En 2015, el sector agroalimentario creció un 4.3% con exportaciones que ascendieron a más de 26,000 millones de dólares. Y, por primera vez en 20 años, la balanza comercial del rubro cerró en números positivos con un superávit de las exportaciones de 1,600 millones de dólares.
«Hoy somos un país superavitario», se congratuló la semana pasada el presidente Enrique Peña Nieto al celebrar que el campo se haya convertido en la segunda fuente de divisas más importante de México. Sólo lo supera la manufactura porque, hoy en día, el sector agroalimentario ya rebasa a las remesas, el turismo e incluso al debilitado sector petrolero nacional, que sufre una grave crisis de producción y trata de sobrevivir también al desplome de los precios internacionales del oro negro.
Para el ministro de Agricultura, José Eduardo Calzada, México está cosechando los frutos de una apuesta lanzada hace dos décadas con la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Desde entonces, «México empezó a invertir en tecnología, en mecanización del campo, incorporar más hectáreas al riego tecnificado, mejorar los sistemas de capacitación y de comercialización de los productos mexicanos al interior y exterior», explicó Calzada a la AFP.
En los últimos 10 años, las exportaciones agroalimentarias mexicanas se incrementaron a un ritmo anual de cerca del 9%. Según el ministro, el gobierno de Peña Nieto (2012-2018) no se ha contentado con dar ayudas económicas a los agricultores sino que también ha invertido en infraestructura.
Anteriormente, México «tenía una política subsidiaria y hoy es una política productiva», estimó. Por otro lado, el sector toma ventaja de un entorno internacional favorable en el que «la importación se ve reducida por la crisis y la exportación aumenta por el peso (mexicano) barato» con respecto al dólar, explicó de su lado Luis Gómez, profesor de economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, pública) y ex miembro de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Siendo el primer productor de aguacates en el mundo, uno de los principales productores de cerveza, tomates, mangos, papaya y séptimo productor mundial de carne, México «se ha convertido en una potencia productora de alimentos», estimó Abdel Pérez, investigador de la Universidad de Chapingo.
Implicaciones y políticas de desigualdad
El auge de la producción se mantiene en 2016 con la instalación de nuevas infraestructuras, especialmente en el norte del país. En Tlahualilo, en el estado de Durango, Peña Nieto inauguró la semana pasada un nuevo agro-parque fruto de una inversión de 10,000 millones de dólares.
Sin embargo, este crecimiento se acompaña de desequilibrios, según Pérez. «El problema es que estamos produciendo para alimentar a la exportación (…) y paradójicamente estamos perdiendo soberanía alimentaria porque estamos importando cada vez más los alimentos básicos del pueblo mexicano: maíz, frijol, arroz», explicó.
México, con el salario mínimo más bajo entre los países miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ha registrado en los últimos 30 años un alza de desnutrición infantil, según el experto. Por otro lado, la apoteosis del sector agroalimenticio se basa esencialmente en la mayor producción de «fruta y hortalizas, que genera más empleos a jornaleros (campesinos que trabajan por día) cuyas condiciones son muy malas», explicó Gómez.
El gobierno mexicano calcula que hay más de dos millones de jornaleros en México (118 millones de habitantes) que viven en condiciones de semiesclavitud, sin contrato ni prestaciones sociales y que, pese a la dureza de sus trabajos de hasta 10 horas, cobran en promedio entre 4 y 7 dólares diarios.
Otro bemol que encuentra el boom agroalimentario en México es que el destino de sus productos está centralizado: el 90% de ellos va a Estados Unidos, su vecino y principal socio comercial. Este hecho conlleva un alto riesgo y podría incluso tener «implicaciones políticas», advirtió Pérez ante un eventual triunfo en las elecciones estadounidenses de noviembre de posturas anti-mexicanas como las del republicano Donald Trump.
El correcto desarrollo de los cultivos depende principalmente de que factores ambientales tales como la temperatura, humedad relativa, luz y CO2 se encuentren en su rango óptimo. Las diferentes prácticas llevadas a cabo para la adecuada climatización de invernaderos favorecen que estos parámetros se encuentren dentro de los límites.
