02/04/2024

Revista InfoAgro México

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La moniliosis en el almendro

La moniliosis en el almendro

  1. Introducción
  2. Descripción de la enfermedad
  3. Síntomas y daños
  4. Medidas de control
  1. Introducción

El almendro, como todos los frutales de hueso, se ve amenazado por una serie de organismos fitopatógenos, como son los hongos, que provocan en las plantaciones, una merma de la producción, con las correspondientes pérdidas económicas, debido a que son los responsables de causar enfermedades. El caso que nos ocupa es el del hongo del género Monilinia, con tres especies representantes: M. laxa, M. fructigena y M. fructicola, responsables de la enfermedad conocida como moniliosis o podredumbre marrón del almendro, considerada la enfermedad más importante de dicho cultivo.

  1. Descripción de la enfermedad

La enfermedad de la moniliosis es conocida también por otros términos como podredumbre marrón, momificado o monilia. Está considerada una de las enfermedades fúngicas más comunes e importantes en las plantaciones de almendro y de otros frutales de hueso como melocotonero, albaricoquero, cerezo o ciruelo.

Se produce como consecuencia de la actividad patógena de especies del género Monilinia, cuya especie más distribuida es M. laxa. Además, existen otras dos: M. fructigena y M. fructicola. Los hongos de Monilinia son ascomicetos pertenecientes a la familia Sclerotiniacea, que se caracterizan por formar un pseudostroma miceliar subcuticular, generalmente plano, que da lugar a las fructificaciones esporígenas, tanto asexuales en esporodoquios como sexuales en apotecios (Tuset et al., 2007).

La producción de fructificaciones asexuales es la normalidad en este género de hongos, mientras que la formación de los apotecios queda más bien situada en periodos climáticos más agresivos y siempre en material vegetal afectado, situado generalmente en el suelo (Tuset et al., 2007).

A continuación, se describen estas tres especies del género Monilinia:

– M. laxa. Su fase sexual fue descrita por Aderhald y Ruhland en 1905 como Sclerotinia laxa. Sin embargo, Honey la transfirió al género Monilinia como M. laxa en 1945, nombre que actualmente es el aceptado (Batra, 1991).

Esta especie ataca principalmente a los frutales de hueso, aunque otros miembros de las Rosáceas también se ven afectados. Además de los frutos, también infectan otras partes como flores y brotes. Su actividad patógena puede resultar muy agresiva en zonas de clima templado. La posibilidad de producir conidios durante el invierno con bajas temperaturas (entre 5º y 8ºC) revela una gran potencialidad de infección en los frutales de hueso.

Es la primera especie capaz de causar esta enfermedad y es la que más daño económico produce en los cultivos. Su presencia europea es bien conocida, así como su distribución por toda la costa del Pacífico norteamericano, aunque su expansión actual, posiblemente, alcance a toda la superficie del mundo que tengan un clima templado.

M. fructigena. Se encuentra ampliamente distribuida por Europa y presente en Asia Oriental. También fueron Aderhald y Ruhland (1905) los primeros en describirlo y propusieron el nombre de Sclerotinia fructigena, siendo Honey (1946) quien la incorporó al género Monilinia (Batra, 1979).

Esta especie afecta principalmente a los frutales de pepita (manzano, peral, etc.), pero no descarta a los frutales de hueso, entre los que figura el almendro. Muestra una clara predilección por los frutos, infectando escasamente a las flores y las ramas, aunque produce chancros en estas.

Se encuentra distribuida por toda Europa, la parte oriental de Asia y la parte occidental de Norte América. Es importante resaltar que muchas de las citas de M. fructigena por todo el continente americano podrían estar confundidas con M. fructicola y hasta con M. laxa (Tuset et al., 2007).

M. fructicola. Por su amplia distribución, así como por el elevado número de trabajos efectuados sobre su taxonomía en Norteamérica, este hongo es conocido como la “podredumbre marrón americana». Fue descrito inicialmente en melocotones momificados procedentes de Pensilvania como Ciboria fruticola (1883). Posteriormente, Rehm en 1906, la transfirió al género Sclerotinia como S. fructicola y más tarde, en 1928, Honey al género Monilinia creado por él, como M. fructicola, actualmente aceptado.

Esta especie ataca principalmente a los frutales de hueso, pero también a otros muchos frutales pomícolas, pertenecientes a las Rosáceas. Generalmente, a flores, ramas (brotes) y frutos, siendo una especie muy agresiva, con un desarrollo esporulativo importante durante el ciclo activo de los frutales.

Está distribuida por Norteamérica y Sudamérica, así como en Australia y Sudáfrica, aunque también ha sido encontrado en Francia (2001) en diversos frutos de hueso (Bosshard y Bunter, 2005). Últimamente, existe la duda acerca de su presencia en otros países cercanos como Italia o España. Por ello, se deben mejorar los estudios taxonómicos del género Monilinia (Tuset et al., 2007).

Para González (2022), la principal diferencia de este patógeno frente a otros, radica en que este resiste en condiciones de bajas temperaturas. Por eso tiene una alta incidencia en plantaciones, especialmente de zonas frías, pasando el invierno en forma de micelio en chancros dentro de los brotes, tallos y frutos momificados.

