El grupo de plagas que atacan las raíces de las plantas de maíz está constituido fundamentalmente por las especies: Colaspis chapalensis, Diabrotica virgifera, Cyclocephala comata y Phyllophaga spp. (Morón, 2001), las dos últimas pertenecientes a la conocida “gallina ciega”.
Actualmente, se intenta combatir dichas plagas combinando o alternando diferentes métodos de control, como las labores culturales y la lucha química. Sin embargo, de manera tradicional, se ha venido empleando el control químico como única medida, especialmente en aquellos casos donde la incidencia de las plagas y los daños ocasionados al cultivo habían superado los límites admisibles. Entonces, se llevaba a cabo un uso indiscriminado de los productos fitosanitarios que han derivado en una serie de problemas, entre los que destacan la contaminación del medioambiente, el exceso de residuos de plaguicidas en los alimentos o la creciente resistencia de las plagas a dichos productos.