09/11/2024

Revista InfoAgro México

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La importancia de las Carencias nutricionales en cultivo de Apio

La importancia de las carencias nutricionales 

 

  1. Introducción

 

  1. Absorción y déficit de elementos en la planta

 

  1. Problemas en apio derivados de las carencias

 

  1. Introducción

 

La función de cada elemento nutricional en el cultivo es específica, desempeñando un papel único e insustituible. Por ello, la carencia o déficit de cualquiera de ellos va a suponer un problema para el normal desarrollo de las plantas, afectando a la cosecha final. Por tanto, es necesario contabilizar el contenido de nutrientes del suelo disponibles para las plantas, así como conocer los mecanismos de absorción por parte del sistema radicular. La carencia de determinados elementos causa severas pérdidas en el cultivo de apio, ya que afectan a su calidad, haciendo que no sean aptos para el proceso comercial. 

 

  1. Absorción y déficit de elementos en la planta

 

La absorción de nutrientes por parte de la planta es un proceso básico y fundamental para alcanzar un desarrollo óptimo del cultivo. En tal sentido, como ya es sobradamente conocido, las plantas absorben el agua y los nutrientes a través de la raíz, y también de las hojas. Estos nutrientes se encuentran en la solución del suelo en forma iónica, siendo absorbidos por el sistema radicular. 

 

A continuación, Casas y Casas (1999), describen algunos aspectos importantes de la absorción de nutrientes por la planta, como el movimiento, la difusión o el intercambio iónico. Comenzando por el movimiento, dichos iones se desplazan en el entorno de la raíz, debido a dos causas:   

 

  • A la agitación térmica provocada por las micelas coloidales del suelo, denominado “movimiento browniano” del suelo.  

 

  • A las diferencias de potenciales electroquímicos originados por las distintas concentraciones de iones entre una y otra parte del sistema radicular. 

 

Este movimiento iónico en la rizosfera favorece la absorción, que consiste en una etapa de difusión a través del tejido de la célula de la raíz, el plasmalema, para cada ión. La difusión se produce sobre la superficie de los pelos radiculares de las raíces jóvenes, ya que éstas poseen una considerable área superficial de contacto con el exterior. 

 

Así pues, se puede concebir la absorción como un proceso de intercambio de cargas electrostáticas sobre una superficie sólida, donde los iones pueden ser “canjeados” entre las posiciones del tejido de la raíz y la solución del suelo. Este proceso origina el movimiento y la absorción de iones por la planta. A veces, puede existir intercambio directo entre los coloides del suelo y el plasmalema, sin pasar a través de la solución del suelo.  

 

Es preciso señalar que la capacidad de intercambio iónico de la raíz no es siempre igual, sino que ésta va a variar dependiendo de distintos factores. Para Martin-Prèvel (1984), el efecto de la absorción selectiva hace que la composición de las plantas varíe en función del medio donde crecen, resultando muy diferente entre especies, variedades e individuos.  

 

A esta diversidad de factores que influyen en la tasa de absorción, se suman el genotipo y la capacidad de respiración. Algunos son fisiológicos (tipo, edad y estado de las células), otros son físico – químicos (aporte de agua, pH, concentración de iones en el medio, …) y también climáticos, como la temperatura, que estimula la respiración e incrementa las tasas de difusión, o la luz, que influye en la absorción indirectamente por aumento de la fotosíntesis e incrementa el aporte de asimilados por la raíz para la respiración. 

 

Sin duda, es importante conocer los mecanismos a través de los cuales las plantas absorben los elementos nutritivos del suelo, pero cuando hay situaciones en las que no existe disponibilidad de alguno de éstos, comienzan las adversidades para el cultivo, ya que no se puede olvidar el carácter único y esencial de cada elemento mineral, cuya carencia en la planta no puede ser satisfecha por ningún otro. 

 

Por tanto, resulta trascendental controlar el nivel de cada uno de los elementos fertilizantes presentes en el suelo, así como las características del medio que rodea a las raíces y van a influir sobre ellas como, por ejemplo, la composición del agua de riego, el tipo de suelo, el programa de fertilización o las relaciones (antagónicas) entre elementos, además de otras más. 

 

Los episodios deficitarios en el cultivo van a originar anomalías en el crecimiento de las plantas, afectando a las distintas fases fisiológicas del mismo, además de provocar las conocidas fisiopatías, que van a mermar la calidad de los productos cosechados, causando pérdidas económicas en los procesos comerciales. 

