
El manejo integral de cultivos es un método de control de plagas y enfermedades, que combina el uso de productos fitosanitarios, organismos beneficiosos y prácticas culturales, tales como barreras físicas, fertiirrigación, selección varietal, etc. Su objetivo es tener un control racional y eficaz de plagas y enfermedades.
Trabajar con este método es ventajoso debido a que se destacan el reducido riesgo para el aplicador, tiene distintas variaciones de control para cualquier tipo de problemas fitosanitarios, y tener una mejor estrategia para el manejo de resistencias, facilitando también el acceso a mercados más exigentes. Los tratamientos para aplicar se justifican en base a muestreos rutinarios, evitándose de esta forma hacerlos con una intensidad mayor que la más estrictamente necesaria.
De la misma manera el Manejo Integrado de Cultivos (MIC) permitirá cosechas abundantes y de buena calidad, en un ambiente de preservación de la biodiversidad que evite riesgos para la salud a las personas. Esto incluye un adecuado manejo de plagas, conservación del suelo, además de una buena valoración y el desarrollo de estrategias de bajo impacto ambiental.
Por lo tanto, el Manejo Integrado de Cultivos (MIC) incluye aspectos como manejo de suelos, de cultivos y del ambiente, a más del manejo de plagas esto debe considerar a la finca como un sistema en donde el principal componente es el cultivo y en el cual existe poca diversidad de especies. Esto genera un ambiente favorable para la proliferación de plagas especializadas lo que demanda la aplicación de medidas de control para evitar su propagación masiva.
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Importancia del pH para los cultivos
La mayoría de la gente sabe que el pH es un valor variable entre 0 y 14 que indica la acidez o la alcalinidad de una solución. Y, además, conoce que el mantenimiento del pH apropiado en el flujo del riego ayuda a prevenir reacciones químicas de fertilizantes en las líneas, que un valor de pH elevado puede causar obstrucciones en los diferentes componentes de un sistema de fertirrigación debidas a la formación de precipitados, que un adecuado pH asegura una mejor asimilabilidad de los diferentes nutrientes, especialmente fósforo y micronutrientes, etc.
Simplificadamente, podemos afirmar que las sustancias capaces de liberar iones hidrógeno (H+) son ácidas y las capaces de ceder grupos hidroxilo (OH-) son básicas o alcalinas. De este modo, el ácido nítrico, al adicionarlo al agua se ioniza aportando iones hidrógeno o protones a la solución.
HNO3 <—> NO3- + H+
El agua puede comportarse como un ácido o como una base:
H2O<—> H+ + OH-
Las letras pH son una abreviación de «pondus hydrogenii«, traducido como potencial de hidrógeno, y fueron propuestas por Sorensen en 1909, que las introdujo para referirse a concentraciones muy pequeñas de iones hidrógeno. Sorensen, por tanto, fue el creador del concepto de pH, que se define como el logaritmo cambiado de signo de la actividad de los iones hidrógeno en una solución:
pH = -log |H+|
A 25ºC, el producto iónico del agua pura |H+|x|OH-| es 10-14, con lo que en un medio neutro |H+|=|OH-|=10-7. Un medio ácido será aquel en el que |H+|>|OH-| y uno básico aquel en el que |H+|<|OH-|. Es decir, en una solución ácida |H+|>10-7 y pH <7, en una neutra |H+|=10-7 y pH=7 y en una básica |H+|<10-7 y pH>7.
IMPORTANCIA DEL pH PARA LOS CULTIVOS.
El pH de la solución nutriente en contacto con las raíces puede afectar el crecimiento vegetal de dos formas principalmente:
– el pH puede afectar la disponibilidad de los nutrientes: para que el aparato radical pueda absorber los distintos nutrientes, éstos obviamente deben estar disueltos. Valores extremos de pH pueden provocar la precipitación de ciertos nutrientes con lo que permanecen en forma no disponible para las plantas.
