06/11/2025

Revista InfoAgro México

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Ácaro de la vaina de arroz

Ácaro de la vaina

Plagas del arroz II

 

1. Introducción

2. Origen, evolución y distribución

3. Morfología para su identificación

4. Daños y pérdidas

5. Medidas de control

 

1. Introducción

El ácaro de la vaina está considerada una de las plagas más temidas en las plantaciones de arroz, principalmente por la fase del cultivo en la que actúa, por los daños que origina a este cereal y por la dificultad que supone mantener controladas sus poblaciones, dada su resistencia a los tratamientos acaricidas y su elevada tasa de reproducción. Por ello, es fundamental llevar acabo medidas preventivas como el monitoreo continuo de los cultivos para detectar su presencia de forma temprana, evitando así daños graves en las plantaciones arroceras.

2. Origen, evolución y distribución

La plaga conocida como ácaro de la vaina del arroz tiene otras denominaciones como ácaro del arroz, ácaro del vaneo del arroz (español), ácaro tarsonemídeo do arroz (portugués) o rice panicle mite (inglés).  La especie de ácaro que tratamos es Steneotarsonemus spinki, sinonimia Steneotarsonemus madecassus (EPPO, 2021).

Para Rao y Prakash (2003), probablemente, la primera mención de S. spinki en la literatura hace referencia a un «artrópodo diminuto en movimiento» que atacaba las plantas de arroz en la India (Ramaiah, 1931). Asimismo, la primera referencia publicada de esta especie como plaga de un cultivo de arroz fue en el sur de China en 1968 (Ou et al., 1977), seguida de más informes entre 1977 y 1984, en regiones de la India, Taiwán, Kenia, Filipinas y Japón. Posteriormente, en 1999, fue encontrado en Corea, Tailandia y Sri Lanka.

En el continente americano, el primer reporte de S. spinki como plaga del arroz fue en Cuba en 1997 (Ramos y Rodríguez, 1998). En años posteriores, este ácaro fitófago se extendió rápidamente por la región del Caribe y Centroamérica, registrando su presencia en República Dominicana, Panamá, Haití y Costa Rica. En 2005 fue identificado en países como Colombia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Venezuela.

En 2007 se reportó su existencia en México, en regiones como Palizada y Campeche (Trujillo, 2007), así como en Estados Unidos en Alvin, Texas. Más tarde, en 2009, en Veracruz (Trujillo, 2009) y en campos de arroz estadounidenses en Texas, Luisiana, Arkansas, Nueva York y California (Hummel et al., 2009; CAB International, 2010). Por tanto, el ácaro de la vaina presenta una amplia distribución mundial, afectando a los principales países productores de arroz del orbe.

Steneotarsonemus spinki es una especie específica del cultivo del arroz, aunque se han identificado diversas plantas distintas a este cultivo que son hospedantes. Algunos autores citan a las siguientes:

  • Jiang et al. (1994) en China: Stellaria spp., Alopecurus aequalis, Zizania caduciflora, Coix lacryma-jobi, Echinochloa crusgalli, Panicum repens, Phragmites australis, Polygonum hydropipar, Eleusine indica, Digitaria sanguinalis (también en República Dominicana).
  • Rao y Prakash (2002) en India: Schoenoplectus articulatus, Cynodon dactylon.
  • De la Torre (2004) en Cuba: Amaranthus spinosus, Echinochloa colona, Oryza latifolia.
  • Gamboa et al. (2009) en Costa Rica y República Dominicana: Echinochloa colona, Eleusine indica, Oryza latifolia, Rotboellia cochinchinensis.

Estos hospedantes pueden ser alternos o transitorios para el cultivo de arroz, en los que el ácaro puede permanecer por un cierto tiempo mientras se establecen nuevas plantaciones arroceras en los campos. Así, por ejemplo, puede pasar el invierno en ausencia del cultivo principal en estas condiciones, especialmente las hembras adultas, sobreviviendo hasta el inicio de la primavera (Hummel, 2008).

