02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Pulgones en el almendro

Pulgones en el almendro

  1. Introducción
  2. Diferentes especies que afectan al cultivo
  3. Descripción de los pulgones
  4. Síntomas, daños y control
  1. Introducción

Los áfidos o pulgones son enemigos de un gran número de cultivos, desde plantas ornamentales hasta distintos cultivos arbóreos, pasando por hortalizas, cereales, etc. El almendro no es una excepción, siendo atacado por esta plaga que puede resultar letal si no se controla a tiempo. Además de los daños directos que provoca en las plantas afectadas también resulta ser el mayor transmisor de virosis, lo que causará un perjuicio aún mayor. El control de estos insectos no resulta fácil, siendo necesario combinar diferentes medidas, desde la detección temprana de la plaga hasta las distintas técnicas de control como son el químico y el biológico.

  1. Diferentes especies que afectan al cultivo

Las especies de pulgón que atacan las plantaciones de almendro son numerosas, dependiendo su aparición en gran medida de aspectos tales como la climatología, el estado fenológico del cultivo o la ubicación de la parcela, entre otros. En este sentido, es preciso destacar que la mayoría de especies son polífagas, es decir, que se alimentan de un amplio grupo de especies vegetales, sin tener un huésped definido. Por ello, la vigilancia de las plantaciones colindantes debe ser obligada.

Entre las distintas especies de áfidos que pueden colonizar los cultivos de almendro se enumeran los más comunes (Lueza, 2015), como son:

  • Pulgón verde del melocotonero (Myzus persicae)
  • Pulgón del almendro (Brachycaudus helichrysi)
  • Pulgón verde del almendro (Brachycaudus amygdalinum)
  • Pulgón negro del melocotonero (Brachycaudus persicae)
  • Pulgón harinoso del almendro (Hyalopterus amygdali)
  • Pulgón harinero del ciruelo (Hyalopterus pruni)

De estas especies citadas, las más importantes son el pulgón verde (Myzus persicae) y el pulgón harinoso (Hyalopterus amygdali), teniendo ambos como huésped principal el almendro, aunque en los meses donde se producen elevadas temperaturas se desplazan a otros huéspedes distintos, cambiando así de cultivo.

  1. Descripción de los pulgones

Ya que resultaría demasiado extenso describir todas estas especies citadas anteriormente, se van a exponer algunas características de Myzus persicae, la cual podría considerarse una de las más representativas del grupo de los áfidos.

  1. persicae presenta un marcado carácter polífago, siendo reportada su presencia sobre más de un centenar de especies vegetales (Melia, 1984). Asimismo, se trata de una especie que se ha considerado siempre como típicamente de evolución holocíclica, que tiene como hospedante primario a las plantas del género Prunus y una alta diversidad en cuanto a los hospedantes secundarios. Sin embargo, diversos autores han relatado que también puede presentar una evolución anholocíclica, pasando el invierno como hembras partenogenéticas sobre plantas cultivadas (crucíferas, patatas, remolacha, etc.) y malas hierbas (Van Emden et al., 1969).

Hay que destacar asimismo su presencia en cítricos, con una destacada predilección sobre los clementinos, lo que debe ser motivo de preocupación en dichas plantaciones, considerando la extensión de estos frutales y la facilidad de resistencia a la acción de los insecticidas que muestran estos insectos plaga (Hermoso, 1982).

Rosales et al. (2013), describen a estos insectos como fitófagos, que succionan la savia de las plantas como base de su alimentación, atacando distintas partes como son las hojas, los tallos, las flores, las ramas, o incluso las raíces, es decir, prácticamente toda la planta.

Generalmente, presentan un cuerpo de aspecto globoso o redondeado, sin separación entre abdomen y tórax, de consistencia blanda, sin ninguna protección, aunque a veces algunas especies pueden estar cubiertos de excreciones cerosas. El color es variable, dominando los tonos verdosos y amarillentos. Disponen de antenas largas y de un aparato bucal chupador – picador. Suelen aparecer por focos, ya que viven en colonias y ejecutan movimientos lentos en sus acciones (Ardiles, 2018).

Su desarrollo está ligado más comúnmente a temporadas cálidas, no superior a 26ºC, completando su ciclo de vida entre 7 y 14 días, siempre dependiendo de la temperatura ambiental. También se puede encontrar en periodos fríos, pero por encima 6ºC, ya que este valor térmico es el límite para que se produzca la inmovilización del áfido (Ardiles, 2018).

