Morfología y condiciones de desarrollo en la Palma de Coco
- Introducción
- Descripción morfológica
- Requisitos para su crecimiento
- Introducción
La palma de coco tiene unas características morfológicas que es conveniente conocer. Igualmente, estar al tanto de las condiciones del entorno que son favorables para su desarrollo puede beneficiar un mejor rendimiento en las plantaciones de coco, incluso tener un mejor comportamiento frente a situaciones adversas tales como plagas, enfermedades o ambientes climáticos.
- Descripción morfológica
La palma de coco o cocotero (Cocos nucifera L.) es una planta, perteneciente a la familia botánica Palmaceae (Robles, 1985), cuyo origen se sitúa en Asia y con una dispersión al resto del mundo no muy exacta, aunque las teorías más aceptadas tienen a la acción humana como principal factor. La descripción de cada una de las partes de la palma que hacen Robles (1985) y Lizano (2001) es la siguiente:
– Sistema radicular: Está compuesto de dos partes bien diferenciadas: el bulbo y las raíces. El bulbo presenta una forma cónica, de unos 30 centímetros de espesor, del que salen miles de raíces adventicias principales. Las raíces primarias son las encargadas de la fijación de la planta y de la absorción de agua. Las terciarias, que derivan de éstas, son las que absorben los nutrientes.
En general, las raíces suelen ser poco profundas, entre 0.2 y 0.8 m, en función de la profundidad efectiva del suelo y de la profundidad del nivel freático, alcanzando, en gran cantidad, algunos metros de longitud.
– Tronco o estípete: Sus principales características son su diámetro y longitud. En cuanto a la primera, el tronco es más engrosado en la base, por el desarrollo de zonas meristemáticas, estrechándose a medida que incrementa su altura, lo cual va a depender de distintos factores como las condiciones de suelo y clima, la disponibilidad de agua y nutrientes, la edad de la planta y el tipo o variedad de cocotero.
El tronco no ramifica, aunque en ocasiones se presentan anomalías como las ramificaciones múltiples. De su parte apical salen todas sus hojas, dejando las señales de las zonas de inserción de las hojas desaparecidas en forma de cicatrices. La distancia entre éstas es mayor cuando la palma es joven, produciéndose un mayor alargamiento del tallo en la emisión de hojas nuevas y disminuyendo dicha distancia cuando la planta entra en producción. En el extremo apical, presenta una corona, penacho de hojas o cogollo, que protegen el único punto de crecimiento o yema terminal que posee la planta.
– Hojas: Las de la parte inferior son colgantes, las del centro se mantienen más o menos horizontales y las de la zona superior son verticales, formando de manera conjunta un inmenso abanico. Su longitud varía de dos a seis metros, distribuidas en forma de espiral y dispuestas para que cada una de ellas reciba la mayor radiación posible. En condiciones favorables, una planta adulta de cocotero alto puede emitir de 12 a 14 hojas por año, mientras que uno bajo o enano puede emitir hasta 18 hojas en el mismo periodo (Santos, 1998).
Las hojas se componen de peciolo, raquis y hojuelas. El peciolo presenta una longitud variable aproximada de 40 – 75 centímetros. A lo largo del raquis están distribuidas las hojuelas o foliolos, lanceolados y angostos en su parte terminal, con una longitud de 40 a 100 centímetros y una anchura de 1.5 a 8 centímetros. Además, poseen ciertos mecanismos que los adaptan para hacer frente a medios adversos, ya sea para favorecer o retrasar la pérdida de agua a través de la transpiración o para proteger de la salinidad.
– Inflorescencias: El cocotero es una planta monoica, es decir, que tiene los órganos sexuales en distintas flores, pero sobre el mismo individuo, con las flores masculinas y femeninas reunidas en una misma inflorescencia, conocida como espádice (Fremond, 1981). Cada hoja tiene en su axila un esbozo floral que puede, o no, convertirse en inflorescencia que, en los cocoteros bajos comienza a formarse a partir del tercer año y en los altos a partir del quinto.
