Riego y fertilización de la Zarzamora
Estados carenciales
- Introducción
- Aspectos del riego
- Aspectos de la fertilización
- Importancia de los nutrientes
- Síntomas carenciales en el cultivo
- Simetría, movilidad y universalidad de los síntomas
- Introducción
Las estrategias de riego y fertilización aplicadas al cultivo deben ser calculadas en función de distintas variables como pueden ser climáticas, características del suelo, fase fenológica de la planta, etc. En el aporte de nutrientes es más que conveniente realizar análisis previos para conocer si existe alguna situación de carencia específica y así poder corregirla lo antes posible. En la identificación de deficiencias nutricionales es importante hacer un diagnóstico acertado del elemento que falta en ese momento, ya que si dicha situación continúa, el problema puede agravarse.
- Aspectos del riego
Según Rivadeneira (2022), un cultivo de zarzamora podría desarrollarse sin la aplicación del riego, siempre y cuando las condiciones de su entorno fueran favorables o, al menos, no demasiado adversas. A este respecto, estaríamos hablando de suelos con una textura adecuada como, por ejemplo, cualquier tipo de combinación franca, que tuviera una cierta capacidad de retención de agua, pero también un buen nivel de drenaje para evitar acumulación excesiva en el suelo.
Las condiciones climáticas también resultan claves a la hora de cubrir las necesidades hídricas, ya que altos niveles de radiación y temperatura, unido a humedades relativas bajas y/o vientos fuertes en la zona de cultivo, implicarían la necesidad de aplicar agua mediante el riego.
De este modo, dicho sistema se hace necesario en función de las condiciones en las que crezca la berrie, aunque la implementación de éste va a permitir una mejora del rendimiento del cultivo, así como un incremento de la calidad de fruta. Sin embargo, las estrategias de riego deben ser adecuadas, dependiendo de factores como la salinidad, la fase fenológica, la fecha en la que se encuentre el cultivo, etc.
Si las dosis de agua se aplican de manera óptima, este sistema ofrece ciertas ventajas, entre las se pueden destacar un mejor establecimiento de las plantas en el momento de la plantación, menos problemas de enfermedades a nivel de cuello y raíces, o un crecimiento de las plantas continuo y equilibrado, tanto del sistema radicular como de los brotes o cañas.
Por el contrario, algunos inconvenientes de un mal manejo del riego pueden ser, por defecto, escaso desarrollo vegetativo, problemas de floración, cuajado y engorde de frutos, incidencia de determinadas plagas como es el caso de los ácaros, especialmente la araña roja, etc., mientras que por exceso se puede incurrir en asfixia radicular y, por tanto, muerte de las plantas, así como daños causados por hongos y bacterias, que son más activos en condiciones de humedad alta.
En cuanto al método utilizado, es preferible el riego por goteo frente a los otros, especialmente porque es el más eficaz en el uso del agua, además de que se ejerce un buen control de la misma. Por ejemplo, sistemas como el de aspersión puede mojar de forma excesiva el follaje, lo que puede provocar ciertos problemas como la aparición de enfermedades, o el riego a manta, que aplica una cantidad desmesurada de agua, además de poco uniforme, por no hablar de los fenómenos de percolación y escorrentía, entre otros.
Para Andersen y Crocker (2001), la frecuencia de riego en el cultivo de la zarzamora puede ser de una vez por semana a inicio de primavera y de cada dos o tres días en verano, aunque siempre se tienen que tener en cuenta factores como las características del suelo, las condiciones climáticas, la calidad del agua de riego o las necesidades de la planta.
Fernández et al. (2016), indican que la escasez de agua durante el desarrollo de las primocañas puede limitar el tamaño de la fruta, así como el número y diámetro de dichas primocañas. Igualmente, a lo largo de las fases de crecimiento y maduración de las berries, el riego es fundamental para asegurar una buena producción.
Asimismo, si se produce un déficit del recurso hídrico en primavera se pueden ver afectados, no solamente los procesos del momento, como el desarrollo del fruto, sino también el crecimiento del año siguiente, que puede tener un impacto negativo (Moore y Skirvin, 1989).
Por ello, el periodo que resulta crítico para aplicar las estrategias de riego es durante la floración y el engorde de la fruta, siendo recomendables riegos frecuentes y cortos (caudal moderado), dependiendo del tipo de suelo, con el objetivo de mantener una adecuada humedad en el suelo de manera permanente.
Es importante recordar que la zarzamora no tolera encharcamiento, por lo que deben distanciarse los riegos, sobre todo en terrenos de textura arcillosa, ya que podrían aparecer incidencias de tipo anoxia (asfixia radicular), pudrición de raíces y desarrollo de enfermedades.
