12/07/2025

Revista InfoAgro México

Toda la agricultura, ahora en tus manos

Marchitez vascular en la Zarzamora, parte 2

Estrategias frente a marchitez vascular en la Zarzamora

Parte 2

 

  1. Introducción
  1. Qué es marchitez vascular
  1. Detección del patógeno causante
  1. Desarrollo de la enfermedad
  1.  Síntomas y daños en el cultivo
  1.  Medidas de control
  1. Estrategias basadas en microorganismos biológicos

 

(Lee la parte 1 dando clic aquí)

 

5. Síntomas y daños en el cultivo

 

  1. F. oxysporum fue reportado como un problema fitopatológico en el cultivo de la zarzamora, causando síntomas de marchitez y muerte de plantas. Ya en 2011 se identificó en el cultivar “Tupy” en los Reyes, Michoacán, considerada la mayor región productora de la berrie en México (Gordon et al., 2016). En el mismo año, oxysporum también se detectó en cultivos de zarzamora en California, EE. UU., con una incidencia que alcanzó hasta el 40 % (Gordon et al., 2016).

 

A pesar de que esta berrie se adapta bien a condiciones templadas, ha sufrido ataques de este fitopatógeno, reduciendo sus volúmenes de producción y comercialización (Gordon et al., 2017), particularmente de la forma especial identificada recientemente, responsable de la enfermedad, que se ha convertido en una amenaza devastadora en las plantaciones comerciales de México (Hernández et al., 2020). 

 

Cuantificar los daños no resulta una tarea sencilla, ya que éstos van a ser variables, con distintas cifras en distintas publicaciones, donde se alcanzan valores próximos al 50 %. Son varios los factores que determinan la gravedad de los ataques como, por ejemplo, incidencia o severidad del patógeno, antecedentes epidemiológicos en la parcela, sensibilidad del cultivo hospedante, medidas preventivas adoptadas, etc. Lo que sí resulta evidente son las pérdidas económicas que la enfermedad puede ocasionar a los productores y al sector. 

 

La marchitez vascular es la principal lesión que este hongo provoca en las plantas afectadas, aunque también puede ocasionar otras como podredumbre en raíces, tallos y frutos, lesiones en las hojas, incluso descomposición en la fase de postcosecha. 

 

Algunos de los síntomas más comunes, identificados en cultivos de zarzamora son (Jones, 1991; Hernández et al., 2015; Hernández, 2016; Pastrana y Kirkpatrick, 2017; Rebollar et al., 2017): 

 

  • Amarillamiento de las hojas basales, que avanza de manera progresiva a toda la planta. 

 

  • Amarillamiento característico de la mitad de las hojas, que puede culminar en necrosis, total o parcial, de los tejidos. 

 

  • Desarrollo de una línea o franja externa de color negro, que se inicia generalmente en la base de la caña o tallo y asciende hacia el tercio apical.  

 

  • Coloración de rojiza a marrón en partes como las raíces, las coronas y el sistema vascular. 

 

  • Necrosis de los vasos conductores en el interior del tallo que se tornan de color pardo oscuro, síntoma que define a F. oxysporum, siendo usado para su identificación. 

 

  • Marchitez general de la planta que supone su muerte y es la denominación de la enfermedad. 

 

La marchitez vascular causada por F. oxysporum puede aparecer en cualquier etapa del cultivo, invadiendo el tejido conductor de las plantas hospedantes (Elmer, 2006; Nel et al., 2007; Koike y Gordon, 2015). 

 

El ataque de este patógeno sobre plántulas resulta devastador, ya que es favorecido por la carencia de lignina de éstas en el tallo, lo que las hace más susceptibles, permitiendo que el invasor alcance rápidamente los vasos del xilema, causando la destrucción y el colapso del tejido vascular (Agrios, 2005).  

 

Del mismo modo, la marchitez del follaje se hace más notable después de las fases de floración y cuajado de los frutos, siendo los síntomas más destacados durante los periodos más calurosos del día (generalmente con altas temperaturas, alrededor de 28 º C), en suelos de pH ácido y cuando se emplean fertilizantes amoniacales (Mc Govern y Datnoff, 1992). 

 

En relación a todo lo anterior, es muy importante realizar un diagnóstico acertado de la enfermedad, teniendo en cuenta la velocidad y contundencia de su desarrollo. SENASICA (2018) recomienda realizar una exploración en los predios de zarzamora con el objetivo de identificar la enfermedad, con un recorrido mediante el método de guarda griega en búsqueda de la presencia de síntomas. 

 

En cuanto al diagnóstico, al detectar cualquier síntoma sospechoso, se deben colectar secciones transversales del tallo, a una altura aproximada de 25 cm respecto al suelo, identificando cada muestra con datos como: fecha de toma de muestra, variedad cultivada, nombre del productor, ubicación, etc. Inmediatamente, las muestras conservadas de forma adecuada, deben ser enviadas a un laboratorio especializado para la correspondiente realización del análisis del patógeno. 

 

6. Medidas de control

 

La principal forma de control suele ser a través de fungicidas de acción sistémica, aunque éstos pueden presentar algunos inconvenientes si no se utilizan de manera correcta. En tal sentido, algunos estudios han reflejado que ciertos productos comerciales aplicados en zarzamora han provocado una reducción del crecimiento de las plantas en condiciones de invernadero, aunque es posible, según Acosta y Hernández (2017), que bajo otras condiciones el efecto se reduzca.  

 

Otro problema, reportado en el Valle de los Reyes, donde existen huertas con plantaciones de 18 años o más de antigüedad, es la degradación del cultivar por el paso de los años unido al uso indiscriminado de agroquímicos, lo que ha provocado que este hongo patógeno cree resistencia a muchos de estos fungicidas. Asimismo, teniendo en cuenta que el hongo se establece como endófito en células y tejidos vasculares, su control resulta realmente complicado (Hossain et al., 2013). 

