02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Prácticas de postcosecha

Prácticas de postcosecha

  1. Introducción
  2. Condiciones de almacenamiento
  3. Problemas después de la cosecha
  4. Labores post-cosecha en el cultivo
  1. Introducción

Una vez que se ha realizado la cosecha de las almendras puede pensarse que el trabajo ya está hecho, olvidando inconscientemente las plantaciones de almendros. Sin embargo, después de la recolección, es preciso ayudar al árbol a recuperarse, así como a fortalecerlo de cara a la próxima temporada, especialmente en procesos fisiológicos tan importantes como son la floración y el cuajado de frutos. Por otra parte, la almendra cosechada puede sufrir deterioros debido a las condiciones que se dan en su almacenamiento, especialmente el exceso de humedad relativa. Por ello, es necesario controlar los valores de dichas condiciones para que la conservación resulte óptima.

  1. Condiciones de almacenamiento

Una vez que las almendras son recolectadas y depositadas en los lugares de almacenamiento, es preciso gestionar las condiciones ambientales para que estos frutos se mantengan en buen estado, no entrando así en ningún proceso de degradación, que afectaría a la calidad y mermaría la rentabilidad de la cosecha.

Algunos parámetros a tener en cuenta en el almacenamiento de las almendras, relacionados con los componentes de la atmósfera, son los siguientes:

  • Temperatura: Debe ser baja, inferior a 10ºC, siendo el intervalo óptimo el comprendido entre 0º y 10ºC.
  • Humedad relativa: Debe mantenerse en niveles bajos. Cuanto menos humedad, mejor conservación.
  • Nivel de oxígeno: Recomendable que sea menor del 1% para que se retrase su deterioro. Por debajo del 0.5%, equilibrado con nitrógeno, ejerce funciones insecticidas.
  • Nivel de dióxido de carbono: Si es superior al 80% en el ambiente, conjuntamente con el parámetro anterior, pueden ser efectivos en el control de plagas postcosecha, resultando ser una alternativa a la fumigación química.

De este modo, si los factores mencionados son regulados adecuadamente, van a influir de forma favorable en la conservación de las almendras almacenadas. Otros aspectos que también determinarán una mejor conservación de los frutos después de ser cosechados son:  

  • Dureza de la cáscara según la variedad: Tendrá un mayor aguante cuanto más dura sea esta.
  • Envase del producto: Debe protegerlo de las condiciones ambientales, especialmente de la humedad.

Tipo de elaboración: Pueden envasarse al vacío, en recipientes normales o a granel, al peso. Igualmente, pueden elaborarse solas o mezcladas con otros frutos secos. También se pueden encontrar de distintas formas, tales como, crudas, tostadas, al horno, fritas, con miel, con sal, peladas, con piel, etc. En definitiva, presenta multitud de variantes para ser comercializadas.

  1. Problemas después de la cosecha

Como se ha podido comprobar en el apartado anterior, probablemente, el principal problema al que se enfrenta el personal de trabajo para la conservación de las almendras, es la humedad relativa del ambiente, ya que, valores elevados de la misma van a ocasionar un deterioro de sus cualidades comerciales, haciendo que sean inservibles.

A este respecto, las condiciones húmedas van a provocar enfermedades que afectan a los frutos, generalmente producidas por hongos, entre los que destacan:

– Aspergillus flavus. La infección de los frutos puede comenzar antes de la cosecha, viéndose favorecido su desarrollo por un clima lluvioso o excesivamente húmedo, a lo que hay que sumarle los daños causados por insectos. Por ello es tan importante el manejo llevado a cabo durante la postcosecha.

– Cladosporium carpophilum. Además del almendro, también puede afectar al melocotonero y al albaricoquero en algunos casos. Si el ataque es temprano, con humedad elevada, puede provocar la caída de los frutos, así como lesiones con manchas oscuras, que derivan en grietas y deformaciones. Si se producen en las cámaras frigoríficas, las manchas son puntuales, de un negro aterciopelado y sin ocasionar malformaciones.

