El
rendimiento de cualquier cultivo está directamente relacionado con los aportes
de agua que recibe, ya sea a través de la lluvia o del riego. El caso del
arándano no es distinto, sobre todo teniendo en cuenta lo sensible que puede
ser a los desequilibrios hídricos. Por ello, resulta fundamental analizar
correctamente el entorno del cultivo para llevar a cabo una programación de
riegos adecuada y, de este modo, obtener el rendimiento esperado.
Criterios
para un riego adecuado
El
arándano se caracteriza por un sistema de raíces fibrosas, de desarrollo
superficial, que puede alcanzar los 60 – 70 cm de profundidad, cuya densidad
radicular se concentra en los primeros 30 cm. De este modo, la zona donde se
produce una mayor absorción de agua se encuentra, normalmente, en los primeros
25 – 30 cm del perfil del suelo.
Dadas
sus características radiculares, este cultivo ofrece una buena respuesta al
riego, siendo un factor determinante en cuanto al manejo del mismo. En este
sentido, algunos estudios (Yarborough,
2004; Seymour et al., 2004) han mostrado incrementos en el rendimiento del
arándano superiores al 40 % con la aplicación de riego.
No
obstante, es preciso señalar que no se trata de aplicar agua a las plantas
esperando que éstas respondan, sino que debe aportarse la cantidad adecuada en
cada momento para obtener un crecimiento correcto, así como un buen resultado
productivo.
En cualquier cultivo que se trate, hortícola o no, al aire
libre o en invernadero, el aporte de agua debe basarse en numerosos aspectos de
su entorno como son las condiciones ambientales, las características del suelo,
el estado fenológico de la planta, las características del agua de riego, las
distintas variedades cultivadas, etc.
Una ayuda para aportar las dosis de riego pueden ser los
siguientes parámetros a tener en cuenta:
– Tensión del agua en el suelo. Se determinará mediante la instalación de tensiómetros en el
terreno. De forma general, la lectura del tensiómetro debe marcar valores
comprendidos entre 15 y 20 cb, no siendo recomendable regar con lecturas
inferiores a 10 cb. Para
Pannunzio et al. (2011), el control del potencial hídrico del suelo es
importante para lograr altas tasas de crecimiento, siendo 10 cb el potencial adecuado
para las blueberries.
– Características del suelo. Es importante conocer el tipo de suelo (textura – estructura),
así como datos de capacidad de campo, porcentaje de saturación, etc. De este
modo, se puede interpretar el comportamiento del agua en dicho suelo.
– Evapotranspiración del
cultivo (ETC). Vendrá determinada por las
condiciones climáticas de su entorno y del cultivo, pudiéndose estimar las
necesidades de agua de las plantas.
– Eficiencia de riego. Es fundamental realizar un aporte de agua de manera eficaz. A
este respecto, el buen estado de los componentes del sistema de riego resulta
fundamental, especialmente la uniformidad del caudal de los goteros, así como
sus características.
– Calidad del agua de riego. Contempla datos muy importantes, ya que la cantidad y el tipo de
sales que contiene el agua de riego influye directamente en el rendimiento del
cultivo. Las aguas más salinas disminuyen su desarrollo y producción, por lo
que se deben aportar mayores volúmenes de agua para aliviar el entorno de las
raíces, desplazando así el frente de sales.
Estos
factores, entre otros, tienen una gran importancia a la hora de aplicar el
riego porque el cultivo de arándano es bastante sensible, tanto a la escasez de
agua como al exceso. Así, si el cultivo no recibe suficiente agua en los
momentos más críticos de su desarrollo, su crecimiento se verá perjudicado, no
alcanzando su rendimiento potencial. En este sentido, la sensibilidad a los
déficits hídricos dependerá de su estado fenológico. Por el contrario, un
exceso de agua afecta a la funcionalidad de las raíces, incrementa el lavado de
los nutrientes del suelo, produce infección por hongos patógenos (enfermedades
de suelo y vasculares) y otras complicaciones como asfixia radicular, vigor
excesivo, diversas fisiopatías o problemas de calidad.
Además
del sobre – riego, los problemas más comunes que se presentan se deben a una
mala elección del terreno para la plantación, especialmente cuando los suelos
tienen en elevado contenido de arcilla (superior al 20 %), lo que provoca una
aireación deficiente de las raíces, desencadenando los problemas citados.
Elección
del sistema de riego
Lo
primero que debe hacer el productor es elegir qué sistema de riego es el más
adecuado para su cultivo. La selección y gestión del sistema de riego es de
suma importancia en el arándano (Holzapfel,
2009; Holzapfel et al., 2007). Éste se determina en función de determinados
aspectos:
–
Disponibilidad de agua. Ésta debe estar disponible de forma continua. Para evaluar dicha
disponibilidad se debe comparar la demanda de agua por parte del cultivo con respecto
al agua que hay disponible.
–
Tipo de suelo. La
textura del suelo resulta fundamental, ya que determina la distribución del
agua en la zona de las raíces. Esta condición es clave para lograr un buen
rendimiento, además de calidad de los frutos. Así, en suelos sueltos o livianos
debe asegurarse un porcentaje óptimo de humedecimiento.
–
Topografía del terreno. Suelos planos, sin pendiente o con pendiente uniforme no suelen presentar
problemas. Sin embargo, si la pendiente es irregular o existen pendientes
fuertes, pueden aparecer complicaciones con motivo de encharcamientos o
distribución irregular del riego.