Antes de la floración, la inflorescencia se presenta bajo la forma de una gran bráctea oblonga, que encierra el espádice y las flores, denominada espata, que se desarrolla en 3 o 4 meses, abriéndose después y liberando las espigas. Mide alrededor de un metro de largo y quince centímetros de diámetro en su parte más ancha. Las flores femeninas se encuentran cerca de la base y las masculinas se sitúan en el ápice, teniendo una vida más corta.
La inflorescencia podría considerarse la única ramificación del tallo. En los cocoteros altos las flores masculinas se abren antes de que las femeninas estén receptivas, induciendo así la polinización cruzada, mientras que en el caso de los bajos o “enanos” la apertura es simultánea, existiendo un elevado porcentaje de autofecundación, que puede superar el 90 %, aunque puede causar una disminución en el rendimiento. La polinización puede ser por viento (anemófila) o por insectos (entomófila), sobre todo en palmas cercanas.
– Frutos: Se forman a los 13 – 15 meses después de la fecundación de la flor femenina, con un bajo porcentaje de éxito, ya que cerca del 70 % de flores femeninas caen después de la fecundación. Botánicamente, el fruto se clasifica como una drupa, que posee una sola semilla o embrión.
Se compone de una epidermis lisa, un mesocarpo espeso (estopa) del que se extrae fibra, un endocarpo más al interior, que es una capa fina y dura de color marrón llamada hueso o concha, el albumen sólido que lo envuelve y el albumen líquido que se encuentra en una cavidad grande, también conocido como agua de coco. El embrión se encuentra próximo a dos orificios del endocarpo, envuelto por el albumen sólido.
Dependiendo de la variedad, sus características van a diferir, como el color (amarillo, verde o castaño), la forma (redonda, ovoide-globosa u ovoide triangular), el grosor (de 10 a 40 cm de diámetro) o peso (entre 0.5 y 1.5 kg).
- Requisitos para su crecimiento
Normalmente, las condiciones óptimas o requisitos de un cultivo, suelen dividirse en climáticos y edáficos (de suelo). En el caso de la palma de coco, los factores climáticos que más le afectan son la precipitación, la temperatura, la humedad relativa, la radiación solar y el viento.
El cocotero es una planta tropical, razón por la cual se encuentra distribuida entre los paralelos de latitud 20 º Norte y 20 º Sur, zona donde se encuentran las condiciones climáticas más favorables, siendo los centros de producción más importantes los situados en los 15 º a partir del Ecuador (Robles, 1985).
En este sentido, es necesario considerar la variación de estos factores a lo largo del año, además de un año para otro, cuyas variaciones son particularmente importantes en zonas de pluviosidad marginal (Fremond, 1981). En lo que respecta a las condiciones climáticas, Robles (1985), destaca lo siguiente:
– Temperatura: El cocotero requiere un clima cálido, sin grandes variaciones. Un valor promedio diario estaría en torno a 27 º C, con variaciones de 5 º a 7 º C, y mensual de 20 º C, por debajo del cual pueden aparecer problemas de desarrollo. Por encima de 27 º C no se consideran adversas, a menos que coincidan con periodos prolongados de sequía, lo que podría afectar en aspectos como el aborto de flores, la caída de frutos y la reducción del rendimiento.
– Humedad relativa: Los climas cálidos y húmedos son los más favorables para su cultivo, aunque una humedad demasiado elevada tampoco le conviene. Un valor de HR bajo, inferior al 60 %, provoca el cierre de los estomas, siendo perjudicial para el cocotero (Ochs, 1977). Un clima que sea marítimo le favorece, ya que necesita la atmósfera salina de la costa del mar.