Parámetros a controlar
Calefacción de invernaderos
Control de la temperatura mínima sin gasto energético
Refrigeración de invernaderos
Fertilización carbónica
Parámetros a controlar
La temperatura (T) es el parámetro de mayor importancia que climáticamente hay que controlar. En la Tabla 2 se muestran las temperaturas en función de las necesidades y limitaciones de la especie que se cultive.
Tomate
Pimiento
Berenjena
T mínima letal
0-2
-1
0
T mínima biológica
10-12
10-12
10-12
T óptima
13-16
16-18
17-22
T máxima biológica
21-27
23-27
22-27
T máxima letal
33-38
33-35
43-53
Tabla 1 – Exigencia de la temperatura (°C) en solanáceas (Pérez et al., 2007)
Fig. 1 – Ventana cenital para el control de la temperatura y la humedad relativa.
El calor se transmite en el interior del invernadero por conducción, convección, infiltración y radiación:
La conducción es producida por el movimiento de calor a través de los materiales de cubierta del invernadero.
La convección es producida por el movimiento de calor de las plantas, suelo y estructura del invernadero.
La infiltración es producida por el intercambio de calor del interior del invernadero y el aire frío del exterior a través de las juntas de la estructura.
La radiación es producida por el movimiento de calor a través del espacio transparente.
La humedad relativa (HR) es la relación existente entre la cantidad de vapor de agua que tiene una masa de aire y la cantidad máxima que podría tener. La humedad relativa óptima para las solanáceas se encuentra alrededor del 50-60%. Por otro lado, es importante saber también que la relación existente entre la humedad relativa y la temperatura es inversa.
Cuando la HR es excesiva, las plantas reducen la transpiración y su crecimiento disminuye. También aumenta la susceptibilidad de éstas a enfermedades de origen criptogámico. Por el contrario, si la HR es baja, la transpiración aumenta, pudiendo incluso deshidratarse la planta. En ambos casos el proceso de cuajado se complica.
La iluminación dentro del invernadero es un factor que repercute directamente sobre el proceso de fotosíntesis realizado por las plantas. Para conseguir una mayor luminosidad hay que cuidar aspectos como:
Transparencia de la cubierta.
Orientación del invernadero.
Ángulo máximo de la radiación que incide sobre la cubierta.
Acolchado correcto.
Malla de sombreo.
La concentración de CO2 está involucrada en la función de la clorofila en las plantas. Por tanto, si se desea que la actividad fotosintética sea óptima, debe encontrarse alrededor del 0.1 – 0.2%.
La presencia de este gas es muy variable a lo largo del día. Durante las últimas horas de la noche o en las primeras de la mañana, los niveles de CO2 se incrementan (500ppm), pero conforme avanza el día van descendiendo (a 100ppm se paraliza la fotosíntesis) como consecuencia del incremento de la actividad fotosintética. La tasa de absorción de dióxido de carbono es proporcional a la cantidad de luz recibida, de ahí la importancia del enriquecimiento en CO2 (900ppm) en las horas centrales del día.
Si las plantas están estresadas por cualquier razón como podría ser la temperatura o la radiación, es preferible no usar CO2 adicional, manteniendo los niveles en 300ppm aproximadamente únicamente mediante la ventilación natural. Al igual ocurre cuando es necesario abrir las ventanas. En este caso, se pierde más CO2 del que se utiliza. Por esta razón, el enriquecimiento con CO2 se hace principalmente durante los meses fríos.
Calefacción de invernaderos
Los aportes de calor pueden realizarse al suelo (conducción), a la parte aérea de la planta (convección o radiación) y a ambas.
Calefacción por convección
Calefacción aérea por agua caliente: Circulación de agua caliente (60-80°C en circulación, 80-90°C en caldera) por una red de tuberías de acero (25-40mm de diámetro) a 10cm sobre el suelo. Se caracteriza por proporcionar una temperatura al invernadero uniforme.
Calefacción por aire caliente: Circulación de aire caliente mediante el uso de tubos perforados próximos a las plantas. Provoca un rápido aumento de la temperatura y genera importantes gradientes térmicos sobre el cultivo. Sin embargo, la distribución del calor es deficiente. Los sistemas más utilizados son 1) aerotermos, 2) generadores de aire caliente de combustión directa e 3) indirecta.
Transmiten a la atmósfera del invernadero, mediante un ventilador, el calor de un cuerpo caliente (intercambiador de calor por el que circula agua caliente proveniente de una caldera).
