Anatomía de la papa y sus requerimientos edafoclimáticos
- Introducción
- Partes de la planta
- Exigencias climáticas
- Requerimientos de suelo
- Introducción
La patata (o papa) forma parte de la familia de las solanáceas, del género Solanum, que está compuesto por muchas especies vegetales hortícolas como, por ejemplo, el tomate, el pimiento o la berenjena. Su nombre científico es Solanum tuberosum y esta especie se divide, a su vez, en dos subespecies: andígena, adaptada a condiciones de días cortos y cultivada principalmente en la zona de los Andes, y tuberosum, la variedad cultivada mayoritariamente en todo el mundo, adaptada a días más largos.
Es recomendable conocer las distintas partes de esta planta, tan importante hoy en día en el sector agrícola y gastronómico, para llevar a cabo un mejor manejo del cultivo. Sus necesidades ambientales básicas, como temperatura, luz y humedad, así como las exigencias edáficas que requiere, también son fundamentales a la hora de lograr un buen rendimiento de la plantación.
- Partes de la planta
Haciendo una sencilla y genérica descripción botánica de la papa, se puede decir que es una planta herbácea, dicotiledónea, anual, que se comporta como una especie perenne caducifolia, al poder reproducirse mediante sus tubérculos.
A continuación, con el objetivo de tener un mejor conocimiento de este extraordinario cultivo, se expone, igualmente de forma sencilla, una descripción de cada una de las partes de esta planta (García González de Lena, 2014).
– Raíces. Son fibrosas, finas, muy ramificadas y se extienden principalmente de forma superficial. El sistema radicular no presenta un poder de penetración demasiado fuerte, pudiendo llegar a alcanzar una profundidad aproximada de 80 centímetros de profundidad. Asimismo, su óptimo crecimiento se produce en suelos con buenas características (mullidos, sin piedras, etc.).
– Hojas. Son compuestas, imparipinnadas, con 3 ó 4 pares de foliolos ovales y culminadas por un solo foliolo de mayor tamaño. Presentan pelos o tricomas en su superficie, de manera variable, en función de la variedad cultivada.
– Tallos. Estos pueden ser de tres tipos distintos:
- Aéreos. Se originan a partir de las yemas que están presentes en los tubérculos usados como simiente. Estos tallos son gruesos, fuertes y angulosos, los cuales salen erguidos al principio, inclinándose con el tiempo de forma progresiva hacia el suelo. Pueden alcanzar una altura variable comprendida entre 0.5 y 1 metro. También es importante destacar que el número de tallos por cada planta supone un factor determinante en el rendimiento final de la cosecha.
- Rizomas. Son tallos subterráneos que realizan un crecimiento horizontal bajo el suelo. Están formados por brotes laterales que salen de la base del tallo aéreo. En cada rizoma se forma un tubérculo por el engrosamiento de su extremo.
- Tubérculos. Constituyen una parte del tallo subterráneo, modificada mediante la acumulación de las reservas de la planta, destinadas a formar una nueva. Sobre su superficie, dispuestos en espiral, existen unos hundimientos, conocidos como “ojos”, donde se resguardan las yemas vegetativas, que darán lugar a los nuevos tallos cuando broten. Los tubérculos ofrecen diversidad, tanto en la forma como en el color, pudiendo ser alargados, redondeados u oblongos, con tonalidades que varían entre blanco, amarillo, violeta o rojizo.
– Flores. Se agrupan en inflorescencias cimosas, situadas en las extremidades del tallo. Poseen cinco pétalos unidos por sus bordes, dando a la corola forma de estrella. Su color puede variar entre el blanco y el lila (o morado). Al ser una planta autógama, la floración de esta especie no tiene ninguna relevancia, excepto en programas de mejora genética.
– Frutos. Son pequeñas bayas redondeadas de color verdoso, con un diámetro de 1 a 3 cm, que se vuelven amarillas cuando maduran. Puede existir la confusión de pensar que el fruto de la papa es la parte comestible. Sin embargo, son los tubérculos los órganos comestibles, los cuales se desprenden del resto de la planta al llegar a su estado de madurez o cuando se realiza su extracción durante la cosecha.
- Exigencias climáticas
Los principales factores que afectan a cualquier cultivo, la patata no es una excepción, son de tipo climático y edáfico (del suelo). A este respecto, vamos a describir los requerimientos que precisan estas plantas para crecer de una forma óptima y producir satisfactoriamente. Son los siguientes (García González de Lena, 2014):
– Temperatura
La papa se considera una planta de clima templado – frío, cuyo intervalo de temperatura favorable para su desarrollo oscila entre 13ºC y 18 ºC. Si los valores térmicos aumentan hasta 20 – 25ºC, se produce un mayor crecimiento vegetativo en detrimento de la producción de tubérculos. Por el contrario, si la temperatura desciende del intervalo 6 – 8ºC, se detiene este (conocido como cero vegetativo).
