09/11/2024

Revista InfoAgro México

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El mildiu velloso en la coliflor

El mildiu velloso en la coliflor

1.-Introducción

2.-Síntomas de la enfermedad

3.-Dispersión del patógeno

4.-Medidas de control

 

  1. Introducción

La enfermedad conocida como mildiu velloso está causada por el hongo Peronospora parasitica, estando catalogada como una de las enfermedades más devastadoras para los productores de la familia de las brasicáceas del mundo. Todos los cultivos de esta familia (también denominadas crucíferas) son susceptibles a la infección de este organismo fitopatógeno, el cual puede causar terribles daños en las plantaciones de coliflor, así como en las de este grupo (brócoli, repollo, col, etc.) Si las condiciones son óptimas para su desarrollo el control de este hongo resulta, prácticamente, imposible. Por ello, deben extremarse las precauciones en estos cultivos si se tiene constancia de antecedentes epidemiológicos y/o condiciones favorables para su aparición.

 

  1. Síntomas de la enfermedad

Todas las partes de la planta pueden verse afectadas por el mildiu velloso. En las hojas jóvenes, puede reconocerse su presencia por la aparición de manchas oscuras con formas irregulares y aspecto de malla en la parte inferior de las mismas, mientras que en la parte superior desarrolla manchas oscuras similares en la forma, que van acompañadas de un amarillamiento de la hoja (McAvoy, 2010).

En las hojas maduras, las manchas se unen, generando una mayor área afectada. Además, se muestra como marcas bronceadas, tipo hendiduras. Asimismo, en la parte inferior de éstas se hacen visibles manchas blancas-grises, especialmente cuando las hojas están mojadas (McAvoy, 2010).

Por su parte, Linardelli et al. (1999), en cultivos de coliflor de Argentina, observaron un menor tamaño de las plantas. En estos cultivos, el ataque se inició en la cara inferior de las hojas con la aparición de puntos necróticos con un diámetro inferior a 1 mm, rodeados de un halo grisáceo. Los mismos síntomas se mostraron en la cara superior.

Posteriormente, dichos puntos continuaron manifestando el halo, o zona clorótica, irregular y de borde difuso, que superaban los 3 mm de diámetro, que amarilleaban después. Estas manchas ocupaban todo el limbo foliar, siempre viéndose delimitadas por las nervaduras, estando más cercanas a la central. Según estos autores, en estados más avanzados, las zonas necróticas ocupaban grandes áreas del limbo.

De este modo, las hojas atacadas amarillean, se necrosan y quedan adheridas a la planta hasta el final de ciclo, o caen al suelo. En la cara superior, el color amarillo es menos intenso, siempre delimitado por las nervaduras primarias y secundarias (mosaico).

En cuanto a las cabezas de la coliflor (y también del brócoli), aparecen áreas oscuras en el exterior de sus tejidos, pudiendo agravarse los síntomas si la infección se vuelve sistémica, donde los tejidos internos también adquieren los tonos oscuros, incluso en los tejidos del tallo (McAvoy, 2010).

Para Linardelli et al. (1999), igualmente se observan manchas de color pardo y bronceado en las cabezas de la coliflor, que comienzan siendo pequeños puntos necróticos, haciéndose después confluentes. También se detiene el crecimiento, produciéndose deformaciones y achatamientos. En otras partes de la planta, las manchas pueden resultar similares a las de las hojas, aunque pueden provocar hinchamientos y otras malformaciones de los tejidos.

Diversos autores (Marchionatto, 1948; Chupp y Sherl, 1960; Talame y Piccirillo, 1995) inciden en la severidad de Peronospora parasitica sobre plántulas, que resulta mucho más dañina cuando presenta la primera hoja verdadera. En este estado inicial, la infección puede atrofiar la planta y causarle la muerte.

La gravedad de los daños que causa en los cultivos es grande, ya que la enfermedad ataca a hojas, tallos e inflorescencias, provocando serias pérdidas, al afectar a la parte cosechable, disminuyendo la producción y eliminando su valor comercial, pudiendo arrasar la mayor parte de la parcela si las condiciones son favorables para el hongo (Linardelli et al., 1999).

  1. Dispersión del patógeno

Como hongo parásito, se ve favorecido por unas condiciones de elevada humedad, donde la temperatura y el exceso de agua tienen un papel muy importante en la diseminación y la reproducción del patógeno (Chupp y Sherl,1960; Smith et al., 1992). Por tanto, situaciones en las que aparezcan nieblas densas, lloviznas o estructuras protegidas donde el rocío permanezca largo tiempo pueden ser más favorables que una lluvia intensa. Asimismo, los riegos por aspersión también van a favorecer el desarrollo del mildiu en los cultivos.

