02/04/2024

Revista InfoAgro México

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Factores claves para mejorar el rendimiento

Factores claves para mejorar el rendimiento

  1. Introducción
  2. Importancia de la productividad
  3. Factores determinantes
  1. Introducción

El almendro es un cultivo frutal tradicional en algunas regiones del mundo, como sucede con otros cultivos como el olivo, el viñedo o los cítricos, por ejemplo. Quizá se ha dado por hecho que la productividad del almendro es baja, debido a que se ha implantado en determinadas zonas cuyas condiciones resultan extremas para otros cultivos, demostrando este su extraordinaria resistencia a la adversidad. Sin embargo, si se le aplican ciertas técnicas de mejora, se puede obtener un considerable incremento de su rendimiento.

  1. Importancia de la productividad

Un cultivo va a producir en función de las condiciones de su entorno, así como del manejo cultural que se le practique. Por tanto, nunca podrá ser lo mismo un almendro expuesto a temperaturas extremas, tanto frías como cálidas, en una región seca y ventosa, en la que no se aplica ni riego ni fertilización, que otro que recibe los insumos necesarios y crece en un entorno climático favorable. Sin duda, este último obtendrá una mayor cosecha.

Además, existen otros factores que resultan determinantes a la hora de lograr un cultivo productivo, como pueden ser: la fecha de plantación, la densidad de árboles, la elección de la variedad, la poda realizada, el portainjerto seleccionado, la compatibilidad entre parte aérea y parte radicular, las labores de polinización, etc.

En este sentido, es necesario destacar que la agricultura ha evolucionado durante los últimos años, igual que otros sectores económicos de la sociedad, debido a la necesidad de garantizar la rentabilidad de las explotaciones. Para conseguirlo, se han aplicado sistemas que resultan más productivos y, no solamente en los cultivos intensivos de alto valor, sino en otros totalmente diferentes.

De este modo, según sea el modelo de cultivo a implantar, el resultado de la cosecha será distinto (tabla 1), siendo mayor cuanto más cuidados y recursos obtenga el mismo.

Teniendo en cuenta las grandes diferencias productivas que se dan en función del modelo adoptado, las producciones de las plantaciones tienen una enorme trascendencia, ya que los volúmenes cosechados en una determinada región influyen sobre el mercado, al aumentar la oferta de producto, pudiendo satisfacer la demanda de los consumidores, lo que afectará también al precio.

Así, por ejemplo, en países como España, el almendro ha pasado de ser un cultivo marginal que se desarrollaba en suelos pobres y áridos, a una producción alternativa a otras como frutales, olivar, cítricos, o incluso a cultivos herbáceos extensivos. Esta situación, unida a otros factores, como el uso de nuevas variedades de floración tardía, que no sufren los efectos de las heladas, la implantación de sistemas de riego o la tecnología mecanizada, han provocado un cambio significativo, aunque es necesario aplicar nuevos criterios adaptados a este tipo de plantaciones.

En países como Estados Unidos, con una implantación del almendro más reciente, se ha apostado por un modelo más intensivo, bajo unas condiciones óptimas de suelo y clima, prácticamente libre de heladas, suficiencia en las aportaciones de riego, utilización de variedades de elevado rendimiento y un proceso productivo tecnificado, se están alcanzando cifras en torno a los 2,500 kg ha-1 (hasta 4,000 según la FAO) de almendra grano, frente a los 200 kg ha-1 que se pueden obtener en las plantaciones tradicionales de secano.

  1. Factores determinantes

A continuación, se describen algunos de los factores ya mencionados, que suponen un incremento más que notable en el rendimiento de las plantaciones de almendro. Estos son:

– Calidad del agua de riego

Es importante aportar al cultivo el agua suficiente para crecer y alcanzar las metas productivas deseadas, pero también lo son las características de esta, que determinará su calidad para el riego y, por tanto, la capacidad de producir.

Si se utiliza agua de mala calidad para regar el cultivo, tendrá unas consecuencias negativas, tanto en el suelo como en el árbol, entre las que destacan la salinización y la sodificación del primero, así como la fitotoxicidad del segundo.

Micke (1996), establece un valor restrictivo para el cultivo del almendro de algunos parámetros del agua de riego, como son:

  • Relación de adsorción de sodio (RAS): > 9.
  • Concentración de cloro: > 355 mg l-1.
  • Concentración de boro: > 3 mg l-1.
  • Conductividad Eléctrica: > 3,2 dS m-1.

– Elección del patrón o portainjerto

Las características del patrón a elegir son muy importantes, ya que de ellas dependerá el comportamiento del cultivo en el futuro. Arquero et al. (2013), destacan como principales las siguientes:

  • Compatibilidad con la variedad.
  • Homogeneidad de la planta.
  • Vigor que aporta.
  • Longevidad de la plantación.
  • Comportamiento frente a condiciones edáficas adversas.
  • Adaptación a condiciones climáticas extremas.
  • Adecuación al sistema de cultivo (secano o regadío, replantaciones, etc.).
  • Resistencia a plagas y enfermedades del suelo.
  • Influencia sobre la productividad.
  • Características del fruto.

Los patrones más utilizados en el almendro, con sus características principales, se muestran en la tabla 2.