– Radiación solar: El cocotero se define como una planta heliofílica, no admitiendo el sombreamiento (no prospera en regiones nubladas). La duración de la insolación va a favorecer la fotosíntesis, actuando así sobre la formación de copra. Sin embargo, un exceso de luz durante los primeros años de su crecimiento le perjudica. Fremond (1981), considera ideal para el cultivo un nivel de radiación de 2,000 horas anuales, con un mínimo de 120 horas mensuales.
– Vientos: Los suaves o moderados favorecen el crecimiento y la polinización, mientras que los fuertes, especialmente en épocas de sequía, aumentan la transpiración de la planta y la evaporación del suelo, generando un déficit hídrico que resulta perjudicial. Asimismo, las condiciones de vientos huracanados son limitantes para las palmas, principalmente para las del tipo enano, que poseen menos resistencia.
– Altitud: La altura sobre el nivel del mar en la cual se debe establecer una plantación en la zona ecuatorial debe ser como máximo de 200 a 300 msnm. Para altitudes superiores a 600 msnm se puede alargar el periodo de floración, retrasándose la fructificación.
– Precipitación: No existe un límite determinado con respecto a este factor climático, pudiendo prosperar en lugares donde se superan los 3000 mm anuales, aunque es importante considerar el drenaje. Según Fremond (1981), la precipitación óptima es de 1500 mm anuales, repartida con regularidad a lo largo del año, pero si es inferior a 130 mm al mes (tres meses consecutivos con menos de 50 mm), sin ser compensada por la capa freática u otras fuentes, el rendimiento se verá afectado.
En lo que respecta a las condiciones de suelo que resultan más favorables en las plantaciones cocoteras, las recomendaciones (Tizapa, 1999; Lizano, 2001) se enumeran a continuación:
- Que presenten texturas livianas, es decir, de francos a arenosos.
- Que sean sueltos para un buen desarrollo radicular. Capas endurecidas les perjudica.
- Que tengan una cierta profundidad, aproximadamente, entre 0.8 y 1 metro.
- Que tengan una capa freática superficial de 1 a 2 metros de profundidad. Si ésta es salina tampoco le viene mal, ya que la planta demanda bastante cloro. Por ello, es uno de los pocos cultivos que puede verse en las playas o en su cercanía.
- Que tenga un nivel de acidez ligeramente ácido, entre 7 y 5. Por encima de 7.5 no se establece un buen equilibrio de la nutrición, manifestándose carencias de hierro y magnesio.
- Que tenga un cierto contenido de materia orgánica, por los beneficios que aporta.
A pesar de unos ciertos valores de referencia, el cocotero tiene una gran adaptación a diferentes medios edáficos dentro de la zona tropical. Así, las distintas formaciones en las que se puede encontrar este árbol pueden ser las siguientes (Tizapa, 1999):
- Suelos arenosos. Se encuentran en África, India, Malasia o Filipinas. Son de textura ligera, pobres en materia orgánica y coloides. Su complejo absorbente es muy débil, su papel es principalmente de soporte físico para la planta, bien aireados y drenados, pobres en elementos minerales.
- Suelos latéricos. Frecuentes en Sri Lanka e India. Ricos en hidróxido de hierro y aluminio, como resultado de un lavado de sílice y de las bases intercambiables. Escasos en elementos nutritivos. como potasio y calcio, y el fósforo no puede ser absorbido por la planta.
- Suelos aluviales. Son frecuentes en India, Sri Lanka y Filipinas. Constituyen a menudo, a causa de su textura, buenos suelos para el coco. Su riqueza viene dada por la función de la naturaleza de los suelos atravesados por el curso del agua que los han formado.
- Suelos volcánicos. Se encuentran en Indonesia y Filipinas. Suelen ser muy fértiles.
- Suelos arcillosos. Se dan en algunas plantaciones, aunque este tipo de suelos no son convenientes para las palmas debido a su impermeabilidad, donde el drenaje se hace indispensable.
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