3. Morfología para su identificación

S. spinki es una de las especies de ácaros tarsonémidos más pequeños y con un elevado nivel de reproducción. En general, son ácaros cristalinos o translúcidos que, unido a su diminuto tamaño, no son visibles a simple vista, solamente con lupas de aumento. Los huevos y ninfas son aún más pequeños y de un color semejante a los adultos. Viven y se desarrollan en la parte interna de la vaina de las hojas (Chow et al., 1980; Xu et al., 2001; Ramos y Rodríguez, 2001).

Su ciclo de vida está compuesto por tres estadíos: huevo, ninfa y adulto, cuya descripción se resume a continuación:

– Huevos. Son de color blanco translúcidos, con forma alargada y se pueden encontrar aislados, en grupos pequeños o formando grandes masas compactas de huevos (Ramos y Rodríguez, 2001; OIRSA, 2017). Su duración hasta la eclosión es variable, dependiendo de la temperatura. Según estudios de Santos et al. (2002), puede oscilar entre los 2.5 días a 34 º C y los 12.2 días a 15 º C.

– Ninfas. Emergen de los huevos, con un color similar y el cuerpo alargado, con tres pares de patas. Esta fase presenta un periodo activo, en el cual se alimenta y otro inactivo, aunque fisiológicamente activo. La ninfa inactiva da lugar a una hembra, siendo transportada por los machos, comportamiento común en la familia Tarsonemidae, para realizar la cópula inmediatamente después de emerger el adulto hembra. La duración de este estadío también será variable en función de la temperatura (Ramos y Rodríguez, 2001; Santos et al., 2002).

– Adultos. Existen diferencias morfológicas entre las hembras y los machos. Las hembras presentan un cuerpo más alargado que ancho, aproximadamente 272 μm de largo por 109 μm de ancho y tienen el primer par de apodemas en forma de «Y». Los machos tienen el cuerpo más ensanchado en la región del histerosoma y miden en torno a 217 μm de largo por 120 μm de ancho (Ramos y Rodríguez, 2001), con un par de setas en forma de puñal sobre el fémur y un solenidium sobre la tibia de la pata III (OIRSA, 2017). El periodo desde huevo hasta adulto también depende del valor de las temperaturas, oscilando entre 4.9 días a 34 º C y 11.3 días a 20 º C (Ramos y Rodríguez, 2001; Santos et al., 2002).

El potencial de reproducción de estos ácaros es muy alto, presentando ciertas peculiaridades en su comportamiento. Las hembras vírgenes son partenogenéticas arrenotocas, capaces de aparearse con su descendencia masculina (Xu et al., 2001; Hummel et al., 2009). De este modo, una sola hembra no apareada, en una planta de arroz libre de ácaros, puede incrementar el número hasta en 79 ácaros en sólo 17 días con temperaturas entre 24 º y 35 º C (Xu et al., 2001). Por su parte, las hembras apareadas pueden producir de 50 a 70 huevos durante su vida, la cual puede oscilar de 5 a 32 días, según las condiciones ambientales (Chen et al., 1979, Xu et al., 2001; Castro et al., 2006).

4. Daños y pérdidas

Steneotarsonemus spinki está considerada la plaga de ácaros más destructiva que afecta al cultivo del arroz. En el siglo pasado, en la década de 1970, causó afecciones en las plantaciones arroceras de Asia tropical, disminuyendo los rendimientos entre un 5 y un 20 %, aunque en algunas regiones ocasionaron pérdidas superiores al 70 %, llegando a alcanzar incluso el 90 % de las cosechas (Rao et al., 2000; Xu et al., 2001).

