San Juan Parangaricutiro, Michoacán.- En las huertas de aguacate de Michoacán, una imagen recurrente es la de cuadrillas de jornaleros trabajando con habilidad y rapidez, cortando los frutos que dan sustento a una de las industrias más rentables de México. Sin embargo, detrás de esta labor diaria se oculta una realidad alarmante: la mayoría de estos trabajadores operan en condiciones de informalidad, sin seguridad social y enfrentando riesgos constantes.
José de Jesús León Reyes, jefe de cuadrilla con más de 20 años de experiencia, describe cómo los accidentes no solo son comunes, sino que también ponen en jaque la vida y economía de los trabajadores y sus familias. «En los transportes se duermen los cuadrilleros y se voltean, hay muchas muertes ahí. En las huertas, las caídas y los cables de luz son los mayores riesgos», explica. Pero el verdadero problema llega después del accidente: «Si no tienen seguro, la bronca es para uno, el chofer o el jefe de cuadrilla. Hay que dialogar con el patrón, curarlos o pagar los gastos.»
La subcontratación es una práctica común en el sector, pese a las leyes que buscaban eliminarla. Empresas intermediarias contratan a los cortadores, desvinculando a los empaques –muchos de ellos grandes consorcios estadounidenses– de cualquier responsabilidad laboral. “El seguro social sale caro… El empaque se deslinda de todo”, señala León Reyes, quien ha tenido que asumir personalmente los costos médicos de jornaleros accidentados.
Un caso emblemático fue el de un cortador que sufrió la fractura de seis costillas tras caer de un árbol. Aunque el patrón cubrió los gastos médicos, el impacto en su capacidad laboral fue permanente. «Algunos quedan hasta inválidos y hay que mantenerlos de por vida porque ya no pueden trabajar», admite León Reyes.
Ganancias que no corresponden a derechos
A pesar de que los jornaleros pueden ganar entre 2,500 y 4,000 pesos semanales cuando el corte es abundante, sus ingresos no reflejan una seguridad laboral. En los pocos casos en que son asegurados, esto se realiza con el salario mínimo, lejos de sus verdaderas percepciones. Las campañas gubernamentales para formalizar a estos trabajadores han tenido poco impacto. El secretario de Desarrollo Económico de Michoacán, Claudio Méndez Fernández, ha admitido que solo 22 mil de los más de 120 mil jornaleros del sector tienen seguridad social.
Mientras tanto, la poderosa Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM) asegura adherirse a objetivos globales de trabajo decente, pero la realidad que viven los trabajadores dista mucho de estos compromisos.
El proceso del corte: precisión y riesgo
El corte de aguacate es una labor que exige destreza. Los jornaleros buscan primero los frutos más grandes, conocidos como calibre 210, esenciales para la exportación. Armados con lanzas con navajas y bolsas, cortan los frutos con precisión y rapidez, depositándolos en cajas plásticas. Sin embargo, esta actividad no está exenta de peligros. “Hay que tener todas las medidas de seguridad, pero no siempre las empresas las garantizan”, afirma Arturo Olmos, un cortador con siete años de experiencia.
Los accidentes son inevitables. José Luis, otro jornalero, relata cómo se dislocó el hombro tras la caída de una rama mientras trabajaba. A pesar de los riesgos, valora el beneficio de terminar temprano su jornada: “A veces a las 12 ya terminamos, pero eso no compensa la falta de prestaciones”.
Tragedias y falta de protección
Los accidentes fatales también son frecuentes. El caso de Bernabé C., un cortador de 14 años que falleció electrocutado en Peribán al tocar un cable de luz con su lanza, refleja la vulnerabilidad de los trabajadores. Originario de Chilapa, Guerrero, trabajaba junto a sus familiares, evidenciando que incluso menores de edad están expuestos a estas condiciones.
En conclusión, la industria del aguacate, un emblema de exportación mexicana, se sostiene en buena medida sobre la precariedad laboral de sus jornaleros. Los esfuerzos gubernamentales y empresariales para formalizar este sector parecen insuficientes frente a la realidad de miles de trabajadores que operan sin derechos, en constante riesgo y bajo la sombra de la subcontratación. Es urgente que las leyes laborales se traduzcan en acciones efectivas que protejan a quienes son el corazón de esta lucrativa industria, garantizando su seguridad, salud y bienestar.
Con información de Arturo Cano/II de V de La Jornada: jornada.com.mx
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