02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Factores que interactúan en el cultivo de caña

  Factores que interaccionan con el rendimiento del cultivo

1. Introducción

El objetivo principal de cualquier agricultor es obtener el mayor rendimiento posible de su cultivo. La caña de azúcar no es una excepción, siendo una de las motivaciones principales del productor de caña, conseguir y mantener en el tiempo una óptima productividad que ofrezca, además, una buena calidad y, si es posible, con los menores problemas añadidos. Sin embargo, para alcanzar estas metas resulta fundamental conocer el cultivo cañero y, no menos importante, resulta saber qué factores de su entorno influyen de manera determinante en el crecimiento del cultivo y, por tanto, en su producción final. De este modo, las técnicas de manejo deben ser aplicadas en función de estos factores del entorno que van a marcar el desarrollo del mismo.

2. Factores que influyen en el cultivo

El rendimiento de un cultivo es consecuencia de la interacción de múltiples variables cuyo tipo, magnitud e intensidad, son función de las características del marco físico y socioeconómico de cada terreno o sitio de interés (SAGARPA – CONADESUCA, 2015). Por tanto, el cultivo de la caña de azúcar puede estar influenciado por una serie de factores que pueden agruparse, principalmente, en cuatro grupos: factores climáticos, factores edáficos, factores agronómicos y factores humanos.

2.1. Factores climáticos

El clima tiene una influencia decisiva sobre cualquier cultivo, igualmente sucede con la caña de azúcar, donde las principales variables son: humedad, temperatura y luminosidad. Estos componentes climáticos pueden afectar de manera significativa al crecimiento del cultivo.

– Humedad

Mantener un nivel adecuado de humedad es muy importante para la caña de azúcar. En tal sentido, un régimen óptimo de lluvia puede rondar los 1,500 mm, teniendo en cuenta que la planta utiliza de 50 a 100 m3 de agua para producir una tonelada de caña (en peso fresco). Los excesos o los defectos de agua alteran el rendimiento del cultivo del siguiente modo:

  • Exceso: En condiciones de inundación o encharcamiento prolongado se daña el sistema radicular, afectando al crecimiento de las plantas.
  • Defecto: Cuando hay estrés hídrico, se frena el desarrollo vegetativo, especialmente de los tallos y aumenta el contenido de sacarosa.

En cuanto a la humedad relativa, si ronda el 80 %, unida a una abundante luminosidad durante el crecimiento vegetativo (> 25 MJ m-2), estimulará el crecimiento de los tallos debido a la formación y elongación de sus entrenudos, así como el ahijamiento. En cambio, durante la maduración se requiere un ambiente más seco (inferior al 65 %).

Por esto, es importante que en la planificación del cultivo se sincronicen sus fases críticas con las condiciones climáticas que sean más favorables como la maduración y la cosecha con el periodo de estiaje y las etapas de requerimiento hídrico con la etapa lluviosa.

– Temperatura

Es uno de los factores que más influye en el crecimiento de la plantación. La germinación de las cañas se ve afectada con valores inferiores a 25 º C y superiores a 38 º C. Por su parte, el crecimiento presenta un rango óptimo comprendido entre 26 º y 30 º C. Si durante cierta época del año la temperatura media es menor a 21 ° C, se retrasa el crecimiento de los tallos y aumenta la concentración de sacarosa. Esto también sucede cuando la oscilación entre las temperaturas medias diurnas y nocturnas es superior a 8 º C, siempre y cuando no se presenten factores que limiten el rendimiento.

La tasa fotosintética es fundamental para la formación de sacarosa, cuya temperatura óptima en la hoja es alrededor de 34°C. Si acontecen temperaturas altas durante la maduración, se altera la concentración de sacarosa, cuya molécula se disocia en fructuosa y glucosa, disminuyendo la acumulación de azúcares.

– Luminosidad (Radiación solar)

Independientemente de la temperatura, las hojas superiores interceptan más del 70 % de la radiación solar, por lo que el sombreo que se produce en las hojas inferiores hace que disminuya la producción de fotosintatos. Por esta razón, resulta esencial no poner una densidad de plantas demasiado elevada, para conseguir una mayor intercepción de radiación solar, que mantendrá más tiempo las hojas verdes en la planta, mejorando así la actividad fotosintética y una mayor acumulación de azúcares.