Afortunadamente, los daños ocasionados no suelen ser tan elevados, siendo por lo general las pérdidas reportadas entre el 15 y el 30 % de los rendimientos, tanto en la cantidad como en la calidad del producto. No obstante, estos valores de pérdidas son significativos, afectando seriamente a la rentabilidad de los productores al incrementar de manera notable los costos de producción por insumos fitosanitarios y la pérdida de los materiales de siembra debido a su alta sensibilidad, lo que se traduce en una disminución de las áreas dedicadas al cultivo por su abandono, así como por un fuerte impacto en el medio ambiente como consecuencia de un uso indiscriminado de plaguicidas dadas las dificultades para el control de la plaga (Hummel, 2008).

En lo que se refiere a los cultivos de arroz, éstos pueden sufrir los daños del ácaro de la vaina de dos tipos, directos e indirectos:

  • Daños directos. Son debidos a la alimentación por parte de un gran número de individuos, cuyos síntomas visuales se verán posteriormente.
  • Daños indirectos. Se producen por la inyección de toxinas durante la alimentación del ácaro y la diseminación de fitopatógenos, especialmente hongos y bacterias, entre los que se incluyen Alternaria padwickii, Burkholderia (Pseudomonas) glumae, Curvularia lunata, Fusarium graminearum, F. moniliforme, Sarocladium (Acrocyilindrium) oryzae (Chen et al., 1979; Rao y Prakash, 2003).

S. spinki se alimenta perforando las células epidérmicas del vegetal usando sus estiletes de 5 mm de longitud (Chow et al., 1980). En el interior de las vainas se observan zonas puntuales afectadas con altas poblaciones del ácaro en sus tres estadíos (Hummel, 2008). Los síntomas observados en las plantas de arroz, consecuencia de los daños directos ocasionados por la alimentación de estos ácaros plaga, son los siguientes (Chein, 1980; Chow et al., 1980; Reissig et al., 1986; Rao y Prakash, 1992; Rao et al., 1993):

  • Áreas necróticas pardas en la zona superior de la superficie de la vaina de la hoja que envuelve la panícula. Esta lesión puede extenderse y cubrir la totalidad de la vaina.
  • Deformación de panículas e inflorescencias, así como una reducción de su número.
  • Tejidos desfigurados y deshidratados.
  • Puntos de color café sobre la pared de los granos, así como manchas de color pardo rojizo hasta causar una necrosis completa, de color pardo sucio a pardo oscuro.
  • Reducción de la calidad de los granos, mostrando granos decolorados, arrugados y con lesiones.
  • Problemas de esterilidad y en el desarrollo general de las plantas.

S. spinki se desarrolla en el interior de las vainas de las hojas del arroz, particularmente en la base, en las espiguillas (antes y durante la floración) y en el interior de los órganos florales, por lo que es importante señalar que los síntomas más evidentes son visibles durante o después de la emergencia de la panícula, como el vaneado y el manchado de los granos en formación, que varían dependiendo de la intensidad de los ataques (Chen et al., 1979; Rao y Prakash, 2003).

En este sentido, dichos síntomas pasan desapercibidos en las primeras fases fenológicas del cultivo, así como en el inicio del desarrollo poblacional del ácaro, aspectos que no contribuyen a una detección temprana de su presencia. Por ello, se ha reportado en cultivos de arroz un desarrollo adecuado durante el periodo vegetativo, apareciendo los síntomas visibles en la etapa de floración, los cuales consistieron en la presencia de espiguillas vanas y negras, granos “pico de loro”, estériles, con aborto de los mismos (OIRSA, 2017).

5. Medidas de control

Mantener controladas las poblaciones del ácaro de la vaina en las plantaciones de arroz puede resultar complicado por diversos motivos, apoyados principalmente por sus características etiológicas y su alta capacidad reproductiva. A esto hay que añadir que su ubicación en el interior de las vainas de las hojas del arroz, así como en la base de las mismas, lo convierten en una plaga prácticamente invulnerable a la mayoría de los tratamientos acaricidas como se ha demostrado en ensayos de invernadero y en campo (Almaguel et al., 1998).

