02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Síntomas, daños y medidas contra el moho blanco en berenjenas

1. Introducción

El moho blanco que se puede ver en los cultivos de berenjena es una enfermedad provocada por un hongo polífago que infecta a más de 400 especies vegetales dicotiledóneas. Otras hortalizas de la familia de las solanáceas que se ven afectadas por este patógeno son tomate o pimiento. Este hongo puede causar graves pérdidas económicas en los cultivos, ya que los frutos afectados son inservibles, no siendo aptos para la cosecha. Por tanto, esta enfermedad debe ser tenida en cuenta, a pesar que no suele tener una incidencia demasiado elevada.

2. Desarrollo y dispersión

La esclerotinosis o moho blanco está causada por el hongo Sclerotinia sclerotiorum, el cual causa una podredumbre de color blanco en los cultivos, tanto intensivos como extensivos. 

Este hongo sólo tiene reproducción sexual, formando esclerocios de tamaño y forma variables, los cuales pueden seguir desarrollándose en restos vegetales previamente infectados y en el suelo, cuando son enterrados, donde pueden persistir durante 4 – 5 años. Cerca de la superficie pueden germinar de dos formas (Sandoval et al., 2014): 

  • Carpógenica. Se forman apotecios, que son estructuras de tipo sexual con forma de pequeñas copas pediceladas (4 – 8 mm de diámetro), de textura gelatinosa y color marrón claro. En su interior se forman las ascosporas, que son expulsadas al secarse. Una vez expulsadas, son dispersadas por el viento, llegando a la superficie de los distintos órganos de las plantas. Las ascosporas pueden sobrevivir sobre los tejidos vegetales durante 1 – 2 semanas en condiciones de humedad relativa elevada y ausencia de exposición a la luz solar.
  • Miceliogénica. Consiste en la formación de hifas, a partir de esclerocios activados, que pueden infectar los tejidos vegetales una vez que establecen contacto con ellos. Cuando se agotan las reservas que el hongo puede extraer de la planta, se forman, a partir del abundante micelio, los esclerocios blandos y de color blanco al inicio, que se endurecen y adquieren una coloración oscura al madurar. El tamaño y la forma de los esclerocios son variables, y en frutos de berenjena, pueden llegar a medir hasta 5 cm de largo.

La enfermedad que se presenta cuando se suceden días templados y húmedos, en los que el desarrollo del hongo se ve favorecido por temperaturas comprendidas entre 10 º y 25 º C, junto a una humedad relativa persistente y elevada. Cuando la temperatura media es superior a los 25 º C, el riesgo de infección disminuye de manera drástica. 

3. Síntomas y daños

En lo que respecta a los síntomas que se observan en el cultivo, S. sclerotiorum causa, en general, una podredumbre blanca progresiva en tejidos no lignificados, especialmente en tallos y frutos. Puede infectar igualmente cualquier órgano aéreo y con menor frecuencia, el cuello y las raíces de las plantas. Así, las zonas afectadas se cubren de un abundante micelio blanco de aspecto algodonoso con numerosos esclerocios (blancos al inicio y negros después), que a menudo exudan gotas de líquido transparente (Sandoval et al., 2014). 

Esta pudrición no produce mal olor, como ocurre, por ejemplo, con las que producen ciertas bacterias. Las lesiones que origina son acuosas al inicio y luego, dependiendo de la suculencia de los tejidos, se secan. Los daños que causa en las plantas se describen a continuación:

  • Si afecta durante el trasplante, supone la muerte de las plántulas. 
  • La parte aérea, especialmente hojas y tallos, muestran inicialmente cierta marchitez y luego mueren.
  • Las infecciones en el tallo son muy graves, provocando el colapso de la planta que muere con rapidez, observándose los esclerocios en su interior, los cuales presentan un aspecto alargado. 
  • Ataques severos suponen la destrucción completa del tejido parenquimático, perdurando únicamente los elementos lignificados.
  • Si la enfermedad se extiende en el cultivo, puede causar importantes pérdidas económicas, entre muerte de plantas y frutos podridos.

