15/05/2025

Revista InfoAgro México

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Efectos del Boro y Calcio en la Zanahoria

Efectos del boro y del calcio en 

el rajado de la zanahoria 

 

  1. Introducción
  1. Qué son las fisiopatías y cómo afectan
  1. Rajado de la zanahoria
  1. 4. Uso de boro y calcio en el cultivo

 

  1. Introducción

 

La zanahoria, como cualquier cultivo, precisa el aporte correcto de fertilizantes. Dicho aporte es uno de los factores que puede provocar algunas fisiopatías si se produce de manera inadecuada, ya sea por exceso, por defecto o por dosificación irregular. Dos de los elementos que influyen en la aparición y el desarrollo de grietas o rajaduras en los tubérculos son el calcio y el boro, los cuales se recomienda que sean aplicados al cultivo para reducir la incidencia de esta fisiopatía, que puede suponer un problema, en combinación con otros factores que la agraven, como los climáticos o de manejo.  

 

  1. Qué son las fisiopatías y cómo afectan

 

La mayoría de problemas reconocidos en el cultivo responden a la incidencia de organismos vivos, responsables de plagas y enfermedades, principalmente insectos, hongos y bacterias. Sin embargo, existen otras afecciones que son debidas a factores abióticos, como pueden ser los de origen climático, de manejo, del terreno y más.  

 

Es el caso de las denominadas fisiopatías, las cuales pueden ser definidas como una alteración funcional de la planta no causada por organismos vivos. Esto supone una cierta dificultad añadida a la hora de realizar un diagnóstico certero, sin el cual será bastante complicado revertir la situación problemática que origina estos daños en el cultivo.  

 

En ocasiones, un síntoma concreto puede ser debido a la interacción de varias causas, siendo algunos ejemplos que causan ciertas fisiopatías, los siguientes: 

 

– Estrés hídrico o falta de agua. Suele corresponder con aportaciones irregulares de agua o ausencia de las mismas en periodos críticos en los que el recurso es muy necesario para la planta, lo que puede afectar a procesos importantes como floración, cuajado, formación y desarrollo del producto a cosechar, además de su aspecto y tamaño, entre otros. 

 

– Exceso de riego. Un mal manejo del riego, con volúmenes de agua demasiado elevados, puede originar asfixia radicular si el agua llega a ocupar de forma permanente los huecos del suelo ocupados por el aire. De este modo, las raíces no dispondrán de oxígeno y no podrán realizar sus funciones vitales, terminando en la pudrición del sistema radicular que también afectará a la parte aérea del cultivo. 

 

– Efectos de la salinidad. Es un factor que afecta de formas muy diversas, desde provocar un fuerte estrés a la planta por no poder absorber toda el agua que necesita hasta afectar sus procesos metabólicos y, en última instancia, reducir los rendimientos de ésta. Los síntomas son diversos, como un menor tamaño, una coloración más pálida y amarillenta del follaje, quemaduras en los bordes de las hojas, reducción y arrugamiento de las partes cosechables, etc. 

 

– Influencia del entorno o ambiental. Las condiciones climáticas adversas son importantes, así como las del entorno del cultivo, dependiendo si se encuentra al aire libre o protegido, donde las situaciones ambientales son muy distintas, afectando al crecimiento de la planta, provocando posibles fitotoxicidades, quemaduras foliares, rizado y desarrollo irregular de las hojas, etc. 

 

– Acción de los fertilizantes. El nitrógeno es el más determinante, siendo crucial en el crecimiento vegetativo de la planta y en la síntesis de la clorofila. Por esto, su aportación al cultivo debe ser adecuada, evitando, tanto excesos como carencias. A este respecto, la falta de nitrógeno puede provocar falta de desarrollo y rendimiento, además de síntomas como amarilleamiento de las hojas o escaso porte de la planta, entre otros. Por el contrario, un abonado excesivamente nitrogenado puede incurrir en fisiopatías de tipo rajado, habitual en el cultivo, o también, generar plantas demasiado tiernas con predisposición al ataque de plagas y enfermedades. 

 

Por tanto, es fundamental prestar atención a los factores que rodean al cultivo, desde la climatología hasta la gestión agronómica del mismo, porque las incidencias adversas pueden dar lugar a daños que, no siempre pueden reconducirse. 

 

  1. Rajado de la zanahoria

 

Las zanahorias, normalmente, se ven afectadas por rajados (grietas o rajaduras), de mayor o menor profundidad y longitud, que afectan a su calidad agronómica, mermando su valor comercial. Algunos autores (Jefferies y MacKerron, 1987; Hiller y Thornton, 2008; Chamorro, 2017) señalan como principales factores de esta fisiopatía a los que provocan un crecimiento brusco del tubérculo, destacando:  

 

  • Cambios de estación, normalmente de seca a lluviosa. 

 

  • Fluctuaciones en la humedad del suelo, especialmente en condiciones de sequía que experimentan una aportación súbita de agua, por riego o lluvia. 

 

  • Rapidez en la absorción de agua y nutrientes, especialmente el nitrógeno. 

 

  • Fluctuaciones en las condiciones ambientales, principalmente la temperatura y la humedad del aire. 

