02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Descripción y razas cultivadas

Descripción y razas cultivadas

  1. Introducción
  2. Descripción morfológica

3. Razas cultivadas

  1. Introducción

El aguacate es un cultivo de una gran importancia en el país, si no el que más, por su crecimiento productivo, por sus niveles de exportación y por el montante económico que genera, entre otros factores. Por ello, resulta útil conocer mejor la morfología de este árbol frutal, así como las características de sus frutos, para poder llevar a cabo un manejo más eficiente. En el presente artículo se van a describir las distintas partes de dicho frutal, así como las tres razas principales del mismo.

  1. Descripción morfológica

El aguacate (Persea americana) pertenece a la familia de las Lauráceas y es un árbol vigoroso, de tronco fuerte y ramificaciones fornidas, que puede alcanzar una altura considerable, hasta 30 metros, según Tomalá (2002). Dispone de hojas alternas, perennes, pedunculadas y brillantes, con inflorescencias de color verde, cuyas flores tienen, aproximadamente, un centímetro de anchura, con tres verticilos de tres estambres y un ovario. Su sistema radicular es bastante superficial, con poco desarrollo en profundidad (Tomalá, 2002).

Atendiendo a las distintas partes de la planta, se pueden describir del siguiente modo:

– Sistema Radicular. Tiene un patrón de crecimiento horizontal, con un desarrollo superficial, concentrándose en los primeros 50 centímetros del suelo. Con textura sueltas y buen drenaje, podría alcanzar mayor profundidad.

La raíz principal es corta y débil, como la mayoría de las especies arbóreas originarias de ambientes ricos en agua durante el periodo vegetativo (Calíbrese, 1992). La absorción del agua y los nutrientes la realiza a través de los tejidos primarios de las puntas de las raíces, al disponer de pocos pelos absorbentes.

Esta característica del aguacate, junto a su comportamiento de desarrollo, provoca una susceptibilidad al encharcamiento, pudiendo producirse asfixia radicular con facilidad, así como vulnerabilidad al ataque de hongos en estos tejidos (Godínez et al., 2000). Por ello, es importante que no se plante en terreno arcillosos o con dificultad para drenar el exceso de agua.

– Tallo. El aguacate tiene un tronco leñoso y recto que puede alcanzar hasta 12 metros de altura (Godínez et al., 2000), aunque hay reportes de árboles de 20 metros y con diámetros superiores a 1.5 metros (Leonel, 2013). No obstante, son los árboles más bajos, con alturas menores a 5 metros, los que facilitan las prácticas de manejo, como el control fitosanitario, la fertilización foliar, la poda o la cosecha.

La corteza es suberosa, de lisa a agrietada, con 30 mm de espesor. El tejido leñoso es de color crema claro con vasos anchos (Calíbrese, 1992).  Por su parte, las ramas son abundantes, delgadas, frágiles al viento o exceso de producción y sensibles, tanto a las quemaduras del sol como a las heladas.

Por estos motivos, es recomendable cultivar variedades no demasiado altas, con estructura compactas, ramas fuertes y gruesas, así como establecer el cultivo en lugares protegidos del viento, de la fuerte radiación solar y/o del frío intenso.

– Hojas. Son alternas, pecioladas y coriáceas, variando de longitud entre 10 y 40 cm. Su coloración es verde oscuro en el haz y más claro en el envés. Algunas variedades presentan ciertas características especiales que las hacen diferentes a las demás como, por ejemplo, el olor a anís. Es un árbol perenne, aunque algunas variedades pierden la mayoría de sus hojas en los periodos de floración.

– Flores. Son de pequeño tamaño, de 3 a 7 mm de longitud, de tonos amarillo – verdosos, que se concentran en agrupaciones, en posición terminal o sub-terminal del último crecimiento vegetativo. Estas muestran una dicogamia protogínica, ya que las partes masculinas y femeninas de una misma flor maduran en momentos diferentes, primero lo hacen como femeninas y más tarde como masculinas, por esto se clasifican en tipo A y B (Pérez, 1986).

Esta característica floral del aguacate es importante en una plantación si se desea obtener la producción deseada, siendo necesario combinar variedades adaptadas a la misma altitud, con el mismo periodo de floración, etc. Hay que destacar que, de las numerosas flores de cada árbol, solamente el 0.1 % se transforma en fruto, debido a la abscisión de muchas de ellas y al aborto de frutitas en crecimiento (Leonel, 2013).

