27/06/2024

Revista InfoAgro México

Toda la agricultura, ahora en tus manos

Poda del árbol de mango

Importancia de las labores de poda 

 

  1. Introducción
  1. Principales ventajas de la poda
  1. Tipos de poda

 

  1. Introducción

 

El gran vigor que presenta el mango, unido a las condiciones de las zonas tropicales, provocan un rápido crecimiento vegetativo, dando lugar a una copa muy compacta y espesa. Esta densa estructura vegetal va a conllevar diversos problemas como, por ejemplo, escasa penetración de la luz, incidencia de plagas y enfermedades, reducción de la floración, cuajado y engorde de frutos, disminución de la calidad, dificultad para el control fitosanitario, inconvenientes en la recolección, etc. Por ello, es necesario realizar las labores de poda de manera adecuada para conseguir una forma correcta del árbol desde el principio, lo que va a favorecer al resto de operaciones en el cultivo, por no hablar del incremento del rendimiento del frutal. 

 

  1. Principales ventajas de la poda

 

No hay que olvidar que, de manera general, cualquier planta que sea cultivada con fines productivos, no podrá ofrecer un buen rendimiento si no se realiza una óptima gestión que esté orientada a potenciar sus fases de floración y cuajado de frutos para, posteriormente, engordarlos. El mango no es una excepción. 

 

A este respecto, las labores de poda, si se realizan adecuadamente, van a resultar una herramienta fundamental para evitar numerosos inconvenientes como pueden ser los relacionados con: incidencia de plagas y enfermedades, problemas en las fases de floración y cuajado de frutos, tamaño y calidad de la cosecha o daños en el periodo de postcosecha, entre otros. Igualmente, la poda influirá positivamente en la productividad final del mango. 

 

De este modo, García et al. (2023), definen la poda como un conjunto de operaciones, principalmente cortes y despuntes, que se realizan en los árboles para modificarlos, con el objetivo de obtener una mejor adaptación del cultivo. Asimismo, es una de las técnicas que presenta una gran trascendencia en la fruticultura moderna, especialmente en las regiones tropicales, siendo una alternativa, importante y real, para resolver los diferentes problemas del mango. Algunos de los beneficios que se obtienen con esta práctica son: 

  

  • Distribución adecuada de las ramas en el árbol. 
  • Aumento del número de ramas y tallos, pero equilibrados. 
  • Óptima circulación del aire en las plantaciones. 
  • Mayor nivel de luminosidad en el interior de la copa del árbol. 
  • Disminución del tamaño del árbol.
  • Estimulación de brotaciones vegetativas uniformes. 
  • Facilidad para las operaciones agrícolas (tratamientos fitosanitarios, recolección, etc.). 
  • Mejor estado fitosanitario del árbol, con menor incidencia de plagas y enfermedades. 
  • Inducción de un balance equilibrado entre el crecimiento vegetativo y el generativo. 
  • Incremento de la floración y la fructificación. 
  • Mayor rendimiento y mejor postcosecha. 

 

Es preciso tener en cuenta un aspecto que resulta clave si se quieren obtener buenos resultados. Considerando las técnicas de cultivo más recientes, que se basan en el aumento de la densidad de plantación, el empleo del riego, la poda y el manejo para la inducción de la floración, no es posible incrementar dicha densidad de plantación si no es por medio de la poda. Tampoco se debe olvidar que, cuanto más rápido se logre la conformación de la copa del árbol (distribución adecuada de las ramas), antes llegará el cultivo a la etapa de producción.  

 

Noriega et al. (2014) (INIFAP – SAGARPA), también destacan a la técnica de la poda como una excelente medida preventiva para enfermedades de flor y fruto, como la antracnosis. 

 

  1. Tipos de poda

 

Las labores de poda no son siempre las mismas, ya que éstas difieren dependiendo del objetivo concreto de la misma. Generalmente, la edad del árbol y/o la fase fisiológica en la que éste se encuentra, requerirá un tipo de poda específico, distinguiendo entre los siguientes (Avilán et al., 2003, Vázquez et al., 2010; Noriega et al., 2014; García et al., 2023): 

 

– Poda de formación. Se realiza durante los primeros tres años del árbol, cuyo objetivo es dotarlo de una estructura adecuada, que presente una equidistancia entre las ramas. Inicialmente, se permite el crecimiento con el tallo principal (solamente un tronco) hasta que se puedan contar dos o tres ramas secundarias en la copa. 

 

Posteriormente, van a aparecer brotes laterales, seleccionando dos o tres que estén bien orientados en diferentes direcciones y que no broten de un mismo nudo de crecimiento. Cuando dichos brotes comiencen a lignificarse y hayan alcanzado entre 15 y 20 cm de longitud, se podan por debajo del nudo. De este modo, forman las ramas secundarias, con las cuales se repetirá la operación (dos o tres brotes con buena orientación). 

