Ácaro del bronceado del tomate
- ¿Qué son los vasates?
- ¿Cómo se identifican?
- ¿Qué daños causa en el cultivo?
4. ¿Cómo se puede combatir?
- ¿Qué son los vasates?
Se conoce como vasates al ácaro plaga (Aculops lycopersici), responsable de la acariosis bronceada del tomate, perteneciente a la familia Eriophyoidea. Estos eriófidos son ácaros microscópicos, de un tamaño no superior a 0.15 mm y, por tanto, indetectables a simple vista, siendo necesario el uso de lentes de aumento.
Presentan un cuerpo cónico y segmentado, de forma alargada, con tonalidades suaves (color crema), que disponen solamente de dos pares de patas. Antes de llegar al estado adulto, presentan una fase de huevo (de forma esférica) y dos etapas ninfales, completando su ciclo biológico en apenas una semana si las condiciones climáticas del entorno les son favorables y disponen de alimento.
Es originario de Australia y siente una especial predilección por las plantas de tomate, aunque también ha sido identificado en otras especies de solanáceas, tanto cultivadas como silvestres. Algunos cultivos afectados por este ácaro diminuto son berenjena, patata o tabaco.
Suele aparecer en épocas de condiciones secas y templadas (otoño y primavera), aunque en climas cálidos o en condiciones protegidas, como los invernaderos, se puede observar en el cultivo durante, prácticamente todo el año, ya que no presenta parada invernal, con especial relevancia en los periodos de más calor. Las temperaturas óptimas para su desarrollo se sitúan entre 27º y 30ºC, junto a bajos valores de humedad relativa, en torno al 30%.
- ¿Cómo se identifican?
A pesar de no poder observar a estos individuos a simple vista, los síntomas provocados en el cultivo de tomate son inconfundibles, destacando el característico tono bronceado rojizo (como hierro oxidado) que adquieren las partes de la planta, principalmente los tallos, pero también los peciolos de las hojas y los raquis de los ramos. A continuación, se destacan algunos de los síntomas más reconocidos de los ataques de vasates, como son:
– Comienzan a manifestarse en la zona baja de la planta, ascendiendo por las hojas próximas al suelo y el tallo.
– A medida que asciende por la planta, la zona afectada amarillea y se va desecando.
– Las hojas empiezan a palidecer por las zonas internerviales, se van enrollando y su envés adquiere un brillo de color plateado.
– Con la evolución de la plaga, las hojas se necrosan completamente, volviéndose de color marrón y acaban marchitándose.
– En ataques severos, las hojas de plantas muy infectadas pierden sus tricomas (pelos foliares).
– Los tallos afectados presentan una tonalidad marrón tipo óxido y, en casos graves, pueden llegar a secarse.
– Los frutos de plantas atacadas detienen su desarrollo y muestran un tamaño inferior, presentando en ocasiones alguna deformación.
– También adquieren un color marrón o plateado, según la gravedad del ataque, mostrando la piel áspera y grietas en la epidermis.
En general, los síntomas de esta patología son progresivos y van evolucionando de forma ascendente, desde la base hasta la parte superior de la planta, afectando a hojas y tallos en el inicio hasta toda la planta, frutos incluidos, en sus fases más avanzadas, con tejidos desecados que adquieren un característico color marrón.
- ¿Qué daños causa en el cultivo?
La detección de estos ácaros fitopatógenos se produce en el envés de las hojas, inicialmente en la parte baja de la planta. Aculops lycopersici puede aparecer en cualquier estado de desarrollo del tomate, atacando a todas las partes verdes de la planta y a los frutos. Los daños son causados por las picaduras de adultos y estados inmaduros al alimentarse de las células superficiales de los tejidos vegetales, en los que provoca irregularidades, trastornos y la posterior muerte, afectando de manera determinante al desarrollo de la planta.
Se trata de un parásito con una enorme voracidad, así como una gran capacidad de reproducción y dispersión. La multiplicación de los vasates puede ser muy rápida, especialmente en ambientes secos y calurosos, propagándose con gran facilidad a través de las herramientas de trabajo, igual que por la propia ropa y el calzado del personal de la parcela de cultivo. También puede producirse dicha propagación por el transporte de material vegetal.
