguiente modo: 

 

– Primocañas. Su desarrollo se produce durante el primer año y no florecen. Su crecimiento suele ser rápido en longitud, generando un buen número de hojas, que con el descenso de temperaturas del otoño van cambiando su color, pudiendo ocurrir una pérdida total de éstas al finalizar el invierno.  

 

Estas cañas pueden presentar espinas o no. Si existe producción de fruta en este primer año, son en las variedades más modernas, desarrolladas en programas de mejora, siendo normalmente de tipo erecto para un mejor rendimiento y con licencias para su reproducción y comercialización. 

 

– Floricañas. Éstas emergen en el segundo año, después del periodo de dormición, floreciendo y fructificando. A diferencia de las primocañas, las floricañas no incrementan su longitud, generando ramas laterales, cortas con pocas hojas, así como una inflorescencia terminal. Pueden ser de crecimiento erecto, semi-erecto o rastrero, con o sin espinas. 

 

El periodo de dormición se ve favorecido con el acortamiento de la longitud de los días y el descenso de las temperaturas, acelerándose igualmente el tiempo de iniciación floral. En las floricañas, inicialmente se produce la apertura de yemas que inician los brotes, terminando en inflorescencias. 

 

Las fases de floración y maduración de la fruta son procesos escalonados, estando esta primera fase (floral) estrechamente relacionada con los valores térmicos. De este modo, cuando las temperaturas son bajas durante esta etapa se retarda el proceso. La floración de las zarzamoras se suele iniciar a finales de primavera, aunque dependerá de las variedades cultivadas, pudiendo existir diferencias entre éstas de hasta 50 días en el inicio de la floración y la fructificación, así como unos 30 días en la duración del desarrollo del fruto. La maduración se produce en el inicio del verano, siendo necesario prestar atención a las elevadas temperaturas, que van a incrementar su velocidad. 

 

Finalmente, hay que tener presente que las zarzamoras se encuentran entre las frutas que presentan un mayor crecimiento, siendo uno de sus principales limitantes la falta de resistencia al frío. A este respecto, algunas variedades del tipo híbrido que se cultivan han sido desarrolladas mediante programas de mejora y se encuentran adaptadas a inviernos suaves o moderados, así como a un menor requerimiento de horas de frío (Rivadeneira, 2022). 

 

Las variedades aportan una serie de cualidades que van a condicionar el comportamiento frente a los distintos factores de su entorno. Por ello, deben ser seleccionados en función de aspectos tales como la época de maduración y de cosecha, la zona de producción, presencia o no de espinas, crecimiento erecto o semi-erecto, resistencia a la sequía y a las heladas, etc. (Andersen y Crocker, 2001; Fernández et al., 2016; Calab et al., 2017). 

 

Por otra parte, considerando el interés progresivo actual de los consumidores en esta berrie, la selección de variedades se enfoca en las propiedades nutricionales de ésta, buscando un alto contenido de antioxidantes, así como buen olor y sabor, además de características como el tamaño, la firmeza, la resistencia al transporte o al almacenamiento, entre otras (Lewers et al., 2010; Strik et al., 2020). 

 

Las variedades pueden clasificarse también según el tipo de producción, ya sea en las floricañas o en las primocañas, así como su hábito de crecimiento (erectas, semi-erectas y rastreras), aspectos que se han visto anteriormente. Un estudio sobre la superficie mundial de zarzamoras revela que el 50 % de las variedades cultivadas corresponden al tipo semi-erecto, un 25 % al tipo erecto y otro 25 % al tipo rastrero (Strik et al., 2008).