 

De igual forma, se poda sucesivamente por debajo del nudo hasta el quinto o sexto ciclo de poda, cortando finalmente por encima del nudo y dejando todos los brotes que nazcan. Con este sistema, se consiguen árboles de menor porte (2.5 – 3.0 m), con unos 300 – 350 brotes vegetativos en el cuarto o quinto año desde su plantación.  

 

– Poda de saneamiento. Con esta técnica se trata de eliminar las ramas secas y enfermas, así como los restos de la cosecha anterior (pedúnculos y frutos enfermos adheridos), que constituyen fuentes de infección para el siguiente ciclo. En este tipo de poda se incluye la eliminación de ramas bajas, que dificultan las labores de cultivo como pueden ser la fertilización, el control de malezas y el encalado de troncos, entre otras. Debe realizarse cada año, después de la cosecha. 

 

– Poda de mantenimiento y producción. Tiene como finalidad restablecer las dimensiones del árbol (altura y diámetro de la copa), disminuir el autosombreo en la plantación, incrementar la luminosidad y la aireación de la copa, con el objetivo de conseguir una brotación correcta y uniforme. Asimismo, se pretende mejorar la eficiencia productiva, intentando mantener el equilibrio fisiológico de la planta. En esta poda se recomienda tener en cuenta los siguientes aspectos: 

 

  • Realizar los cortes de las ramas por debajo del nudo. 

 

  • Suprimir un mínimo de dos flujos de crecimientos vegetativos no lignificados. 

 

  • Eliminar la yema apical y las ramas cruzadas en el centro de la copa para permitir una adecuada aireación y radiación solar, conocido en algunas regiones como “ventaneo”. 

 

  • Suprimir, de manera conjunta, el fruto y la parte sobrante del eje floral y de la zona terminal del brote que ha fructificado durante la cosecha o después. Esta práctica es tradicional en India, ofreciendo a las yemas laterales la posibilidad de florecer. 

 

  • Controlar la altura del árbol para que sus dimensiones no dificulten otras acciones como la aplicación de tratamientos fitosanitarios o la cosecha de los frutos. 

 

  • Realizar la poda de los brotes, convenientemente de manera anual, en plantaciones que presenten una alta densidad (más de 200 árboles por hectárea).  

 

  • Aplicar esta poda antes del inicio de cada ciclo de producción, cuya intensidad va a depender de cada situación concreta.  

 

– Poda de aclareo. Consiste en la eliminación de las ramas que tienen un ángulo de inserción inferior a 45 º, con tendencia a crecer hacia el interior de la copa, consiguiendo con esto, despejar la zona central del árbol, lo que mejorará las condiciones de ventilación y luz, favoreciendo así la floración y la fructificación. Se suele practicar en árboles adultos que no han tenido una adecuada conducción. 

 

– Poda de rehabilitación. Se lleva a cabo para rejuvenecer una plantación que presenta una baja productividad como consecuencia del excesivo crecimiento vegetativo, o cuando se quiere realizar un cambio de cultivares.  

 

Los árboles se cortan dejando un tocón a una cierta altura, comprendida entre 1 y 1.2 m, cubriendo las partes podadas con pintura blanca para evitar las quemaduras del sol. Posteriormente, se seleccionan dos o tres brotes, dependiendo de su posición en el árbol y se realiza un ciclo de cortes similar al descrito en la poda de formación. En el caso de cambio de cultivares, los dos o tres brotes seleccionados se injertan con la variedad deseada y se practica la poda de formación. 

 

A modo de recordatorio, se ha podido comprobar la importancia que tiene realizar las labores de poda, ya que contemplan una serie de beneficios para el árbol del mango que van a influir en muchos aspectos del cultivo, incluida la producción. Así pues y, de manera general, no deben olvidarse aspectos que pueden resultar fundamentales en esta práctica, independientemente del momento en que se realice o la fase en la que se encuentre el cultivo, siendo algunos: 

 

  • Realizar la poda inmediatamente después de la cosecha, permitiendo a los brotes jóvenes un periodo mínimo de 4 – 4.5 meses de edad para el desarrollo de la floración en el siguiente ciclo de producción. 

 

  • Después de realizar los cortes, aplicar sobre ellos un tratamiento con productos cicatrizantes, con acción fungicida – bactericida preventiva. 

 

  • Retirar de la parcela los restos de poda, ya que pueden ser fuentes de inóculo. 

 

  • Recordar que, en este sistema de manejo, se pueden emplear otras técnicas complementarias, como son el uso de reguladores de crecimiento, especialmente los que inducen el proceso de floración, a través de aspersiones foliares normalmente.