El elemento calefactor se alimenta con combustible. Los gases liberados en la combustión quedan en la atmósfera del invernadero pudiendo causar fitoxicidad si ésta es deficiente.
Están compuestos de una cámara de combustión y un intercambiador de calor con ventilador. El intercambiador de calor separa el aire caliente de los gases de combustión, los cuales se extraen al exterior mediante una chimenea.
Calefacción por conducción
Proporciona una temperatura adecuada en la zona radicular del cultivo. Para ello, requiere de un suelo conductor (suelo húmedo) en el que pueda colocarse un aislante en profundidad para limitar las pérdidas.
Calefacción de suelo: Se utiliza una caldera central que aporta calor al suelo mediante la circulación de agua caliente por intercambiadores de calor (tubos de polipropileno con un Ø=15-30mm por los que circula agua a T<40°C) que se deben colocar a una profundidad equivalente a la mitad del espesor de la capa de suelo que se desea calentar y con una distancia entre los mismos similar a la profundidad establecida.
Calefacción del sustrato: Se utilizan tubos de polietileno o polipropileno de unos 25mm que se pueden colocar debajo o encima del sustrato. Por estos intercambiadores circula agua caliente, con una temperatura que depende de la colocación del intercambiador.
Bajo el sustrato: 1 intercambiador/contenedor de sustrato pudiendo alcanzar temperaturas de 25-30°C.
Sobre el sustrato: ≥1 intercambiador/contenedor de sustrato pudiendo alcanzar temperaturas de 30-40°C.
Calefacción por convección y radiación
Están compuestos por una fuente de calor constituida por una caldera central (fuera del invernadero) y una red de distribución aérea por la que circula agua caliente (Tagua > Tambiente invernadero). Generalmente esta red se sitúa cerca de las plantas. De este modo, la eficiencia del sistema es mayor, permitiendo que la temperatura del agua sea menor.
Control de la temperatura mínima sin gasto energético
Las alternativas para aumentar las temperaturas mínimas de forma pasiva son las siguientes:
Pantallas térmicas: Elementos que extendidos a modo de cubierta sobre los cultivos tiene como principal función ser capaz de variar el balance radiactivo. Provocan un aumento de la temperatura mínima nocturna del invernadero, cultivo y suelo, debido a la menor pérdida de radiación de onda larga por la noche y por renovación de aire. Provoca también una disminución en la transpiración nocturna del cultivo, por lo que se reduce el calor consumido por evapotranspiración. Por último, resulta un complemento esencial de los sistemas de calefacción ya que reduce el gasto energético. Adicionalmente proporciona cierta protección frente a posibles quemaduras solares y al exceso de temperatura.
Mantas térmicas: Consisten en una lámina de filamentos continuos de polipropileno soldados térmicamente (Figura 2).
Fig. 2 – Colocación de manta térmica.
Se coloca sobre el cultivo para favorecer la germinación y el desarrollo vegetativo inicialmente ya que incrementan la temperatura. Acumulan el calor durante el día, conservando unos 4°C por encima de la temperatura ambiente durante la noche.
Doble cubierta: Colocación interior de una película plástica separada unos centímetros de la cubierta principal utilizando aire a presión. De este modo, se consigue un mayor ahorro energético sobre todo en invernaderos calefactados. El inconveniente reside en la disminución de la transmisividad.
Refrigeración de invernaderos
Temperaturas excesivamente elevadas causan daños en la morfología y en los distintos procesos fisiológicos de las plantas. Para aminorarlos se puede recurrir a :
Sombreo
Dentro de los diferentes sistemas de sombreo, se pueden diferenciar los estáticos de los dinámicos.
Encalado (Estático): Blanqueo de la cubierta del invernadero a base de Carbonato cálcico (CaCO3) o Hidróxido de calcio (Ca(OH)2) como se muestra en la Figura 3 y 4.
Fig. 3 y 4 – Blanqueo de la cubierta de un invernadero.
Esta práctica tiene una serie de inconvenientes relacionados con la permanencia de la cal, la imposibilidad de ajuste del grado de sombreo y la falta de homogeneidad tanto en la aplicación como en la limpieza del blanqueo.
