02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Escaldadura foliar

Escaldadura foliar, difícil de controlar

1. Introducción

Lo mismo que sucede con las plagas, la incidencia de ciertas enfermedades en el cultivo de la caña de azúcar supone un condicionante importante que afecta a su rentabilidad, al reducir la producción final. Los principales microorganismos que causan enfermedades a las plantas cultivadas son virus, hongos y bacterias. Atendiendo a estas últimas, los géneros bacterianos más importantes que llegan a afectar al cultivo de caña de azúcar son Xanthomonas y Clavibacter, las cuales ocasionan pérdidas significativas en las parcelas. Dentro del género Xanthomonas, se encuentra X. albilineans. Esta bacteria provoca la enfermedad, comúnmente conocida como la «escaldadura foliar», la cual está considerada una de las enfermedades más importantes en este cultivo. La vigilancia y prevención resultan fundamentales a la hora de reducir los daños causados por esta bacteria fitopatógena.

2. Evolución histórica de la enfermedad

Actualmente, esta enfermedad bacteriana tiene una amplia distribución mundial, afectando a un gran número de países productores de caña de azúcar. Davis y Rott (2000), la situaban en más de 65 países. Por ello, conviene hacer un breve recordatorio desde su inicio, pasando por diversas áreas geográficas donde ha ido apareciendo a lo largo del tiempo. Dicha revisión cronológica corresponde a Jiménez et al. (2004).

North, en el año 1911, la reportó por primera vez en Australia (North, 1926). En el año 1930, fue descrita en Hawái, constituyéndose como la enfermedad más importante en el cultivo (Martín et al., 1961). Posteriormente, en Brasil (1945), se realizó la primera detección de su incidencia (Arruda y Amaral, 1945). Más tarde, en 1961, apareció en las Guayanas británica y holandesa (Martín et al., 1961). En 1966, se produjo el primer reporte de la enfermedad en Puerto Rico (Pan et al., 1997).

Ya, en el continente americano, fueron observados síntomas de la escaldadura en algunas variedades en Florida, Estados Unidos (Koike, 1968) y, en ese mismo año, se reportaron las variedades “B49119” y “B4362” como altamente susceptibles a la enfermedad. Del mismo modo, en Trinidad, se detectó en plántulas de la serie “BT66” (Ogler y Goberdhan, 1970). Igualmente, en Panamá, se observó que las variedades «Cristal», «B4362», «B34104», «B42231» y «POJ2714» eran susceptibles a la escaldadura. Asimismo, fue detectada a partir de 1973 en plantaciones comerciales y experimentales de caña en Venezuela (Ordosgoitti et al., 1977).

En Guatemala y México, se identificó por primera vez a X. albilineans en el año 1992 (Irvine y Amador, 1993). Un año después, en 1993, se señaló de forma inicial, en Luisiana, Estados Unidos, lográndose establecer que la enfermedad podía causar pérdidas económicas y de calidad que resultaban significativas en los campos comerciales de caña (Grisham y Legendre, 1993). De manera contemporánea, en 1993, se observaron los síntomas característicos sobre las hojas del híbrido “LCP 82-89” en Texas, Estados Unidos, donde se realizaron aislamientos de tejidos que mostraban dichos síntomas sobre medios selectivos y se desarrollaron colonias típicas de Xanthomonas albilineans (Isakeit e Irvine, 1995).

Al año siguiente, en 1994, se registró por primera vez la presencia de la escaldadura de la hoja en Colombia, observándose que la variedad “CC85-92” presentó la más alta incidencia (Guzmán et al., 1997). En diciembre de 1995, diversos síntomas de la enfermedad fueron detectados en el cultivar “B64277” en Francia (Feldmann y Daugrois, 1997). Finalmente, se reportó la presencia confirmada de esta bacteria fitopatógena en los campos de Cuba en el año 2000, cuyos síntomas típicos fueron observados en colecciones de germoplasma y en algunos campos comerciales, comprobándose la presencia de este agente causal en 150 aislamientos de distintas localidades (Díaz et al., 2000).