Su capacidad de dispersión también es alta, ya que, el micelio, cuando la humedad es superior al 80% y la temperatura mayor de 10ºC, sirve de inóculo al dispersarse con la lluvia y el viento, infectando de este modo, los órganos nuevos.

Asimismo, durante el periodo de maduración de los frutos, los dípteros (generalmente mosquitas del género Drosophyla) son agentes trasmisores de los conidios, contribuyendo de esta forma, a la contaminación de los frutos y a la extensión de la enfermedad por las plantaciones.

  1. Síntomas y daños

En lo que respecta a los síntomas de la monilia en el almendro, estos pueden diferenciarse en función de las partes del árbol a las que ataque, mostrándose:

– En las flores, donde cualquier parte de la flor puede verse afectada: estigma, estambres, pétalos o sépalos. Climas húmedos y templados, con temperaturas superiores a 16ºC, favorecen la infección, apareciendo el color marrón y la desecación de los órganos florales, que se manifiesta con rapidez. Si dichas condiciones continúan, especialmente si hay nieblas, se producen daños importantes por el gran número de flores afectadas, algunas de las cuales caen al suelo y otras permanecen adheridas a las ramitas.

– En las ramas, causando chancros con exudaciones de goma. Cuando la corteza del árbol se encuentra dañada por frío, tratamientos, heridas u otras causas, Monilinia sp. penetra directamente en los tejidos internos originando el chancro, aunque es más frecuente la infección de la corteza de las ramas a través de los brotes o frutos infectados previamente.

Inicialmente, estas partes pierden turgencia, se decoloren y mueren. Después, se fisuran, agrietándose y exudando goma, dando lugar a un chancro, que puede ser anual o plurianual, en cuyo caso, su desarrollo puede perjudicar bastante toda la rama o el propio árbol en los años siguientes, por él mismo o por la invasión de otros microorganismos.

– En las hojas y en los brotes, llegando desde las infecciones florales. Presentan pequeñas áreas de color marrón que la colapsan, perdiendo la turgencia y extendiéndose progresivamente. Los brotes y las hojas se secan. A veces, la infección queda restringida a áreas de corteza más limitadas, las cuales muestran la coloración marrón más clara y están visiblemente marcadas.

– En los frutos, los cuales son fuente de inóculo secundario para futuras infecciones. La pudrición del fruto es el síntoma más grave de la infección de Monilinia sp. Los frutos jóvenes son infectados a través de las flores, siendo más resistentes en ese estado, pero más sensibles conforme van madurando.

La infección comienza con una pequeña y superficial mancha marrón, que va extendiéndose poco a poco, destruyendo los tejidos del mesocarpo, que se ablandan y se momifican, tanto los que caen al suelo como los que permanecen en el árbol, los cuales suponen la fuente de infección más importante para el ciclo siguiente. La semilla (hueso) de muchos de estos frutos también es afectada, pudriéndose o perdiendo su capacidad de germinación.

Estos síntomas descritos, no solamente provocan un debilitamiento en el estado sanitario del árbol, también dejan heridas por las que pueden entrar otras enfermedades, que incrementarán los daños, así como las mermas en la producción.

Las pérdidas que pueden ocasionar en una plantación son variables, dependiendo de diversos factores como pueden ser las condiciones ambientales, el nivel de infección, el estado y la fase fenológica del árbol, etc. No obstante, autores como Torguet (2018), cifran dichos daños en torno al 50%.

  1. Medidas de control

Como sucede con todas las enfermedades en cualquier cultivo, la mejor forma de combatir este tipo de fitopatógenos es mediante la prevención. González (2022), expone algunas recomendaciones al respecto:

  • Eliminar cualquier fuente de inóculo como pueden ser frutos momificados, brotes, ramas con chancros, etc.
  • Realizar podas que favorezcan la aireación y reduzcan la humedad en el almendro.
  • Elegir una variedad resistente, ya que la sensibilidad varietal es fundamental si en la zona de producción hay ataques de monilia en almendro.
  • Realizar una fertilización equilibrada, que no produzca un vigor excesivo, porque puede provocar la incidencia de enfermedades fúngicas en el almendro.
  • Tener en cuenta si la parcela ha tenido problemas de moniliosis en años anteriores, en cuyo caso es recomendable aplicar algún tratamiento preventivo, siendo fundamental hacerlo durante la floración, ya que es el periodo más sensible.

Por su parte, Tuset et al. (2007), realizan estas recomendaciones en la aplicación de los tratamientos fungicidas para combatir, de manera más o menos eficaz, a este hongo tan complicado. Así, se deben respetar las siguientes condiciones:

  • El fungicida deber ser distribuido mediante pulverización foliar, mojando bien toda la estructura vegetal.
  • Su aplicación debe ser efectuada lo antes posible, en el inicio de la contaminación por parte de las esporas.
  • Si el fungicida es sistémico, este debe penetrar en los tejidos de la planta y en cantidad suficiente para que alcance las zonas afectadas por la infección (heridas, lenticelas, etc.).

Por lo tanto, para combatir la moniliosis en el almendro se debe prestar atención a las condiciones favorables para la aparición del hongo y comenzar a adoptar medidas preventivas para, posteriormente, aplicar algún tratamiento, siempre bajo recomendaciones técnicas adecuadas.