07/09/2024

Revista InfoAgro México

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Importancia de los macronutrientes en el arandano. Parte I: nitrógeno, fósforo y potasio

  1. Introducción
  2. El nitrógeno en la nutrición del arándano
  3. El fósforo en la nutrición del arándano
  4. El potasio en la nutrición del arándano

 

  1. Introducción

Los macronutrientes son indispensables en la fertilización de cualquier cultivo, el arándano no es una excepción. Normalmente, se considera el trío formado por nitrógeno, fósforo y potasio (N-P-K) el más importante en la nutrición vegetal, ya que cualquier deficiencia y/o desequilibrio de éstos, o con otros nutrientes, puede tener consecuencias negativas en el rendimiento y en la calidad de los frutos.

Por esto, es fundamental conocer los niveles presentes y disponibles para el cultivo, a través de los análisis correspondientes, para ir ajustando las incorporaciones en función de dichos datos con el objetivo de alcanzar los mejores resultados posibles. También se encuentran otros macroelementos, como son azufre, calcio y magnesio, que tienen la misma importancia en la nutrición de los cultivos e igualmente deben ser gestionados de forma óptima.

Los macronutrientes son indispensables en la fertilización de cualquier cultivo y el arándano no es una excepción. Normalmente, se considera el trío formado por nitrógeno, fósforo y potasio (N-P-K) el más importante en la nutrición vegetal.

 

  1. El nitrógeno en la nutrición del arándano

El nitrógeno es, sin ninguna duda, un elemento trascendental en el cultivo, ya que es uno de los responsables directos de procesos importantes como el crecimiento vegetativo de las plantas o el engorde de los frutos. A pesar de que es un nutriente abundante en el medio, puede ser limitante en la producción.

Es absorbido por la planta en forma de nitrato (NO3) o de amonio (NH4+), también como nitrógeno (N2), pero ésta no puede ser directa sino mediante la fijación biológica por procariotas asociados con la planta, siendo las dos primeras, a través de los fertilizantes nitrogenados, las más empleadas (Franco y Munns, 1982).

Existe diversidad de compuestos para aportar nitrógeno a los cultivos, tanto en forma de nitrato (nitrato potásico, nitrato cálcico o nitrato magnésico) como de amonio (fosfato monoamónico o sulfato amónico), incluso conjuntamente (nitrato amónico).

A continuación, se van a mostrar aspectos importantes del nitrógeno en la planta, así como de los otros macroelementos, según Román (2013), tales como las funciones en las que interviene o las consecuencias de unos niveles inadecuados, tanto por exceso como por defecto.

En cuanto a las funciones en las plantas, algunas de éstas son:

  • Formación de sustancias esenciales como enzimas, aminoácidos, proteínas y clorofila.
  • Estimulación y desarrollo de las estructuras vegetales.
  • Recuperación de periodos de estrés.
  • Incremento de la producción.

Siendo con diferencia el nutriente más absorbido por el cultivo, su acumulación afecta al pH del suelo y, teniendo en cuenta que, el arándano suele crecer en suelos ácidos, con baja presencia de nitratos, la enzima nitrato-reductasa, encargada de transformar el nitrato en amina (NH2+) dentro de la planta, tiene escasa actividad interna, por lo que predomina la absorción de amonio como forma de nitrógeno en la nutrición del cultivo. En suelo, se considera escaso un valor menor a 20 ppm (partes por millón), medio de 20 – 30 ppm y alto por encima de 50 ppm.

El aporte de este macroelemento debe ser ajustado en función de análisis de suelo y planta, para suministrar una cantidad adecuada. El intervalo óptimo en hoja debe estar comprendido entre 1.7 y 2.1 % N (Hanson y Hancock, 1996). En los casos de realizar una contribución excesiva, se puede originar un crecimiento demasiado vigoroso, con brotes grandes y abundantes, con hojas de color verde oscuro, lo que debe ser tenido en consideración, especialmente, en las variedades más vigorosas.

Asimismo, con abundancia en los tejidos, la fruta tiende a ser más blanda, que puede causar problemas en la fase de maduración y ser más propensa al ataque de plagas y enfermedades. El arándano tiende a acumular mayor cantidad de nitrógeno en comparación con otras especies frutales. Para Román (2013), el contenido de N en fruto suele oscilar entre 80 y 110 mg por cada 100 g de fruta fresca, siendo ideal el valor inferior a 90 mg.

Por el contrario, una deficiencia de N limita el crecimiento de la planta, presentando un aspecto más débil y desarrollando pocos brotes, con las hojas de color verde pálido. De este modo, su carencia causa una clorosis uniforme en las hojas, generalmente antes en las viejas que en las jóvenes situadas en la parte terminal de las ramillas. Posteriormente, adquieren un tono de otoño y caen de manera prematura. El rendimiento del cultivo también se ve afectado.

El nitrógeno es, sin ninguna duda, un elemento trascendental en el cultivo, ya que es uno de los responsables directos de procesos importantes como el crecimiento vegetativo de las plantas o el engorde de los frutos. A pesar de que es un nutriente abundante en el medio, puede ser limitante en la producción.

 

  1. El fósforo en la nutrición del arándano

El fósforo es otro elemento principal, que suele encontrarse en el suelo, normalmente en forma mineral y orgánica. Las plantas lo absorben como fosfatos (HPO4=, H2PO4) y sus funciones más destacadas en el cultivo son:

  • Aporte y transferencia de energía en la planta.
  • Estimulación del crecimiento meristemático, especialmente en las raíces.
  • Influencia en procesos metabólicos fundamentales como: enraizamiento, brotación, floración, cuaje y formación de semillas.
  • Mejora la defensa frente al ataque de plagas y enfermedades.
  • Aumenta la acumulación de reservas para la siguiente temporada.