– el pH puede afectar al proceso fisiológico de absorción de los nutrientes por parte de las raíces: todas las especies vegetales presentan unos rangos característicos de pH en los que su absorción es idónea. Fuera de este rango la absorción radicular se ve dificultada y si la desviación en los valores de pH es extrema, puede verse deteriorado el sistema radical o presentarse toxicidades debidas a la excesiva absorción de elementos fitotóxicos (aluminio).
En las condiciones agroclimáticas del Sureste español, con pH de suelos y aguas de riego cercanos o superiores a 7.5, se ve afectada la correcta asimilabilidad de nutrientes como fósforo, hierro y manganeso; de hecho, la clorosis férrica es considerada fisiopatía endémica de la zona. El ajuste del pH a valores adecuados en el entorno de influencia de la raíz, es, con frecuencia, suficiente para corregir estos estados carenciales de fósforo, hierro y manganeso.
pH en la solución de fertirrigación. Disponibilidad de nutrientes
El pH en las soluciones de fertirrigación, tanto en cultivo en suelo como en hidroponía, debe ser tal que permita estar disueltos a la totalidad de los nutrientes sin dañar las raíces, evitando de este modo la formación de precipitados (algunos de los cuales pueden presentarse en forma de finísima suspensión invisible al ojo humano) que pudieran causar obturaciones en los sistemas de riego e indisponibilidad para la absorción radical de dichos nutrientes.
De este modo, el hierro, que es el elemento esencial cuya solubilidad resulta más afectada por el pH, a menos que se adicione diariamente o en forma quelatada, se encentra en forma iónica disponible para la planta en menos del 50% por encima de pH 7, mientras que a pH 8 no queda nada disponible debido a su precipitación en forma de hidróxido férrico Fe(OH)3 (óxido, robín o herrumbre). Por el contrario, por debajo de pH 6.5, más del 90% del hierro permanece disuelto y disponible para las plantas. El manganeso sigue una dinámica similar al hierro.
De forma análoga, por encima de pH 6.5, la disponibilidad del fósforo y el calcio pueden decrecer considerablemente debido al predominio de la forma HPO4-2 (que forma precipitados insolubles en contacto con el calcio) sobre la forma H2PO4- (que forma compuestos muy solubles con el calcio). Y por encima de pH 7 el riesgo de precipitación de calcio y magnesio en forma de carbonatos, CaCO3 y MgCO3, es muy alto, lo que puede provocar importantes obturaciones de emisores y otros componentes en los sistemas de fertirriego. En resumen, en el rango de pH 5.0-6.5, la práctica totalidad de los nutrientes está en forma directamente asimilable para las plantas, por encima de pH 6.5 la formación de precipitados puede causar importantes problemas y por debajo de pH 5 puede verse deteriorado el sistema radical, sobre todo en cultivo hidropónico, donde el poder tamponador del sustrato suele ser muy pequeño.
pH DEL AGUA DE RIEGO.
La inmensa mayoría de las aguas de riego que manejamos muestran un pH superior al óptimo. Como ya se ha explicado en artículos anteriores (Horticultura nº 129 y 130), la cantidad de ácido a aportar para llevar el pH al rango antes mencionado depende principalmente de la concentración del ión bicarbonato presente en el agua de riego, ya que reacciona con el mismo según:
HCO3- + H+ <—>H2O + CO2
De esta forma, el ión bicarbonato actúa de tampón amortiguando los cambios de pH del agua de riego, y cuando su concentración es elevada, se precisa mayor cantidad de ácido para su neutralización y ajuste del pH al valor deseado.
El empleo de una solución ácida (pH 3-4) pasando lentamente durante una noche por las líneas de riego, se puede emplear para limpiar las incrustaciones y precipitados formados y devolver así las redes de riego a su funcionamiento habitual, resolviendo los problemas de pérdidas de uniformidad y obstrucciones provocados por el elevado pH del agua de riego.
