07/09/2024

Revista InfoAgro México

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Condiciones para el cultivo del arándano

La demanda de arándano sigue aumentando por parte de los consumidores, por lo que conseguir mejorar la productividad de los cultivos se antoja un aspecto fundamental de cara a cumplir con los objetivos comerciales. Sin embargo, para que las plantaciones de blueberries rindan, es preciso conocer sus características y sus requerimientos para, de esta forma, ofrecer unas condiciones lo más favorables posibles que propicien unos óptimos resultados a los productores.

Breve descripción botánica

El arándano (Vaccinium sp.) es un frutal que pertenece al género Vaccinium, de la familia de las Ericáceas, que constituyen un grupo de especies ampliamente distribuidas por el hemisferio norte, fundamentalmente por las regiones de Norteamérica, Europa central y Eurasia, aunque también están presentes en ciertas zonas de América del sur, África y Madagascar.

Solamente un pequeño grupo del género Vaccinium tiene importancia comercial, con una “domesticación” fechada a finales del siglo XIX o comienzos del siglo XX, cuyos primeros programas de selección de arbustos y de técnicas de propagación se iniciaron en Norteamérica, donde todos los cultivares obtenidos hasta la actualidad se han desarrollado a partir de especies silvestres (García y García, s/f).

En general, el arándano es descrito como un arbusto, erecto o rastrero, de altura variable dependiendo de la especie, hojas alternas, caducas o perennes, y una gran longevidad, pudiendo superar los 50 años en muchos casos.

En función de su altura, se puede hacer una clasificación de los distintos tipos de especies de arándano, quedando de la siguiente manera:

  • Arbusto alto (Highbush Blueberries). Representa las variedades más comúnmente cultivadas y consumidas, con alturas desde 1.5-2 metros de altura. Son originarios de América del norte, cultivados en muchos países de todo el mundo, siendo capaces de producir una gran cantidad de bayas de tamaño medio a grande.
  • Arbusto bajo (Lowbush Blueberries). Son variedades más pequeñas que crecen hasta una altura aproximada de 1 metro. Son nativos de América del norte y se cultivan en algunas partes de Estados Unidos y Canadá. Estos arándanos tienen un sabor más intenso y dulce que los de porte alto.
  • Arbusto medio (Half-high Blueberries). Representa un tipo de arándano híbrido entre los dos anteriores. Pueden crecer hasta 1-2 metros de altura y producir una cantidad moderada de bayas de tamaño medio a grande. Los frutos de estas variedades son resistentes y toleran bien los climas fríos, lo que los convierte en una buena opción para las regiones más frías.
  • Otras variedades. Además de los anteriores, existe una amplia diversidad de variedades de arándanos disponibles en el mercado. Algunas de éstas incluyen los arándanos de fruta grande (Southern Highbush), de fruta gigante (Rabbiteye) o silvestres (Bog Blueberries). Otras tienen un interés puramente decorativo, siendo muy utilizados por paisajistas, ya que los arándanos son arbustos de una gran belleza ornamental.

En definitiva, lo que hay que tener en cuenta es que cada variedad tiene sus propias características que las hacen únicas, las cuales deben conocerse bien para poder ser cultivadas de la forma más adecuada.

En lo que respecta a su morfología, existen algunas diferencias botánicas entre las distintas especies. Como ejemplo y a modo ilustrativo, García y García (s/f) muestran una descripción de las distintas partes de la especie V. corymbosum, que se describen a continuación:

  • Raíces: Su sistema radicular es superficial, situándose el 80 % del mismo en los primeros 40 cm. Posee raíces finas y fibrosas, caracterizadas por la ausencia de pelos absorbentes. Entre las raíces y la parte aérea de la planta se encuentra la corona, que tiene la capacidad de emitir brotes. Normalmente, se asocia de forma natural con una micorriza, formando una simbiosis y generando un mayor desarrollo vegetativo.
  • Hojas: Son simples, alternas, cortamente pediceladas, con forma elíptico-lanceoladas y unos 5 cm de longitud, caducas, desde un color verde pálido a muy intenso, dependiendo del cultivar, ligeramente dentadas y finamente nerviadas por el envés. En el otoño adquiere una tonalidad rojiza que resulta muy típica.
  • Flores: Son axilares o terminales, dispuestas en racimos de 6 a 10 en cada yema, con sépalos persistentes, una corola de forma acampanada y color blanco, con tonos rosas en algunos cultivares, formada por 4 – 5 pétalos fusionados, de 8 a 10 estambres con anteras que pueden ser aristadas o no, prolongadas en tubos terminales con una abertura en el ápice, un pistilo simple, un ovario ínfero, de 4 a 10 lóculos. El número de yemas de flor que puede desarrollarse en una rama de un arbusto del grupo “highbush” parece estar relacionado con aspectos como el grosor de la rama, el cultivar o la influencia de varios reguladores de crecimiento.
  • Frutos: Son falsas bayas esféricas, de 1 a 3 cm de diámetro, con un peso comprendido entre 0.5 y 4 g, que contienen varias semillas en su interior, en un número de 20 a 100, relacionado con el tamaño de la baya. Los frutos van pasando por distintos grados de color a medida que maduran, adquiriendo el tono azul característico al final de dicha etapa. La epidermis del fruto está cubierta por secreciones cerosas, que le dan una terminación muy atractiva.