Mallas de sombreo (Estático): Reducen la temperatura del invernadero y la transpiración del cultivo, debiendo transmitir la mayor cantidad de radiación fotosintéticamente activa y reflejar la máxima cantidad de radiación de infrarrojo corto proveniente del sol. Si la colocación de las mallas se ha en el exterior, la reducción de la temperatura será mayor. En caso contrario, se absorbería la radiación solar y se convertiría en calor dentro del invernadero, el cual debería ser evacuado mediante ventilación.
El inconveniente del uso de mallas de sombreo reside en que provoca en las primeras horas del día y las últimas de la tarde, así como en los días nublados, un sombreo excesivo, reduciendo por tanto la fotosíntesis.
Cortinas móviles (Dinámico): Son mallas de sombreo móviles que permiten un uso más eficiente de la radiación disponible. Estas cortinas están dotadas de un sensor de radiación fotoactiva.
Riego de la cubierta (Dinámico): Consiste en la aspersión de agua por medio de un equipo instalado en la cumbrera, creando una película de agua que fluye sobre la pared.
Ventilación
La ventilación consiste en la renovación del aire dentro del invernadero, de manera que se actúa sobre la temperatura, humedad, contenido en CO2 y oxígeno que hay en el interior del mismo. La ventilación puede llevarse a cabo de forma natural o forzada.
Ventilación natural: Se consigue mediante la colocación de ventanas tanto en las paredes (ventanas laterales, Figura 5) como en el techo del invernadero (ventanas cenitales, Figura 1). Una ventana cenital resulta a efectos de aireación hasta ocho veces más efectiva que una lateral de igual superficie. Las ventanas deben ocupar entre 18-22%.
Fig. 5 – Ventana lateral.
Ventilación forzada: Se establece una corriente de aire mediante ventiladores extractores, en la que se extrae aire caliente del invernadero. El volumen extraído es ocupado inmediatamente por aire del exterior. Con este sistema únicamente se puede conseguir una temperatura idéntica a la exterior pero proporciona un mayor control.
Fig. 6 – Ventilación forzada
Refrigeración por evaporación de agua
Cuando el agua pasa de estado líquido a gaseoso absorbe calor. Si se dispone de un equipo capaz de vaporizar agua, la vaporización absorberá calor del aire del invernadero y por tanto, bajará la temperatura. Destacan los siguientes sistemas:
Cooling System: Consiste en una pantalla de material poroso que se satura de agua por medio de un equipo de riego. La pantalla se sitúa a lo largo de todo el lateral o frontal del invernadero. En el extremo opuesto se instalan ventiladores. El aire pasa a través de la pantalla porosa, absorbe humedad y baja su temperatura. Posteriormente es expulsado por los ventiladores.
Fog System: La nebulización consiste en distribuir en el aire un gran número de partículas de agua líquida de tamaño próximo a las 10µm como se observa en la Figura 7.
Fig. 7 – Nebulización fina
Debido a su reducido tamaño, su velocidad de caída es muy pequeña, de modo que permanecen suspendidas en el aire del invernadero el tiempo suficiente como para evaporarse sin llegar a mojar los cultivos.
Fertilización Carbónica
El método más sencillo para evitar que la concentración de CO2 dentro del invernadero descienda, es manejar la ventilación para renovar la atmósfera interior. De este modo, se consiguen las 300ppm que hay normalmente al aire libre. Las alternativas para mantener un nivel alto de CO2 en el invernadero son las siguientes:
Gases de combustión de la instalación de calefacción: Consiste en la recuperación de los gases de la combustión de la calefacción e introducirlos en el invernadero. Los principales inconvenientes de estos sistemas residenen que las necesidades máximas de fertilización carbónica se requieren cuando el sistema de calefacción se encuentra con menor actividad.
Generadores de CO2: Estos sistemas queman combustibles como propano o gas natural y están diseñados para maximizar la producción de CO2 y minimizar la de otros productos secundarios de combustión.
Inyección de CO2 almacenado en bombonas: Consiste en instalar un sistema de elementos dosificadores que distribuyen el CO2 procedente de las bombonas. En este caso debe valorarse el gasto que supone el suministro continuo de dichas bombonas y su rentabilidad en función de cada invernadero y el producto que se obtenga.
La biotecnología vegetal es una extensión de la tradición de modificar las plantas, con una diferencia muy importante: la biotecnología vegetal permite la transferencia de una mayor variedad de información genética de una manera más precisa y controlada.
