Problemas derivados del cultivo
- Introducción
- Principales problemas causados
- Medidas de recuperación
- Introducción
Sin duda, el aguacate es un alimento que está de moda en la actualidad, formando parte de la mayoría de las dietas saludables del mundo. Por ello, su producción y comercio ha experimentado un importante aumento en la última década, intentando cumplir con la gran demanda de los consumidores del planeta, principalmente en América, Europa y Asia. Sin embargo, en el intento de ampliar la superficie de cultivo, así como mantener la productividad de la ya existente, se están viendo afectados de forma grave, algunos aspectos tan importantes como el medio ambiente, el clima o la disponibilidad de agua, entre otros.
- Principales problemas causados
El aguacate, conocido como el “oro verde” en México, es un alimento de gran valor para el país. De hecho, su volumen anual se ha visto incrementado de manera notable en los últimos años, incluso ha sido la primera marca del sector agrícola que ha pagado un anuncio televisivo en un importante evento deportivo del país vecino, como es la Super Bowl (“Avocados from Mexico”).
Después de estar prohibida la importación de aguacate mexicano durante 87 años, el envío masivo desde nuestro país se produjo, principalmente, a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), estando presente en 2005 en todos los supermercados estadounidenses.
El protagonismo de México en el mundo, como máximo productor de aguacate, es incontestable, con un gran éxito comercial. Sin embargo, esto supone un elevado coste al país, especialmente al estado de Michoacán, que concentra la mayor parte de la producción nacional. El World Economic Forum (2020) refleja este potencial del siguiente modo: producción de 8 de cada 10 aguacates nacionales, superficie equivalente a 196 mil campos de fútbol y un valor de mercado cercano a los 2,500 millones de dólares anuales.
Algunos de estos problemas causados por el imparable crecimiento de la superficie de cultivo de este frutal son:
– Daños medioambientales. La deforestación está suponiendo un serio problema en los ecosistemas locales. Según datos gubernamentales del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), cada año se pierden entre 600 y 1,000 hectáreas de bosque, principalmente de pino y encino.
Para poder cumplir con la gran demanda existente, se han destruido desde hace años paisajes forestales que albergaban una variada vida silvestre. Los principales motivos son los incendios provocados y el arranque de árboles ya existentes, en cuyos espacios se plantan aguacateros con el objetivo de seguir produciendo. De este modo, se establecen zonas de cultivo que no son legales. La secretaría de Urbanismo y Medio Ambiente de Michoacán estima en unas 20 mil hectáreas dicha superficie, ubicada gran parte de esta en lugares que antes eran bosques o selvas.
La fauna silvestre también se ve afectada al respecto, ya que la considerable pérdida de vegetación deja sin cobijo y sin alimento a numerosas especies de insectos, los cuales pierden su hábitat, como sucede con la mariposa Monarca en Michoacán, cuya llegada se ve reducida de forma notable.
Es importante señalar que existen otras fuentes que responsabilizan de una parte de la deforestación a las talas clandestinas para extraer madera, y no exclusivamente al cultivo de aguacate. El INIFAP calcula que estas talas afectan a unas 1,500 hectáreas anuales de bosques.
– Efectos climáticos adversos. La deforestación contribuye activamente a agravar procesos que resultan claves como el calentamiento global y el cambio climático. Así, la zona de producción de Michoacán ha experimentado en la actualidad un aumento de las temperaturas y de los fenómenos climáticos impredecibles e intensos, como lluvias, tormentas o temporales.
A este respecto, los estudios del Campus Morelia de la Universidad Autónoma Nacional de México han detectado una nueva tendencia marcada por el aumento de las temperaturas, con una ampliación de las estaciones cálidas extremas y menor presencia de las estaciones frías, necesarias estas para mantener el equilibrio ambiental.
Por otra parte, la producción de aguacate provoca emisiones de carbono superiores a otros cultivos. Por ejemplo, un pequeño pack de dos aguacates genera una huella de emisiones de CO2 de 846.36 g, casi el doble que el provocado por un kilo de plátanos (480 g de CO2), según un estudio realizado por Carbon Footprint Ltd.
