A nivel global, hay gran
preocupación por la disminución de poblaciones de insectos debido al cambio
climático y sus implicaciones en los ecosistemas. Los mecanismos de resiliencia
de la Tierra están tan afectados por la crisis ambiental que al planeta le
falta tiempo para recuperarse de lo que ya se conoce como la sexta extinción
masiva, advirtió Andrés García, del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.
Esta crisis se
caracteriza por la pérdida acelerada de especies, la modificación irreversible
de los ecosistemas naturales, el cambio climático (calentamiento global), la
afectación de la capa de ozono y la emergencia de enfermedades aseguró el
investigador.
Para García, diversos
factores originan esta situación: el crecimiento poblacional, la deforestación,
la fragmentación del hábitat, la sobreexplotación de recursos, la introducción
de especies exóticas y la quema de combustibles fósiles, entre otros.
Lo anterior, según un
estudio binacional sobre los efectos del calentamiento global en la reducción
de la abundancia de especies y la consecuente reestructuración de la cadena
trófica en bosques tropicales de Puerto Rico, en el que participan Andrés
García y Bradford C. Lister, de la Rensselaer Polytechnic University, EU.
En el artículo “Climate-driven declines in arthropod abundance restructure a rainforest food web”, los expertos indican que el cambio climático es un factor clave en la reducción de la abundancia de artrópodos y, por ende, de las poblaciones de sus depredadores, que incluyen lagartijas del género Anolis, una rana del género Eleutherodactylus y varias aves insectívoras.
Su contribución fue
reconocida recientemente por la Prince Albert II of Monaco Foundation, en
ceremonia en Madrid, España.
Crisis ambiental
La crisis ambiental
“causa a una velocidad alarmante, no registrada ni en tiempos geológicos, la
pérdida de biodiversidad, la extinción de especies, la disminución de sus
poblaciones y el acotamiento de sus áreas de distribución”, subrayó el biólogo.
Es tan fuerte el impacto
humano, llamado por algunos Antropoceno, que la tasa de extinción actual es
mucho más alta que la tasa de extinción natural. Por eso, un millón de especies
están en riesgo de desaparecer. Y las extintas en el siglo XX o en 100 años
debieron perderse en un periodo de entre 800 y 10 mil años, dependiendo del
grupo taxonómico al que pertenecían.
Además, la tasa del
calentamiento global también aumentó. En el siglo XIX el incremento anual fue
de 0.005º Celsius (C), y en el XX de 0.003º C, “por lo que la temperatura media
del planeta pasó de 0.2º C mayor en la década de los 70, a 1.2º C mayor en años
recientes”, agregó.
Asimismo, el cambio
climático, en particular este calentamiento global desmesurado, altera los
patrones de lluvia global y la ruta de las corrientes marinas y aéreas que
transportan nutrientes.
La modificación de las
corrientes marinas a consecuencia de la elevación de la temperatura y del nivel
del mar, propiciado por el derretimiento de los polos, modifica en los océanos
la distribución de nutrientes y de especies, debido a las preferencias térmicas
de éstas, o a los cambios en sus áreas de actividad, alimentación y
reproducción.
Ocurre lo mismo con
otras especies de plantas y animales que responden a cambios en el clima y
sincronizan su ciclo de vida con las variaciones estacionales.
“Grandes regiones
estarán en peligro si las corrientes aéreas que transportan nutrientes al Mar
de Cortés, o las que los llevan del desierto del Sahara a la Amazonía, pierden
ese suministro o lo trasladan a otras partes”.
Servicios ecosistémicos
Con la pérdida de
biodiversidad, todos los servicios ecosistémicos, como los de provisión de
recursos y la formación de suelo, son afectados local y globalmente.
“Por ejemplo, en las
últimas décadas se ha triplicado la sobreexplotación de pesquerías y hay tasas
de erosión por actividades agrícolas y deforestación de 100 a mil veces mayores
que la formación de suelo”, apuntó el investigador adscrito a la Estación de
Biología Chamela de la UNAM, en Jalisco.
El ciclo del agua, otro
servicio ecosistémico básico porque conecta todos los ecosistemas y escalas,
también es alterado por la erosión y deforestación, que reducen la captación y
almacenamiento de este líquido. Su calidad también se ve afectada por el uso de
fertilizantes, que la contaminan.
Por otro lado, el
crecimiento demográfico aumenta cada día la presión sobre éstos y otros
servicios ecosistémicos. Se debe tomar en cuenta que actualmente la población
mundial es de siete mil 500 millones y en 2050 se proyecta que sea de 10 mil
millones.
Respecto a la
polinización, esencial en el mantenimiento, funcionamiento y estructura de los
ecosistemas, dijo que también se ve perjudicada.
“Aunque no hay consenso
sobre su magnitud, el alarmante declive de poblaciones de abejas afecta la
agricultura, así como la reproducción y dispersión de muchas especies de
plantas silvestres (75 por ciento de las que tienen flor dependen de
polinizadores)”, afirmó García.
En los últimos 25 años
se ha registrado una reducción de hasta 75 por ciento de las poblaciones de
insectos voladores en Alemania, y de hasta 50 por ciento de las de mariposas en
Europa.
La investigación de
García y Lister también reporta un incremento en la temperatura media de 2.4º C
entre 1981 y 2014, y una reducción de 80 por ciento de la abundancia de
insectos en las selvas bajas de Chamela, Jalisco, desde 1980.
“Es probable que, por el
declive de poblaciones y el esperado incremento en la frecuencia e intensidad
de los huracanes, los insectos de Puerto Rico y la selva de Chamela no puedan
recuperarse o responder adecuadamente ante los efectos del impacto del cambio
climático”, concluyó el universitario.