24/07/2024

Revista InfoAgro México

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La broca, principal plaga del café

La broca del café es la plaga más importante del cultivo a nivel mundial, estando presente en un buen número de países, rondando la veintena de ellos en el continente americano. El causante es el insecto Hypothenemus hampei, que provoca graves pérdidas en los cafetales al dañar los granos, principalmente maduros, pero también verdes, los cuales ya no son aptos para la cosecha. La estrategia de control adecuada debería basarse en la implementación de los distintos métodos disponibles, como son las medidas culturales, el trampeo, el control biológico y el control químico, si fuese necesario. 

 

Descripción y ciclo biológico

La plaga conocida como la broca del café, también denominada barrenador, gorgojo o taladro del fruto, es la principal y más importante que afecta a este cultivo en el mundo (Le Pelley, 1968; Baker, 1984; Waterhouse y Norris, 1989; Murphy y Moore, 1990; Cárdenas, 1993; Barrera 1994), teniendo, además, una amplia presencia.  

Según el CABI (Centre for Agriculture and Biosciences International), se puede encontrar en 63 países del globo, de los cuales 19 pertenecen al continente americano, como son: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Surinam y Venezuela. 

El causante es la especie Hypothenemus hampei, un insecto volador perteneciente al género de los coleópteros y la familia de lo curculiónidos, con hábitos monófagos, cuyo origen se sitúa en África ecuatorial, que fue introducido al continente americano a principios del S – XX. 

Tras su llegada, la broca se ha convertido en un problema debido a su rápida propagación, ya que vuela, elevándose de forma lenta y casi vertical, hasta encontrar corrientes de aire que lo transporten a otros lugares, con una duración que puede superar las tres horas en vuelos sucesivos (Baker, 1984).  

Asimismo, supone una amenaza en los cafetales por la intensidad del daño que ocasiona en los granos de café, los cuales suponen el alimento para larvas y hembras adultas. Los adultos cierran también su ciclo de vida en el interior del fruto donde se alimentan, proporcionando además un medio para su crecimiento y reproducción (Lezaun, 2016). 

Las distintas etapas o fases fenológicas de este escarabajo barrenador del café son: huevo, larva, pupa y adulto, donde el insecto sufre una metamorfosis completa, denominada holometabolia. Una breve descripción de dichas fases se realiza a continuación (Bastos, 1985; Souza y Reis, 1997; Moraes, 1998): 

 

– Huevos: Son de color blanco, con forma elíptica, brillosos y pequeños (0.5 – 0.8 mm de longitud). La hembra pone unos 75 a lo largo de su vida, con un valor promedio de 2 huevos por día, produciendo varias descendencias consecutivas a lo largo de un cultivo de café. El periodo aproximado de incubación responde a 4 días. 

– Larvas: Son vermiformes, ápteras, ápodas, blancas y de cabeza marrón. Miden entre 0.7 y 2.2 mm de largo y entre 0.2 y 0.6 mm de diámetro. Las hembras presentan dos fases larvales y los machos una. Tienen mandíbulas fuertes y su cuerpo está cubierto por pilosidad blanca. Este estado dura de 10 a 26 días, dependiendo de las condiciones climáticas. 

– Pupas: Son de color blanco al principio, pero después adquieren un tono amarillento. Muestran la cabeza completamente cubierta por un pronoto, las antenas y las piezas bucales libres, con distintos tonos marrón claro. Pueden medir entre 0.5 y 1.9 mm, en función del sexo, siendo las hembras más grandes que los machos. La duración del periodo pre-pupa se estima en 2 días y de pupa en 8 (con temperaturas de 22 º – 27 º C). 

– Adultos: Los machos son ápteros, mientras que las hembras pueden volar distancias cortas. Los machos tienen una longitud de 0.6 – 1.2 mm, mientras que las hembras miden de 1.4 a 1.8 mm, por lo que son más pequeños que éstas, las cuales tienen el margen frontal del pronoto con 4, a veces 6, dientes (quetas erectas). 

