Dentro de los 10 lugares mejor protegidos y más seguros del mundo, se encuentra el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, en Noruega, también conocido como la bóveda del fin del mundo, El búnker, ubicado en una excavación de una montaña noruega a -18°, parece extraído de una ficción post-apocalíptica.
Es un depósito donde se almacenan semillas de miles de plantas de cultivo de todo el planeta. El objetivo es preservar una especie de “copia de seguridad” de todas las semillas existentes en el orbe, para ser replicada en caso de desaparición, ante una catástrofe natural o crisis hambruna mundial, solo de esta manera la biodiversidad de los cultivos estará a salvo.
Este espacio construido en el polo norte a 130 metros de profundidad y a 130 metros sobre el nivel del mar, garantiza que el suelo esté seco, este espacio es impermeable a la actividad volcánica, terremotos, la radiación y las crecidas del mar, incluso en caso de falla eléctrica, el permafrost actuaría como refrigerante natural. La bóveda tiene una temperatura artificial de 18 grados bajo cero, pero en caso de corte eléctrico, la temperatura natural es de entre 3 y 5 grados bajo cero, lo que permitiría continuar conservando las semillas congeladas.
Tiene la capacidad de poder albergar en su interior 4,5 millones de semillas diferentes, actualmente hay más de un millón de muestras de semillas almacenadas; más de 6000 especies provenientes de 249 países. Según el inventario de marzo de 2010, México es el país desde el cual se han enviado más especies, con 79 mil 802 muestras, es decir, que nuestro país aporta una de cada seis semillas almacenadas.
Cada vez que ocurren catástrofes se pierden variedades únicas de nuestros cultivos más importantes; obtener duplicados de todas las colecciones ofrece una póliza de seguro para el suministro mundial de alimentos. Ese es el propósito de la Bóveda del Fin del Mundo: dar esperanzas para quienes sobrevivan si llega la ocasión.
Sorprendentemente, el futuro del planeta está altamente protegido contra cualquier intrusión o catástrofe natural y situado a más de 120 metros de profundidad en una isla remota cerca del Polo Norte. Ya es reconocida como la última garantía de que contaremos con semillas durante muchos años.
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