08/01/2025

Revista InfoAgro México

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REVISTA NARANJA

Condiciones óptimas para el cultivo

Los naranjos, como parte de los cítricos, tienen unos requerimientos concretos, tanto climáticos como edáficos. De manera que, si las condiciones de su entorno, ambientales y de suelo, no son favorables, o incluso adversos, su desarrollo no será el correcto ni tampoco producirán lo suficiente. Por eso, es preciso conocer los valores en los que el cultivo rinde mejor, a lo que hay que sumar sus necesidades nutricionales, que también deben ajustarse para optimizar su rendimiento.

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Exigencias climáticas

El clima es un factor que resulta determinante, no solo en el desarrollo vegetativo de las plantas, sino también en otros procesos como floración, cuajado o calidad de los frutos, entre otros. Es más, si las condiciones climáticas son adversas pueden ser un factor limitante para el cultivo (Agustí, 2003).

Para Quiñones et al. (2005), normalmente, las especies de cítricos se desarrollan entre los 40 º N y los 40 º S de latitud. Sin embargo, las plantaciones comerciales se encuentran, casi exclusivamente, en las regiones subtropicales, en las cuales la temperatura se ve regulada por la acción de los vientos marinos.

Por lo general, la variable climática más importante suele ser la temperatura, que puede influir positiva o negativamente en los procesos fisiológicos de las plantas, como son el desarrollo vegetativo, la floración, el cuajado y el tamaño del fruto, así como en la duración de las distintas fases del cultivo y las cualidades de la fruta.

A este respecto, valores de temperatura comprendidos entre 25 º y 30 º C se consideran óptimos para la actividad fotosintética, y por encima de 35 º C la reducen. Por el contrario, temperaturas por debajo de 0 º C afectan severamente al desarrollo de la planta (Ortiz, 1985).

Es importante señalar que, en el proceso de maduración de la naranja, en relación a la producción de azúcares, la disminución de la acidez o la intensidad del color, se consiguen los mejores resultados cuando las variaciones de temperatura entre el día y la noche son amplias. En territorio nacional, la mayor producción y mejor calidad de la fruta se obtiene en las regiones donde las temperaturas promedio oscilan entre 18 º C para la mínima y 28 º C para la máxima, dependiendo de la variedad cultivada (West A., s/f).

En cuanto a la humedad relativa, se estima como rango adecuado, el comprendido entre 40 y 70 %. Este factor climático también influye sobre la calidad de la fruta, ya que en las zonas donde la humedad relativa suele ser alta, la piel se muestra más delgada y suave, ofrecen un mayor contenido de jugo y, por tanto, presentan mejor calidad, aunque también es cierto que niveles de humedad demasiado elevados actuarán como una desventaja por favorecer el desarrollo de enfermedades fúngicas y bacterianas (Legaz et al., 2008).

En el aspecto de la humedad, en términos generales, se considera que la cantidad de agua necesaria para un huerto de naranjos, o cítricos en general, puede equivaler a una precipitación anual entre 900 y 1,200 mm, incluso inferior, entre 500 y 800 mm. Precipitaciones superiores tampoco suponen ningún problema, siempre y cuando el terreno de cultivo presente unas buenas condiciones de drenaje (Quiñones et al., 2005).

Por el contrario, una precipitación escasa, una estación seca o unas condiciones de sequía hacen necesaria la aplicación de riego para poder alcanzar una cosecha aceptable. A este respecto, es esencial tener en cuenta la velocidad de los vientos predominantes en la zona antes de llevar a cabo la plantación, ya que, si éstos son intensos, pueden provocar deshidratación, roturas de ramas, caída de flores, hojas y frutos, entre otros daños. Para combatirlos se pueden instalar barreras, tanto naturales como artificiales. Si son naturales, es recomendable que tengan un crecimiento vertical, un rápido desarrollo, un follaje denso y que no alberguen plagas ni enfermedades que se puedan transmitir a las plantaciones cítricas (Quiñones et al., 2005).

Finalmente, se consideran aptas para el cultivo de naranjas para jugo las altitudes que oscilen entre 500 y 1,200 msnm, mientras que las zonas por debajo de 500 m, son más adecuadas para determinadas especies de cítricos como son las toronjas, los limones, las limas y algunas mandarinas (Quiñones et al., 2007).

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Requerimientos de suelo

 

Según Quiñones et al. (2005), siempre que factores como la luz, la temperatura, los elementos minerales o el agua no sean limitantes, estos cultivos presentan un desarrollo óptimo en suelos de textura, tanto arenosa como franca, encontrando dificultades en su crecimiento en suelos impermeables y muy arcillosos.

De este modo, si la proporción de arcilla es superior al 50 %, el desarrollo radicular se verá seriamente restringido. Asimismo, los suelos pesados o de textura arcillosa ofrecen una lenta infiltración del agua, no siendo adecuados para las plantaciones de naranjos, ya que suelen estar relacionados con la incidencia de hongos fitopatógenos, los cuales causan pudriciones en las raíces, destacando Phytophthora parasitica, así como los géneros Citropthora y Diplodia.

Además de la textura del suelo, otro aspecto que se considera fundamental para el desarrollo del cultivo es la profundidad efectiva del mismo, la cual se puede definir como la mayor profundidad a la que penetran las raíces de los árboles sin que encuentren obstáculos físicos que dificulten su normal crecimiento. Algunos de estos obstáculos pueden ser la presencia de rocas, capas de suelo compactadas o un nivel freático a escasa profundidad, entre otros. Es recomendable que la profundidad de los suelos dedicados al cultivo de los cítricos en general sea, aproximadamente, de 1.5 m, y no inferior a 1 m (Quiñones et al., 2007).

