Teniendo en cuenta la tendencia de cambio a lo largo de las últimas décadas en lo concerniente a la climatología del planeta, sería conveniente estar bien informado sobre los parámetros que pueden indicar el impacto medioambiental de las acciones del ser humano sobre el mismo. Uno de estos parámetros es la huella de carbono, la cual mide el efecto dichas acciones sobre el calentamiento global. Por ello, es necesario realizar estudios acerca de cómo afectan los distintos procesos, como sucede en la producción agraria, en la salud del planeta y en su entorno más inmediato, como es la atmósfera terrestre.
¿Qué es la huella de carbono?
De forma sencilla, la huella de carbono se puede definir como un indicador que mide el impacto sobre el calentamiento global. Dicho impacto ambiental está directamente relacionado con el conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero producidas, directa o indirectamente, por personas, organizaciones, actividades, eventos, productos o procesos, medida en términos de CO2 equivalente.
De este modo, la huella de carbono se puede interpretar como la marca que se deja sobre el medioambiente con cada actividad que emite gases de efecto invernadero, entre los que destacan dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y gases fluorados.
Este proceso de calentamiento se ha visto incrementado en las últimas décadas por la acción del ser humano a través de la emisión creciente de este tipo de gases, un fenómeno por el cual éstos retienen parte de la energía emitida por el suelo después de ser calentado por la radiación solar.
A este respecto, las emisiones pueden ser de dos tipos:
- Emisiones directas: Son aquellas que provienen de fuentes que pertenecen a la empresa productora, como es el ejemplo del consumo de combustibles, electricidad y demás.
- Emisiones indirectas: Son las que no están controladas por la empresa, como pueden ser actividades indirectas como transportes de distintas sustancias, como insumos o residuos, entre otros.
Si se conoce el grado de las emisiones de gases, mediante el cálculo de la huella de carbono, las personas implicadas en los procesos agrarios y/o industriales, como productores y empresas, van a poder cuantificar las actividades que más contribuyen al calentamiento global, pudiendo así realizar ciertas modificaciones que mejoren la eficacia de los procesos y reducir, en mayor o menor medida, el impacto de las emisiones.
Importancia en la producción de cultivos
La producción agrícola, como toda actividad, va a generar una serie de impactos en su entorno, los cuales pueden ser positivos o negativos:
- Efectos positivos: Tienen un carácter económico y social, destacando el ahorro de costos, una mejor gestión de los recursos, una reducción del impacto medioambiental, así como su competitividad en el mercado, siendo una herramienta de diferenciación del producto valorada por los consumidores, conscientes de la problemática del cambio climático.
- Efectos negativos: Influye principalmente el consumo de diversos recursos como agua, energía eléctrica, combustibles, fertilizantes, productos fitosanitarios, etc. Algunos de éstos son especialmente contaminantes, además de favorecer la acumulación de gases de calentamiento global.
Es importante destacar que el uso de esta herramienta de la huella de carbono puede suponer un valor añadido a los productos agrarios, como la lechuga, especialmente para los pequeños productores, que podrían ofrecer una cierta competencia a las grandes empresas, cuyo impacto sobre el calentamiento global es muy superior.
Asimismo, una buena gestión de los recursos, unida a un menor consumo de éstos, va a contribuir a mejorar la imagen del productor y/o la propia empresa agraria, aumentando de esta forma el desarrollo de las zonas rurales.
A los consumidores también les va a afectar este aspecto, ya que la información de la huella de carbono de un producto, por ejemplo, la lechuga, genera un compromiso en el propio consumidor, que puede sentirse responsable, en el buen o mal sentido, en el impacto sobre el cambio climático, además de tener conciencia y saber las diferencias entre alimentos cultivados de forma, más o menos, respetuosa con el medioambiente.
De este modo, la cuantificación de este indicador ambiental permitirá a los consumidores ser conscientes del impacto que causan los distintos procesos agrícolas en el calentamiento global, convirtiendo la huella de carbono en una vía de sensibilización a tener en cuenta.