4. Medidas preventivas

El manejo de la enfermedad puede resultar complicado como consecuencia de los siguientes factores (Sandoval et al., 2014): 

  • Amplio rango de hospedantes del hongo.
  • Capacidad de supervivencia de los esclerocios (hasta 5 años en el suelo).
  • Dispersión de las ascosporas por el viento.
  • Condiciones ambientales favorables.
  • Suelos con un drenaje deficiente.

Si las condiciones son favorables para S. sclerotiorum, su desarrollo resulta imparable, ni siquiera los tratamientos fitosanitarios lo pueden controlar. Por tanto, las acciones preventivas, según las circunstancias del cultivo, pueden tener una gran importancia a la hora de frenar el ataque de este hongo patógeno. Algunas de estas medidas son:

– En pre-siembra o pre-trasplante: 

  • Calcular un marco de plantación adecuado, evitando así una densidad de plantas excesiva.
  • Evitar la instalación de las plantaciones en zonas húmedas y con presencia de malezas de hoja ancha.
  • No sembrar en parcelas donde se conozca la existencia anterior del hongo.
  • Asegurar que el terreno donde se va a plantar esté libre de restos vegetales, los cuales pueden contener esclerocios.
  • Del mismo modo, el sustrato utilizado para la producción de plantines debe estar libre de esclerocios. 
  • En caso de utilizar cama compuesta por cáscara de girasol, es necesario compostar para que los esclerocios que pudieran estar presentes mueran con el calor generado durante el proceso.
  • Se puede desinfectar previamente con algún fungicida preventivo o aplicar solarización.

– Durante el desarrollo del cultivo: 

  • Limpiar la maquinaria y herramientas de trabajo para evitar un posible contagio.
  • Reducir lo máximo posible la humedad relativa del ambiente, evitando su aparición.
  • Si el cultivo es en invernadero, debe procurarse que haya ventilación.
  • Aplicar el riego con la presencia del sol para permitir que el follaje se seque, evitando que permanezca mojado durante la noche. 
  • Eliminar las malas hierbas del cultivo, ya que, el sombreado que producen genera un microclima favorable para la formación de apotecios. 
  • Igualmente, la presencia de malezas de hoja ancha en los bordes del cultivo supone una posible fuente de inóculo. 
  • Evitar el aporte excesivo de fertilizantes nitrogenados para que las plantas no crezcan vigorosas, lo cual induce la aparición de la enfermedad. 
  • Evitar la producción de heridas, durante el cultivo y la cosecha, porque favorecen la infección del hongo.
  • Podar las ramas inferiores de las plantas para mejorar la aireación del cultivo. 
  • Evitar que los frutos estén en contacto con el suelo.
  • Durante los periodos frescos y húmedos, es conveniente proteger las flores con fungicidas de contacto, de tal modo que los restos florales no sirvan de inóculo para infecciones de frutos y tallos.
  • Eliminar las plantas afectadas, antes que los esclerocios caigan al suelo, es una acción determinante.

– Después de la cosecha:

  • Eliminar los restos de cosecha para no favorecer la proliferación de S. sclerotiorum y otros patógenos. 
  • Si durante el cultivo se detectó la presencia de plantas enfermas es recomendable: 
  • Triturar los restos vegetales para favorecer su descomposición rápida, lo cual permite que los esclerocios que quedan desprotegidos en el suelo sean colonizados por los microorganismos antagonistas del suelo.
  • Evitar las operaciones de labranza, las cuales entierran a los esclerocios y les permiten sobrevivir mucho tiempo. 
  • Regar, cuando sea necesario, los suelos en barbecho, para mantener activas las poblaciones de microorganismos antagonistas.
  • Realizar rotaciones de cultivo durante varios años consecutivos, pudiendo suceder a la berenjena afectada por esclerotinosis cultivos como maíz, puerro, cebolla, acelga o remolacha, siendo los más recomendables el maíz y la acelga porque dan mayor sombreado al suelo (provoca la muerte de los esclerocios). Además, su estructura de cultivo disminuye la efectividad del viento para llevar las ascosporas fuera del recinto. 
  • Recurrir a la siembra directa durante las rotaciones para evitar que los esclerocios sean enterrados.

Como hemos podido comprobar, existen numerosas medidas que se pueden realizar para reducir la incidencia de esta enfermedad en el cultivo de berenjena, la cual puede causar grandes pérdidas al agricultor si consigue extenderse en la parcela de cultivo.