Finalmente, el valor de pH también tiene su importancia, sobre todo para la absorción de nutrientes, siendo el rango más conveniente el comprendido entre 5.5 y 6.5, es decir, con un carácter ligeramente ácido (Estruch, 2007).

En resumen, las plantaciones de naranjos rendirán más y mejor en suelo de textura media, con una buena capacidad de drenaje, una profundidad suficiente (sin obstáculos) y con un pH no demasiado ácido, ni tampoco alcalino.

 

Necesidades nutricionales

Las necesidades nutricionales también son importantes dentro de los requerimientos del cultivo. Para su determinación, es preciso tener en cuenta el consumo para el desarrollo de nuevos órganos (vegetativos y reproductivos), pero también para el crecimiento de los órganos viejos permanentes (Legaz et al., 1995).

De este modo, las hojas viejas deben ser consideradas como una fuente de nutrientes porque al principio del ciclo vegetativo movilizan hacia los nuevos órganos una proporción importante de su contenido. En la tabla 1 se exponen las necesidades nutritivas de estos frutales para diferentes edades, mostrando cómo una parte de estos nutrientes son aportados por las reservas contenidas en las hojas viejas.

La disponibilidad de nutrientes es fundamental para mantener un desarrollo óptimo del cultivo y, por supuesto, alcanzar una producción satisfactoria en el momento de la cosecha. Por ello, si se desea alcanzar dicho objetivo, no puede haber carencia de ninguno de los nutrientes esenciales, tanto macros como micros, porque todos son igualmente importantes y necesarios.

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Tabla 1. Necesidades nutricionales generales de los cítricos. Fuente: Legaz et al., 1995. Diseño: InfoAgro.

Una ayuda inestimable es llevar a cabo distintos tipos de análisis en las fases claves del cultivo. De este modo, será posible conocer los niveles de éstos y, en los casos deficitarios de alguno de los elementos, poder corregirlos para continuar con el normal crecimiento del árbol. Se pueden destacar tres tipos diferentes: análisis de suelo, del agua de riego (con y sin fertilizantes) y foliar.

En lo referente a los macronutrientes, se resume a continuación el papel de cada uno de ellos (Legaz et al., 2008):

  • Nitrógeno: Es el elemento más importante por su influencia sobre el crecimiento vegetativo, la floración y la productividad, así como en el tamaño y en la calidad de las naranjas.
  • Fósforo: Participa en el metabolismo de los azúcares, de los ácidos nucleicos y en los procesos energéticos de la planta.
  • Potasio: Es esencial como coenzima y durante la síntesis proteica. También desempeña un papel especialmente importante en la fotosíntesis y en el metabolismo de los hidratos de carbono.
  • Calcio: La mayor parte de su actividad en la planta se debe a su capacidad de coordinación, ya que es capaz de establecer uniones estables y, al mismo tiempo, reversible entre moléculas. Por otra parte, su incorporación al citoplasma celular es difícil.
  • Magnesio: Su función más importante es formar parte del átomo central de la molécula de clorofila.
  • Azufre: Juega un papel determinante en la síntesis de proteínas, siendo un componente fundamental de algunos aminoácidos como la cisteína, la cistina, así como de la coenzima A.

El nitrógeno y el potasio son los dos macronutrientes más destacados en el rendimiento del cultivo, siendo los dos más requeridos. El calcio también es un elemento esencial, sobre todo para la calidad del fruto, siendo el tercer nutriente en cuanto a consumo.

En cuanto a los microelementos:

  • Hierro: Forma parte de la ferredoxina y los citocromos, sustancias transportadoras de electrones, que son fundamentales en la fotosíntesis y en la respiración.
  • Zinc: Interviene en distintas enzimas y su deficiencia inhibe la síntesis proteica.
  • Manganeso: Está involucrado en la activación de numerosos enzimas.
  • Cobre: Actúa principalmente en las uniones enzimáticas de las reacciones redox.
  • Molibdeno: Interviene en la fijación del nitrógeno atmosférico y en la reducción del nitrato.
  • Boro: Parece que su papel en los cítricos aun no es muy conocido, con una cierta relación con las estructuras enzimáticas.

En lo referente a las extracciones de nutrientes, los valores en frutos de naranja se muestran en la tabla 2, tanto para macros como para micros. Son las siguientes:

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Tabla 2. Extracciones de nutrientes (g / t) en fruto de naranja. Fuente: Legaz et al., 1995. Diseño: InfoAgro.

Por lo tanto, es preciso conocer las necesidades del cultivo, así como los nutrientes que se encuentras disponibles y en qué cantidad para, de esta forma, ajustar dichas cantidades en un plan de fertilización adecuado que permita que los árboles puedan rendir satisfactoriamente, ofreciendo una buena cosecha de naranjas.

De este modo, se podrán aportar unas dosis razonables de abono con el objetivo de lograr una eficiencia de aplicación, la cual se define como la proporción de elementos que es aprovechada cuando se aplican los fertilizantes. Según Quiñones et al. (2005), ésta no es lineal, disminuyendo a medida que se incrementa la dosificación, lo que indica que la eficiencia se debe calcular para una dosis considerada agronómicamente óptima, con unas prácticas culturales concretas.