09/11/2024

Revista InfoAgro México

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Picudo del chile. Parte I (Resistencia a insecticidas)

Picudo del chile. Parte I (Resistencia a insecticidas)

  1. Introducción
  2. Descripción de la especie
  3. Aplicación de insecticidas

4. Resistencia de la plaga

  1. Introducción

El empleo de tratamientos fitosanitarios para intentar controlar las diferentes plagas de los cultivos ha sido, y sigue siendo, la principal (y a veces la única) forma de hacerlo. El cultivo de chile no supone una excepción al respecto, siendo la repetición reiterada de aplicación de insecticidas a las plantas la única manera de combatir a la plaga conocida comúnmente como el “picudo del chile”, la cual está considerada una de las más importantes en estos pimientos. Sin embargo, el uso incorrecto de los insecticidas, lejos de alcanzar el objetivo propuesto inicialmente, genera una serie de problemas.

  1. Descripción de la especie

El conocido picudo del chile (Anthonomus eugenii) es una de las plagas más importantes del cultivo, siendo especialmente destacada en las etapas de floración y fructificación de este tipo de pimiento en todas las zonas productoras (Jiménez, 2004).

Este insecto ya fue descrito en el sur de Estados Unidos (Elmore et al., 1934), y reportado posteriormente por otros autores (Riley y King, 1994; Toapanta et al., 2005). En México, por Laborde y Pozo (1984), en América Central por Quiñónez (1986) y en el Caribe por Abreu y Cruz (1985) y Andrews et al. (1986).

Más tarde, ha sido detectado en invernaderos de Países Bajos (Van deer Gaag y Loomans, 2013) y observado por primera vez en Italia y en la región del Mediterráneo, atacando plantas de chile dulce, tanto en campo como bajo invernadero (Speranza et al., 2014).

El ciclo biológico de Anthonomus eugenii comprende cuatro fases: huevo, larva, pupa y adulto, siendo el número total de generaciones por año el resultado de factores como la disponibilidad de hospedantes y las condiciones ambientales, sobre todo la temperatura, donde las diferencias en sus valores críticos son importantes.

Los adultos se alimentan de los frutos y los brotes foliares, colocando estratégicamente sus huevos en distintas partes de la planta, como flores, botones y frutos, generalmente, de forma individual en el interior de los frutos jóvenes o recién formados, por medio de agujeros que ellos mismos hacen.

Al eclosionar de los huevos, unos 3 – 5 días después, las larvas se alimentan y crecen en el interior del fruto, normalmente de las semillas y los tejidos de la pared capsular, pasando por tres instares larvales. Entre 2 y 3 semanas más tarde, se produce la fase de pupa, que también se desarrolla en el interior de los frutos y tiene una duración de 3 a 6 días.

La salida del fruto se realiza a través de un agujero que hace el propio insecto, pudiendo demorarse desde varias horas hasta 4 días, emergiendo ya como adultos, los cuales son de color pardo, que cambian al gris oscuro transcurridos 2 – 3 días y pueden volver a aparearse a los 3 días de su emergencia.

De este modo, el comportamiento y el ciclo biológico del picudo del chile provoca serios daños en los cultivos, sobre todo, si no es detectado a tiempo y/o no se toman una serie de medidas de control complementarias a las aplicaciones insecticidas.

  1. Aplicación de insecticidas

El desarrollo de esta plaga en el cultivo de chile puede causar elevadas pérdidas al agricultor, las cuales son estimadas en altos porcentajes, superiores al 50%, incluso del 100%, ya que provoca efectos tan considerados como reducir drásticamente el número de frutos comercialmente útiles, debido a la caída prematura de estos, a su deformación, a su reducción en el tamaño o a su maduración temprana, entre otras causas.

La medida de control principal es la aplicación de insecticidas, mayoritariamente químico – sintéticos, que se lleva a cabo cuando la presencia del picudo es un hecho o el monitoreo de adultos realizado indica su presencia (Gastélum et al., 2009).

En este sentido, el uso de tratamientos fitosanitarios puede ser una herramienta útil, siempre y cuando se realice de forma adecuada. No se trata de realizar un gran número de aplicaciones al cultivo sin una estrategia eficaz. Para ello, es recomendable tener en cuenta algunos aspectos como son:

  • Las características del producto a utilizar (familia química, modo de acción, …).
  • La mezcla de diferentes productos debe resultar sinérgica y complementaria.
  • La combinación y rotación de productos debe formar parte de una estrategia debidamente planificada.
  • El conocimiento del comportamiento de la plaga, así como la conducta de todas sus fases biológicas también es importante.
  • Las condiciones de la parcela de cultivo deben tenerse en cuenta a la hora de realizar los tratamientos.

Solamente con una correcta planificación de las aplicaciones se podrá reducir en cierta medida el desarrollo de las poblaciones del picudo, incluso esto resulta complicado en algunos momentos. Por el contrario, cuando se practica el control químico de forma inadecuada y desmedida, se generan unos problemas que, en ocasiones, son irreversibles. Algunos de estos son:

  • Nivel de residuos de plaguicidas excesivo, que supera el límite permitido y supone el rechazo de los clientes.
  • Incumplimiento de las normas de calidad e inocuidad exigidas por los mercados.
  • Contaminación medioambiental e intoxicación de los trabajadores de la parcela de cultivo.
  • Eliminación de los enemigos naturales de la plaga, que pueden ayudar en su control.
  • Generación de resistencia por parte de los insectos plaga que hacen que su uso ya no tenga resultados, obligando a aumentar las dosis y aumentando el gasto del agricultor.
  1. Resistencia de la plaga

Retomando el último punto del apartado anterior, el uso excesivo de insecticidas contra el picudo del chile ha provocado este efecto. Se sospecha que esta plaga ha desarrollado resistencia en ciertas zonas productoras (López, 1996).  

En el tema de las resistencias frente a plaguicidas, Lagunes et al. (2009) indican que, para determinar si una población de campo es resistente o susceptible, es necesario el conocimiento de la susceptibilidad base, la cual se encontrará en una población que no ha sido expuesta previamente a insecticidas y que servirá como punto de referencia para el análisis de futuros trabajos.

Por otra parte, la FAO (1979) considera que una población de insectos es resistente cuando la DL50 calculada para esa población es dos veces mayor a la DL99 de una colonia susceptible. Existen diversos estudios (Quiñónez y Flores, 1991; Ciba-Geigy, 1991; Servin y Aguilar, 2000; Young-Joon et al., 2004; Servin et al., 2008) a este respecto para determinar el nivel de susceptibilidad y resistencia a los productos aplicados.

Es preciso destacar el estudio llevado a cabo por Avendaño et al. (2015) en tres poblaciones del estado de Sinaloa (Culiacán, La Cruz de Elota y El Rosario) para determinar si la plaga del picudo en esas parcelas mostraba alguna tolerancia y/o resistencia a los productos químicos aplicados, tales como malation, clorpirifos, oxamilo, thiametoxam y zetacipermetrina.

Las conclusiones obtenidas ofrecieron respuestas distintas por parte del picudo en las tres localidades, aunque de forma general, se detectó una clara tolerancia, incluso una resistencia incipiente a las materias: clorpirifos, malation, oxamilo y zetacipermetrina, y una tolerancia alta a thiametoxam.

De este modo, Sinaloa, una de las principales entidades productoras de chile del país, con una elevada presión de plagas y un uso repetitivo de insecticidas, genera unas condiciones favorables para que se desarrollen estas resistencias. Por tanto, esta información puede resultar útil a la hora de aplicar los plaguicidas de manera racional, responsable, eficiente y en combinación con otras medidas de control respetuosas.