[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=»Introducción»][vc_column_text]
Cuando se quiere implantar un determinado cultivo, es recomendable informarse previamente de las mejores condiciones para su desarrollo. De esta forma, se puede buscar una parcela que reúna, relativamente, aquellos aspectos que son requeridos por éste. Si ya se dispone de terreno para cultivar, también es conveniente adecuar las condiciones que presenta a los requerimientos del cultivo. Así, se podrán obtener mejores resultados, con mayores volúmenes cosechados y de mejor calidad. Para el caso de la fresa, vamos a exponer una serie de requerimientos que hacen que este cultivo ofrezca un mayor rendimiento.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_custom_heading text=»Suelo»][vc_column_text]
El suelo es el soporte donde se desarrollan los cultivos. Por tanto, sus características tendrán un papel muy importante a la hora de elegir el tipo de cultivo que se va a implantar. En el caso de la fresa, las preferencias, según Altamirano (2004), son las siguientes:
- Ricos en materia orgánica, con valores deseables del 2 – 3 %.
- Aireados y bien drenados.
- Con capacidad de retención de agua.
- Con un equilibrio químico óptimo de los elementos nutritivos, el cual se considera más importante que una elevada riqueza de los mismos.
- Libre o con baja incidencia de patógenos.
- Catalogado como arenoso o franco-arenoso, homogéneamente profundo (más de 25 cm), con una mezcla aproximada de: 50 % arena silícea, 20 % de arcilla,15 % de calizas y 5 % de materia orgánica.
- Rango de pH comprendido entre 6 y 7, situándose el óptimo alrededor de 6.5, o incluso menor.
- Relación Carbono / Nitrógeno en torno a 10.
- Niveles bajos de salinidad, ya que los suelos considerados salinos provocan una disminución en la producción de fruta.
- Niveles bajos de caliza activa porque la fresa es muy sensible a su presencia. Valores superiores al 5 % provocan el bloqueo del hierro y la clorosis consecuente.
De este modo, cuantos más requisitos de los citados pueda cumplir un suelo de cultivo, mejor desarrollo y cosecha tendrá.
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La fresa es muy exigente en las necesidades de agua, cuyos aportes deben hacerse de forma suficiente y muy repartida a lo largo del cultivo. Asimismo, resulta ciertamente rigurosa en la calidad que presenta el recurso hídrico.
En lo que respecta al primer requisito, es decir, el volumen de agua aportado, éste depende de varios factores, como pueden ser:
- Características del suelo.
- Características del agua de riego.
- Condiciones climáticas de la zona de cultivo.
Existen más aspectos que condicionan las dosis y las frecuencias de riego, como la variedad, si se cultiva al aire libre o bajo cubierta, etc.
Es importante optimizar los aportes de agua, ya que, tanto los excesos como los defectos, pueden tener consecuencias negativas en el cultivo. Si se produce un déficit de riego, puede ocurrir:
- Reducción en la producción de flores.
- Pérdidas en rendimiento y calidad.
- Florescencia prematura, caída de la fruta y muerte de la vegetación.
- Utilización inadecuada de los nutrientes del suelo.
Un exceso de agua, en cambio, puede causar:
- Reducción en la producción de flores.
- Pérdidas en rendimiento y calidad.
- Condiciones húmedas que favorecen algunos organismos patógenos.
- Lixiviación de nutrientes de la zona radicular.
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Es difícil establecer una dosis adecuada de riego, porque cada cultivo tendrá unas necesidades en función de los parámetros de su entorno, aunque se podría situar un aporte anual de 900 – 2000 mm.
En este sentido, el mejor sistema para dotar de agua a este cultivo de manera controlada es el riego localizado, ya que los riegos por gravedad y por aspersión suelen aportar mayores volúmenes, que conllevan algunos problemas a las plantaciones como, por ejemplo, mayor incidencia de enfermedades.
Dentro de este método, el uso de goteros parece que se está reduciendo en favor de las cintas perforadas o de exudación, las cuales, a pesar de su menor duración, presentan una serie de ventajas como pueden ser:
- Permiten controlar mejor los riegos.
- Distribuyen el agua de manera más uniforme a lo largo de la línea.
- Crean un bulbo húmedo más continuo.
- Resultan más económicas.
Finalmente, en lo concerniente a la calidad de agua ideal para el cultivo, se estima como valor límite de conductividad eléctrica 0.8 dS·m-1. De forma que las concentraciones de sales presentes en el agua que sean superiores a esta cifra pueden causar cierta merma o reducción en el volumen de cosecha de fresas.
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La fresa es un cultivo que se adapta muy bien a diversos tipos de climas, ya que su parte vegetativa es altamente resistente a temperaturas extremas, tanto frías como calurosas. En cuanto a la resistencia a heladas, puede llegar a soportar hasta – 20 º C, aunque los órganos florales quedan destruidos con valores inferiores a 0 º C. También puede sobrevivir a altas temperaturas, hasta 55 º C en los periodos calurosos.