- Aspectos de la fertilización
La fertilización también resulta importante si se quiere obtener un buen desarrollo del cultivo que ofrezca una óptima producción. Para ello, es más que recomendable conocer qué nutrientes y en qué cantidad se encuentran disponibles, para lo cual deben realizarse análisis de suelo, especialmente en los periodos iniciales del cultivo, así como análisis de hoja y/o de savia, de manera periódica, para conocer su contenido y evolución durante el ciclo.
Los fertilizantes pueden ser aportados al terreno, mayormente antes de la plantación, en forma sólida, que se irán disolviendo progresivamente, pasando al medio edáfico y, posteriormente, siendo absorbidos por las plantas. No obstante, el método más eficiente es la fertirrigación, donde los nutrientes se aportan disueltos en el agua de riego, siendo adquiridos de manera conjunta. En este caso, los fertilizantes deben ser calculados (o ajustados) en función de su contenido en el agua de riego y en el entorno de la raíz.
Según Andersen y Crocker (2001), las zarzamoras no requieren de mucha fertilización, ya que sus raíces están situadas cerca de la superficie, por lo cual un exceso de abono podría afectar a las plantas, especialmente si tienen una edad temprana. Así, recomiendan, en plantaciones realizadas en otoño o en invierno, no aportar fertilizantes de manera inmediata y esperar mejor a la primavera o al verano.
Si la plantación se ha realizado a comienzos de primavera, se podría fertilizar a los 30 – 60 días de ésta, continuando mensualmente hasta final de verano. Posteriormente, en el segundo año, sí es conveniente aumentar la dosis de los abonos y dividir las aplicaciones, aportando la primera en primavera y la segunda después de la cosecha (Andersen y Crocker, 2001; Fernández et al., 2016).
En este sentido, otros autores recomiendan aplicaciones fertilizantes cada cuatro meses, con el fin de que cultivo reciba nutrientes regularmente, siendo la primera durante la preparación del terreno antes de la plantación, con un elemento mayoritario, el nitrógeno, que es el nutriente directamente relacionado con el rendimiento. Por esto, es necesario aplicar suficiente nitrógeno después de la plantación para promover un crecimiento rápido, así como una buena cantidad de madera de la planta de zarzamora (Rivadeneira, 2022).
La eficacia en la absorción de nutrientes se ve incrementada si se regula el pH del agua de riego en un intervalo aproximado entre 5.5 y 6.5. Si el agua del fertirriego (o riego) es alcalina, suelen aportarse soluciones ácidas para disminuir el valor del pH, principalmente ácidos como el nítrico o el fosfórico, y en menor medida el sulfúrico que es más corrosivo y peligroso para su manipulado.
El aporte de materia orgánica también resulta conveniente dentro de los programas de fertilización, ya que proporciona otros beneficios al entorno del cultivo, no solamente desde el punto de vista nutricional, sino también porque ofrece ventajas como la mejora de las propiedades del suelo, la regulación de la microfauna edáfica, el aumento del intercambio catiónico, etc. Una dosis orientativa puede ser 20 – 30 t ha-1 de estiércol cada 2- 3 años.
- Importancia de los nutrientes
Los nutrientes esenciales para la vida de las plantas son diversos. Entre ellos se encuentran de forma mayoritaria el carbono, el oxígeno y el hidrógeno, en una proporción comprendida entre 95 y 98 %. Los dos primeros son obtenidos del aire, mientras que el H lo hace del agua.
Como puede verse, una cantidad muy pequeña del peso seco de las plantas corresponde a elementos minerales que absorben a través de su sistema radicular. Es importante recordar que, aunque éstos se encuentren en una mínima cantidad, son esenciales para lograr un normal desarrollo vegetal.
Las principales funciones que otorgan los nutrientes al cultivo son (García, 2009):
- Carbono: Principal constituyente de la materia viva, está presente en todas las biomoléculas, carbohidratos, proteínas, lípidos y ácidos nucleicos.
- Oxígeno: Igualmente se encuentra presente en todas las biomoléculas, siendo utilizado el 90 % en los procesos de respiración.
- Hidrógeno: Es clave en el equilibrio iónico y del pH. Participa en reacciones redox y en el intercambio de energía celular.
- Nitrógeno: Importante componente de proteínas y ácidos nucleicos. Se encuentra en coenzimas, nucleótidos, amidas, ureidos y en la clorofila.
- Fósforo: Forma parte de los ácidos nucleicos y participa en la síntesis de proteínas. Interviene en los procesos metabólicos de transferencia de energía.
- Potasio: Es activador o cofactor de más de 50 enzimas del metabolismo de proteínas y carbohidratos. Participa en el equilibrio iónico y en la regulación osmótica.