 

El ciclo biológico de este insecto, es decir, la duración desde la fase de huevo a la de adulto se estima en 48 días, según Infante et al. (2005), en México, aunque ésta dependerá de las condiciones climáticas. A este respecto, una misma planta alberga, normalmente, más de tres generaciones, aunque sólo en casos excepcionales pasarían de las cinco generaciones al año. En los frutos más maduros se pueden llegar a encontrar más de 100 individuos (Lezaun, 2016). 

 

Daños causados por la plaga

Cuando la hembra adulta taladra la superficie del grano y forma galerías en el endospermo del mismo, produce distintos tipos de daños al cultivo (Leefmans, 1923; Schmitzet y Crisinel, 1957; Penatos y Ochoa, 1979; Moore y Prior, 1988; De Kraker, 1988; Ortiz, 1991; Cárdenas, 1993): 

 

  • La perforación de los granos como consecuencia de la alimentación de los adultos y sus crías, lo que reduce la producción final, así como la calidad del producto.  
  • Las aberturas causadas por las perforaciones proporcionan una puerta de entrada a microorganismos que, bajo condiciones favorables, pueden proliferar y causar más problemas. 
  • El deterioro físico generado por la broca provoca que los granos maduros atacados sean vulnerables al ataque de otras plagas  
  • Los granos verdes son dañados también por esta plaga cuando no existen suficientes granos maduros en el cultivo. En los frutos inmaduros no se reproduce, pero causa la caída prematura de los mismos. 

 

En lo que respecta a los daños económicos causados por la broca del café, autores como Benassi (1989), Souza y Reis (1997) o Borbón (2001), destacan los siguientes: 

 

  • Reducción del peso del grano debido a su destrucción durante el estado de larvas, que puede oscilar entre 1 y 10 kg por fanegada. 
  • Depreciación de la calidad comercial del producto en el momento de su clasificación o valoración. 
  • Caída al suelo de los frutos perforados, lo que supone una merma prematura de la producción, cuya estimación representa entre un 5 % y un 23 % de pérdidas. 
  • Podredumbre de semillas en frutos dañados, que provocan la maduración, caen de forma temprana al suelo y son inservibles. 
  • Incapacidad para la producción de semillas de café, ya que los frutos dañados se descartan. 
  • Pérdida de mercados extranjeros, porque los países importadores de café no aceptan granos dañados ni perforados.  
  • Aumento en los costos de producción debido a las labores que debe afrontar el productor en su cafetal por granea y por los métodos de control. 

 

Los daños causados por estos perforadores en los cafetales, y los problemas derivados de los mismos, causan unas pérdidas económicas, cuya estimación ronda los 500 millones de dólares US al año a nivel global (Jaramillo et al., 2010). 

 

Medidas de defensa

 Teniendo en cuenta las características bioecológicas de estos insectos, su control mediante una única técnica resulta imposible. Por ello, es recomendable emplear diferentes estrategias con el objetivo de reducir, lo más eficazmente posible, sus poblaciones hasta umbrales en los que no supongan una amenaza económica, siendo una de las más importante la prevención, para que ésta no actúe en los cultivos. 

En este sentido, deben aplicarse las medidas o acciones culturales, destacando el monitoreo y las labores de vigilancia, que resultan muy útiles como método preventivo de control, entre las que se pueden enumerar (Lezaun, 2016): 

 