El proceso fotosintético es más intenso durante los primeros cinco meses de la caña de azúcar, siempre que no haya restricciones hídricas y se aporte una nutrición adecuada. Si estas necesidades están bien cubiertas puede producirse un aumento en los tallos de 2 – 3 cm diarios, según la variedad, durante la etapa de máximo crecimiento.

Por tanto, de forma general, si el cultivo está expuesto a un ambiente soleado y caluroso prolongado, con una alta incidencia de radiación solar y una adecuada precipitación, se pueden considerar condiciones favorables para un desarrollo adecuado de la caña de azúcar.

2.2. Factores edáficos

Son las condiciones del suelo que pueden repercutir en las plantas, afectando a la producción y a la calidad de la cosecha. Generalmente, se consideran las características relacionadas con la capacidad de almacenamiento de agua (densidad aparente, velocidad de infiltración, porosidad, textura, etc.), el contenido de materia orgánica (muy importante), la susceptibilidad a la erosión (hídrica o eólica), la fertilidad o las propiedades químicas (sales solubles, acidez, alcalinidad, etc.), entre otras.

Un factor decisivo para la conservación del suelo es el mantenimiento de su contenido orgánico, ya que al asociarse éste con los coloides inorgánicos (arcillas) forman agregados que le confieren al terreno una serie de propiedades beneficiosas para el comportamiento de la planta y su posterior rendimiento. Algunas son: el aumento de su capacidad de almacenamiento de agua, la resistencia contra el proceso erosivo, la facilidad de infiltración de los excesos de agua, la mejor asimilación de los elementos nutritivos, la reducción de los efectos negativos de determinadas sales, etc.

En lo que respecta a la fertilidad del suelo, se acepta internacionalmente que la planta de caña puede tolerar variaciones severas en la fertilidad y en el equilibrio nutricional, pese a lo cual, los rendimientos agroindustriales decrecen en la medida en que los niveles de fertilidad son bajos o mal equilibrados (Aguilar, 2011).

El pH es el indicador del nivel de acidez o alcalinidad del suelo y puede anticipar problemas potenciales para la producción de la caña de azúcar, ya sea por presencia de algunos elementos en concentraciones tóxicas como el aluminio, hierro y manganeso en ambientes ácidos (pH < 5.5) o disminución de la disponibilidad de algunos nutrientes en condiciones alcalinas (pH > 7.5), como es el caso del hierro, manganeso, zinc y cobre.

La salinidad excesiva también puede suponer un problema para las plantaciones cañeras. En este sentido, existen algunas áreas con problemas de suelos salinos que se localizan en pequeñas regiones en varios de los ingenios azucareros, lo cual es más frecuente en sitios donde predominan terrenos alcalinos y calcáreos.

Finalmente, en relación a los suelos, en el campo cañero de México, hay tres categorías que son relevantes y que inciden en la producción de caña: la topografía, el drenaje y la pedregosidad (CONADESUCA, 2010).

2.3. Factores agronómicos

Las variables que influyen sobre el cultivo pueden modificarse, hasta cierto punto, mediante determinadas prácticas de manejo que supongan una cierta adaptación en el lugar de la plantación cañera. Algunas de las más destacadas son: el uso de variedades mejoradas; los métodos de gestión del agua, ya sea de riego o para conservar la humedad en secano (temporal); el control fitosanitario (malezas, plagas y enfermedades), las técnicas de labranza, el uso de insumos (orgánicos o inorgánicos) o las prácticas de fertilización, entre otras.

Las distintas variables o factores que pudieran influir en el cultivo, van a determinar en gran medida el resultado final del cultivo, tanto en la cantidad como en la calidad. Por tanto, las técnicas de manejo aplicadas serán primordiales a la hora de aportar una adaptación que reduzca, en la medida de lo posible, los efectos negativos sobre el mismo. Dentro del manejo agronómico, se pueden destacar las siguientes: el riego, la nutrición, la sanidad vegetal y las labores culturales.