- Magnesio: También es activador o cofactor de muchas reacciones enzimáticas. Interviene en la transferencia de energía y forma parte de la clorofila.
- Calcio: Es importante en la división celular, así como en la estabilidad de la membrana y la pared celular.
- Azufre: Se encuentra en muchas proteínas y participa en reacciones de intercambio de energía.
Éstas son las funciones que desarrollan los denominados macronutrientes (porque se encuentran en mayor cantidad en el tejido vegetal), aunque los micronutrientes son igual de importantes, participando del siguiente modo:
- Hierro: Está en muchas enzimas y tiene un papel importante en las reacciones redox (transferencia de electrones). Forma parte de la clorofila.
- Manganeso: Actúa como activador de las descarboxilasas y las deshidrogenasas de la respiración. Además, cataliza la liberación del oxígeno en la fotolisis del agua.
- Zinc: Componente esencial y activador de numerosas enzimas, siendo necesario para la biosíntesis de la clorofila y el ácido indolacético.
- Cobre: También forma parte de muchas enzimas, especialmente SOD, y componente de la plastocianina.
- Boro: Participa en el metabolismo y transporte de carbohidratos, así como en la síntesis de la pared celular.
- Molibdeno: Es fundamental en la absorción del nitrógeno, además de mejorar los procesos de floración.
- Cloro: Participa en la división celular y es requerido en la fotosíntesis y en la fotolisis del agua.
- Níquel: Es un constituyente de la enzima ureasa.
De este modo, se puede constatar la gran importancia que tiene cada uno de estos nutrientes en los distintos procesos metabólicos de las plantas, de manera que si cualquiera de ellos se encuentra en una situación deficitaria puede derivar en problemas o en desequilibrios funcionales, afectando a su desarrollo y rendimiento.
- Síntomas carenciales en el cultivo
Considerando lo anteriormente descrito, las deficiencias nutrimentales pueden ser percibidas a través de la observación visual de las plantas, siempre que se posea la suficiente experiencia para no confundir estados carenciales específicos, incluso distinguirlos de otros procesos derivados de un mal manejo como pueden ser las fitotoxicidades. Por ello, se describen a continuación algunos síntomas de carencias que puede mostrar el cultivo de la zarzamora (García, 2009; Pedraza, s/f).
– Nitrógeno. Los síntomas de deficiencia en N se presentan en las hojas adultas. Cuando falta este elemento las plantas detienen su crecimiento y se muestran débiles, derivando en una reducción del tamaño de las hojas, un cambio de color a verde pálido, incluso amarillo, llegando a caer las más viejas de forma prematura.
El sistema radicular también se ve afectado ante esta carencia, reduciéndose tanto su crecimiento como su ramificación. Como consecuencia, la producción y calidad de cosecha se reducen significativamente.
Un estudio realizado por González y Sánchez (2010) en zarzamoras de Los Reyes (Michoacán) reveló que el aporte de 150 kg N ha-1 disminuyó ligeramente el número de brotes fructificantes por planta. Sin embargo, cuando se añadió la cantidad de 300 kg N ha-1 aumentaron las yemas totales por lateral, reduciéndose también sus síntomas de necrosis.
No obstante, es preciso tener claro que no se puede abusar del nitrógeno, ya que un exceso puede provocar un desarrollo vegetativo desmesurado, afectando a la floración y al cuajado de los frutos, así como a su color y cualidades, como son sabor y dulzor, retrasando la maduración de éstos.
– Fósforo. Se considera deficiencia de este elemento cuando su concentración en la planta es inferior al 0.2 %, generalmente favorecida por bajas temperaturas del suelo, lo que provoca una ralentización del crecimiento, así como una disminución de la masa radicular.
Como síntomas principales se observa un color verde oscuro en las hojas adultas, con tonos púrpura característicos, además de necrosis en los bordes foliares. Las consecuencias de su déficit afectan a la producción de semillas, flores y frutos.
– Potasio. Sus carencias se manifiestan, normalmente, como un color de verde claro a amarillo en los márgenes y puntas de las hojas adultas, que pueden evolucionar a necrosis (o quemaduras).
Las plantas que presentan dicha deficiencia son más sensibles al ataque de plagas y enfermedades. Así, López (2007) encontró en zarzamoras con esta carencia una severa incidencia de araña roja. Hay que tener presente que el K favorece la resistencia por participar en la síntesis de fitoalexinas.
– Magnesio. Se caracteriza por un amarillamiento internervial de las hojas que progresa desde los márgenes hacia el interior. De este modo, se aprecia un tejido de conducción verde rodeado de un fondo amarillo.