Los frutos más cercanos a las ramas son más grandes que los distales, siendo relacionado su tamaño con el vigor de la rama, es decir, que ramas más vigorosas van a producir, generalmente, frutos mayores. Asimismo, los primeros frutos que maduran suelen ser más grandes que los que se recolectan más tarde. Desde el punto de vista comercial, hay que destacar dos características relevantes en el fruto: por un lado, la cicatriz que queda al desprenderse el pedúnculo, la cual debe ser pequeña y seca, y por otro, la firmeza, que está muy relacionada con el grosor de la epidermis.

Requerimientos de clima y suelo

Comenzando por los requerimientos climáticos, es preciso señalar que la acumulación de horas de frío es un factor determinante para decidir si el cultivo de arándano puede desarrollarse satisfactoriamente para ser comercial en una región concreta. Sin embargo, la amplia gama de variedad que existe en la actualidad permite establecer cultivos en zonas climáticamente muy diferentes.

En cuanto a las horas de frío, en general, las variedades cultivadas necesitan estar sometidas a bajas temperaturas durante un periodo de tiempo variable para romper la dormancia (época de reposo de las plantas). Estas necesidades de frío (número de horas por debajo de 7º C) vienen determinadas genéticamente, siendo una de las características que separan los grupos agronómicos establecidos:

  • Altos requerimientos (más de 800 horas de frío): Variedades “highbush” del norte, con corymbosum como principal especie. Esta especie representa el 75 % del total de arándano cultivado a nivel mundial. También variedades “lowbush”, representadas fundamentalmente por V. angustifolium y V. myrtilloides, que se encuentran, principalmente, en forma silvestre en Estados Unidos, que han sido importantes en la obtención de nuevas variedades de arándano alto, contribuyendo así al mejoramiento genético.
  • Requerimientos medios (400 – 600 horas de frío): “Rabbiteye”, representado por ashei, nativa del sureste de Estados Unidos, concretamente de Georgia, Alabama y Florida. Es parcialmente auto – estéril, requiere polinización cruzada. Se cosecha más tarde que el arándano alto, ya que presenta un largo periodo entre la floración y la fructificación.
  • Bajos requerimientos (menos de 400 horas de frío): Variedades “highbush” del sur, obtenidas por programas de cruzamiento entre corimbosum, V. darrowi y V. ashei, siendo desarrolladas para producción de fruta temprana en zonas de inviernos suaves, con baja acumulación de frío, y primaveras cálidas.

En general, el arándano puede llegar a soportar temperaturas muy bajas durante el invierno, inferiores a – 30 º C, no presentando grandes riesgos frente a heladas primaverales, según variedades, exposición y altitud sobre el nivel del mar. Por el contrario, temperaturas altas, superiores a más de 28 º C, pueden afectar negativamente al fruto, provocando arrugamientos, deshidratación y quemaduras.

En cuanto a la humedad ambiental, los bajos valores suelen generar problemas en el cultivo, así los vientos fuertes dominantes de la zona, sobre todo en los primeros años de vida de la planta, perjudican el crecimiento de ésta, provocan daños en el follaje, afectan a la floración y a la polinización por insectos, además de ocasionar lesiones en los frutos y su caída.