Al día de hoy, la presencia de Xanthomonas albilineans, causante de la escaldadura foliar de la caña azucarera, está muy distribuida por numerosos países productores de este cultivo.

3. Síntomas, transmisión y daños

Foto extraída de gob.mx

El síntoma más característico y que da el nombre a esta enfermedad es la muerte de tejido foliar con apariencia de quemazón en las puntas de las hojas, curvándose hacia arriba o hacia abajo (Melgar et al., 2014). No obstante, se pueden presentar diferentes síntomas, dependiendo de la fase en la que se encuentre la enfermedad, distinguiéndose fundamentalmente:

– Fase crónica, cuyo síntoma mayoritario es la presencia de líneas finas (aproximadamente 0.5 mm de ancho), con bordes bien definidos que se desarrollan en las nervaduras secundarias de las hojas y que forman ángulos cerrados con la nervadura central. Generalmente, son largas y de color blanquecino o amarillento en su inicio, mostrando con posterioridad secciones rojizas intercaladas con otras de color amarillento (Martín et al., 1961; Ovalle, 1997). Este tipo de líneas se originan a partir de infecciones provenientes del tallo y a través de las nervaduras centrales de las hojas, aunque, a veces, no proceden de ahí, sino de infecciones que se inician en los bordes de las hojas a través de los hidátodos, en cuyos casos, las líneas tienden a ser más anchas y con bordes irregulares (Melgar et al., 2014).

Otro síntoma de la fase crónica es la aparición de brotes laterales, que se desarrollan desde abajo hacia arriba, comenzando en la base del tallo o en su parte media que, en la mayoría de los casos, van disminuyendo el tamaño conforme se va ascendiendo a lo largo del tallo (Martín et al., 1961; Vázquez y Ramallo, 2004), al contrario de las que se desarrollan por efecto de maduradores químicos, como Glifosato y Fluazifop butil, o por daños en el meristemo apical.

Además, se puede apreciar en la parte interna de los tallos, un cambio de color de los haces vasculares, los cuales muestran un color rojo claro al inicio que se va oscureciendo después. Dicho cambio de color comienza en los nudos y se extiende hacia los entrenudos (Martín et al., 1961).

En plantas jóvenes enfermas también se puede observar dicha coloración rojiza en los haces fibrovasculares, especialmente en la región nodal, y un acortamiento de los entrenudos (Jiménez et al., 2004).

– Fase aguda en la que se puede producir la muerte súbita de la planta, cambiando de su color normal a un color rojo oscuro y morir repentinamente. Este hecho puede aparecer por cambios bruscos ambientales, como los provocados al pasar de una situación húmeda (época de precipitaciones) a otra seca (época de sequía), aunque ciertamente se limita a variedades altamente susceptibles (Ricaud y Ryan, 1989; Frison y Putter, 1993; Victoria et al., 1994; Davis y Rott, 2000).

Foto extraída de: gob.mx / Philip, R 2012

Por lo tanto y, de forma general, la escaldadura puede presentar síntomas diversos, especialmente en su fase crónica, debido a su actividad sistémica (Flores, 1997). Estos síntomas han sido descritos por varios autores (Ogler y Goberdhan, 1970; Ordosgoitti et al., 1977; Comstock, 1992; Irvine y Amador, 1993; Isakeit e Irvine, 1995; Feldmann y Daugrois, 1997; Díaz et al., 2000).

Es importante saber que, en la fase de latencia, las plantas infectadas pueden carecer de síntomas externos durante largos periodos, semanas o meses, lo que dificulta su diagnóstico y favorece la diseminación de la enfermedad (Rott et al., 1997; Davis y Rott, 2000).

Dicha transmisión ocurre, principalmente, por el uso de “trozos de semilla” infectados, así como por herramientas contaminadas con la bacteria durante las labores del campo o el corte en la cosecha (Martín et al., 1961). También, pueden darse por la acción combinada del viento y las lluvias abundantes, rompiendo los tejidos de tallos infectados y permitiendo la exposición a Xanthomonas albilineans, que es transportada por el agua y el viento (Autrey et al., 1991). Este tipo de transmisión se ha asociado de la misma manera a las infecciones que ocurren a través de los hidátodos en el proceso de gutación (Melgar et al., 2014).