 

 

  1. Problemas en apio derivados de las carencias

 

Entre las situaciones carenciales que se producen en el cultivo del apio, que causan ciertas fisiopatías y daños conocidos, se pueden destacar las que incluyen a los siguientes elementos minerales (Del Pino, 2016; López-Marín, 2017):  

 

– Calcio. Su déficit produce una ralentización del crecimiento, acompañada de la aparición de bordes cloróticos en los foliolos de las hojas y en las nerviaciones, provocando a su vez pardeamientos de las hojas interiores. Este desorden de tipo fisiológico afecta a los tejidos jóvenes en activo crecimiento. 

 

Si dicha carencia es muy acusada, terminará apareciendo una conocida fisiopatía llamada «corazón negro » o «black heart», cuyo nombre se debe a la coloración negra que adquieren las hojas interiores de la planta por la necrosis de los tejidos.  

 

Además de la deficiencia del calcio en los tejidos de la planta, existen otros factores que favorecen esta problemática, como pueden ser: bruscas variaciones de humedad en el suelo, excesos de fertilizantes nitrogenados o potásicos, altas temperaturas, alta densidad en el cultivo, elevada salinidad del suelo, falta de insolación, estado de sobremadurez o mala aplicación de reguladores de crecimiento, entre otros. 

 

Se pueden aplicar diferentes fertilizantes de calcio, destacando el nitrato cálcico, que también aportará nitrógeno. Por vía foliar también existe una amplia gama de productos para corregir las carencias de este macroelemento. 

 

– Nitrógeno. Su carencia ocasiona un paro vegetativo en la planta, unido a un amarilleamiento general de la parte aérea, como resultado de la aparición de manchas amarillas internerviales en el limbo de las hojas.  

 

Puede aplicarse en forma nítrica o amoniacal en el riego, aunque hay que tener cuidado con las aportaciones, ya que un exceso de este elemento puede causar diversos problemas, como el ahuecamiento de los pecíolos. 

 

– Fósforo. La ausencia de éste hace que la planta pierda el ritmo normal de crecimiento, haciéndolo más rápidamente y de forma erguida, las hojas exteriores, mientras que las internas, más jóvenes, lo detienen. El tamaño foliar también se ve reducido. 

 

Existen diferentes fuentes fosforadas para aplicar en fertirrigación, como el ácido fosfórico o los fosfatos (monoamónico y monopotásico), que aportarán otros nutrientes. También puede suministrarse de forma foliar. 

 

– Potasio. Es un elemento muy importante, cuyo déficit afecta negativamente el desarrollo de la planta. A esto se une la aparición de una coloración ocre en los bordes de los limbos de las hojas adultas.  

 

Puede aplicarse por vía aérea, a través de las hojas, existiendo numerosos compuestos potásicos, o por el riego, en forma de nitrato, sulfato o cloruro, dependiendo del tipo de agua o de suelo. En suelos altamente alcalinos, la acumulación de este macronutriente puede ocasionar la fractura del primer nudo peciolar, si además coincide con la presencia de vientos fuertes.  

 

– Magnesio. Su deficiencia en la planta se manifiesta en un menor desarrollo y una clorosis de los órganos aéreos, principalmente en las hojas más viejas, las cuales terminarán amarilleando en su totalidad, cambiando el color de las nerviaciones a verde claro.  

 

Las correcciones mediante fertilización pueden hacerse con la aplicación de fertilizantes magnésicos, en forma de nitrato o sulfato, por ejemplo. También se puede aportar mediante tratamientos foliares. 

 

– Boro. En estados avanzados del cultivo, su deficiencia produce la aparición de líneas pardas necróticas y rajaduras en los pecíolos en las semanas previas a la recolección, además de una coloración parda en los tejidos de la planta.  

 

Esta carencia puede producirse en suelos ricos en calcio o en cultivos escasamente regados. Igualmente, se puede corregir por vía foliar o mediante el riego, pero también influyendo sobre los factores que dificultan la absorción del boro. 

 

Para concluir, es preciso destacar que las situaciones deficitarias de cualquier elemento nutritivo que se produzca en el cultivo, el que sea, tanto macro como microelementos, puede suponer un problema, en mayor o menor grado, pudiendo derivar en pérdidas económicas por la merma de la calidad comercial del producto. En este sentido, han aparecido diferencias de conducta entre los distintos tipos de apio, incluso entre variedades dentro del mismo tipo, constituyéndose como una particularidad de fuerte componente varietal.