La reproducción de esta especie puede ser sexual (por huevos) y asexual (por partenogénesis), siendo la segunda la más común. En el apareamiento entre machos y hembras, que suele suceder en los periodos más fríos, los huevos son depositados cerca de las yemas florales.

Conforme aumenta la temperatura, los huevos irán eclosionando y apareciendo hembras ápteras (sin alas) que se reproducirán durante varias generaciones de manera vivípara dando solamente hembras. Esta característica de la viviparidad consiste en que las hembras paren ninfas (también hembras) que previamente se han desarrollado en su interior, y que recién nacidas, ya cuentan con embriones, lo que supone un crecimiento exponencial de la población.

Con el calor del verano, aparece una generación de hembras con alas, que migran hacia otros cultivos huésped, donde volverán a reproducirse (sexualmente) y en otoño, depositarán sus huevos en los almendros de cara al invierno para la supervivencia de la especie.

  1. Síntomas, daños y control

Los síntomas observados en las plantas son consecuencia de sus hábitos alimenticios, ya que, al succionar la savia, provocan enrollamientos, acortamientos y deformaciones de las hojas afectadas, que adquieren un aspecto muy característico. Los brotes afectados también muestran un mal desarrollo, así como una reducción de la longitud. En casos de ataques muy graves pueden llegar a producirse defoliaciones (caída de hojas). También pueden verse atacados otros órganos como flores y frutos.

Estos síntomas corresponden a los daños directos ocasionados, que suelen ser mayores en el almendro durante la época primaveral. Cuando llega el verano, los daños disminuyen como consecuencia de la migración de estos individuos a otros huéspedes.

Del mismo modo, los pulgones van a causar algunos daños de forma indirecta, siendo el más importante su alta capacidad de transmisión de virosis a las plantas. Además, debido a su alimentación, excretan una sustancia azucarada, denominada melaza, sobre la cual se instalan hongos, cubriendo así diferentes partes de las plantas y reduciendo su capacidad para realizar la fotosíntesis.

En lo que respecta al control de esta plaga, no resulta nada fácil, principalmente por dos motivos fundamentales, como son su gran velocidad de reproducción y su excelente inmunidad a las aplicaciones plaguicidas. Existen numerosos trabajos al respecto en diferentes regiones (Estados Unidos, Europa, Extremo Oriente y Australia) acerca de la facilidad para adquirir resistencia a los insecticidas (Sawicki, 1981).

Por ello, deben implementarse en estos cultivos las acciones de control biológico, ya que los pulgones tienen un gran número de enemigos naturales, entre los que destacan como depredadores las mariquitas, las crisopas o los sírfidos y como parasitoides distintas especies del género Aphidius. Estos individuos beneficiosos ayudan a controlar la plaga en el periodo comprendido entre primavera y verano, donde el aumento de estas poblaciones es más evidente.

Es importante mencionar el papel que ocupan las hormigas en el control biológico porque actúan como defensoras de los áfidos, luchando contra los enemigos naturales a cambio de la melaza que estos les proporcionan.

En los casos en los que se considera necesario realizar tratamientos fitosanitarios, es fundamental la detección temprana de la plaga, actuando rápidamente sobre los focos localizados, mojando muy bien las zonas afectadas y utilizando productos adecuados, así como autorizados en el cultivo.

Otra opción válida a la hora de llevar a cabo los tratamientos es emplear productos naturales, basados en sustancias no sintéticas. Generalmente, son productos a base de aceites, jabones, extractos naturales de plantas o de microorganismos como, por ejemplo, hongos. Este tipo de insecticidas ofrecen algunas ventajas, ya que no causan daños al medio ambiente ni a los enemigos naturales, proporcionan frutos inocuos, no favorecen la resistencia de los áfidos, etc. Por tanto, son los sustitutos ideales para los plaguicidas químicos tradicionales (Nava et al., 2012).

Lo que es evidente es que el control de los pulgones, no solamente en los frutales como el almendro, sino en cualquier cultivo, resulta sumamente complicado por las características tan especiales de esta plaga, siendo necesaria la combinación de todas las técnicas disponibles que sumen en la lucha frente a este temible enemigo de las plantas.