     Evaluando lo anterior, debe considerarse a esta enfermedad bacteriana un problema relevante en el cultivo de la caña azucarera, sobre todo, teniendo en cuenta los condicionantes que favorecen su dispersión, como los ambientales y los relacionados con las labores de cultivo. De este modo, supone una importancia económica al afectar varios aspectos relevantes en la producción, como son (Whittle, 1980):

  • Efectos directos en el rendimiento, debido a la reducción del peso de las cañas y al contenido en azúcar (superior al 20 %, según Swings y Civerolo, 1993) en las variedades susceptibles.
  • Pérdidas indirectas por la reposición de variedades, valiosas o por la imposibilidad de incrementar una variedad nueva que resulta susceptible. De hecho, la escaldadura ha provocado la eliminación de variedades comerciales con un alto potencial productivo.
  • Problemas de cuarentena, debido a la incapacidad de poder detectar de forma confiable al patógeno en su forma latente y no contar con un método de erradicación totalmente eficaz.

Así pues, los daños ocasionados por la bacteria Xanthomonas albilineans pueden resultar realmente devastadores, especialmente en su fase aguda, donde se han estimado pérdidas económicas muy elevadas, llegando a alcanzar el 90 %, incluso el 100 % (Swings y Civerolo, 1993; Díaz et al., 2000)

4. Medidas preventivas

Desde el punto de vista agronómico, la presencia de patógenos es uno de los factores limitantes que se presentan en la producción de caña de azúcar. Dentro de esta limitación, las bacterias fitopatógenas constituyen uno de los problemas más difíciles de controlar, debido a que, una vez establecidas en el campo, resulta muy difícil su erradicación (Grisham y Legendre, 1993).

Por esto, no hay demasiadas medidas de control, aunque sí se puede intentar aplicar una serie de medidas preventivas para reducir, en la medida de lo posible, su incidencia en el cultivo y que no provoque daños elevados en la producción y en la calidad del producto cosechado. Algunas de las medidas empleadas son:

  • Uso de variedades ciertamente tolerantes a la enfermedad. Existen estudios sobre la susceptibilidad y el comportamiento de algunas variedades de caña de azúcar frente a la escaldadura foliar, como el realizado por Jiménez y Contreras (2009). La mayoría de variedades resistentes a esta enfermedad pueden mostrar algunos síntomas cuando son inoculadas, sin sufrir efectos en la producción (Melgar et al., 2014).
  • Utilización de material de siembra certificado, que ofrezca ciertas garantías de sanidad vegetal antes de comenzar el desarrollo de las plantas.
  • Labores de vigilancia en las plantaciones, donde pueda ser identificada la enfermedad, en el caso de mostrar algunos síntomas.
  • Empleo de métodos eficaces de diagnóstico, que resultan indispensables (Iglesia et al., 2003). En las últimas décadas se ha incrementado la aplicación de métodos inmunológicos, siendo uno de los más extendidos el test Elisa, por ser más rápido y preciso (Peralta et al., 2001). También, se ha sugerido una combinación de aislamiento en medio de cultivo y el uso de técnicas serológicas para la detección eficiente de X. albilineans (Comstock e Irey, 1992).
  • Medidas higiénicas en el cultivo, que reduzcan el desarrollo y la dispersión de la bacteria. El uso de materiales, ropas y herramientas, previamente desinfectadas, puede ser una ayuda profiláctica y preventiva frente al patógeno.

En cuanto a algún método de control, se ha venido utilizando el tratamiento hidrotérmico para eliminar las infecciones, que consiste en la inmersión de los trozos de semilla en una corriente de agua a temperatura ambiente durante 48 horas, seguido de otra inmersión en agua a 50 º C durante 3 horas (Steindl, 1971; Frison y Putter, 1993). Igualmente, se han empleado otras inmersiones en disoluciones de agua con sustancias de actividad bactericida, aunque nada definitivo. Sin duda, la evolución de este agente fitopatógeno supone una seria amenaza para las plantaciones de caña en cualquier lugar donde se encuentren.