Por tanto, es una plaga que avanza de forma veloz en condiciones favorables, provocando serios daños a las plantas de tomate, con cierta diversidad en las pérdidas sufridas, desde zonas concretas de la parcela hasta la totalidad, viéndose afectado todo el cultivo. Los problemas que ocasiona pueden ir desde desecaciones de hojas y tallos, moderadamente controlables en los casos menos graves, hasta defoliaciones intensas de las plantas con frutos afectados, en ataques severos, los cuales son desechados al resultar inservibles para la comercialización, llegando a poner en peligro la supervivencia del cultivo.
- ¿Cómo se puede combatir?
Normalmente, cuando aparecen síntomas de vasates en el cultivo de tomate, suele recurrirse al control químico basado en tratamientos con productos acaricidas, cuyas materias activas más reconocidas son abamectina, piriproxifen, espirotetramat, espiromesifen o azufre mojable, entre otros.
Es recomendable aplicar dichas pulverizaciones sobre los focos si están bien delimitados y en las bandas, una vez verificada su presencia, ya que estos suelen ser los puntos de entrada de los ácaros. Asimismo, es fundamental para conseguir cierta eficacia, alcanzar algunas pautas correctas en las aplicaciones como son: emplear las dosis descritas por el fabricante, mojar muy bien las partes afectadas de las plantas, realizar rotaciones de acaricidas para evitar la aparición de resistencias, hacer caso de las recomendaciones del técnico agrícola, etc.
Las aplicaciones ayudarán a un cierto control de la plaga, aunque estas no son la única alternativa, sobre todo en agricultura orgánica, cuyo uso para la mayoría de fitosanitarios queda restringido. En dicha modalidad ecológica pueden emplearse azufres autorizados y otras sustancias permitidas como maltodextrina o determinados extractos vegetales.
También pueden usarse algunos organismos de control biológico como los ácaros depredadores Amblyseius swirskii, A. andersoni y A. montdorensis, que pueden alimentarse del ácaro del bronceado, pero debido a la presencia de tricomas glandulares sobre la superficie de la epidermis del tomate dificultan su movimiento, lo que supone actualmente que no se establezca una solución biológica eficaz, aunque se está trabajando en un protocolo de manejo integrado con T. montdorensis para el control preventivo de este ácaro en tomate.
En cualquier caso, las medidas preventivas y culturales siempre son una buena opción, las cuales suponen una ayuda en el control de Aculops lycopersici, destacando algunas de estas, como pueden ser:
– Mantener un buen estado de las estructuras de producción como, por ejemplo, los invernaderos, donde es necesaria la hermeticidad.
– Colocar mallas de densidad mínima 10 x 20 hilos/cm2 en las ventilaciones laterales, cenitales y puertas de los mismos, especialmente en las aberturas de las que coinciden con la dirección de los vientos dominantes.
– Vigilar que no haya roturas en los plásticos ni estén demasiado deteriorados.
– Manejar, en la medida de lo posible, las condiciones ambientales, para que no sean óptimas para el desarrollo del vasates, disminuyendo la temperatura si es demasiado elevada y/o aumentando la humedad relativa en los casos donde baje en exceso.
– Eliminar las malas hierbas y restos de cultivos, ya que pueden actuar como reservorio de la plaga.
– Eliminar las plantas que estén muy afectadas.
– No abandonar los cultivos al final del ciclo.
– Aplicar tratamientos preventivos antes de la nueva plantación, la cual puede ser distanciada si es posible.
– Extremar las precauciones en las operaciones culturales del cultivo para reducir la propagación de la plaga.
– Vigilar aspectos como la ropa, el calzado o las herramientas de trabajo, así como el agua de riego o la presencia de animales.
– Desinfectar los útiles de trabajo con una solución de fosfato trisódico al 10%, antes y después de su uso.
– Realizar rotaciones de cultivos.
– Si se aplica estiércol, asegurarse de que esté bien fermentado y exento de plagas.
– Evitar el exceso de vigor en las plantas.
– Favorecer la proliferación de poblaciones de insectos auxiliares mediante la implantación de especies vegetales florícolas y el uso adecuado de productos fitosanitarios.
Todas estas acciones pueden suponer un gran efecto en el control de este ácaro patógeno de los cultivos de tomate. Llevar a cabo el mayor número posible de ellas reducirá la dispersión de las poblaciones y los daños causados en el cultivo. En cualquier caso, siempre es importante realizar una detección precoz de la plaga, ya que esta se presenta en focos, pero su velocidad de propagación es muy elevada.
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