23/11/2024

Revista InfoAgro México

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Daños causados por heladas

Daños causados por heladas

1.¿Qué son las heladas?

2.Tipos de heladas

3. Daños causados al cultivo

  1. ¿Qué son las heladas?

Se conoce como “helada” a un descenso de la temperatura en el entorno del cultivo. Este fenómeno climático supone un gran problema para la actividad agrícola debido a los graves daños que pueden causar a los cultivos. Los árboles frutales, entre los que se encuentra el almendro, suelen ser susceptibles a los efectos de dicho fenómeno.

Desde un punto de vista meteorológico, la helada se produce cuando la temperatura ambiental, medida bajo abrigo, desciende por debajo de 0ºC. Si este descenso no es demasiado drástico, es posible que no se produzcan daños visibles en la planta, pero sí provocarán otros efectos negativos en la misma.

Desde un punto de vista agronómico, se considera como helada cuando este descenso térmico es capaz de causar algún daño a los tejidos vegetales, incluso la muerte. Son varios los factores que influyen en la severidad de los daños, como puede ser la variedad cultivada, la zona donde se encuentra, la etapa fenológica del cultivo o la fecha de plantación, entre otros.

Es importante destacar que este proceso puede ocurrir con temperaturas superiores a 0ºC. Debido al gradiente de temperatura existente entre el lugar donde se mide la temperatura y el suelo, que suele ser de 1.5 metros, es normal considerar que algunas heladas se producen con temperaturas de 3º o 4ºC (Curzel y Hurtado, s/f).

La congelación del agua en los tejidos de las plantas se produce a temperaturas inferiores a 0ºC, produciéndose así un descenso continuo de la temperatura, descendiendo en varios grados el punto de congelación sin formarse hielo. En general, la formación de hielo interno depende del contenido de humedad del aire y, por supuesto, de la temperatura, cuanto más baja sea esta, mayor cantidad de hielo se formará en el interior de los tejidos vegetales (Chaar, 2013).

Suele afirmarse que se ha producido una helada cuando se observan síntomas evidentes en algún órgano específico de la planta, siendo los más sensibles en cada estado fenológico, los que primero sufrirán los daños, extendiéndose posteriormente a otras partes menos sensibles.

La helada produce daños porque los órganos de la planta no están suficientemente adaptados para resistir esa temperatura tan baja en las condiciones que se ha producido. La temperatura mínima que, durante 30 minutos de exposición, no produce daños en un determinado estado fenológico, se denomina temperatura crítica (Curzel y Hurtado, s/f).

Es preciso señalar que los perjuicios causados por la helada no se deben a la formación de hielo en el exterior de la planta, sino por cambios en el agua existente en los espacios intercelulares de los tejidos de la misma. La formación de hielo en esos espacios es lo que provoca la extracción de agua de las células, deshidratándolas o formando cristales internos que las rompen (Valero, 2007).

  1. Tipos de heladas

Según Curzel y Hurtado (s/f), las heladas suelen clasificarse según la época en la que ocurren y según la causa que origina dicho descenso térmico.

– Según la época, considerándose tempranas en otoño o tardías si son invernales y primaverales. Las primeras se producen antes de la entrada en reposo y no suponen un grave daño para los árboles, mientras que las heladas invernales afectan a las plantas en un estado de reposo, o en su transición de entrada y salida del mismo, siendo necesario que se alcancen temperaturas extremadamente bajas para causar daños.

Las más importantes son las heladas primaverales, ya que el frío afecta a los órganos en actividad y en estados de gran sensibilidad. En este caso, temperaturas ligeramente inferiores a 3ºC (medida en abrigo meteorológico) pueden causar daños en los órganos.

– Según la causa del descenso térmico, las heladas pueden ser de advección (o convección), radiación y evaporación. Estos tres fenómenos pueden producirse de forma simultánea o sucesiva en una misma noche, por lo que su interpretación puede ser compleja.