– Selección de la Variedad

Es fundamental que el material vegetal utilizado presente algunas prestaciones a la hora de establecer las nuevas plantaciones, ya que hay que tener en cuenta que las variedades usadas tradicionalmente muestran características destacables, pero también limitaciones considerables. Por ejemplo, existen variedades que aportan frutos muy apreciados por los consumidores, pero que presentan algunos inconvenientes como son la floración temprana, que les hace susceptibles a las heladas invernales, demasiado exigentes en poda, muy sensibles a las enfermedades, etc.

De este modo, la variedad que tiene un mayor potencial productivo no siempre resulta ser la mejor elección, porque no alcanza una alta rentabilidad. Es por esto que, los objetivos específicos de los programas de mejora genética se enfocan en la obtención de nuevas variedades, cuyas características, según Arquero et al. (2013), muestren progresos en aspectos tales como:

1) Fenología. Las nuevas variedades de floración tardía o muy tardía, ayudan a evitar o reducir los daños provocados por las heladas. Además, aumentan la actividad de los insectos polinizadores, mejorando así el cuaje de los frutos (Vargas et al., 2009).

Es importante señalar que la fecha de floración tiene un componente genético y otro ambiental. Al depender del régimen térmico existente en su entorno, la época de floración para una misma variedad y año, es distinta en zonas con condiciones climáticas diferentes. De la misma forma, para una misma variedad y localización, se pueden registrar fechas de floración muy diferentes en años con climatología dispar.

También resulta fundamental la existencia de distintas variedades en una plantación, que van a originar la no coincidencia de sus fases florales, provocando una polinización deficiente y, por tanto, una reducción productiva.

Finalmente, otro aspecto fenológico a tener en cuenta es el momento de maduración, sobre todo en plantaciones plurivarietales, para poder establecer así el grado de escalonamiento deseado en la recolección de los frutos.

2) Compatibilidad. Es preciso conocer que el almendro está dotado de flores completas, con órganos masculinos y femeninos, además de polinización entomófila, es decir, que se produce a través de insectos, sobre todo abejas.

Asimismo, existen variedades autoincompatibles y autocompatibles. En las primeras no es posible la fecundación de las flores con polen de la misma variedad, mientras que en las segundas sí lo es la autopolinización. Por tanto, si se puede mejorar el carácter de autocompatibilidad con una morfología de las flores que favorezca este proceso, de una forma natural y espontánea, sin la dependencia de los insectos vectores, se obtendrá la autofertilidad de una variedad.

No obstante, el carácter de autoincompatibilidad exige la implantación de, al menos, dos variedades compatibles entre ellas, que coincidan en su fase de floración, así como la presencia de abejas, que se vean favorecidas, además, por unas buenas condiciones climáticas. En cambio, si se emplean variedades autocompatibles, se pueden realizar plantaciones monovarietales que, si además son autofértiles, la polinización será menos dependiente de la actuación de los polinizadores.

3) Facilidad de poda. En cultivos de almendro en los que las condiciones son favorables, los árboles pueden adquirir un gran volumen, el cual determinarán el marco de plantación. En estos casos, el factor más limitante es la iluminación porque esta no penetra en el interior, afectando negativamente a la formación y al desarrollo de los frutos.

De este modo, el tipo y la severidad de la poda de cada variedad estará marcado por el porte del árbol, así como por su vigorosidad. Miarnau et al. (2015), determinan que, en variedades poco vigorosas y precoces, una buena estructura del árbol es más importante que la producción, para evitar así un posible agotamiento del árbol. Por el contrario, en variedades vigorosas, la poda puede ser menos severa, para entrar pronto en producción.

4) Resistencia a enfermedades. Las distintas variedades presentan claras diferencias entre sí con respecto a esta cualidad, lo cual debe tenerse muy en cuenta en aquellas zonas cuyas condiciones ambientales sean propicias para la incidencia de enfermedades.

5) Precocidad y uniformidad de producción. El almendro es una de las especies con mayor precocidad para producir, pudiendo alcanzar en el tercer o cuarto año unas cosechas satisfactorias. Sin embargo, es crucial establecer la diferencia entre su rapidez para producir y su capacidad para producir. Así, una variedad puede ser muy precoz, pero después su potencial productivo no ser bueno, no estando a la altura su cosecha. Lo mismo puede suceder en caso contrario.

Igual de importante es el grado de alternancia de la producción o vecería, ya que hay variedades muy generosas un año, pero que al siguiente se quedan escasas. Por tanto, es conveniente que una variedad mantenga una cierta regularidad en las cosechas.

6) Características del fruto. El valor comercial más destacado es el peso de la almendra grano (semilla o pepita). Para Arquero et al. (2013), el rendimiento de las variedades debe medirse por el peso de pepita producido por unidad de superficie y no por la relación “cáscara – grano”, como establecen otros autores como índice del nivel productivo.

En definitiva, hemos visto distintos factores que pueden incidir de forma determinante en la producción de una plantación de almendros. Por ello, siempre que sea posible, deben considerarse con sumo cuidado los aspectos concernientes a variedad, clima, manejo, etc. si se desea aumentar el nivel de rendimiento del cultivo.