Los pescadores de la laguna de Navachiste, en Sinaloa, encuentran de vez en cuando centenas de peces muertos en el agua. La causa está en la tierra: toneladas de plaguicidas esparcidos en los cultivos de la región han llegado hasta los cuerpos de agua y en algunos casos han sido arrastrados hasta los océanos.
Un estudio de Greenpeace, la Universidad Autónoma de Campeche y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revela que en los ríos, lagos y mares de México existen residuos de al menos 30 sustancias químicas que se utilizan en el campo como plaguicidas, algunas de ellas señaladas como peligrosas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los investigadores tomaron muestras de agua en Sinaloa, Yucatán y el Golfo de California para determinar cuáles eran los plaguicidas que habían sido arrastrados hasta las aguas de estas regiones. En todas las muestras había sustancias químicas, revela el informe.
“El impacto de los plaguicidas va más allá de la calidad de la tierra, afecta también al agua y a las especies que viven allí”, apunta Sandra Laso, responsable del programa de agricultura y alimentación de Greenpeace. En algunos casos, estos químicos fueron hallados a 10 metros de profundidad en el mar.
“Esas sustancias ni siquiera deberían estar allí”, añade Laso.
Entre los plaguicidas encontrados en el estudio está el glifosato, un herbicida muy popular en México que se utiliza principalmente en cultivos de sorgo, aguacate, limón, mandarina y toronja. La OMS ha clasificado a esta sustancia como “posible cancerígena” y países como Francia, Holanda, Dinamarca y Bélgica han prohibido su uso.
El estudio apunta a que los agricultores usan este componente indiscriminadamente en los cultivos y con poco conocimiento sobre las dosis permitidas para hacerlo. En el estado de Campeche, explica el informe, hace 30 años el glifosato no figuraba entre los plaguicidas más utilizados en el campo y ahora se encuentra en la mayoría de los cultivos.
Además del glifosato, los investigadores hallaron en sus muestras el químico endrín, prohibido en México, que ha servido para mitigar las plagas en los sembradíos de algodón. Esta sustancia afecta al sistema nervioso cuando hay contacto humano. El estudio además de desmenuzar la penetración de los químicos en los mares, ríos y lagos del país, también apunta a que la producción agrícola de México está contaminada.
“Estos alimentos con sustancias peligrosas están llegando a nuestras mesas y nosotros no tenemos idea sobre el impacto que están teniendo en nuestra salud”, explica Laso, de Greenpeace.
La ONG ha pedido al Gobierno mexicano que ajuste la regulación del uso de plaguicidas en el campo. Además, señala que el catálogo de plagucidas de la Secretaría de Salud no ha sido actualizado en una década y que las políticas públicas entorno a la agricultura en México no incentivan a los productores a utilizar métodos menos contaminantes para combatir las plagas.
“Nosotros estamos mostrando la punta del iceberg pero la realidad es que se necesita hacer una evaluación mucho más profunda”, reconoce Laso.
Más historias
Rivulis revoluciona el diseño de riego con su Herramienta Hidráulica
Sinaloa presente en el pacto por el agua
Inversión histórica para tecnificación agrícola en Sinaloa