Fases de crecimiento del cultivo
- Introducción
- Importancia y distribución del arroz
- Fases de desarrollo del cultivo
- Aspectos de mejora
- Introducción
El ciclo de vida de las plantas de arroz no es siempre igual, sino que presenta distintas fases de desarrollo con requerimientos diferentes, ya sean climáticos, nutricionales, de manejo, etc. Por ello, es necesario conocer sus distintas fases, así como las peculiaridades de éstas para alcanzar el mayor potencial del cultivo. En este sentido, deben establecerse unas estrategias que tengan en cuenta las características de cada fase, unido a técnicas agronómicas que mejoren el rendimiento del cultivo.
- Importancia y distribución del arroz
El arroz pertenece a la tribu Oryzae, familia Poaceae, género Oryza y especie sativa (Vaughan, 1994). Existen dos especies cultivadas de arroz, el arroz asiático, o arroz común, (Oryza sativa L.) y el arroz africano (Oryza glaberrima), ambas especies diploides. El género Oryza incluye 22 especies, entre silvestres y cultivadas, que están distribuidas por los cinco continentes (Ge et al., 1999; Vaughan et al., 2003)
El arroz es uno de los cultivos más importantes a nivel mundial, ya que es el cereal que más se consume en el mundo después del trigo. Está clasificado como un cultivo tropical y subtropical, concentrándose su mayor producción en los climas húmedos tropicales. Sin embargo, también se puede cultivar en las regiones húmedas de los subtrópicos, así como en climas templados y mediterráneos (Buelvas, 2021).
De este modo, la distribución de este cultivo por el orbe se extiende desde los 49 – 50 º de latitud norte hasta los 35 º de latitud sur, desde el nivel del mar hasta los 2,500 metros de altitud (msnm) (Buelvas, 2021).
Dependiendo de la situación geográfica en la que se encuentre el cultivo de arroz, va a estar expuesto a la influencia climática de dicha región, donde la temperatura, la radiación solar, la precipitación pluvial y la acción de los vientos predominantes, principalmente, van a afectar de manera directa a los procesos fisiológicos de las plantas y a la producción de grano, y de forma indirecta, sobre la presencia de plagas y enfermedades, entre otros (Fernández, 2013; González et al., 2019).
- Fases de desarrollo del cultivo
En lo referente al crecimiento de la planta de arroz, Courtis (2014) lo define como el aumento irreversible del volumen de una célula, tejido, órgano o individuo, generalmente acompañado de una ampliación de la masa celular y formación de nuevas estructuras que componen su arquitectura, produciéndose una diferenciación gradual que culmina con la formación de las raíces, los tallos, las hojas y, finalmente, las flores y los granos.
Dicho crecimiento comprende una serie de cambios cuantitativos que se dan durante los procesos de desarrollo y diferenciación. Estos cambios diarios están altamente correlacionados con el rendimiento del grano (De Datta, 1981). Asimismo, el desarrollo comprende varios periodos que conforman, en conjunto, el ciclo de vida de la planta: crecimiento, diferenciación, envejecimiento (senescencia) y muerte (Azcón y Talón, 2013).
Respecto a las principales fases de crecimiento del cultivo de arroz, Yoshida (1981) divide el ciclo en tres grandes fases: vegetativa, reproductiva y maduración. A su vez, estas fases pueden ser divididas en etapas fenológicas que determinan el estado de desarrollo del mismo.
– Fase vegetativa. Se inicia con la germinación de la semilla y finaliza con la diferenciación del primordio floral, englobando procesos como la emergencia, el estado de plántula, la producción de macollas y la formación de tallos, hojas y raíces. En ella se determina el número de panículas por unidad de superficie, cuya duración depende de la variedad cultivada y del clima, aunque una estimación general se sitúa entre 35 y 50 días.
Estudios realizados por Sharma y Singh (2001) indican que, en climas tropicales, una variedad de 120 días puede invertir alrededor de 60 días en su fase vegetativa. Asimismo, durante esta fase, la elongación de los entrenudos y la iniciación de la panícula sucede casi de manera simultánea en variedades de 105 a 120 días de duración, y sucesivamente en variedades de larga duración (más de 140 días), dependiendo fundamentalmente de las características varietales y de las condiciones climáticas, especialmente de las temperaturas (CIAT, 1985).
Así, elevadas temperaturas van a incrementar la tasa de emergencia de las hojas, produciendo un mayor número de macollas, las cuales pueden verse afectadas por bajos niveles de radiación solar, debido a una falta de carbohidratos necesarios para su crecimiento. Esta fase es donde el cultivo se vuelve más resistente a las condiciones de estrés hídrico (Garcés y Medina, 2018).
Según Buelvas (2021), la planta de arroz requiere de unas temperaturas máximas y mínimas adecuadas, así como de una cantidad de energía variable para alcanzar su mayor potencial, estimándose en esta fase vegetativa entre 350 y 400 calorías cm-2 día-1.
– Fase reproductiva. Comienza con la diferenciación del primordio floral y está caracterizada por la elongación del tallo, la emergencia de las hojas decaídas, el embuchamiento y el llenado de las espiguillas (Degiovanni et al., 2004). La fase dura hasta la maduración y está marcada por un incremento en el peso de la panícula, unido a un descenso en el peso de la paja (Sharma y Singh, 2001).
Esta fase es la más crítica del ciclo, siendo especialmente sensible a las altas temperaturas y/o a la baja radiación. Por tanto, las temperaturas máximas y mínimas en este periodo deben ser adecuadas, así como un nivel energético comprendido entre 401 y 500 calorías cm-2 día-1 si se pretenden alcanzar buenos resultados. Para ello, debe formarse el primordio floral, realizarse la floración y la polinización, definirse el número de granos por panícula, así como el desarrollo de la misma (Buelvas, 2021).