  • Recolección de los frutos caídos al suelo y de los que permanecen en la planta después de la cosecha. 
  • También de todos los frutos que quedan en la hojarasca y en las cajuelas, así como la de todos los granos que queden en las ramas. 
  • Con esta limpieza, la broca no puede encontrar alimento y/o refugio, reduciéndose con ello las posibilidades de nuevos ataques en la siguiente cosecha. 
  • Eliminación de los cafetales abandonados, que suponen importantes focos de contagio. 
  • Poda de los cafetos y de los árboles de sombra, lo que contribuye a la aireación del cafetal, modificando así las condiciones ambientales favorables para la broca, tales como humedad y temperatura constantes, además facilita las labores de otras prácticas. 
  • Control de las malezas que mejora la exposición solar de los frutos no cosechados y su secado, dificultando la supervivencia de la broca. 
  • Fertilización óptima del cultivo: equilibrada, adecuada y oportuna. 
  • Distanciamiento de acuerdo con las recomendaciones técnicas. 
  • Renovación de plantaciones viejas. 
  • Registro de las floraciones para estimar la época en la que aparecerán los primeros frutos y, por tanto, los primeros ataques. 
  • Corte de frutos prematuros con el objetivo de reducir las infestaciones en el periodo post−cosecha, así como evitar la reproducción para la próxima cosecha. 
  • Gestión adecuada de los residuos del cultivo, que pueden provocar la diseminación de la plaga. 

 

La realización del mayor número posible de estas labores puede suponer una gran diferencia en la incidencia de la plaga en los cafetales. 

 

Otra técnica natural de control es el trampeo, cuya finalidad es reducir la población de individuos supervivientes entre cosechas y disminuir al máximo la infestación en la siguiente cosecha. Este método utiliza trampas cebadas con atrayentes para capturar las hembras en las zonas libres. De este modo, se pueden atrapar cantidades significativas de adultos cuando no hay frutos disponibles en las plantas. 

 El control biológico, que consiste en el uso de poblaciones de enemigos naturales y organismos vivos (ej. Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae, Paecilomyces amoenoroseus, …) para controlar insectos plaga, engloba una amplia diversidad, cada vez mayor, reportándose más de 50 especies de enemigos naturales encontradas en el mundo (Barrera et al., 2008). 

 Este método de control se caracteriza por la liberación en los cafetales, de diferentes especies de parasitoides y depredadores de los individuos que constituyen una plaga. En ocasiones, si los enemigos naturales son autóctonos de la región, aparecen en el cultivo en busca de presas por sí solos, sin necesitad de ser soltados. 

 En el caso del café, se destacan cuatro especies de parasitoides, originarias de África, como son: Prorops nasuta, Cephalonomia stephanoderis, Heterospillus coffeicola o Phymastichus Coffea. Otros son Aphanogmus dictina, Clerodermus cadavericus, Cephalonomia hyalinipennis y Cryptoxilos sp. 

 Entre los depredadores de la broca figuran: Dindymus rubiginosus, Calliodes, Scoloposcelis, Leptophloeus sp. near punctatus y Karnyothrips flavipes. La mayoría de los depredadores reportados en el mundo son hormigas, siendo las principales: Azteca instabilis, Crematogaster curvispinosa, Dolichoderus bituberculatus, Pheidole radoszkowskii y Solenopsis geminata. También han sido reportadas especies de Azteca, Brachymyrmex, Paratrechina, Pheidole, Prenolepis y Wasmannia. 

 Finalmente, el control químico, que suele ser la opción más empleada y única en numerosas ocasiones, debería ser la última, utilizándose solamente cuando las demás estrategias han fracasado y el nivel de infestación sea elevado. El uso de insecticidas para el control de la broca sólo se debe llevar a cabo cuando técnicamente esté justificado, haciéndolo de forma localizada, en el periodo de ataque de la plaga y con la tecnología de aspersión recomendada (Villalba et al., 1995; Bustillo et al., 1998; Posada et al., 2004). También es preciso restringir el uso a productos de baja toxicidad y escaso impacto ambiental. 

 La eficacia de los tratamientos puede ser muy variable, ya que va a depender de diversos factores, como: la materia activa utilizada, la correcta dosificación, la mezcla y/o rotación de productos, la calibración de los equipos de tratamiento, la topografía del terreno, las condiciones ambientales en el momento de las aspersiones y el periodo en el que éstas se aplican, entre otros.