Cambios
significativos aparecen y se difunden en la defensa de los cultivos, representados
por nuevas herramientas de trabajo y sus regulaciones que buscan mayor
“sostenibilidad”—respeto por el ambiente—, satisfacer la demanda de precisión y
resolver el grave problema de la resistencia a herbicidas.
Todo
ello converge en grandes cambios sobre todo en las maneras de aplicar los
diferentes fitosanitarios.
Estos
cambios, modificarán el panorama de los vendedores y las cadenas de
comercialización de productos y de servicios pare la defensa de los cultivos.
Dicen
los especialistas de las grandes compañías desarrolladoras de fitosanitarios,
que la aparición de malezas resistentes a los herbicidas de uso corriente en
todo el mundo ha sido el gatillo disparador de una gran serie de desarrollos
enfocados hacia el incremento de oportunidades para logar en el control
efectivo de esas malezas.
Se
aplican cámaras, sensores, computadoras,
e inteligencia
artificial para responder a las múltiples situaciones de
trabajo con la suficiente flexibilidad operativa que la agricultura necesita.
El
objetivo es pulverizar, también fertilizar, allí donde cada planta lo precise,
evitando que los costos se escapen y los problemas con
el ambiente.
Se
aplican cámaras, sensores, computadoras,
e inteligencia artificial para responder a las múltiples
situaciones de trabajo con la suficiente flexibilidad operativa que la
agricultura necesita.
El
objetivo es pulverizar, también fertilizar, allí donde cada planta lo precise,
evitando que los costos se escapen y los problemas con
el ambiente.
El
ajuste de cada aplicación va más allá del centímetro a centímetro en el suelo.
Ahora es planta por planta, por ello se dice que a la precisión se
le agrega la flexibilidad. Es por ello que se habla de sistemas que
“ven y pulverizan”. Podría comparase al amortiguador del auto que copia
el terreno donde hay un pozo o una elevación y mantiene constante la posición
del vehículo. Copia el suelo y evita saltos. El sistema copia la presencia o no
de malezas y actúa según la necesidad. Distingue las plantas del cultivo, la
cantidad de malezas presentes y el tipo de ellas, de que tamaño. O bien no
detecta porque no hay malezas. Actúa o no actúa en consecuencia. La selección
pasó del herbicida al sistema de aplicación. Más allá de los herbicidas
selectivos y de las plantas resistentes.
La
puesta a punto cambia bastante ya que no existe la necesidad de uniformar la
aplicación, porque ella dependerá de cada situación, que se presente en cada
momento. Que cultivo, que malezas y en qué cantidad, tamaño, etc.
Y
las grandes compañías estan en esta dirección, y ello se nota en la adquisición
por John Deere de la empresa de tecnologías Blue River´s “See and Spray”
(origen Texas USA) dedicada a desarrollar inteligencia artificial a los
procesos de aplicación. Tecnología capaz de identificar plantas y pulverizar en
solo milisegundos.
Otro
ejemplo de la misma tendencia es la empresa “Rantizo´s” que ofrece una
plataforma que mediante drones y cartuchos para las
pulverizaciones.
Este
conjunto incluye una pulverización electrostática que envuelve
a las hojas lo cual significa que cada partícula del tratamiento se ubica en su
objetivo. De esta manera, solo se aplican muy bajos volúmenes de activo. Hablan
de dosis de unos 7 kg/ha de producto activo.
Esta
configuración, al no requerir agua, es una sólida aproximación para superar las
limitaciones de los drones en las aplicaciones de herbicidas a
escala comercial. Las pruebas en cultivo han corroborado la posibilidad de
entrar a un lote luego de una lluvia en tanto que ningún equipo podía hacerlo
por la humedad del suelo. El sistema busca automatizar tanto como sea posible
el proceso, y hacer más precisa la aplicación incrementando la eficiencia y la
seguridad.
Es
una era de la agricultura con avances en mecánica, química y
ahora máquinas inteligentes.
En
el tema pulverizadoras la tendencia es a manejar equipos de gran potencia, es
decir unos 250 CV, con transmisiones hidráulicas 4×4 de ruedas
propulsoras que trabajan en forma independiente o cruzada. Los rodados son de
grandes dimensiones a fin de aumentar el despeje del equipo por un lado y por
otro lograr grandes superficies de apoyo a fin de aumentar la capacidad de
tránsito en suelos húmedos con el menor daño posible al mismo.
El despeje de estas máquinas es importante, llegando a pasar 1.4 m. El barral ofrece por lo general anchos que superan los 25 m y tanques de 3,500 litros, como también depósitos de combustible que llega a los 450 litros. Todo está enfocado a dos cosas fundamentalmente. Poder entrar a lote en el momento que se precisa, sin demoras ya que estas son extremadamente caras.
Y
una vez que se entró al cultivo, hacer el trabajo con gran capacidad,
es decir gran cantidad de ha por hora o por
jornada. Unas 500 hectáreas por jornada de 10 horas
si las condiciones climáticas lo permiten, estos equipos pueden trabajar.
Otros
recursos centrales que se utilizan con las pulverizadoras a fin de llegar con
cada gota al lugar correspondiente son las pastillas que
definen exactamente el tamaño de gota necesario, y los discos
rotantes o cabezales rotativos, que determinan el tamaño
de gota a través de la fuerza centrífuga que reemplaza a la presión y la
gravedad en la distribución.
Los
cabezales rotatorios definen de manera precisa el tamaño de gota mediante su
velocidad de giro, que genera la fuerza centrífuga necesaria para dividir en
gotas el flujo de caldo que viene de la bomba de la pulverizadora.
En
referencia al clima, es importante el uso de la pastilla adecuada en cada
tratamiento y en cada condición climática. Cambiar la pastilla es tan necesario
o más, que cambiar la marcha en la trasmisión del tractor, en cada condición de
trabajo. Es poco probable lograr el éxito en las aplicaciones con diferentes
objetivos y/o diferentes condiciones climáticas. Los cabezales rotativos
resuelven esta regulación del tamaño de gota a través de su régimen de
rotación, regulado eléctricamente.