Al contrario de la manera tradicional de modificar las plantas que incluía el cruce incontrolado de cientos o miles de genes, la biotecnología vegetal permite la transferencia selectiva de un gen o unos pocos genes deseables. Con su mayor precisión, esta técnica permite que los mejoradores puedan desarrollar variedades con caracteres específicos deseables y sin incorporar aquellos que no lo son.
Muchos de estos caracteres desarrollados en las nuevas variedades defienden a las plantas de insectos, enfermedades y malas hierbas que pueden devastar el cultivo. Otros incorporan mejoras de calidad, tales como frutas y legumbres más sabrosas; ventajas para su procesado (por ejemplo tomates con un contenido mayor de sólidos); y aumento del valor nutritivo (semillas oleaginosas que producen aceites con un contenido menor de grasas saturadas).
Estas mejoras en los cultivos pueden contribuir a producir una abundante y saludable oferta de alimentos y proteger nuestro medio ambiente para las futuras generaciones.
En la base de las nuevas biotecnologías desarrolladas están las técnicas de aislamiento de células, tejidos y órganos de plantas y el crecimiento de estos bajo condiciones controladas (in vitro). Existe un rango considerable de técnicas disponibles que varían ampliamente en sofisticación y en el tiempo necesario para producir resultados útiles.
El desarrollo más crucial para la biotecnología fue el descubrimiento de que una secuencia de DNA (gen) insertado en una bacteria induce la producción de la proteína adecuada. Esto amplió las posibilidades de la recombinación y la transferencia de genes, con implicaciones a largo plazo para la agricultura a través de la manipulación genética de microorganismos, plantas y animales.
APLICACIONES DE LA BIOTECNOLOGÍA AGRARIA
En el campo de la agricultura las aplicaciones de la biotecnología son innumerables. Algunas de las más importantes son:
1. Resistencia a herbicidas.
La resistencia a herbicidas se basa en la transferencia de genes de resistencia a partir de bacterias y algunas especies vegetales, como la petunia. Así se ha conseguido que plantas como la soja sean resistentes al glifosato, a glufosinato en la colza y bromoxinil en algodón.
Así con las variedades de soja, maíz, algodón o canola que las incorporan, el control de malas hierbas se simplifica para el agricultor y mejoran la compatibilidad medioambiental de su actividad, sustituyendo materias activas residuales. Otro aspecto muy importante de estas variedades es que suponen un incentivo para que los agricultores adopten técnicas de agricultura de conservación, donde se sustituyen parcial o totalmente las labores de preparación del suelo. Esta sustitución permite dejar sobre el suelo los rastrojos del cultivo anterior, evitando la erosión, conservando mejor la humedad del suelo y disminuyendo las emisiones de CO2 a la atmósfera. A largo plazo se consigue mejorar la estructura del suelo y aumentar la fertilidad del mismo.
El ejemplo más destacado se ha observado en EEUU y Argentina, donde las autorizaciones de variedades de soja, tolerantes a un herbicida no selectivo y de baja peligrosidad, han tenido una rápida aceptación que ha ido acompañada de un rápido crecimiento de la siembra directa y no laboreo en este cultivo.
2. Resistencia a plagas y enfermedades.
Gracias a la biotecnología ha sido posible obtener cultivos que se autoprotegen en base a la síntesis de proteínas u otras sustancias que tienen carácter insecticida. Este tipo de protección aporta una serie de ventajas muy importantes para el agricultor, consumidores y medio ambiente:
Reducción del consumo de insecticidas para el control de plagas.
Protección duradera y efectiva en las fases críticas del cultivo.
Ahorro de energía en los procesos de fabricación de insecticidas, así como disminución del empleo de envases difícilmente degradables. En consecuencia, hay estimaciones de que en EEUU gracias a esta tecnología hay un ahorro anual de 1 millón de litros de insecticidas (National Center for Food and Agricultural Policy), que además requerirían un importante consumo de recursos naturales para su fabricación, distribución y aplicación
Se aumentan las poblaciones de insectos beneficiosos.
Se respetan las poblaciones de fauna terrestre.