En este sentido, Almaguel (2004) recomienda llevar a cabo un monitoreo periódico de las poblaciones de ácaros mediante el uso de una lupa entomológica, observando las tres o cuatro primeras vainas de las hojas funcionales desde la base al ápice de la planta. El momento fenológico más recomendable para el monitoreo es en la diferenciación del primordio floral a la emergencia de las panículas (González, 2006). De este modo, se considera que hay presencia de la plaga cuando se detecta algún ácaro adulto en cualquiera de las vainas observadas (Camargo et al., 2010).

En lo que respecta al modo de combatirlo, siempre es conveniente coordinar los tres tipos de control establecidos: cultural, biológico y químico, siendo este último el que debe ser más cauto y responsable, dadas las consecuencias que origina si se utiliza de manera inadecuada.

En primer lugar, el control cultural ofrece las siguientes recomendaciones frente a S. spinki, entre las que destacan (OIRSA, 2017):

  • Establecer una densidad de plantas adecuada, de acuerdo a las variedades cultivadas. Si se sobre-dosifican las plantaciones pueden derivar en problemas fitosanitarios.
  • Optimizar la fertilización nitrogenada, sin abusar de este tipo de fertilizantes, ya que el incremento de las dosis de nitrógeno favorece el aumento poblacional de S. spinki, y de las plagas en general.
  • Mantener la humedad del cultivo en niveles que no favorezcan el desarrollo de estos ácaros, pudiendo ser un factor limitante en el crecimiento de la población un cierto déficit hídrico, según estudios realizados en China.
  • Eliminar los restos de cosecha durante un periodo previo considerado (unos 25 días antes del inicio de la siembra), así como la desinfección de los canales de riego (Almaguel et al., 2002).

En cuanto al control biológico, distintos estudios (Lo y Ho, 1979; Tseng, 1984; Ramos y Rodríguez, 1998; Cabrera et al., 2003; Ramos et al., 2005; González et al., 2007; Quirós y Rodríguez, 2010)  identifican  algunas especies de ácaros depredadores de S. spinki, como son Amblyseius taiwanicus, Lasioseius parberlesei, Cheiroseius serratus, Ch. napalensis, Hypoaspis sp., Galendromus alveolaris, G. longipilus, Neoseiulus paraibensis, N. baraki, N. paspalivorus, Proprioseiopsis asetus o Typhlodromus sp., así como trips depredadores que se alimentan de S. spinki en regiones del Caribe americano.

Por otro lado, se pueden emplear insecticidas-acaricidas biológicos, entre los que destaca Beauveria bassiana, Verticillium lecanii y Metarhizium anisopliae, que ejercen un cierto control si se aplican oportunamente (Camargo et al., 2010). Según estudios realizados por Andrew et al. (2005), se demostró una eficiencia de control entre 89 y 98 % a los 36 días después de ser aplicados, aunque las poblaciones del ácaro se incrementaron de forma  significativa una vez se dejaron de aplicar estos productos. Por tanto, la época y la frecuencia de aplicación tiene un efecto importante en la eficacia biológica (Camargo et al., 2010).

Finalmente, en el control químico, los tratamientos foliares suponen prácticamente el único método de aplicación de acaricidas, aunque hay que establecer una serie pautas para una correcta aplicación de los mismos (Camargo et al., 2010; OIRSA, 2017):

  • Minimizar su uso para conservar la población de enemigos naturales. No debe hacerse un uso excesivo.
  • Emplear de forma racional, siendo implementado con un buen programa de monitoreo, aplicando los tratamientos en la fase reproductiva, durante la etapa desarrollo de la panícula, siempre que los monitoreos indiquen la presencia del ácaro.
  • Aplicar un volumen de caldo adecuado para lograr una buena eficiencia, al menos 300 L ha-1.
  • Alternar materias activas de familias diferentes, teniendo en cuenta su elevada capacidad de desarrollar resistencias a los acaricidas.
  • Cumplir con las recomendaciones técnicas de agrónomos y fabricantes.
  • Considerar distintos aspectos como el momento óptimo de aplicación, los niveles poblacionales del ácaro, la fenología del cultivo o la época del año, entre otros.