06/11/2025

Revista InfoAgro México

Toda la agricultura, ahora en tus manos

Chinche café en cultivo de arroz

Chinche café

Plagas del arroz I

1. Introducción

2. Identificación y distribución

3. Morfología y ciclo biológico

4. Daños ocasionados

5. Medidas de control

1. Introducción

La plaga conocida como chinche café del arroz ataca a los cultivos en el periodo de llenado y maduración de los granos, pudiendo causar daños de cierta gravedad a los productores. Por ello, es preciso realizar una vigilancia periódica en las parcelas para controlar a estas chinches, especialmente en los bordes de las plantaciones donde pueden hospedarse en las malezas para actuar en el momento indicado. Las medidas de control deben ir encaminadas a una prevención de su instalación, así como una actuación antes de las fases críticas del cultivo.

2. Identificación y distribución

La plaga conocida como chinche café del arroz (Oebalus insularis) está presente en México, destacando principalmente los estados de Sinaloa y Oaxaca, y con menor incidencia en Morelos y Guanajuato, según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural – SENASICA (Bautista, 2006).

Además del territorio nacional, se ha reportado su presencia en países como Cuba, Haití, Honduras, Panamá, Puerto Rico, Estados Unidos y Colombia (Vivas et al., 2010; Zachrisson et al., 2014; CABI, 2019) (fig. 1).

Está considerada una plaga polífaga, es decir, que además del arroz (Oryza sativa), coloniza otros hospedantes como puede ser el sorgo (Sorghum sp.) y diversos pastos silvestres. Asimismo, se pueden encontrar huevos de esta chinche sobre malezas como Paspalum spp., Panicum muticum, Echinochloa colona, Digitaria spp., Eleusine indica, Sorghum bicolor, S. halepense y Cyperus iria (Cabello, 1966; Portal et al., 1978; Gómez, 1982; Meneses y Sánchez, 1985).

Figura 1. Distribución geográfica del chinche café del arroz. Fuente: CABI, 2019.

 

En lo que respecta a sus hábitos de comportamiento y dispersión (Ruiz et al., 2013; Monzón, s/f), se pueden destacar algunos aspectos como:

  • Estos individuos se distribuyen generalmente de forma agregada, principalmente en áreas con presencia de malezas hospedantes, comenzando por los límites de las parcelas que estén próximos a éstas.
  • Se pueden encontrar estas chinches en cualquier zona del cultivo, aunque la mayor concentración se observa en los extremos de la plantación, que es donde llegan primero, procedentes de malezas hospedantes como se ha indicado anteriormente.
  • Las mayores incidencias de la plaga pueden tener su origen en las plantas de arroz que han florecido de manera más temprana que en el resto de la parcela.
  • Su mayor actividad ocurre en las horas más frescas del día, principalmente por las mañanas, observándose en diversas partes de las plantas como hojas, flores o granos.
  • Dicha actividad se ve disminuida conforme la temperatura va aumentando, reduciéndose también el número de insectos, debido a que se desplazan a las partes menos expuestas (calientes) de las plantas, que suelen ser las zonas inferiores.
  • Cuando llega la noche las hembras se congregan en sitios concretos del cultivo para llevar a cabo la oviposición.
  • Los rangos de temperatura donde se aprecian las mayores poblaciones de estas chinches corresponden a valores promedio que oscilan entre 26 º y 28 º C, junto con un intervalo de humedad relativa del 75 – 85 %, que se dan en intensas precipitaciones.
  • Por el contrario, en épocas de sequía se divisan poblaciones bastante bajas, como consecuencia de las altas temperaturas y una baja humedad relativa.

3. Morfología y ciclo biológico

Las características morfológicas de las distintas fases de Oebalus insularis se resumen a continuación:

– Huevos. Presentan forma cilíndrica y miden, de promedio, 1 mm de alto por 0.7 mm de diámetro. Son depositados por las hembras en masa o bien ordenados en hileras dobles sobre el haz de las hojas, las panículas y los tallos. Recién ovipositados son de color verde, cambiando a un tono rosado cuando se aproxima la eclosión de los mismos, que suele producirse a los 4 – 8 días (King y Saunders, 1984).