En lo concerniente a las exigencias que presentan los arándanos respecto al suelo, se destacan algunas de las características más recomendadas, siendo:

  • Textura ligera, ya que su sistema radicular es sensible al encharcamiento en suelos pesados.
  • Buen drenaje, es preciso eliminar el agua sobrante para evitar problemas.
  • Alto contenido de materia orgánica, superior al 3 %, con los beneficios que ésta aporta.
  • Valores de pH relativamente ácidos, siendo generalmente inferiores a 5.5, situándose el intervalo óptimo entre 4.5 y 5.5. El pH puede ser un factor limitante para el cultivo, aunque algunas variedades pueden tolerar valores algo superiores.
  • Con óptimos niveles de oxígeno, ya que son exigentes en este aspecto.
  • Con bajas concentraciones de calcio. Los suelos calcáreos no son recomendables.
  • Sin restos de otros cultivos, como frutales o forestales.
  • Sin residuos de plaguicidas, sobre todo que no contengan herbicidas.

Si se cultiva una variedad con características que se adapten adecuadamente a una zona determinada, unido esto a unas condiciones de clima y suelo favorables, se pueden conseguir altos rendimientos, a la vez que una ampliación de la superficie cultivada de arándano. La implementación y la mejora de las técnicas de cultivo puede contribuir a este objetivo.

Preparación del terreno

La preparación del suelo tiene mucha importancia, siendo una labor fundamental en cualquier cultivo a la hora de asegurar un buen desarrollo posterior. La mejor época para comenzar estas labores preparatorias suele ser durante el verano o a principios del otoño.

Una de las acciones previas a la preparación del terreno, y que es muy recomendable, es realizar un análisis de suelo que permita, conocer el contenido de los nutrientes principales y su valor de pH. En función de dichos resultados, se puede realizar alguna enmienda, si fuese necesario, para corregir las posibles deficiencias o desequilibrio de nutrientes.

A este respecto, si se muestran niveles de fósforo y potasio por encima de 10 y 150 ppm, respectivamente, no sería preciso realizar un abonado mineral de fondo. Si, por el contrario, los niveles son inferiores, se debe aportar la cantidad requerida para aproximarse a los valores óptimos.

En lo concerniente al nivel de acidez, aunque son especies que prefieren suelos ácidos, si el pH es inferior a 4 se debe realizar una enmienda caliza, con elementos cálcicos que eleven dicho valor, aportando aproximadamente 1,000 kg por hectárea de CaO o de Ca(OH)2) si se desea aumentar una unidad de pH. Estos productos tienen una actuación rápida, haciendo su efecto en un mes aproximadamente.

En el caso de obtener un valor de pH superior a 6, es preciso acidificar el suelo empleando fertilizantes de reacción ácida, como sulfato amónico o sulfato potásico, acidificando la solución aplicada en el fertirriego de una forma continua a lo largo de todo el ciclo de cultivo, para mantener un nivel adecuado de pH en la zona de influencia radicular.

El uso de azufre elemental vía riego también suele realizarse, recomendándose una dosis, dependiendo del tipo de suelo, que puede oscilar entre 1,000 y 1,500 kg ha-1 para bajar un punto por año, no siendo conveniente disminuir más anualmente. La aplicación debe realizarse al menos 6 meses antes de la plantación, incorporándose en los primeros 15 – 20 cm de suelo.

El aporte de materia orgánica también es importante, ya que se recomienda un contenido promedio en torno al 2 – 3 %, por los beneficios que aporta tanto al suelo como al cultivo. Si el terreno tiene un nivel inferior al mencionado será necesario aportar estiércol a razón de 30 a 60 toneladas por hectárea.

Una vez finalizadas las enmiendas o correcciones nutricionales, se deben abordar las labores mecánicas, siendo la primera de éstas subsolar toda la parcela, para romper las capas más profundas, airear el suelo y facilitar el drenaje en zonas con peligro de encharcamiento, al cual es bastante sensible el arándano.

A continuación, se da una labor de grada o arado de vertedera, para enterrar los abonos de fondo aportados, dejando así el terreno hasta el momento de la plantación. Entonces, antes de realizarla, se debe pasar la fresadora o rotovator para eliminar la vegetación que haya salido y desmenuzar el suelo.

Es esencial realizar todas estas labores de preparación con maquinaria cuando el suelo tenga buenas condiciones de humedad, lo que se conoce con el nombre de “tempero”, para evitar de este modo su apelmazamiento.

Por tanto, si el terreno reúne el mayor número de cualidades favorables para las plantas de esta berrie, después tendrá su recompensa, tanto en el crecimiento y la salud de las éstas como en el rendimiento final de la cosecha.