Es muy importante incorporar este elemento a suelos con contenidos pobres, especialmente en las etapas inicial (establecimiento del cultivo) y final (producción-cosecha), ya que los síntomas de deficiencia de fósforo no son muy comunes en el arándano. Esto podría suceder por dos motivos: el primero, porque la respuesta a la fertilización fosfatada en campo suele ser escasa y, el segundo, porque el arándano se asocia a micorrizas de forma natural, las cuales son capaces de absorber este macronutriente en el suelo para la planta en la relación simbiótica que mantienen.

En el caso de mostrarse los síntomas de carencia de fósforo, las plantas tienden a quedar achaparradas, manifestando las hojas planas de pequeño tamaño y con tonos verde oscuro y púrpura, especialmente en las zonas terminales y en los bordes. Por su parte, las ramillas son angostas y también exhiben una coloración púrpura.

Por ello, es necesario mantener un plan de fertilización constante a lo largo de todo el cultivo, haciendo especial incidencia en las fases claves anteriormente descritas, obteniendo una mayor eficacia si se aporta a través del riego localizado. Los fertilizantes que pueden usarse en forma de fosfato son monoamónico y monopotásico (aportarían nitrógeno y potasio, respectivamente). También es importante tener en cuenta el ácido fosfórico, el cual es una fuente de fósforo a la vez que ayuda a regular el pH, factor que puede ser crítico en el cultivo de arándano debido a sus necesidades de acidez en los suelos.

Según Román (2013), un nivel adecuado en el suelo para el arándano (P Olsen), puede rondar las 20 ppm, sin pasar de 100 ppm. Un rango considerado normal en fruto puede oscilar entre 9 y 12 mg por 100 g de fruta fresca. Los valores en hoja (Hanson y Hancock, 1996) deberían estar en el intervalo 0.08 – 0.4 %, sin sobrepasar el 0.6 % que sería excesivo, cuya situación no suele reportar indicios, aunque si los niveles son demasiado altos pueden afectar la absorción de micronutrientes como el zinc y el hierro, causando las correspondientes clorosis en planta.

El fósforo es otro elemento principal, que suele encontrarse en el suelo, normalmente en forma mineral y orgánica. Las plantas lo absorben como fosfatos (HPO4=, H2PO4-).
  1. El potasio en la nutrición del arándano

Finalmente, el potasio es un elemento que resulta esencial en la nutrición del arándano, siendo absorbido (en forma K+) en mayores cantidades, después del nitrógeno, tanto en los frutos como en las plantas. Participa en varios procesos determinantes, como son:

  • Regulación osmótica frente a estrés por altas temperaturas o por deshidratación, ya que el potasio se concentra en las células alrededor de las estomas.
  • Activación enzimática, identificándose más de 60 complejos enzimáticos dentro de la planta que son activados en presencia de este elemento.
  • Transporte de los azúcares producidos en la fotosíntesis a los frutos.

De este modo, mejora el comportamiento de las plantas en las siguientes funciones:

  • Participa en el incremento del vigor de los brotes.
  • Aumenta la eficiencia en el uso del agua y resistencia a condiciones de estrés hídrico.
  • Mejora la resistencia al frío en periodos críticos invernales.
  • Potencia las cualidades de los frutos como firmeza, color, sabor, olor, tamaño, etc.
  • Aumenta la resistencia al ataque de plagas y enfermedades.
  • Mejora los niveles de rendimiento y la calidad de la cosecha.

Los niveles deficitarios de potasio en fruto se estiman por debajo de 70 mg por cada 100 g de fruta fresca (Román, 2013) y en hoja inferior al 0.35 % (Hanson y Hancock, 1996), cuyos síntomas más visibles responden a la muerte de ápices de las ramillas, así como clorosis intervenal (similar a la férrica), curvado, quemado y puntos necróticos en las hojas, como consecuencia de la disminución de la actividad estomática, especialmente en épocas y zonas muy calurosas.

En el fruto, dicha carencia repercute, tanto en el rendimiento del cultivo (menor calibre y peso) como en la calidad, afectando a las cualidades de la fruta y reduciendo su vida de postcosecha, siendo el intervalo óptimo el comprendido entre 85 y 90 mg de potasio por cada 100 gr de producto, el cual se ha relacionado con una fruta de mejor calidad y resistencia, apta para los viajes comerciales.

Para evitar estos problemas, el potasio debería aportarse durante todo el ciclo en la fertirrigación, rondando 150 – 200 ppm de K intercambiable en el suelo, aunque hay que destacar que después del cuajado de los frutos se va a producir una mayor demanda, siendo preciso en algunos casos incorporarlo por vía foliar, al no ser capaces las raíces de abastecer dicha exigencia, sobre todo con una alta cantidad de fruta.

Los fertilizantes potásicos son variados, estando disponibles en combinación con otras fuentes de nutrientes como, por ejemplo, fosfato monopotásico (con fósforo), sulfato potásico (con azufre), nitrato potásico (con nitrógeno) y en numerosas formulaciones ternarias (15-5-35, 12-45-12, 20-11-11 y muchas más).

En cuanto a las situaciones de exceso, el potasio no causa fitotoxicidad, aunque sí poder influir sobre otros elementos con los que mantiene un antagonismo, como calcio o magnesio. En hoja, se considera elevado un valor superior a 0.9 % (Hanson y Hancock, 1996), y en fruto, si se superan los 90 mg / 100 g fruto fresco (Román, 2013). Por tanto, es fundamental ejercer un cierto control sobre los niveles de potasio, así como de los demás, para obtener los resultados deseados.