02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Trips en el ajo

[vc_row][vc_column][vc_custom_heading text=»1 Introducción»][vc_column_text]

Los trips son unos pequeños insectos que se constituyen como plaga en numerosas especies vegetales. Han adquirido una reconocida importancia por su incidencia en las hortalizas, siendo los cultivos más afectados: tomate, pimiento, pepino, berenjena, cebolla, ajo, papa y lechugas, entre otros. Puede ocasionar diversos daños de consideración variable, desde pequeños ataques de pocas consecuencias hasta graves daños que afectan al valor de los frutos y al volumen de producción de las plantaciones, viéndose así reducidas de manera considerable, ya que es un reconocido vector de virus. Por tanto, el control de estos individuos resulta fundamental si no se quiere que se convierta en un serio problema difícil de erradicar.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/3″][vc_custom_heading text=»2 Descripción y daños»][vc_column_text]

Según el INIFAP, en las plantaciones de ajo de Zacatecas pueden concurrir dos especies diferentes de trips que, si bien no causan excesivos problemas al cultivo, sí provocan una reducción y depreciación de la calidad del producto, así como de su valor comercial. Son las siguientes:

  • Trips de la cebolla (Thrips tabaci).
  • Trips occidental de las flores (Frankliniella occidentalis).

Ambas especies pertenecen al orden Tysanoptera. En general, el ciclo biológico del trip está compuesto por los seis estados: huevo, dos fases larvales, pre-pupa, pupa y adulto. Los huevos son de color blanco y tienen forma elíptica, los cuales son depositados en las hojas, pétalos y partes blandas de los tallos. Son introducidos en el tejido vegetal mediante el ovopositor de la hembra, parecido a una sierra.

Las larvas carecen de alas y muestran un color que va del blanco al verde amarillento, con una cabeza grande y unos ojos rojos brillantes. Causan daños en los tejidos vegetales debido a su alimentación.

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Estos individuos suelen pupar en el suelo, aunque también se pueden localizar en las hojas, en las flores o en otros lugares protegidos. Las pre-pupas y pupas presentan tonos del amarillo al marrón y se reconocen por sus esbozos alares en su fase inicial de desarrollo. En comparación, la pupa tiene unos esbozos alares más largos y desarrollados que la pre-pupa, así como unas antenas más largas que se curvan hacia atrás por encima de la cabeza. Estos dos estados no se alimentan y solamente se mueven si se les molesta.

Los adultos son alados, con colores que van del amarillo al tono café, dependiendo del tipo de alimento, con una pigmentación gris en los ojos. Sus antenas están compuestas por siete segmentos y llegan a medir 1 – 2 mm de longitud. Son muy activos y vuelan rápidamente cuando se sienten amenazados.

Según Reveles – Hernández et al. (2009), T. tabaci completa su ciclo biológico en 16 días si la temperatura media es de 25º C y en 11 si es de 30º C, pudiendo darse, por tanto, varias generaciones durante el ciclo de cultivo del ajo. En cebolla se ha mostrado que la longevidad promedio puede ser de 11.5 días, pudiendo la hembra depositar una media de 39 huevos durante su vida. En otros estudios se ha determinado que la temperatura umbral de desarrollo de esta plaga es de 11.5º C, siendo necesarias 78 unidades calor para que se desarrolle el huevo y 100 para completar el periodo desde la fase larvaria hasta el adulto.

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A este respecto, se ha establecido el concepto de “Unidades Calor” (UC) debido a que el ciclo biológico de muchos organismos depende estrechamente de la temperatura, el cual ha sido utilizado con éxito en la predicción del desarrollo de algunos de ellos. De la Fuente et al. (2014), la definen como “una unidad que combina el tiempo y la temperatura para estimar el desarrollo de un determinado organismo a partir de una etapa a otra en su ciclo de vida”.

En general, los trips no se alimentan directamente de la savia, sino que inyectan su propia saliva en los contenidos celulares de los tejidos superficiales, provocando su disolución y siendo ingeridos a través de su aparato bucal, lo que causa la muerte del tejido adyacente. Las manchas de color gris plateado y los puntos negros de sus segregaciones delatan su presencia en el cultivo. Otros síntomas muestran las hojas afectadas con las puntas secas y una coloración ceniza.

Como consecuencia del daño ocasionado, los tejidos se deshidratan y detienen el crecimiento, reduciéndose de este modo la superficie foliar para realizar la fotosíntesis como consecuencia de la pérdida de clorofila. Esto disminuye el vigor y el crecimiento de las plantas y en los casos donde se producen altas infestaciones de trips, las hojas pueden marchitarse y morir.

Los daños se acentúan en condiciones de sequía y, especialmente, cuando las plantas son más jóvenes. Además, no hay que considerar solamente las heridas ocasionadas en los tejidos vegetales, ya que estas heridas pueden servir como puntos de entrada para patógenos que causan enfermedades foliares (Mena, 2006; Orloff et al., 2008). A todo esto, hay que añadir su acción como vectores de virus, los cuales afectan a otros cultivos como por ejemplo el caso del TSWV de las solanáceas, principalmente en pimiento y en jitomate, o en el caso de la mancha amarilla del Iris que también afecta a la cebolla (Pérez y Rico, 2004; Goldberg, 2005). También es capaz de infestar otras plantas cultivadas como el chile y la cebolla, así como plantas silvestres como quelite y rodadora (Salas, 2003).