– Frutos. Son bayas con una sola semilla, muy variables en tamaño, forma y características de la piel, la pulpa y la semilla. La piel de los frutos puede ser de color verde a morado oscuro, casi negro, dependiendo de la variedad, en la maduración. Las formas varían desde redondas a fuertemente aperadas, con un largo cuello. La pulpa suele ser de color verde claro a amarillo verdoso, de consistencia mantecosa, muy nutritiva y con un sabor muy llamativo, que puede variar en intensidad.

– Semilla. Es ovalada, con características distintas, dependiendo del grupo racial que se trate. Por ejemplo, el Antillano posee una cubierta de mediana a gruesa y membranosa, mientras que en otros grupos es delgada. El endocarpio (o semilla) tiene una gran importancia en la relación fruto/semilla, siendo lo ideal una mayor porción de pulpa y una semilla con un tamaño de mediano a pequeño.

 Razas cultivadas

La composición genética de Persea americana ha determinado la formación de tres razas distintas que en el proceso evolutivo se desarrollaron bajo diferentes condiciones edafoclimáticas y muestran características propias. Estas razas son las siguientes:

– Mexicana (Persea americana var. drymifolia)

Originaria de los valles y altiplanos de México Central, de clima subtropical a templado y altitudes que van desde 1,500 hasta más de 2,000 msnm. Se caracteriza por:

  • Resistencia al frío.
  • Fruto generalmente pequeño (30 – 80 mm de largo).
  • Peso entre 90 y 180 g.
  • Forma piriforme, de cáscara delgada y piel exterior lisa.
  • Color verde, pero puede adquirir tonalidades más oscuras, entre morado y negro.
  • Pulpa con alto contenido de grasa (10 – 25 %), que en su madurez tiene sabor a nuez.
  • Hojas más pequeñas que las otras dos razas. Junto con los tallos tiernos, tienen glándulas esenciales, cuyo contenido es una esencia de olor parecido al anís, condición que se nota al estrujar las hojas.
  • Semilla de tamaño pequeño.

– Guatemalteca (Persea nubigena var. guatemalis)

Originaria del Centro – Occidente de Guatemala, con altitudes entre 1,000 y 2,000 msnm, con las siguientes características:

  • Cáscara gruesa, resistente al transporte del fruto.
  • Menos resistente al frío que la raza mexicana.
  • Frutos de tamaño mediano a grande (7.5 – 25 cm de largo).
  • Peso de 120 a 1,500 g.
  • Frutos de forma esférica, ovalada o piriforme.
  • Grosor del epicarpio entre 2 y 12 mm.
  • Corteza dura, hasta casi leñosa en algunas variedades, su superficie es quebradiza y, a veces, granulada, de color verde opaco, incluso morado.
  • Pulpa algo fibrosa, con alto contenido graso (18 – 20%), que en la madurez su sabor varía de mantequilla a nuez.
  • Semilla (o hueso) de gran tamaño y suele llenar toda la cavidad que la contiene.
  • Hojas más grandes que las de la raza mexicana, sin olor a anís.

– Antillana (Persea americana var. americana)

Esta raza es originaria de la costa del Pacífico de Chiapas (México), Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, cuyas características principales son:

  • Susceptible al frío, pero resistente a salinidad y a clorosis.
  • Se produce en altitudes menores a 1,000 msnm.
  • Periodo bastante corto entre floración y formación del fruto.
  • Pedúnculo alargado, en forma de cabeza de clavo.
  • Adaptada a las tierras bajas y a temperaturas altas.
  • Frutos de tamaño mediano a grande (7.5 – 25 cm de longitud).
  • Peso entre 110 y 1,100 g.
  • Formas entre ovalados y piriformes, con cáscara delgada, pero más dura que la raza mexicana.
  • Color verde claro a amarillo rojizo.
  • Pulpa con bajo contenido de grasa (5 – 15 %) y sabor de insípido al de mantequilla.
  • Hueso de gran tamaño, pero no suele llenar toda la cavidad que lo contiene.

A la hora de realizar la plantación, se debe tener en cuenta la raza de aguacate, así como las características que presenta cada una, para adaptarse de la mejor forma posible a las condiciones de la parcela de cultivo. Algunas de las características que pueden presentar las distintas razas, para ser tenidas en consideración, son: la época de floración, el momento de recolección, el periodo entre floración y cuaje, el tipo de grupo floral, el olor de las hojas, la forma del pedúnculo, el tamaño y el peso del fruto, el tipo de cáscara, el contenido de aceite de la pulpa, la altitud o la resistencia al frío, tanto en las plantas jóvenes como en las adultas (FHIA, 2008).