– Ninfas. Esta fase se compone de cinco instares, mostrando ciertas diferencias entre el primero y los siguientes. Así, tras la eclosión de los huevos, presentan un color más oscuro y un hábito más grupal, mostrando tonos más claros posteriormente, así como un comportamiento más móvil, dispersándose por el campo (Kings y Saunders, 1984).

La evolución de las ninfas, según Rodríguez et al. (2006), se muestra tras la eclosión de los huevos con ojos, antenas, tórax y placas dorsales de color rojo para ir cambiando a color marrón oscuro, con excepción del área abdominal que se mantiene blanca. En el segundo y tercer estadío, el tórax y las placas dorsales del abdomen se tornan verdes, mimetizándose con las hojas y las panículas, coloración que mantienen hasta alcanzar su etapa adulta. En el cuarto y quinto estadío aparecen las placas genitales que diferencian los sexos. El tamaño de los individuos también va evolucionando según el instar.

– Adultos. Muestran los ojos de color marrón oscuro, antenas filiformes con cinco segmentos y un rostrum de cuatro segmentos, con un tamaño de 8 – 10 mm de largo y 5 – 6 mm de ancho, de un color comprendido entre rojizo claro y café amarillento, con marcas amarillas en el escutelo. Inicialmente permanece inmóvil próximo a su última exuvia, adquiriendo después la coloración marrón típica con una gran mancha amarilla irregular en forma de «U» bordeando la parte interna del escutelo y con la abertura de la «U» hacia la parte anterior del insecto, además de tres puntos amarillos alineados, situando el de mayor tamaño en el ápice del escutelo (Kings y Saunders, 1984).

La diferenciación entre sexos radica en una coloración más brillante de la hembra adulta, así como el área ventral de la misma con un tono verde muy pálido y el abdomen abultado, mientras que el macho presenta una coloración normalmente más opaca, sin el abultamiento del abdomen característico de la hembra (Rodríguez et al., 2006).

En cuanto a su ciclo biológico (Meneses et al., 1982; King y Saunders, 1984; Arias y Gutiérrez, 1986), la duración de la incubación de los huevos de O. insularis puede variar entre 4 y 5 días, con temperaturas entre 23.5 º y 26 º C, eclosionando las ninfas al amanecer. Las ninfas se desarrollan en torno a 18 días pasando por 5 estadíos antes de alcanzar el estado adulto, el cual tiene una longevidad entre 33 y 45 días, según las condiciones ambientales.

La primera cópula ocurre a los 8 días, ovipositando las hembras a la mañana siguiente, que permiten repetidos apareamientos con los machos, pudiendo observar dicho ritual a cualquier hora del día y la puesta de los huevos por la tarde, con una masa promedio variable de 10.8 ± 3.4 por postura, un mínimo promedio por masa de 9.1 ± 3.2 y un máximo de 29.9 ± 4.2 (Rodríguez et al., 2006; Zachrisson et al., 2014).

4. Daños ocasionados

De todos los géneros de chinches que pueden actuar sobre el cultivo de arroz en el continente americano, el género Oebalus está considerado el más importante debido a las pérdidas económicas que ocasionan sus especies. A este respecto, O. insularis podría considerarse por sus daños una plaga más secundaria, aunque bajo la influencia de determinados factores climáticos, unido a un manejo inadecuado, se han reportado pérdidas en la producción de arroz entre el 30 % y el 50 % (Rodríguez et al., 2006).

En lo referente a los daños que causa esta plaga, el primer reporte económico lo realizó Riley en 1882. Éstos se producen por la alimentación del insecto sobre los granos de arroz en formación, succionando su jugo, conocido comúnmente como leche, los adultos y ninfas de la chinche, aunque para Meneses (2008), el mayor daño lo generan los adultos, ya que, en recolecciones realizadas en cultivos infectados de chinche del arroz, solamente se detectó una presencia del estado de ninfas del 4.6 % en relación al total de individuos.

Esta incidencia sucede durante las fase de llenado y maduración de los granos, también denominada fase lechosa o amarilla (maduración), cuyos síntomas muestran panículas y cáscaras vacías, con numerosas zonas de succión en las plantas dañadas. De este modo, se induce un crecimiento retardado de las panículas, así como la presencia de granos lesionados, que resultan deformes y/o frágiles, los cuales se quiebran con facilidad en el proceso de trillado (King y Saunders, 1984).