Normalmente, las hojas se vuelven duras, quebradizas y sus nervaduras se tuercen. Las plantas reducen la absorción de Mg cuando los valores de pH del suelo son inferiores a 5.5.
– Calcio. El déficit ocurre, en primera instancia, en los meristemos apicales y en las hojas jóvenes, ya que este elemento es muy poco móvil en la planta. De este modo, las hojas se tornan cloróticas, pudiendo necrosarse más tarde los bordes foliares.
Una carencia temporal puede ocurrir si se produce una disminución de este nutriente en el xilema, como consecuencia de un descenso en la tasa de transpiración originada por factores como una elevada humedad relativa, poca luminosidad o baja disponibilidad hídrica, entre otros.
Se recomiendan realizar las aportaciones con fertilizantes cálcicos de manera preventiva en lugar de aplicarlos como tratamientos de choque cuando el problema ya es visible.
– Azufre. Las situaciones deficitarias de este elemento suelen ocurrir por una baja presencia suya en el suelo o por exceso de nitrógeno en el mismo, principalmente en forma de nitratos, unido a un estado de humedad inadecuado.
Considerando que el S es poco móvil en la planta, su carencia se identifica como una clorosis (color verde-amarillento) en las hojas jóvenes. La corrección de dicha carencia se puede abordar a través de fertilizantes tipo sulfatos o tiosulfatos, entre otros.
– Hierro. Las carencias férricas son muy características en los cultivos mediante los amarilleos internervales en el ápice y en las hojas más jóvenes, debido a su escasa movilidad en la planta. Asimismo, la falta de Fe ocasiona acumulación de aminoácidos y nitratos en la planta. Hay que recordar que este micronutriente forma parte de la clorofila.
– Manganeso. Se produce una clorosis entre las nervaduras de las hojas jóvenes de las plantas, pudiendo parecerse a las carencias de hierro.
– Zinc. Sus síntomas son similares a las deficiencias de Fe y Mn, aunque en este caso se presentan un acortamiento de los entrenudos.
– Cobre. Debido a su escasa movilidad en las plantas, su déficit se muestra en las hojas jóvenes, con ciertos efectos negativos como la reducción de su crecimiento o la muerte de los meristemos apicales. También la floración se ve afectada por la falta de Cu, ya que el polen y los ovarios son bastante sensibles a la ausencia de este microelemento.
– Boro. La deficiencia de B puede causar una elongación retardada o anormal de los puntos de crecimiento y/o de los meristemos apicales. Otros problemas derivados de esta carencia son necrosis en las hojas y en otras partes de la planta, como las raíces (por acumulación de auxinas y fenoles), además de provocar deformaciones en hojas y frutos.
- Simetría, movilidad y universalidad de los síntomas
García (2009) y Pedraza (s/f), mencionan algunos aspectos que pueden ser de ayuda a la hora de establecer un diagnóstico en las situaciones que se produzcan carencias de nutrientes, tanto macros como micros, distinguiendo así síntomas típicos de atípicos.
La simetría de síntomas en las plantas es un factor determinante si se considera que los nutrientes se mueven en el interior de éstas a través del xilema y del floema. Por tanto, los síntomas identificados en la parte izquierda deben ser idénticos a los de la parte derecha, mostrando una distribución simétrica.
En cuanto a la movilidad, es preciso conocer la que presenta cada elemento en cuestión. De este modo, las carencias observadas en las hojas basales o adultas corresponden a nutrientes móviles como son N, P, K y Mg. En cambio, los síntomas de la parte alta o en hojas jóvenes indican deficiencia de elementos poco móviles como son Ca, S, Fe, Cu, Mn, Zn, B, Mo o Cl.
Finalmente, se destaca la universalidad de los síntomas, ya que no se debe olvidar que los nutrientes desempeñan las mismas funciones, independientemente del cultivo que sea o del sistema de producción aplicado. Por ejemplo, un síntoma característico de déficit de N en cultivo de zarzamora se mostrará inicialmente como una palidez del color verde o un amarillamiento generalizado en las hojas inferiores de la planta, igual que lo haría en fresa, frambuesa o arándano. Asimismo, dicha sintomatología sería observada en cultivos bajo hidroponía, en suelo, modalidad orgánica o cualquier otra.
Por lo tanto, es preciso observar atentamente los síntomas que aparecen en el cultivo, intentando realizar un diagnóstico acertado, cuyo origen puede atender a razones de una fertilización deficiente, aunque también intervienen otros factores de tipo climático, de manejo cultural, etc.
Más historias
Producción en México de Zarzamora
Morfología y fisiología de la Zarzamora
Mercado de Zarzamora en Estados Unidos