El factor pH puede ser muy importante no sólo para el proceso exclusivo de fertirrigación, así también puede jugar un importante papel en el uso de plaguicidas a través del riego (quimigación). Aguas de naturaleza alcalina pueden romper las moléculas de ciertos plaguicidas reduciendo su actividad química, mediante un proceso denominado hidrólisis alcalina, sobre todo si los productos permanecen en tanques de mezcla durante un tiempo prolongado y si la temperatura ambiental es elevada.
FACTORES CAUSANTES DE LOS CAMBIOS DE pH EN LA SOLUCIÓN DE NUTRIENTES.
Muchos son los factores que afectan al pH de la solución de nutrientes, uno de los más importantes es la relación de absorción de nutrientes negativamente cargados (aniones) y nutrientes cargados positivamente (cationes). En general, un exceso de en la absorción de cationes sobre aniones, provoca un descenso del pH, mientras que un exceso en la absorción de aniones sobre cationes produce un incremento del pH.
Si atendemos al nitrógeno (nutriente requerido en grandes cantidades), puede ser aportado a la planta como catión amonio (NH4+) o como anión nitrato (NO3-), pues bien, la relación existente entre estas dos formas nitrogenadas en la solución de nutrientes puede afectar sustancialmente a la dirección y magnitud de la modificación del pH de la misma. Efectivamente, la raíz de las plantas posee una marcada capacidad de modificar el medio inmediatamente alrededor de ellas, sobre todo a nivel de la superficie radical, con el fin de incrementar la disponibilidad de los nutrientes. Cuando la planta absorbe preferentemente cationes (NH4+), se produce un exceso de carga negativa que la propia planta intenta neutralizar segregando cationes hidrógeno (H+), con lo que el pH de la solución desciende. De la forma contraria, cuando se absorben preferentemente aniones (NO3-), las raíces liberan iones hidroxilo (OH-) o iones bicarbonato (HCO3-) para mantener la neutralidad eléctrica en la superficie de la raíz, con lo que el pH de la solución tiende a incrementarse.
Se sabe experimentalmente que cuando un 10-20% del nitrógeno total es aportado como amonio (NH4+), el pH de la solución nutritiva en cultivos hidropónicos permanece estable en torno a 5.5. Así pues, jugando con la relación NH4+/NO3- podríamos, en cierta manera, ajustar el pH de la solución de nutrientes, ahora bien, hay que tener en cuenta que el catión amonio resulta fitotóxico por encima de cierta concentración (en las latitudes del sureste español por encima de 0.75 mM, ya es probable que se presenten síntomas visibles), y, además, puede inducir interacciones considerables con otros cationes (K+, Ca+2, Mg+2) en el seno de la solución.
Los tampones son soluciones que resisten o amortiguan los cambios de pH y son comúnmente usados para calibrar las sondas de pH (tampones de pH 4 y 7). Cuando se trata de unidades hidropónicas experimentales de reducido tamaño, tampones similares pueden ser añadidos a la solución nutritiva para mantener estable el pH. Uno de ellos es el ácido etanosulfónico 2-N-morfolino (MES) que a veces se ha empleado a concentraciones de 0.2-1 g/L.

Importancia de la ventilación en cultivos intensivos
Está claro que un correcto movimiento de aire, influye positivamente en el buen funcionamiento de la planta intrínsecamente, pero también podemos añadir que si no existiese una correcta ventilación en un cultivo, habría zonas con diferencia de temperatura y humedad, y esto se notaría lógicamente en un descenso de la producción de la explotación.
Lo ideal es que se renovara todo el aire, que rodea a un cultivo intensivo bajo abrigo, unas 45 veces en una hora, pero este óptimo es bastante difícil de conseguir, pues deberíamos de tener una gran superficie de ventanas y unas circunstancias climáticas exteriores óptimas.