– Aumento de la sequía. World Economic Forum (2020), estima el consumo diario de agua para satisfacer las necesidades de los aguacateros en torno a 9,500 millones de litros, lo que supone una extracción masiva de agua de los acuíferos de Michoacán. A lo que hay que añadir que, una hectárea de aguacates consume un 60% más de agua que una hectárea de bosque. Además, teniendo en cuenta que las raíces de este cultivo son bastante horizontales y exigentes, la infiltración es menor, lo que dificulta el flujo de agua hacia el subsuelo, que puede ser unas 14 veces menos en comparación con especies silvestres como el pino.
Por otra parte, dicha extracción masiva de agua para riego, además de tener consecuencias para el entorno, afectando al clima y al suelo, parece ser el responsable de una serie de movimientos sísmicos ocurridos en el municipio de Uruapan y alrededores, considerada la zona de producción de aguacate más importante del mundo. Según las autoridades locales, la extracción de agua ha causado grutas subterráneas que podrían ser las responsables de estos movimientos.
En resumen, la producción intensiva de aguacate, con un incremento de árboles constante, ha generado una pérdida de cubierta vegetal y, por tanto, de biodiversidad, así como una modificación en las condiciones meteorológicas, haciéndolas más extremas, además de una severa degradación del suelo, entre otras calamidades, lo que está derivando en un ambiente cada vez más inhabitable.
- Medidas de recuperación
Considerando los factores anteriores, parece difícil reconducir la situación hasta convertirla en sostenible. No obstante, se pueden implantar algunas medidas para reducir estos impactos negativos, empezando por la concienciación de las personas implicadas y, por qué no decirlo, de los consumidores, que probablemente no serán conscientes de las exigencias que precisa el cultivo de aguacate.
En este sentido, en el mundo globalizado y capitalista en el que vivimos, donde cualquier factor repercute sobre otra región situada a miles de kilómetros, personas y entorno incluidas de manera conjunta, es necesario el conocimiento de diversos aspectos como los costes de producción, de comercio, la región de origen, etc.
Los consumidores deberían exigir certificados que muestren procesos de producción más sostenibles, que reduzcan el impacto ambiental del aguacate, así como los problemas derivados de la sobreexplotación de los recursos. Igualmente, se deben exigir condiciones de un comercio justo en la cadena de transporte y en los supermercados. Por tanto, los acuerdos comerciales deberían incluir en las cláusulas relativas a las exportaciones, las repercusiones ambientales ocurridas en las zonas de producción.
Otro aspecto para disminuir los daños ocasionados al territorio sería la modificación de ciertas leyes con el fin de impedir y castigar la deforestación, ya sea por tala de bosques, quema de tierras forestales o sobreexplotación de recursos para la producción agrícola. Las labores de vigilancia, aunque puede resultar complicado debido a la extensa superficie a controlar, puede ayudar a realizar un cierto control de las ilegalidades forestales.
La reforestación de zonas gravemente afectadas puede ser una buena medida regenerativa, empleando especies autóctonas de la región en el caso de no disponer de las anteriores especies que fueron destruidas, principalmente pino y encino.
Finalmente, y a modo de conclusión, no se puede olvidar que nos encontramos en un planeta altamente globalizado, donde las personas estamos fuertemente influenciadas por patrones de comportamiento y modas. Ahora, el aguacate es una pieza insustituible en las dietas saludables de la sociedad y, por tanto, no puede faltar en los hogares del mundo.
Sin embargo, debemos ser conscientes si los procesos de producción resultan perjudiciales para las regiones de origen, se debería replantear el consumo excesivo o exigir a los responsables que intervengan haciendo que dichos procesos sean más sostenibles y no supongan una amenaza para ciertas zonas del planeta, como sucede en México, aunque esto se antoja bastante complicado mientras la demanda y el precio del oro verde mantenga la tendencia al alza.
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