Además, las plantas en su fase reproductiva muestran una especial susceptibilidad al estrés hídrico, lo que va a repercutir en la productividad del cultivo (Garcés y Medina, 2018). También pueden afectar ciertas prácticas inadecuadas como aplicaciones tardías de herbicidas (Sharma y Singh, 2001).
– Fase de maduración. Esta fase concluye con la madurez del grano. Igual que sucede en la fase anterior, las condiciones ambientales juegan un papel importante en la fertilidad de las flores, ya que el efecto de vientos cálidos, secos o húmedos, afectan seriamente la fecundación de los estigmas (Maqueira et al., 2018). Asimismo, temperaturas excesivamente bajas o altas del agua, que resulten inferiores a 18 º C o superiores a 34 º C pueden ocasionar el efecto de vaneamiento (Garcés y Medina, 2018).
De este modo, conseguir un número adecuado de tallos fértiles que soporten espigas con un elevado número de granos, además de aumentar la capacidad y eficiencia fotosintética del cultivo, así como optimizar la partición de asimilados, van a contribuir en el incremento productivo del cultivo de arroz, sobre todo, como ya se ha comentado con anterioridad, en las fases reproductiva y de maduración (Foulkes et al., 2011).
Esta fase requiere de temperaturas adecuadas, tanto máximas como mínimas, así como un número de calorías por cm2 y día superior a 500 para alcanzar un óptimo rendimiento, que comprende el proceso completo de translocación de asimilados para el llenado del grano hasta su madurez fisiológica (Buelvas, 2021).
En cuanto a la relación entre las distintas fases, es preciso destacar que, según estudios realizados por Martínez et al. (2015), un crecimiento vegetativo excesivo durante las primeras etapas de la planta va a provocar una disminución de la captación de la radiación solar, aumentando la mortalidad de tallos, debilitando el proceso de maduración e incrementando el riesgo de encamado, lo que supone unos inconvenientes para el cultivo.
Otros aspectos, como la falta de humedad del suelo, van a influir en la aparición y duración de las distintas etapas fenológicas del cultivo. Según Ramírez et al. (2007), estos factores son capaces de modificar la anatomía, fisiología, morfología y la bioquímica de las planta de arroz.
- Aspectos de mejora
Teniendo en cuenta la situación actual en la que nos encontramos, donde se cruzan fenómenos como el cambio climático, la emergencia de tendencias sociales y económicas, el desarrollo de nuevas tecnologías, etc., se debe establecer una tendencia a través de estrategias diferentes e innovadoras que nos conduzcan a mejores rendimientos de los cultivos.
En este sentido, es preciso aplicar diferentes alternativas basadas en aspectos como un manejo agronómico adecuado, la implantación de modelos tecnológicos, la aplicación del conocimiento de las variables bioclimáticas y topográficas de las regiones productoras de arroz, la disminución de los costos por hectárea o una mayor competitividad de los productores, entre otros.
A continuación, se exponen algunos aspectos fundamentales para mejorar el manejo agronómico del cultivo (Garcés y Medina, 2018; Pineda y Morales, 2018; Buelvas, 2021), destacando:
- Época de siembra, que permita al cultivo crecer bajo unas adecuadas condiciones climáticas, ya que es uno de los factores que más incidencia tiene en el desarrollo y rendimiento del cultivo.
- Establecimiento de la zona de cultivo, siendo las más recomendables en sistemas de irrigación las que coincidan con periodos de óptima radiación solar y etapas finales del cultivo. En zonas de secano deben concordar con periodos de precipitación.
- Selección adecuada de la variedad, que presente unas características específicas, adaptadas al entorno del cultivo y un comportamiento particular con respecto al clima.
- Conocimiento de las propiedades del suelo. Sus condiciones físicas, químicas y biológicas deben aportar a las plantas de arroz la capacidad de crecimiento y de productividad.
- Preparación y adecuación de los suelos. En el caso de que el terreno de siembra presente ciertos inconvenientes o dificultades para ello, es necesario llevar a cabo labores de preparación del mismo, así como enmiendas orgánicas y minerales si fuese preciso para mejorar la fertilidad.
- Siembra y densidad de plantas, que garanticen un número correcto de plantas por unidad de superficie. Tan malo puede ser un número escaso de plantas como uno excesivo.
- Gestión del agua. Aspectos como el riego, la capacidad de drenaje o el uso racional del recurso son importantes a la hora de optimizar el agua en el cultivo de arroz, además de adoptar prácticas encaminadas a mantener la humedad en el suelo.
- Aporte balanceado de fertilizantes. Es fundamental para que las plantas crezcan fuertes y sanas, sin desequilibrios que las vuelvan débiles y las empujen a contraer plagas y enfermedades.
- Establecimiento de un programa de monitoreo, para mantener el control visual de las plantaciones de arroz de manera que los enemigos fitopatógenos no aparezcan, especialmente en los periodos más críticos del cultivo.
- Aplicación de un buen manejo fitosanitario, que mantenga un estado saludable de las plantas y, en el caso de la incidencia de plagas y/o enfermedades, llevar a cabo una lucha eficaz a la vez que respetuosa con el entorno.
Por lo tanto, se debe intentar avanzar hacia un modelo que integre un manejo agronómico adecuado y eficiente con los recursos, con prácticas respetuosas con el medioambiente, además de aplicar las nuevas tecnologías que faciliten la gestión de datos (del cultivo, agroclimáticos, de insumos, etc.), obteniendo así una mayor sostenibilidad de los cultivos, así como una mayor rentabilidad y competitividad para los productores.

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