Por tanto, el hecho de interpretar la huella de carbono de la producción agraria, no solamente como un simple método de cálculo, sino como un elemento bastante importante en la mejora de la gestión medioambiental, va a incrementar el compromiso de la sociedad actual en un aspecto trascendental como es la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo así a las medidas frente al cambio climático.
Análisis en cultivos de lechuga
Para evaluar la huella de carbono mediante el cálculo de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, vamos a reportar el estudio realizado por Romero y Suárez (2014) en cultivo de lechuga, comparando cuatro sistemas de producción distintos (invernadero, acolchado plástico, acolchado plástico + agrotextil y al aire libre).
En dicho trabajo, los autores han considerado los siguientes factores: estructura, equipo auxiliar, sistema climático, fertilizantes, manejo del cultivo y residuos, cuyos datos para el cálculo de la huella de carbono se han obtenido en parcelas experimentales de cultivo durante tres años consecutivos.
Antes de comparar los factores de mayor impacto en los diferentes sistemas, no se debe olvidar que la huella de carbono se expresa en unidades de carbono equivalente (CO2 eq.), al tener en cuenta todos los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global, convirtiendo posteriormente los resultados individuales de cada gas a equivalentes de CO2.
Regresando a la evaluación comparativa de diferentes sistemas de producción de lechuga, el cultivo en invernadero es el que genera un mayor impacto en el cómputo global de la huella de carbono (fig. 1), con mucha diferencia en relación a los otros sistemas. Esto se debe a las emisiones de CO2 producidas en su fabricación, así como a los materiales que conforman dicha estructura y el sistema de riego.
Se puede observar claramente que el cultivo en invernadero representa más del 68 % de las emisiones totales, muy superior a los sistemas de acolchado, prácticamente un 12 %, siendo el cultivo al aire libre el de menor impacto, con poco más del 8 %.
Analizando el impacto de los sistemas por separado, se puede destacar lo siguiente:
- Invernadero: La estructura ejerce la mayor contribución a la huella de carbono en todo el proceso (85.4 %) debido a la elevada cantidad de acero y materiales plásticos necesarios para su construcción. Los fertilizantes son otro factor que supone una carga ambiental significativa (11.7 %) por las emisiones producidas durante la fabricación de los mismos.
- Acolchados plásticos: Los fertilizantes, la estructura (materiales plásticos empleados) y el equipamiento auxiliar (materiales necesarios) representan los impactos más altos, con valores en torno a 50 %, 37 % y 14 %, respectivamente.
- Al aire libre: Los fertilizantes marcan una importante contribución a la huella de carbono (74.2 %), principalmente por las emisiones desprendidas durante su fabricación. El otro factor que presenta una carga ambiental es el equipo auxiliar (25.2 %), traducido en los procesos de fabricación y los elementos necesarios para el sistema de riego.
Por tanto, se puede concluir que los principales factores que contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero, calculados a través de la huella de carbono, en los procesos de producción de lechuga, son la estructura, los fertilizantes y el equipamiento auxiliar. Por el contrario, el sistema climático, el manejo del cultivo y los residuos generados suponen unos impactos muy bajos.
Medidas para reducir la huella de carbono
Después de considerar los elementos relacionados con la producción de cultivos en relación a la huella de carbono, algunas de las acciones que se pueden tomar para reducir el citado impacto medioambiental, serían:
- Utilización de materiales reciclados y/o con una vida útil más larga en la construcción de la estructura y de los equipos auxiliares, como son los sistemas de riego.
- Disminución en el uso de fertilizantes.
- Reducción de los productos fitosanitarios y sus tratamientos.
- Implementación del control biológico de plagas.
- Aplicación de técnicas de economía circular.
- Empleo de la agricultura de precisión, mediante el uso de sensores, que optimizará el gasto de los recursos como el agua, los fertilizantes o la electricidad, entre otros.
- Aprovechamiento de la energía solar en las explotaciones agrícolas, reduciendo el uso de otros tipos de energía.
- Fomento del consumo de productos cercanos, reduciendo así el impacto por medio del transporte de larga distancia.
En definitiva, se trata de gestionar las actividades y los recursos disponibles para no derrochar los insumos ni los recursos, como agua o electricidad, que van a provocar un impacto medioambiental innecesario y poco recomendable.
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