–
Recurso de energía.
Para la instalación de algunos sistemas de riego es necesaria la electricidad. En
este sentido, si los costes resultan demasiado elevados, debe estudiarse la
viabilidad del proyecto. Si no existe posibilidad de una conexión eléctrica a
una distancia económicamente factible es posible evaluar el uso de energías
alternativas como solar o eólica, u optar por un sistema que no necesite
energía.
–
Disponibilidad de mano de obra. Si no hay suficiente mano de obra para afrontar con garantías el
trabajo, es recomendable el riego tecnificado, puesto que libera personal para
otras actividades de la producción.
–
Posibilidad de programar el riego. Para cultivos que demandan agua de forma continua es conveniente
implantar un sistema en el que se puedan programar los riegos con cierta
periodicidad. De este modo, se podrá regar en el momento deseado, cuando más lo
precise la plantación.
Teniendo
en cuenta aspectos como éstos, los arándanos pueden ser regados por goteo,
microaspersión y aspersión. Existen estudios que han comparado el rendimiento y
calidad del fruto bajo estos tres métodos de riego y los resultados han
indicado que el riego por goteo es mejor en términos de producción y peso de
fruto. Por esto, es el método más empleado, debido al beneficio que supone
aplicar agua en la cantidad y en el momento adecuado, especialmente en suelos
arenosos, lo que justifica plenamente la inversión. No podemos olvidar la
importancia que tiene en este cultivo contar con emisores que permiten una
buena distribución del agua en el suelo. Es un factor fundamental si se quiere
alcanzar una buena producción.
Programación
del riego
Como
estamos viendo, una programación racional del riego implica conocer qué
cantidad de agua aplicar en función de las necesidades del cultivo. Existen
distintos métodos basados en aspectos muy diferentes. Los principales son:
- Monitorización
del contenido de agua en el suelo mediante sondas de humedad.
- Medida
de la transpiración del cultivo mediante la medición del flujo de savia.
- Medición
de los parámetros climáticos.
- Balance
de agua en el suelo.
La
aplicación de un método u otro dependerá de varios factores: nivel tecnológico,
capacidad técnica del personal, valor de la producción, respuesta del cultivo
al riego y nivel de costes.
El
método basado en el balance de agua en el suelo (Allen et al., 1998) es el
recomendado por la FAO y el más empleado para programar el riego. La demanda de
agua del cultivo depende de las condiciones meteorológicas y del estado de
desarrollo del cultivo.
La
ecuación básica para calcular la demanda de agua o evapotranspiración del
cultivo (ETc) es:
ETc = ET0 × Kc × Fc
Dónde:
ET0: Evapotranspiración de referencia.
Corresponde al consumo de agua de una pradera de 10 cm de altura bien regada.
Depende del clima.
Kc: Coeficiente de cultivo. Determinado
por el desarrollo fenológico de la planta.
Fc: Factor de cobertura del follaje o
porcentaje de área sombreada.
Esta ecuación puede ofrecer multitud de valores sobre las necesidades de agua del arándano, ya que depende fundamentalmente de las condiciones climáticas y del estado del cultivo, el cual estará a su vez condicionado por factores como la densidad de plantación, variedad, condiciones de manejo, etc. Por tanto, es imposible determinar un valor general que se utilice en cualquier situación o lugar. No obstante, existen algunos datos, mostrados por diferentes estudios, que pueden servir de ayuda. Así, según Starr et al. (2004), la determinación del coeficiente de cultivo (kc) es fundamental en el manejo del riego. Este coeficiente no se mantiene constante. De hecho, Bryla and Strik (2007), proponen una evolución de kc de 0.2 a 1.1. Para cultivos de un año, Pannunzio et al. (2011) lo estiman en 0.2. y Riveros (1996) en 0.9 en riego por goteo para arándanos de tres años. La tabla 1 muestra los distintos valores de kc a lo largo del año, según un estudio realizado en la zona central de Chile:
Mes
|
kc
|
Agosto
|
0.7
|
Septiembre
|
0.7
|
Octubre
|
0.8
|
Noviembre
|
0.9
|
Diciembre
|
1.0
|
Enero
|
1.0
|
Febrero
|
1.0
|
Marzo
|
0.9
|
Abril
|
0.8
|
Tabla 1. Coeficientes de cultivo de
arándano para la zona Central de Chile. Uribe, 2013.
Lo
que es evidente es que las plantaciones de arándano son exigentes en cuanto a
consumo de agua, siendo indispensable aportarle riego en las fases más críticas
del cultivo. Según Jaureguiberry (1991), la mayor demanda de agua ocurre
durante el periodo previo a la cosecha, con evapotranspiraciones reales de 19
litros por planta en riego por goteo. De manera general, un valor medio de
consumo de agua por planta puede oscilar entre 1.5 y 3 litros al día. Holzapfel
et al. (2004) encontraron requerimientos hídricos anuales en torno a 750 mm en
la zona de Chillán (Chile).
Por
tanto, resulta bastante complicado ajustar los riegos a los cultivos,
especialmente a aquellos que tienen sensibilidad a los desequilibrios hídricos,
como es el caso del arándano. Por eso es tan importante el uso de herramientas
y de información que sirvan de ayuda a la hora de estimar las necesidades de
agua a lo largo del ciclo de cultivo.