Es preciso señalar que, aunque los brotes pueden progresar por encima de los 2ºC, a 0ºC se produce la helada de la parte aérea de la planta, volviendo a rebrotar cuando dichos valores de temperatura mejoren. Sin embargo, si se desciende de -2ºC, además de la parte aérea, también se helarán los tubérculos, sin ninguna posibilidad de rebrote posible.
En cuanto a la temperatura que debe presentar el terreno de cultivo, esta debe ser superior a 7ºC en el momento de la plantación. Asimismo, el valor ideal en el suelo para la formación de tubérculos oscila entre 15º y 20ºC, reduciéndose su ritmo de crecimiento a medida que se va incrementando la temperatura, deteniéndose a partir de los 30ºC.
– Humedad relativa (ambiental o del aire)
La humedad relativa de carácter moderado (o intermedio) es un factor muy importante para el éxito del cultivo, ya que una humedad excesiva, especialmente si va acompañada de temperaturas en torno a 18 – 20ºC, favorece la aparición de enfermedades, especialmente el mildiu, siendo el periodo más crítico para el ataque de esta enfermedad el que trascurre desde la aparición de las flores hasta a la maduración del tubérculo.
– Luminosidad
El número diario de horas de luz (fotoperiodo) tiene una gran trascendencia en el progreso de la planta de papa. De este modo, los fotoperiodos cortos favorecen la tuberización o formación de tubérculos, mientras que los largos inducen el crecimiento vegetativo. No se debe olvidar que la intensidad luminosa, además de influir sobre la actividad fotosintética, favorece la floración y la fructificación.
Hay que destacar que, aunque la formación de tubérculos se produce en condiciones de día corto, existen importantes diferencias entre las variedades, cada una de las cuales está asociada al denominado “fotoperiodo crítico”, que es el periodo diario de horas de luz por encima del cual se inhibe la tuberización.
Así pues, las variedades más precoces (de ciclo corto) tienen un fotoperiodo crítico alto (con más de 16 horas), siendo las más apropiadas para plantaciones tempranas. Por el contrario, las variedades tardías tienen un fotoperiodo crítico más bajo (en torno a 13 horas), y son las más adecuadas para plantaciones tardías, para que tengan una fase de tuberización más prolongada.
- Requerimientos de suelo
El cultivo de la papa está considerado como poco exigente en las condiciones edáficas, aunque prefiere de forma general, suelos sueltos, profundos, ricos en materia orgánica y con un pH comprendido entre 5.5 y 7.
Los terrenos menos favorables son los fuertes, compactados y pedregosos. Con dichas características, los órganos subterráneos de la planta encuentran dificultades mecánicas para su desarrollo. En este sentido, es preciso indicar que las variedades tardías se adaptan mejor a este tipo de suelos que presentan texturas medias o fuertes.
En cuanto a las necesidades hídricas del cultivo, la patata suele ser bastante exigente en agua al demandar cerca de 300 litros por cada kg de materia seca. Además, soporta mal la alternancia de periodos en los que se produce estrés hídrico con otros de humedad excesiva, mostrando un periodo crítico entre el inicio de la tuberización y la floración.
Las situaciones extremas referentes a la humedad no son beneficiosas para las plantaciones. De hecho, resultan más bien perjudiciales. Así, en los terrenos secos, las ramificaciones de los rizomas pueden extenderse demasiado, aumentando así el número de tubérculos, aunque se reduce considerablemente su tamaño. Al contrario, los suelos excesivamente húmedos hacen demasiado acuosos a los tubérculos, siendo poco ricos en fécula, poco sabrosos y con baja capacidad de conservación.
Finalmente, la patata se considera una especie ciertamente tolerante a la salinidad. No podemos olvidar que la concentración de sales presente en el agua de riego, la cual se va acumulando en el suelo, puede provocar perjuicios al cultivo, afectando al crecimiento de las raíces, al desarrollo de la parte aérea de la planta y al propio rendimiento del cultivo, entre otros aspectos.
Por todo ello, el conocimiento de las condiciones que pueden resultar más favorables para los cultivos de papa, puede ser de gran ayuda a la hora del manejo diario, buscando aproximarnos a los valores óptimos y evitando, en la medida de lo posible, los que resultan más críticos.
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