Este tipo de resistencia se basa en la transferencia a plantas de genes codificadores de las proteínas Bt de la bacteria Bacillus thuringiensis, presente en casi todos los suelos del mundo, que confieren resistencia a insectos, en particular contra lepidópteros, coleópteros y dípteros. Hay que señalar que las proteínas Bt no son tóxicas para los otros organismos. La actividad insecticida de esta bacteria se conoce desde hace más de treinta años. La Bt es una exotoxina que produce la destrucción del tracto digestivo de casi todos los insectos ensayados.
Este gen formador de una toxina bacteriana con una intensa actividad contra insectos se ha incorporado a multitud de cultivos. Destacan variedades de algodón resistentes al gusano de la cápsula, variedades de patata resistentes al escarabajo y de maíz resistentes al taladro.
Los genes Bt son sin duda los más importantes pero se han descubierto otros en otras especies, a veces con efectos muy limitados (en judías silvestres a un gorgojo) y otras con un espectro más amplio de acción como los encontrados en el caupí o en la judía contra el gorgojo común de la judía.
Los casos más avanzados de plantas resistentes a enfermedades son los de resistencias a virus en tabaco, papa, tomate, pimiento, calabaza, soja, papaya, alfalfa y albaricoquero. Existen ensayos avanzados en campo para el control del virus del enrollado de la hoja de la papa, mosaicos de la soja, etc.
3. Mejora de las propiedades nutritivas y organolépticas.
El conocimiento del metabolismo de las plantas permite mejorar e introducir algunas características diferentes. En tomate, por ejemplo, se ha logrado mejorar la textura y la consistencia impidiendo el proceso de maduración, al incorporar un gen que inhibe la formación de pectinasa, enzima que se activa en el curso del envejecimiento del fruto y que produce una degradación de la pared celular y la pérdida de la consistencia del fruto.
En maíz se trabaja en aumentar el contenido en ácido oleico y en incrementar la producción del almidones específicos. En tabaco y soja, se ha conseguido aumentar el contenido en metionina, aminoácido esencial, mejorando así la calidad nutritiva de las especies. El gen transferido procede de una planta silvestre que es abundante en el Amazonas (Bertollatia excelsia) y que posee un alto contenido en éste y otros aminoácidos.
4. Resistencia a estrés abióticos.
Las bacterias Pseudomonas syringae y Erwinia herbicola, cuyos hábitat naturales son las plantas, son en gran parte responsables de los daños de las heladas y el frío en muchos vegetales, al facilitar la producción de cristales de hielo con una proteína que actúa como núcleo de cristalización. La separación del gen implicado permite obtener colonias de estas bacterias que, una vez inoculadas en grandes cantidades en la planta, le confieren una mayor resistencia a las bajas temperaturas.
En cualquier caso, la resistencia a condiciones adversas como frío, heladas, salinidad, etc., es muy difícil de conseguir vía biotecnología, ya que la genética de la resistencia suele ser poligenética, interviniendo múltiples factores.
5. Otras aplicaciones.
En el campo de la horticultura se han obtenido variedades coloreadas imposibles de obtener por cruzamiento o hibridación, como el el caso de la rosa de color azul a partir de un gen de petunia y que es el responsable de la síntesis de delfinidinas (pigmento responsable del color azul). En clavel también se ha conseguido insertar genes que colorean esta planta de color violeta.
También se ha conseguido mejorar la fijación de nitrógeno por parte de las bacterias fijadoras que viven en simbiosis con las leguminosas. Otra línea de trabajo es la transferencia a cereales de los genes de nitrificación de dichas bacterias, aunque es enormemente compleja al estar implicados muchísimos genes.
En colza y tabaco, se ha logrado obtener plantas androestériles gracias a la introducción de un gen quimérico compuesto por dos partes: una que sólo se expresa en el tejido de la antera que rodea los granos de polen y otra que codifica la síntesis de una enzima que destruye el ARN en las células de dicho tejido. Este procedimiento permitirá la obtención de híbridos comerciales con mayor facilidad.
En la industria auxiliar a la agricultura destaca la producción de plásticos biodegradables procedentes de plantas en las que se les ha introducido genes codificadores del poli-b-hidroxibutirato, una sal derivada del butírico. Cuando estos genes se expresan en plantas se sabe que de cada 100 gr de planta se puede obtener 1 gr. de plástico biodegradable.
Producción de plantas transgénicas productoras de vacunas, como tétanos, malaria en plantas de banana, lechuga, mango, etc.