02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Factores clave para la eficiente siembra de granos

PREPARACIÓN DEL SUELO

El maíz es un cultivo que puede desarrollarse sin problemas prácticamente en cualquier tipo de suelo. Sin embargo, en función de las características de cada suelo, parámetros tales como la fecha de siembra y las labores a desempeñar pueden variar. De ahí la importancia de conocer el suelo dónde se va a trabajar.

Para ello, es necesario hacer un análisis de suelo, además de informarse sobre el comportamiento del mismo en campañas anteriores, la incidencia de enfermedades, la compactación que suele presentar el suelo, etc. Contando con esta información, se podrá llevar a cabo un manejo agronómico más adecuado para el cultivo.

Las labores que habitualmente se aconsejan a la hora de preparar un suelo para el establecimiento de cultivo de maíz son las siguientes, las cuales deben realizarse previo al período de lluvias.

Picado de los restos de cultivo e incorporación al suelo: La importancia de esta labor reside en la incorporación de materia orgánica al suelo de un modo económico y sencillo. Con esta sencilla acción se consigue aumentar la porosidad del suelo y consiguientemente, la aireación y capacidad de infiltración del mismo.

Se recomienda que el picado y la incorporación se lleven a cabo justo cuando la cosecha del cultivo anterior ha finalizado, en tanto que con el paso del tiempo, los restos del cultivo ganarían humedad y el proceso se dificultaría y los resultados no serían satisfactorios.

Arado del suelo: Para la realización de esta labor se puede utilizar un subsolador o un arado de vertedera. Se recomienda principalmente la utilización del subsolador porque favorece la no compactación del suelo. Un suelo compacto es un suelo poco poroso y carente de aireación, que no permite el flujo adecuado de agua, al mismo tiempo que el desarrollo del sistema radicular será insuficiente, dando lugar a bajos rendimientos productivos.

Por otro lado, en cuanto al arado de vertedera, cabe decir que facilita el manejo del rastrojo debido a que este apero incorpora los rastrojos directamente (en torno a 30 cm de profundidad), mientras que el subsolador los deja en la superficie, requiriendo posteriormente de un pase rastra para su incorporación (en torno a 15 cm de profundidad). Sin embargo, si se utiliza siempre el arado de vertedera, el suelo cada vez aparecerá más compacto. De ahí, que se recomiende la utilización únicamente de subsolador o como máximo, la alternancia de ambos (un año cada uno).

Preparación de la cama de siembra: La cama de siembra se prepara haciendo uso de rastras que incorporan rodillos. Se recomienda realizar uno o dos pases con este apero, en función de lo mullida que se desee.

ESTABLECIMIENTO DEL CULTIVO

A la hora de establecer el cultivo, se debe procurar que las condiciones sean las óptimas. En cuanto a suelo, generalmente se aconseja un riego de pre-siembra. De este modo, el suelo estará húmedo y los procesos de germinación y emergencia transcurrirán sin problema. Posteriormente, se volverá a regar cuando las plantas presenten unas 6-7 hojas.

Por último, apuntar que el momento, dosis y frecuencia de riego depende del tipo de suelo en cuestión, ya que la capacidad de retención de agua no es la misma en un suelo arenoso y en uno arcilloso. Si se dispone de un suelo arenoso y están húmedos los 15 cm primeros, no se aconseja el riego de pre-siembra, sino que se regará una vez que la planta haya emergido.

PROGRAMA DE FERTILIZACIÓN

Para determinar cuál es el programa de fertilización adecuado para una explotación en concreto, es importante contar con los resultados del análisis de suelo. De esta forma, se conocerá el balance de elementos nutritivos con el que cuenta el suelo y se podrán establecer las aportaciones a realizar. Por tanto, el programa de fertilización que debe seguir cada agricultor es diferente en función del suelo, entre otros factores, que tenga.

La fertilización se llevará a cabo en gran parte cuando se realice la siembra. Se aconseja que la fertilización se realice con la misma máquina de siembra, en tanto que existe la posibilidad de depositar el fertilizante prácticamente al lado de la semilla.

En cuanto a la aportación de nitrógeno al suelo, se realiza de manera fraccionada. La primera aportación se hace al mismo tiempo que el resto del abonado, pero la segunda se realiza cuando la planta ha alcanzado el estadío vegetativo V7.

SIEMBRA

La fecha de siembra es un factor clave a determinar para conseguir el rendimiento productivo esperado, ya que influye directamente sobre el crecimiento y desarrollo de la planta y por tanto también, sobre la producción resultante. El momento de la siembra depende de la temperatura del suelo, del tipo de suelo y de la variedad a sembrar, teniendo en cuenta que las mayores producciones de maíz se consiguen cuando la planta es capaz de aprovechar al máximo su período de crecimiento y captar la mayor radiación solar posible durante el llenado del grano.

La fecha de siembra influye directamente sobre:

  • Humedad del grano: Si la fecha de siembra se retrasa, la humedad del grano aumenta.
  • Velocidad del ciclo: Si la fecha de siembra se retrasa, se aceleran las etapas de desarrollo del cultivo. Por el contrario, si la fecha de siembra se adelanta, la emergencia puede ser dificultosa debido a las bajas temperaturas que presenta el suelo.
  • Altura de la planta: Si la fecha de siembra se retrasa, el crecimiento de las plantas es mayor y la producción de biomasa también.
  • Densidad de plantación: Si la fecha de siembra se adelanta, las densidades de plantación deben ser mayores, debido a que el porcentaje de plantas que no emerjan aumenta.

    Por otro lado, se requiere de precisión en cuanto a la dosis de semilla a utilizar. Para ello, es necesario contar con una sembradora bien calibrada.

    La densidad de plantación que se suele recomendar oscila entre 93000-110000 plantas/ha, consiguiendo rendimientos de hasta 200 kg/ha (el rendimiento promedio se sitúa en torno a 130kg/ha). Para ello, la distancia entre hileras puede ser de 70-75 cm para que haya unas 7,5-9 semillas por metro lineal, las cuales deben encontrarse a una profundidad de 4-5 cm.