 

Por todos estos condicionantes resulta conveniente llevar a cabo un manejo preventivo de la enfermedad, ya que no hay un tratamiento eficaz frente a ésta. Por ello, es necesario incidir en las acciones de tipo cultural como pueden ser (Elmer, 2006; Nel et al., 2007; Koike y Gordon, 2015, Hernández, 2016; Martínez et al., 2024): 

 

  • Desinfección de semillas, material vegetal y cualquier otro material (sustrato, manta térmica, …) procedentes de semilleros. 

 

  • Procedencia del material vegetativo de viveros certificados y libre de F. oxysporum f. sp. mori. 

 

  • No realizar plantaciones en parcelas donde haya antecedentes de infestación por este patógeno. 

 

  • Desinfección previa a la plantación del terreno de cultivo mediante técnicas como la solarización (colocación de cubiertas plásticas) o biofumigación (incorporación de abono verde o residuos de la familia Brassicaceae y cubrir con plástico), durante un periodo mínimo de 4 semanas. 

 

  • Uso de variedades que sean resistentes o ciertamente tolerantes al hongo.  

 

  • Rotación con cultivos que no sean hospedantes de la forma especial del patógeno (frambuesa y fresa pueden suponer un riesgo). 

 

  • Tratamientos con fungicidas autorizados en las primeras etapas del cultivo, especialmente si existe algún precedente y/o las condiciones pueden ser favorables a su aparición. 

 

  • Desinfección de utensilios, herramientas, maquinaria y demás con una solución de hipoclorito de sodio a una concentración del 10%. La higienización del agua de riego también es importante. 

 

  • Aireación o ventilación del ambiente del cultivo, si es en invernadero.  

 

  • Mejora de la capacidad de drenaje del suelo, especialmente si se trata de suelos pesados o arcillosos. 

 

  • Eliminación de plantas enfermas y/o de los restos del cultivo cuando éste haya finalizado, ya que representa una fuente de inóculo. 

 

  • Prevención de situaciones de estrés para las plantas, así como heridas innecesarias o severas durante la poda (tratamiento cicatrizante posterior). 

 

  • Aplicación de nitrógeno, preferiblemente, en forma de nitrato en lugar de amonio. 

 

  • Prevención de daños durante la cosecha y también en postcosecha. 

 

Como se ha podido comprobar son muchos los factores que pueden ayudar a prevenir o reducir la incidencia de F. oxysporum f. sp. mori en los cultivos de zarzamora, lo que frenará su desarrollo a la vez que favorecerá la disminución de sus diversos daños. 

 

7. Estrategias basadas en microorganismos biológicos

 

Los daños que provoca la enfermedad de la marchitez vascular en plantaciones de zarzamora obligan a los productores del sector a la continua aplicación de fungicidas sintéticos y desinfectantes de suelos para intentar controlar al patógeno que lo causa. Sin embargo, el uso desmesurado de estos productos origina riesgos medioambientales, así como para la salud de aplicadores y consumidores de berries. 

 

Resulta evidente que para reducir estos problemas es necesario bajar el uso de estos agroquímicos (Villa et al., 2005; Guédez et al., 2009; Vásquez, 2017). Como alternativa se están aplicando, cada vez más, productos a base de microorganismos que ejercen una acción antagonista frente a F. oxysporum, no solo para el control fitopatológico de éste, sino también porque mejora la tolerancia al estrés de las plantas (Guédez et al., 2008; Tian et al., 2018).  

 

A este respecto, hay que mencionar el trabajo de investigación llevado a cabo por Corral et al. (2024), en el que se analizó la eficacia de diferentes microorganismos antagonistas frente a la marchitez vascular de la zarzamora. 

 

En primer lugar, realizaron un bioensayo preliminar en laboratorio con cepas de Bacillus subtilis, Bacillus amyloliquefaciens, Pseudomonas fluorescens y Trichoderma spp. Posteriormente, las que ofrecieron mejores resultados fueron probadas en invernadero en plantas de zarzamora, tanto de forma preventiva como de control.  

 

En las pruebas preliminares in vitro todas las cepas utilizadas mostraron una inhibición del crecimiento micelial del patógeno superior al 50 %, destacando P. fluorescens con un 78 % de inhibición en el crecimiento radial. 

 

En invernadero, los tratamientos preventivos mostraron buena capacidad antagónica frente al patógeno, reduciendo la incidencia de marchitamiento en más del 57 %, concretamente Trichoderma sp. destacó con una disminución superior al 66 %, mientras que B. subtilis y P. fluorescens mostraron reducciones superiores al 45% en aplicaciones de control. 

 

Asimismo, la necrosis radicular se vio disminuida en más del 49 % en los tratamientos, tanto preventivos como de control, con las cepas de B. subtilis y Trichoderma sp., destacando el tratamiento preventivo con Trichoderma sp., que superó el 62 %.  

 

En general, se puede obtener como conclusión que la aplicación de los distintos microorganismos antagonistas de F. oxysporum mostró una buena eficacia frente al patógeno, aunque ésta fue superior de manera preventiva en el amarillamiento y marchitez de la zarzamora en comparación con la aplicación de control. 

 

Por lo tanto, la utilización de este tipo de productos debe ser incluida en las estrategias de actuación frente a la enfermedad de la marchitez vascular dentro del manejo integrado, especialmente en las acciones preventivas, sin riesgo de contaminación medioambiental y aportando algunos beneficios al cultivo. 

 

 

Lee la parte 1 dando clic aquí