Según McAvoy (2010), la producción de esporas puede darse en un rango de temperatura comprendido entre 4 º y 29 º C, incrementándose en el intervalo de 11 º a 16 º C. De este modo, cuando las esporas entran en contacto con las hojas mojadas, germinan y penetran en el tejido vegetal. Bajo condiciones ideales, los síntomas se manifiestan en 3 – 4 días después de la infección. Sin embargo, el desarrollo de la enfermedad es progresivamente más lento si las condiciones son menos favorables.

Para Smith et al. (1992), el hongo se desarrolla más rápidamente durante la noche, en un rango de temperaturas que está entre 8 º y 16 º C durante un periodo superior a 4 horas, en varias noches sucesivas, siempre que la temperatura diurna no supere los 24 º C. Además, el ciclo asexual se completa muy pronto, en 3 – 4 días a 20 º C y una humedad relativa elevada. Igualmente, temperaturas inferiores a 15 º C parecen óptimas según estos autores, ya que favorecen la esporulación, la germinación y la infección.

Es preciso señalar que este fitopatógeno sobrevive en el suelo en forma de oosporas, en restos de plantas huésped, siendo probablemente el origen de las infecciones primarias a partir de esta fuente de contagio (Smith et al., 1992).

También se ha sugerido, en ciertos casos, la posible infección a partir de la semilla. De hecho, se han realizado ensayos con semillas de crucíferas comerciales bajo condiciones de asepsia para determinar la presencia y/o ausencia de Peronospora parasitica (Smith et al., 1997), pero en ningún caso se encontró el patógeno, aunque puede ser atribuible a diferentes razones como: ausencia de infección en las semillas tratadas, baja frecuencia (no detectada) de trasmisión por la semilla, ausencia de oosporas o fracaso para obtener semillas infectadas que produzcan síntomas en las plántulas (Linardelli et al., 1999).

  1. Medidas de control

 

El mildiu velloso es una enfermedad muy temida por su rapidez de dispersión, por los graves daños que causa a los cultivos y por la dificultad de control que supone, entre otras causas. Cuando los síntomas aparecen, prácticamente el único medio empleado son los tratamientos fitosanitarios con productos fungicidas, los cuales deben aplicarse de manera precoz y eficaz.

Estas aplicaciones son fundamentales para mantener la sanidad del cultivo. Sin embargo, se pueden llevar a cabo un conjunto de acciones que también pueden ser tremendamente importantes y que ayudarán en el control de la enfermedad. Algunas de éstas son:

  • Las características de las plantas, es decir, si son muy tiernas y vigorosas, en cuyo caso son más susceptibles a padecer la enfermedad.
  • El manejo del cultivo, donde una fertilización excesivamente nitrogenada, con un bajo balance en la relación con el potasio, puede ser determinante. También, la gestión del agua de riego y/o ambiental es esencial, ya que un exceso de humedad en el entorno de las plantas favorecerá, sin duda, la aparición del mildiu. Mención especial merecen los sistemas por aspersión.
  • La presencia de la enfermedad en parcelas cercanas o en ciclos anteriores es importante porque supone una fuente de infección bastante peligrosa para el cultivo actual.
  • Las condiciones climáticas, obviamente, resultan cruciales, especialmente las épocas de lluvias, nieblas o rocíos, donde aumentan las posibilidades de contraer y dispersar la enfermedad.
  • Las malezas adyacentes deben ser eliminadas para evitar que sean una fuente de contagio ante la posibilidad de albergar las esporas reproductivas de parasitica.
  • La rotación de cultivos en la que se intercalen otras especies vegetales distintas a las crucíferas puede romper el ciclo reproductivo del hongo, disminuyendo así las opciones de infección.

Volviendo a la aplicación de fungicidas, que es la medida más utilizada cuando la situación se pone fea, es recomendable tener en cuenta algunos aspectos para mejorar la eficacia de los tratamientos anti-mildiu, destacando:

  • Aplicación de tratamientos preventivos cuando las condiciones del entorno del cultivo son favorables a la aparición de la enfermedad, especialmente si hay antecedentes de ésta en la parcela.
  • Uso de productos específicos que incidan sobre la especie de hongo patógeno en cuestión.
  • Estrategia adecuada de tratamientos (mezcla y alternancia de fungicidas, dosis, momentos de aplicación, maquinaria utilizada, técnica de aplicación, etc.), es fundamental para mejorar la eficacia.
  • Continuidad de los tratamientos cuando el mildiu ha aparecido en las plantaciones, ya que es muy rápida su dispersión y no se deben distanciar las aplicaciones demasiado porque entonces sería tarde.

 

  • Respeto de las instrucciones de uso del fabricante, es preciso cumplirlas, así como las recomendaciones de aplicación del técnico especializado, ingeniero agrónomo o similar.

 

Por tanto y, como conclusión final, ha quedado bastante claro que el mildiu velloso que afecta a la coliflor, en particular, y a las crucíferas, en general, es una enfermedad muy peligrosa, con una gran capacidad de dispersión en la mayoría de parcelas de cultivo del mundo, que resulta muy difícil de controlar y que puede llegar a causar pérdidas muy importantes a los productores de estas Brassicas.