– Riego

El cultivo de caña requiere un nivel de humedad en el suelo que sea moderado, ni excesivo ni deficiente. Por ello, en la época de sequía debe aportarse agua mediante algún sistema de riego si no se dispone de él, o incluso, en el caso de tener uno, aumentar el número de sesiones de riego si fuera necesario, ya que un déficit hídrico severo puede afectar de manera negativa el rendimiento y producción de azúcar. Por el contrario, el exceso de agua también causa problemas.

Por ello, es fundamental saber aplicar adecuadamente las láminas de agua en cantidad, frecuencia y oportunidad. En tal sentido, se debe controlar el nivel de humedad del terreno para mantenerse siempre en un rango aceptable. También puede ayudar a mantenerlo un óptimo contenido de materia orgánica, que retendrá la humedad a la vez que evitará una pérdida excesiva del recurso.

– Nutrición

La aplicación de fertilizantes es una práctica agrícola que resulta fundamental para generar mayores cosechas, siempre que se realice de forma correcta y oportuna. Esta práctica tiene como objetivo primordial aportar aquellos nutrientes esenciales para las plantas que el suelo no puede proveer en la cantidad adecuada ni en el momento oportuno en que son demandados durante el ciclo de cultivo.

En condiciones normales, debe producirse una respuesta a la aplicación de los fertilizantes cuando la demanda del cultivo sea mayor a la que el suelo pueda aportarle, aunque es recomendable basarse en dos premisas a la hora de aportarlos: La primera es que existe un déficit de nutrientes y será corregido. La segunda es que los fertilizantes aplicados serán aprovechados por el cultivo con una cierta eficiencia.

– Sanidad vegetal (Plagas y enfermedades)

Uno de los problemas que pueden afectar de manera recurrente a las plantaciones es la presencia de malezas, plagas y enfermedades. En ocasiones, la presencia de plagas y enfermedades pueden ser el síntoma, y no la causa, de los problemas fitosanitarios, ya que estos organismos patógenos pueden estar alojados en las malezas. El lento crecimiento inicial del cultivo provoca el desarrollo de esta vegetación nociva que compite con el cultivo por agua y nutrientes, además de ser hospederas de una serie de patógenos que se convierten en plagas y enfermedades de la caña.

Para resolver esto, se puede implementar un programa de control, basado principalmente, en los tratamientos fitosanitarios y en el uso de variedades mejoradas, que estén adaptadas a la zona de cultivo, aportando así una serie de mejoras a las plantas frente a condicionantes que les supongan estrés y daños.

2.4. Factores humanos

Las decisiones humanas determinan de forma crucial el resultado final del cultivo, ya sea por las acciones directas por parte del agricultor o por repercusiones cuyo origen viene de decisiones externas al cultivo y al agricultor, pero que les afectan igualmente de manera notable. Atendiendo a estos criterios, se podrían dividir los factores que afectan, no solo al cultivo en sí, sino a la rentabilidad del sector, en los dos modos descritos:

– Decisiones del agricultor

Algunas van a afectar directamente al manejo del cultivo y pueden considerarse, en algunos casos, factores agronómicos. No obstante, ciertas actuaciones que puede realizar el cañero para mejorar su cultivo son: el conocimiento y la formación, el grado de atención, la supervisión, la inversión de tiempo y dinero.

– Consecuencias externas

También es cierto que otras decisiones, que tienen repercusiones importantes, son totalmente ajenas e independientes a la voluntad y a la capacidad de intervención del propio agricultor como, por ejemplo, los precios agrícolas, las ayudas estatales, la facilidad de concesión de créditos bancarios, la influencia de la política agraria, las tendencias del mercado, la disponibilidad de mano de obra o los precios de los insumos agrícolas, entre otros. Estos factores, basados en intereses y decisiones (humanas) van a influir de manera notable en la rentabilidad de los agricultores y en la sostenibilidad del sector.

Por lo tanto, las decisiones humanas, en este caso, de los profesionales del campo (y de otros externos), van a ser fundamentales para conseguir los objetivos prioritarios de producción y rentabilidad. Una fórmula que se practica con mucho éxito en países con gran capacidad de producción agrícola (Estados Unidos, Israel, Europa, etc.) es la aplicación del trinomio “productor – asesor – investigador”. Así pues, este debería ser el camino a seguir por las plantaciones cañeras de México (SAGARPA – CONADESUCA, 2015).