EFECTOS DE LA VENTILACIÓN
Los principales efectos sobre los factores climáticos, que provoca el uso de la ventilación son los siguientes:
- Efectos sobre la temperatura: La temperatura en el interior de un invernadero suele ser más elevada que la temperatura que hay en el exterior, por lo que al cambiar aire a baja temperatura por aire más caliente, conseguimos bajar la temperatura del invernadero. En caso de que se produzca «inversión térmica», es decir, que el aire del interior del invernadero esté más frío que el aire exterior, se produciría una subida de temperatura provocada por la ventilación. Este fenómeno último puede ocurrir en invierno, por lo que el uso de la ventilación será positivo, o en verano cuando tenemos vientos muy cálidos que traen aire muy caliente, que se va acumulando en el interior del invernadero. También se disminuye la temperatura del invernadero en ausencia de viento, es decir, sin renovar el aire de éste. El aire caliente al pesar menos que el aire frío, se concentra en la parte alta del invernadero, y sale por las ventilaciones cenitales, debido al «efecto chimenea». Este efecto lo tenían muy en cuenta los diseñadores de barcos en ciertas épocas anteriores, ya que con estas chimeneas conseguían renovar el aire de todas las partes internas del barco. De todas formas con este último efecto, provocamos menor bajada de temperatura, que con el de renovación del aire.
- Efectos sobre la humedad: En el interior del invernadero, la humedad absoluta es siempre superior a la de la exterior. Ello es debido a que en el interior del invernadero existe una gran densidad de plantas, que debido a la transpiración, elevan la humedad absoluta del interior. Es por ello, que al ventilar, cambiamos aire con más vapor de agua por aire con menos vapor de agua. Es decir, con la ventilación provocamos una disminución de la humedad dentro de un invernadero, con el menor riesgo de enfermedades para el cultivo.
- Efectos sobre la concentración de CO2: La concentración de CO2 en el exterior se mantiene más o menos constante alrededor de 300-350 ppm. En el interior del invernadero la concentración de CO2 va variando a lo largo del día. Durante el día la planta realiza los procesos de fotosíntesis (en la que consume CO2) y respiración (en la que produce CO2). Pero el proceso de fotosíntesis es más importante que el de respiración, por lo que la planta durante el día es consumidora neta de CO2. Durante la noche la planta sólo respira, es por ello que la planta es una generadora de CO2. Desde que anochece empieza a aumentar la concentración de CO2 en el interior del invernadero. Si en el invernadero se mantienen las ventanas cerradas, la máxima concentración de CO2 se suele dar justo antes de que amanezca. La concentración de CO2 va bajando cuando la planta realiza la fotosíntesis; cuanto mejores sean las condiciones climáticas, mayor será la tasa de fotosíntesis y por ello mayor será el consumo de CO2. Llega un momento en que la concentración de CO2 es inferior en el interior, que en el exterior del invernadero. A partir de este momento es cuando sería conveniente ventilar, ya que cambiaríamos aire con menos CO2, por aire con más CO2. Es por ello que mantener las ventanas cerradas de noche nos permite acumular CO2, que será usado el resto del día.
TIPOS DE VENTILACIONES
La ventilación de los invernaderos se suele realizar mediante el uso de unas aperturas en el invernadero, llamadas ventanas, situadas en los techos o en los laterales de éste, que permiten la renovación del aire, o bien mediante el uso de ventiladores de diferentes caudales.
La mejor forma de clasificar las ventilaciones es basándonos en la forma en que se realiza la renovación del aire.
La ventilación activa es aquella en la cual actuamos activamente en el movimiento del aire del invernadero, utilizando una serie de ventiladores. La ventilación pasiva en cambio, es aquella en la realizamos una serie de aperturas o ventanas en el invernadero, y el viento natural que se produce en la zona en que se encuentre la explotación, va renovando el aire del invernadero. A su vez podemos dividir la ventilación pasiva en dos tipos, dependiendo del lugar de colocación de las ventanas:
· Ventilación lateral: las ventanas se sitúan en los laterales o paredes del invernadero.
· Ventilación cenital: las ventanas se sitúan en el techo del invernadero.