  • Advección. Se producen por un descenso brusco de la temperatura, originado por el desplazamiento de grandes masas de aire frío. Ocasionan daños intensos y generalizados, ofreciendo una gran dificultad para su control.
  • Radiación. Suceden por la noche o en las primeras horas de la mañana, después de la salida del sol, cuando el suelo emite mayor radiación que la recibida. Esta pérdida de energía se traduce en un enfriamiento rápido del suelo y de las plantas, que pierden calor por radiación. Las condiciones favorables para que se produzcan estas heladas son: cielo despejado, noche en calma o escasa humedad del suelo y del aire.
  • Evaporación. Ocurren cuando la humedad relativa del aire es baja y los órganos están humedecidos (lluvia, rocío, riego, etc.). El agua se evapora sustrayendo el calor a los tejidos y provocando un descenso térmico similar a la helada. Dicho proceso se ve incrementado por la acción del viento. Este tipo de helada es poco frecuente, produciéndose después de cualquiera de las dos anteriores.

Las heladas también se conocen comúnmente como “blancas” o “negras”, en virtud del efecto visual que generan. Las heladas blancas se deben a la formación de escarcha sobre las plantas, la cual adquiere la forma de una delgada capa de hielo de un color blanquecino. Las heladas negras, producidas por un descenso rápido de la temperatura, provocan unos daños mayores que los ocasionados por las blancas.

  1. Daños causados al cultivo

Cualquiera que sea el origen de una helada, la topografía del lugar desempeña un papel fundamental, ya sea como agente atenuador o intensificador de esta. El aire frío desciende por las pendientes hacia los lugares más bajos, formando masas de aire verdaderamente frías. Por tanto, la helada será más intensa en las zonas bajas que en las altas, donde pueden atenuarse su efecto. La humedad relativa del aire tiene también una gran trascendencia en este fenómeno climático (Curzel y Hurtado, s/f).

A continuación, se enumeran una serie de aspectos que resultan interesantes a la hora de interpretar las heladas y sus efectos sobre las plantaciones (Pascale et al., 1997; Valero, 2007; Chaar, 2013; Bravo et al., 2020):

– Tienen que ser muy intensas para dañar a los tejidos leñosos, afectando más comúnmente a las yemas, a las flores y a los frutos, que son órganos mucho más sensibles, dependiendo a su vez de la sensibilidad al frío de la variedad cultivada.

– Pueden producir alteraciones irreversibles en los distintos órganos, manifestándose por una serie de síntomas diversos.

– El síntoma inicial más característico es el cambio de color, tornando generalmente a tonos más oscuros (oscurecimientos o ennegrecimientos) de la parte dañada y que, posteriormente, pueden extenderse (o no).  

– Para unas mismas condiciones de helada, cada parte de los órganos presenta diferente susceptibilidad, lo que implica que se puede establecer un grado o escala de sensibilidad, de manera que las partes mayormente dañadas se corresponden con las más sensibles.

– La observación de los síntomas debe hacerse entre dos y cinco días después de producirse la helada. Si se hace antes de dicho periodo, puede que estos no se observen de forma clara, y si se hace después, el diagnóstico se verá dificultado como consecuencia de la evolución de los daños en los órganos.

– El margen puede ser mayor si en los días posteriores a la helada, las temperaturas son bajas o moderadas y, más aún, cuando las plantas se encuentren en sus estados fenológicos iniciales. Asimismo, debe tenerse en cuenta que pueden darse heladas sucesivas en diferentes fases fenológicas, dando lugar a sintomatologías muy variadas.

– Hay que conocer bien los órganos afectados para identificar los daños, así como su sensibilidad, dependiendo del estado fenológico en que se encuentren, para diferenciar si los síntomas corresponden a otras causas.

– Se estima que puede obtenerse una buena cosecha en almendros si el número de frutos cuajados finalmente respecto al número de flores iniciales se sitúan en torno al 30%, aunque esta cifras puede variar según el grado de floración de cada árbol.

– Las flores o frutos cuajados que han sufrido daños por frío pueden caerse del árbol o, por el contrario, continuar en él. Igualmente, estos órganos, aun no sufriendo los efectos de la helada, pueden tener caídas fisiológicas posteriores.

– En el caso de frutos dañados, pueden persistir en la planta, aparentemente sanos, con coloración y aspecto externo normales, pero al estar afectado el embrión, detienen su crecimiento, afectando a su rendimiento comercial.

Así pues, los cultivos de almendro pueden estar ubicados en zonas especialmente frías, con riesgo de heladas, lo que repercutirá negativamente en su normal desarrollo, reduciendo su productividad y mermando su rentabilidad.