Otros daños sufridos por las almendras almacenadas los causan distintos individuos como insectos, pájaros o roedores. Para reducir estos efectos adversos deben aplicarse tratamientos que preserven un adecuado estado de higiene, siendo varios los métodos empleados, como pueden ser fumigaciones con productos autorizados (si es posible que sean inocuos), técnicas de radiación, tratamientos de calor o atmósferas controladas, como ya se ha comentado.

También pueden producirse una serie de fisiopatías o alteraciones, las cuales generan un daño físico en el fruto, dando lugar a que se rompa la cáscara, reduciéndose la vida de almacenamiento, al ser muy sensibles a la acción del amonio, lo que va a motivar el ennegrecimiento de los tejidos externos.

  1. Labores postcosecha en el cultivo

En apartados anteriores, se han tratado distintos aspectos sobre la conservación de la almendra recolectada y almacenada. Sin embargo, otro factor que resulta fundamental de cara a la continuidad óptima de las plantaciones de almendro es qué acciones se deben aplicar en el árbol después de haber realizado la cosecha.

A este respecto, Díaz (2023) recomienda tres labores a aplicar una vez concluida la cosecha para que el año siguiente el almendro siga rindiendo en óptimas condiciones. Son las siguientes:

– Continuar con el riego. Si es posible, se debe aportar un buen riego después de recolectar la almendra, ya que, si se produce un déficit hídrico en este periodo, podría tener consecuencias negativas sobre procesos fisiológicos importantes que vendrían después, como la floración, el cuajado de frutos y su posterior desarrollo.

Un aspecto a tener en cuenta es que los árboles siguen necesitando agua y nutrientes después de ser cosechados sus frutos, tal como muestran los datos obtenidos de sondas en varias parcelas de cultivo de algunos estudios. Por tanto, se sigue produciendo la transpiración, la cual debe ser repuesta mediante el aporte de agua de riego.

Asimismo, acompañando a ese riego, se puede incorporar algún fertilizante que favorezca la próxima floración y cuaje de frutos, que contengan, principalmente, fósforo y potasio. Dicho aporte dependerá de diversos factores como, por ejemplo, el estado del cultivo. Así, si el árbol presenta algún tipo de estrés o muestra un crecimiento deficiente, se puede incorporar además de los anteriores, un abono nitrogenado.

– Aplicar tratamientos contra plagas y enfermedades. El momento recomendado para la aplicación es después de la cosecha y antes de que se caigan las hojas al suelo, siendo el objetivo principal prevenir contra el ataque de determinados microorganismos que provocan enfermedades en el cultivo, debilitándolo y mermando así su capacidad de producir.

Entre estos enemigos del almendro se pueden citar algunos como moniliosis, chancro bacteriano, mancha ocre, roya, verticilosis, fusicocum, etc., cuyo tratamiento debe aportar algún compuesto fungicida que esté autorizado en el cultivo. Asimismo, las plagas como gusano cabezudo, orugueta, araña, pulgones o avispilla, entre otros, también harán su aparición más tarde, por lo que sería conveniente añadir a los tratamientos algún producto insecticida.

– Realizar tratamientos nutritivos. Estos se realizan para fortalecer al árbol de cara a la próxima temporada, así como prepararlo para el periodo de floración. Es preciso señalar que, cuando se realiza la cosecha, la planta va a destinar toda su energía y recursos en recuperarse. Por ello, estos tratamientos deben aportar elementos nutricionales al árbol para facilitar dicha recuperación, aportando especialmente microelementos como son zinc, molibdeno, manganeso, boro, hierro o cobre. No es necesario que se aplique nada más terminar de recolección, puede hacerse un poco después (10 – 15 días).

Por lo tanto, una vez recogida la almendra, no se debe descuidar el almendro, ya que las prácticas realizadas en postcosecha deben repercutir favorablemente para una mejor floración y cuaje de frutos, así como su desarrollo, en la siguiente campaña. Ya sea a través del riego o de tratamientos foliares, se deben reestablecer en gran parte los nutrientes que demandará el cultivo en la brotación (Bernal y Botta, 2022).