Según datos de la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- para el 2050 la población aumentará a 9.3 billones de personas, dos billones más que las actuales.
La responsabilidad para afrontar el reto de alimentar a una población creciente es doble: por un lado la producción de alimentos debe ser sostenible y responsable, y por otro, los consumidores deben ser conscientes del consumo medido de alimentos para evitar su desperdicio.
La agricultura moderna se perfila como una alternativa que aporta a la producción de alimentos para una población creciente. Sin embargo, el reto supone un doble esfuerzo: por un lado entender la responsabilidad como consumidores para garantizar que no se desperdicien los alimentos o exista un consumo desmedido y por otro, alimentar a más personas sin extender la barrera agrícola cuidando los recursos naturales.
Y es que los objetivos del milenio también apuntan a una revolución en materia agrícola y de alimentación, en donde la reducción del hambre es una prioridad. Por medio de la disminución del desperdicio de alimentos se busca contribuir al reto de alimentar a la población en aumento, pues hoy en día se desperdicia un tercio de la producción mundial de comida, cantidad que permitiría alimentar a más dos mil millones de personas.
De acuerdo con Otto T. Solbrig, profesor emérito del Departamento de Organismos y Evolución, de la Universidad de Harvard, “la demanda de bienes y el crecimiento poblacional están directamente co-relacionados; es por esto que el aumento demográfico en los últimos 50 años tuvo un efecto positivo para la industria agropecuaria y los avances científicos al igual que las innovaciones agro-tecnológicas aumentaron gracias al crecimiento de la oferta alimenticia”.
Cabe destacar que la adopción de tecnologías para la agricultura en América Latina, como: aplicativos digitales, sistemas meteorológicos de precisión, semillas biotecnológicas resistentes a sequías y drones usados en la aspersión de productos para la protección de cultivos o fertilizantes, han contribuido a la hora de incrementar la producción de alimentos y la administración de cultivos por parte de los agricultores.
Si bien, la innovación, el desarrollo de nuevas tecnologías y la ciencia aplicada a la agricultura, son herramientas clave para enfrentar estos desafíos y garantizar la seguridad alimentaria de la población creciente, se debe tener en cuenta el buen manejo que se le debe dar a estas. Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), el Manejo Integrado de Plagas (MIP) y el manejo eficiente del agua, redundan en la eficacia de las tecnologías, así como la sostenibilidad y sustentabilidad de la actividad agrícola que provee y proveerá los alimentos para la humanidad.
Para Eugenio Díaz Bonilla, Líder del programa para América Latina y el Caribe del IFPRI “se necesita importante esfuerzo de investigación e innovación y reformas políticas e institucionales que facilitan la aplicación de las mejores tecnologías en la escala adecuada para compatibilizar rentabilidad del productor con “salud del ser humano y salud del planeta”.
Si no queremos sufrir un marcado desabastecimiento de alimentos en el mundo, es importante que se invierta en I+D de nuevas tecnologías cuyo propósito será el de dar apertura a nuevas iniciativas que desde América Latina, la reconocida despensa del mundo, permitan hacer uso adecuado de la tierra disponible para cultivar y los recursos naturales no renovables como el agua. Asimismo, como consumidores debemos ser consientes de la importancia de consumir las porciones adecuadas y aportar a la sostenibilidad de la alimentación evitando el desperdicio de alimentos.
Más historias
¡Estuvimos presentes en Dekalb en Rosa!
Infoagro Exhibition México realiza la presentación global de su segunda edición en Fruit Attraction, en España
Nueva aplicación de Corteva Agriscience de Súper Ganadería