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=»7851″ img_size=»full»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/3″][vc_custom_heading text=»3 Medidas preventivas y de control»][vc_column_text]

Debido a determinadas características y comportamientos de este insecto, lo convierten en un enemigo difícil de combatir. Algunos ejemplos son los siguientes:

  • Gran capacidad de multiplicación, con una población formada fundamentalmente por hembras, las cuales son capaces de colocar entre 20 y 100 huevos.
  • Rápido desarrollo de las fases de larvas y pupas que, dependiendo de las condiciones ambientales, se producen en pocos días, completando así su ciclo de forma rápida.
  • Los huevos son depositados en el interior de los tejidos (hojas y/o pétalos), lo cual protege a las larvas cuando emergen de la aplicación de insecticidas de contacto.
  • La mayor parte de la población de trips se localiza en el cogollo de la planta, resultando ciertamente difícil su accesibilidad.
  • Mucha agilidad por parte de los individuos adultos que se mueven con una gran rapidez ante cualquier movimiento de su entorno.

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Teniendo en cuenta estos aspectos, y algunos más, el combate por medios químicos no resulta a veces demasiado eficaz (SAGARPA, 1998; Arrieche et al., 2006; Mena, 2006; Orloff et al., 2008; Zitter et al., 1989).

Como siempre, es necesario dar la importancia que merece a la aplicación de medidas preventivas que avisan de la presencia precoz de trips, así como de su nivel de incidencia en el cultivo. Para ello, suelen ser de mucha utilidad la instalación en las parcelas de ajo de placas adhesivas de colores que resulten atrayentes, por ejemplo, amarillas o azules. De este modo, los individuos quedarán pegados en dichas placas o cuartillas, aportando así una información de monitoreo ciertamente valiosa.

Otra medida similar, igualmente eficaz, es la plantación de especies vegetales autóctonas de cada región que atraigan a los trips. Si ésta se realiza anterior a la siembra del ajo, mejor. De esta manera, cuando las plántulas emerjan, las especies florícolas atrayentes estarán lista para realizar su función. Únicamente, habrá que inspeccionar de forma periódica estas plantas para llevar a cabo un control de la presencia o evolución de las poblaciones de trips presentes en la plantación.

El control biológico puede ser también una herramienta de combate frente a esta plaga, ya que existen de manera natural algunas especies de insectos que se alimentan de trips, como ácaros o chinches, entre otras.

Se han encontrado otras técnicas aplicadas en cultivos de cebolla que pueden ayudar a reducir la presencia de trips, como mantener niveles adecuados de humedad y de calcio en el suelo. Asimismo, es recomendable eliminar las malezas como los quelites, dentro y alrededor de las parcelas de ajo, para evitar que alberguen poblaciones considerables de esta plaga (Mena, 2006; Zitter et al., 1989).

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En lo que respecta al control químico, éste suele ser normalmente la primera opción elegida por el productor en cuanto ve algún indicio de la presencia de estos individuos. Sin embargo, ya hemos visto algunos aspectos que hacen difícil su eficacia. En este sentido, el criterio de intervención no resulta fácil. Según Reveles – Hernández et al. (2009), no se cuenta aún con información específica del umbral económico de los trips en ajo, pero se han obtenido evidencias en cebolla que pueden ser útiles. En los cultivos de cebolla en California se considera un umbral de 30 trips por planta en la etapa de formación del bulbo, pero este umbral puede ser menor en plantas jóvenes o, por el contrario, debe incrementarse si el desarrollo de las plantas supera la etapa de formación del bulbo.

Por otra parte, la aplicación de insecticidas, especialmente los de amplio espectro, tienen el inconveniente de eliminar a los enemigos naturales del trip, que podrían estar realizando un buen trabajo sin darnos cuenta, con lo que dicho tratamiento resultaría fatal, ya que no alcanzaría a la totalidad de la población de trips y sí eliminaría a sus enemigos naturales, dando como resultado un aumento exponencial de la plaga.

Por tanto, las aplicaciones con insecticidas deben planificarse teniendo en cuenta varios factores que intervienen en cada situación concreta. Algunas recomendaciones para mejorar los resultados de cara a los tratamientos serían:

  • Utilizar maquinaria en buen estado cuyo funcionamiento sea óptimo.
  • Enfocar el tratamiento a la base de la planta donde emergen las hojas y donde se encuentra la mayoría de los trips.
  • Llevar a cabo un mojado uniforme y correcto de la superficie del cultivo.
  • Realizar al menos dos aplicaciones separadas entre ellas cinco días para eliminar los individuos que han sobrevivido a la primera aplicación, incluidas las larvas que emergen de los huevos.

A todo lo anterior habría que añadir que siempre es recomendable un buen asesoramiento técnico por parte de personal cualificado, empleando materias activas autorizadas mediante las cuales debe llevarse a cabo una estrategia eficiente de combinación y rotación de las mismas.

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