Tradicionalmente en los invernaderos se ha venido utilizando la ventilación pasiva o natural, debido a su coste más bajo que la ventilación activa o forzada. Últimamente esto está cambiando principalmente por dos razones.
– La corriente de aire que se genera en el invernadero, procedente de las ventanas laterales o cenitales a través del cultivo, puede ser muy perjudicial, ya que lo pueden deshidratar en determinados momentos del año.
– Las ventanas laterales son una importante entrada de patógenos. Es por esto, que cada vez más se ponen mallas en los invernaderos muy tupidas para evitar la entrada de plagas, pero que hacen descender la ventilación que necesita el cultivo
Ante estas dos circunstancias, cuando se elija el tipo de ventilación debe de tenerse en cuenta estos dos problemas.
VENTILACIÓN FORZADA
El objetivo de la ventilación forzada es sacar al exterior el exceso de temperatura y humedad. La velocidad y cantidad de calor que debemos sacar ,dependen principalmente de la temperatura exterior y de la velocidad del aire. Es importante que la dimensión, localización y control de la ventilación, sean correctas.
Los ventiladores de gran caudal tienen una serie de hélices de acero inoxidable. Lo normal es que sean extractores de aire. Manejan grandes caudales de aire a bajas velocidades, por lo que las plantas no se deshidratan. Son capaces de renovar, hasta cuarenta y cinco mil metros cúbicos de aire por hora.
Todo el chasis del ventilador es de acero galvanizado para estar protegido de la corrosión. Existen modelos incluso, que poseen aquellas partes más delicadas, cubiertas de plástico para evitar que se oxiden prematuramente. La hélice es también de acero inoxidable ya que a través de ella pasa todo el aire húmedo, productos químicos o cualquier otro agente corrosivo.
En la parte anterior del ventilador existen una serie de rejillas para evitar accidentes. En la parte posterior existen una serie de persianas o lamas, que se encuentran cerradas cuando el ventilador no está funcionando, para evitar entradas de plagas y evitar pérdidas de temperatura. Tradicionalmente estas lamas se abrían cuando el ventilador estaba funcionando con la misma presión que producía el aire, pero esto produce pérdidas de carga importantes. Hoy en día se prefiere trabajar con empujadores centrífugos, que consisten en una serie de contrapesos que cuando empiezan a girar se abren y empujan las láminas, perdiéndose menos energía que con técnica tradicional.
La ventilación forzada lo que pretende es equiparar las condiciones que existen dentro del invernadero, a las condiciones que existen en el exterior de este. Cuando amanece o anochece se producen acumulaciones de humedad dentro del invernadero, que se pueden evitar utilizando este tipo de ventilación, haciendo de esta forma que la planta esté durante más tiempo trabajando al día.
Estos tipos de ventiladores de esta forma, se utilizan en cualquier época del año; en épocas frías para evitar humedades excesivas dentro del invernadero y en épocas calurosas para evitar temperaturas excesivas.
Estos ventiladores se deben de utilizan junto con la ventilación pasiva, tanto lateral como cenital, ya que de otra forma produciríamos un vacío en el invernadero.
El diseño y cálculo del número de ventiladores que debe tener un invernadero, está en función la cantidad de aire que se quiera renovar, disposición de los aparatos, dimensión de la finca, planimetría del invernadero, distancias entre ventiladores, viento natural que exista en la zona en que se encuentre la finca, etc. La instalación debe estar bien diseñada ya que corregirlo es bastante difícil.
Los ventiladores no van siempre colocados siempre en el mismo sitio en cada finca. Existen zonas donde es necesario ponerlos altos, en otras zonas hay que ponerlos en la cara norte del invernadero, etc.
La progresión en las instalaciones de estos ventiladores ha sido enorme en este año. Se empezaron a instalar hace algunos años con la progresión de mejores estructuras de invernaderos. En el sector de planta ornamental también se empezaron ha instalar ventiladores, ya que estas plantas requieren un especial control climático, pero hoy en día se está viento su rentabilidad en la horticultura.