Es importante reseñar que cuando los granos pierden el estado tierno y se endurecen, la acción de las chinches se ve reducida (Monzón, s/f). No obstante, los daños causados al cultivo suponen una reducción del rendimiento y una pérdida de la calidad debido al manchado de los granos por el ataque de hongos que penetran a través de las perforaciones realizadas por la plaga (Rodríguez et al., 2006).

Por tanto, la acción de estos individuos se traduce en pérdidas económicas para los productores, no solamente por la reducción de la cosecha y el deterioro de la calidad, sino también por el incremento de los costos correspondientes a la lucha frente a esta plaga (Bautista, 2006; Martínez et al., 2006).

5. Medidas de control

Es necesario llevar a cabo labores de vigilancia para poder controlar la presencia de estas chinches en las parcelas de cultivo, principalmente en las lindes donde suelen establecerse las malezas capaces de albergar a dicha plaga.

Por ello, algunas medidas culturales (Meneses et al., 2001) que pueden ayudar a prevenir y/o reducir su presencia son:

  • No sembrar arroz todo el año para cortar el ciclo de la plaga, privando así de las condiciones de alimento y refugio al terminar el cultivo, lo que reducirá sus poblaciones.
  • Realizar un buen control de las malezas para evitar que la chinche se hospede en ellas a la espera de la época de floración y llenado de los granos de arroz, fases que resultan críticas en el cultivo.
  • Monitorear de forma periódica la presencia de estas poblaciones, tanto por observaciones directas como por capturas con red. Es fundamental dicha práctica, especialmente cuando se acerca el estado lechoso del grano porque un control posterior no tendría sentido ni reduciría los daños.

Ante la presencia de estos individuos, algunos autores (Rodríguez et al., 2006; Meneses, 2008) establecen ciertos ratios en campo para llevar a cabo las medidas fitosanitarias si dichas infestaciones superan 0.7 chinches por panícula durante la etapa de grano lechoso, 2.2 en etapa de floración y 4.3 en grano ceroso.

Sin embargo, a la hora de aplicar los tratamientos al cultivo, es preciso que éstos no afecten de forma negativa a los enemigos naturales de la plaga, ya que suponen una buena alternativa de control. Así, en el control biológico, entre los principales parasitoides se encuentra la familia Scelionidae, destacando las especies Telenomus podissi y T. latifrons.

Es importante destacar que en México se ha observado un parasitismo muy elevado (85 – 100 %) por parte de Telenomus sp. sobre huevos de O. insularis (CIAT, 1991; Monzón, s/f;). Asimismo, se han reportado a los hongos Beauveria bassiana y Metharhizium anisopliae como controladores naturales de chinches. Estudios del Instituto de Investigaciones del Arroz han reflejado que una cepa de M. anisopliae ejerce un buen efecto sobre adultos de O. insularis (Meneses, 2008).

Finalmente, debería emplearse el denominado control químico cuando las demás alternativas hayan fracasado o cuando los niveles de plaga se estimen ciertamente altos y supongan una amenaza. En el caso de utilizarse, sería conveniente tener en cuenta los siguientes aspectos en lo que respecta a su uso (Meneses, 2008):

  • Los insecticidas de síntesis química deben aplicarse de manera racional debido a sus efectos contaminantes sobre el medioambiente, a la eliminación de la fauna auxiliar y a la creación de resistencias por parte de la plaga, entre otros.
  • Las aplicaciones fitosanitarias con este tipo de productos solamente deben emplearse cuando los índices poblacionales de la plaga sobrepasen los umbrales económicos establecidos para las diferentes fenofases de la paniculación.
  • Únicamente se deben utilizar los insecticidas que estén registrados para el control de la chinché café, cumpliendo con las especificaciones técnicas del fabricante como dosis, número de aplicaciones, etc.
  • Las aplicaciones deben realizarse por la mañana o al final de la tarde, debido a los hábitos de estos insectos, encontrándose en las horas mencionadas en las panículas de las plantas de arroz.

En resumen, los tratamientos contra la chinche café deben aplicarse de forma adecuada, cumpliendo con los requerimientos técnicos y en los momentos precisos. Además, dichos tratamientos cobran mayor importancia si se aplican insecticidas respetuosos con los enemigos naturales de la plaga y se integran en un plan de control que sea coherente y preventivo.