No obstante, no es cuestión de poner a prueba al cultivo con temperaturas límite, más bien lo contrario, bajo condiciones óptimas, las plantas crecerán en una situación confortable, ausente de estrés, donde se producirá su máximo rendimiento. De esta forma, aun teniendo una capacidad importante de adaptación, el cultivo de fresa proporciona los mejores resultados en zonas donde la temperatura media oscila entre 23 º y 25 º C.
Es evidente que, si se producen fluctuaciones o cambios bruscos de temperatura, repercutirá de forma negativa en el cultivo. Así, descensos de – 2 º a – 4 º C durante la floración, pueden producir necrosis hasta causar la muerte de los pistilos, impidiendo de este modo la fructificación y, en el caso de que sean de corta duración, los daños causados pueden ser parciales, obteniendo finalmente una fruta deforme, de escaso valor comercial. En el caso opuesto, es decir, un aumento brusco de la temperatura, puede provocar una maduración muy rápida de los frutos, lo que impide completar su tamaño de forma normal, afectando así a su comercialización.
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Generalmente, un normal aporte de frío producirá un rápido crecimiento foliar, diferenciación de yemas florales y escasa emisión de estolones, es decir, se generará una planta muy equilibrada con un gran potencial de producción.
El número de horas de frío necesarias para obtener buenos rendimientos es diferente para cada variedad, aunque los requerimientos suelen oscilar entre 380 y 700 horas acumuladas de temperaturas con valores de 0 º a 7 º C. Por lo tanto, en función del frío recibido el resultado será distinto:
- Frío suficiente: planta con buen desarrollo y fructificación.
- Frío insuficiente: bajo desarrollo y fructificación.
- Sin frío: poco vigor y baja producción.
- Frío excesivo: gran crecimiento vegetativo.
Además, las raíces se desarrollan mejor con temperaturas superiores a 12 º C en el suelo, que se pueden conseguir con el uso de mulch y condiciones de humedad adecuadas. Si en primavera, la temperatura del suelo es inferior, se inhibe la aparición de raíces absorbentes.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_custom_heading text=»Fotoperiodo»][vc_column_text]
Se refiere al número de horas luz que tiene un día, factor que influye de manera determinante en varios aspectos fisiológicos, como: formación de yemas florales, crecimiento vegetativo, desarrollo de estolones, tamaño de hojas y longitud de su peciolo, cantidad y calidad de frutos, etc.
En la fresa, como ocurre con todas las plantas, no es una excepción y su influencia se hace notar. Atendiendo al fotoperiodo, los días se pueden clasificar en:
- Días cortos: De 8 a 11 horas de luz al día.
- Días largos: Más de 12 horas de luz. Los estolones inician su emisión con 12 – 14 horas de luz y disminuyen con menos de 10 horas.
De este modo, los días del invierno y algunos de primavera, que presentan un fotoperiodo corto, favorecen la formación inicial de yemas florales. Por el contrario, la planta tiende a formar más estolones e incrementar el tamaño de las hojas y la longitud del peciolo durante los días de verano, que tienen un fotoperiodo más largo.
Durante una exposición prolongada a las condiciones de días cortos, la planta entra en reposo, disminuyendo, o suspendiendo la formación de estolones y las hojas adquieren un tamaño más pequeño. Con la acumulación de frío, se rompe el reposo y las plantas desarrollan hojas más grandes, así como estolones, aún en días cortos.
[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_custom_heading text=»Zonas»][vc_column_text]
Es recomendable en la elección de fincas y parcelas de cultivo, las zonas soleadas, en las que las plantas puedan llevar un buen ritmo de crecimiento y alcanzar la maduración sin problema. Al mismo tiempo, se reduce el riesgo de heladas, con los correspondientes daños que puede ocasionar.
Además, es preciso tener en cuenta que, en caso de descensos grandes de temperatura, con ausencia de viento, el aire frío se acumula en las zonas bajas, por lo que la fresa está expuesta a sufrir estas mínimas térmicas más drásticamente que los árboles frutales, por su proximidad al suelo.
También es importante destacar en relación a la altitud, que este cultivo se adapta bien a distintos niveles, ya sean llanuras como colinas (bajas, medias y altas).
En definitiva, la fresa se adapta a diversos climas, aunque expresa mejor su potencial en zonas cálidas, libres de heladas primaverales y vientos, sin precipitaciones en periodo de cosecha ni altas temperaturas desde septiembre a marzo. En este cultivo, aspectos climáticos como las horas de frío acumuladas, así como el número de horas de luz de los días tienen un efecto directo sobre el crecimiento de las plantas y la cosecha obtenida final.
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