 

  • Reducciones bruscas de la salinidad, tanto en el riego como en el terreno, medida a través de la conductividad eléctrica. 

 

  • Elevados o irregulares aportes de fertilizantes, sobre todo de nitrógeno. 

 

  • Bajos niveles de boro en el suelo.   

 

  • Densidades de siembra amplias, con plantas que resulten demasiado distanciadas. 

 

Considerando lo anterior, es preciso controlar estos parámetros para evitar, o reducir lo máximo posible, la gravedad de dichas grietas o rajados en esta raíz tuberosa que es la zanahoria.   

 

  1. 4. Uso de boro y calcio en el cultivo

 

Se ha comentado anteriormente la importancia que tiene el nitrógeno en el cultivo, cuyo aporte debe ser equilibrado y correcto, sin demasiados excesos ni tampoco defectos, los cuales pueden provocar las denominadas fisiopatías, con sus correspondientes daños, como sucede en el caso del rajado de la zanahoria. 

 

Sin embargo, todos los elementos nutricionales resultan esenciales en la alimentación de las plantas, de manera que si algunos de éstos se encuentran en un considerable estado de carencia se va a producir algún problema en el cultivo y, por tanto, en la cosecha del mismo. Dos ejemplos claros son el calcio y el boro, cuyas funciones y consecuencias de su déficit vemos a continuación. 

 

El papel del boro en la planta implica, según Chamorro (2017):  

 

  • Mantener un equilibrio entre el azúcar y el almidón, participando en la translocación del azúcar y los carbohidratos.  

 

  • Ser importante en los procesos de la polinización y la producción de semillas.  

 

  • Participar de manera decisiva en la división de la célula, el metabolismo del nitrógeno y la formación de proteínas, entre otros.  

 

Por otro lado, para Builder (s/f), la deficiencia de este microelemento en las plantas supone:   

 

  • Formación fallida de yemas florales, brotes secos, entrenudos cortos, deformaciones, baja viabilidad del polen y desarrollo estéril de semillas, entre otros.  

 

  • Crecimiento deficiente de las raíces, especialmente con una menor producción de secundarias.  

 

  • Disminución del desarrollo, así como deformaciones, en las zonas de crecimiento.  

 

  • Clorosis en las hojas más jóvenes, seguida de necrosis de los meristemos.  

 

  • Disminución y deformación de la superficie foliar.  

 

  • Grietas en tallos y en partes cosechables, que pueden presentar una forma irregular.  

 

  • Disminución de la actividad de las enzimas redox (catalasa, peroxidasa y polifenoloxidasa). 

 

  • Reducción de la resistencia a las infecciones.  

 

En cuanto al calcio, es un componente fundamental para una óptima formación de la estructura del suelo, entre los que se encuentran las arcillas, la materia orgánica y el propio calcio, que forma “puentes” con los anteriores conformando los agregados del suelo y evitando su degradación por la acción de la maquinaria o de la erosión (Sanabria, 2010).   

 

Para dicho autor, esta propiedad del calcio genera un fuerte impacto en la aireación del suelo, permitiendo así la vida de la microfauna aeróbica, que logra un efecto beneficioso en la rizosfera de la planta. Además, tiene una gran influencia en el aprovechamiento de otros nutrientes, influyendo notablemente en la salud de la planta, tanto del sistema radicular como de la parte aérea, siendo la única alternativa para combatir toxicidades provocadas por excesos de aluminio en el suelo. Algunas de las funciones que promueve la presencia de calcio en las plantas son (Chamorro, 2017): 

 

  • Origina el alargamiento celular.   

 

  • Participa en la regulación estomática. 

 

  • Favorece los procesos metabólicos de absorción de otros nutrientes. 

 

  • Fortalece la estructura de la pared celular, de la cual el calcio es una parte esencial, formando pectatos.    

 

  • Participa en los procesos enzimáticos y hormonales.   

 

  • Ayuda a proteger la planta frente al estrés por altas temperaturas (inducción de proteínas de choque térmico).    

 

  • Promueve la defensa de la planta contra la acción de patógenos, ya que diversos hongos y bacterias secretan enzimas que deterioran la pared celular de los vegetales. 

 

  • Mejora y refuerza la calidad de la hortaliza cosechada. 

 

Por ello, viendo la importancia que tienen estos dos elementos en los cultivos en general, es conveniente mencionar el estudio llevado a cabo por Chamorro (2017) sobre la aplicación de éstos en la zanahoria, en el que se pueden destacar las siguientes conclusiones 

 

  • Tanto la aplicación de óxido de calcio como en combinación con ácido bórico ha mostrado un mayor control en la incidencia y severidad del rajado en los tubérculos.  

 

  • Igualmente, ambos tratamientos han generado un mejor comportamiento agronómico del cultivo en aspectos como la altura de la planta, el diámetro, la longitud y el peso de los tubérculos, así como en el rendimiento por unidad experimental.  

 

  • Asimismo, han ofrecido una mayor rentabilidad económica, como consecuencia de una calidad y producción superiores.  

 

Por lo tanto, es muy recomendable realizar aplicaciones de boro y de calcio, en sus distintas formulaciones, al cultivo de zanahoria con el objetivo de reducir la fisiopatía del rajado, alcanzando así una producción de calidad.