20/09/2024

Revista InfoAgro México

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Mejoras en la nutrición del cultivo

Mejoras en la nutrición del cultivo

  1. Introducción
  2. Fertilización tradicional. Recomendaciones

3. Técnicas de mejora

  1. Introducción

La fertilización del almendro, seguramente debido a sus condiciones de cultivo, ha sido fertilizado de forma tradicional, aportando abono en momentos concretos del año, pero sin tomar ninguna medida de su entorno ni del estado nutricional del árbol. En modelos de regadío, donde la productividad es importante, se añaden otras técnicas para alcanzar los objetivos marcados, realizando análisis foliares que ayudan a conocer el nivel de los elementos nutritivos del cultivo o aplicaciones foliares de los mismos, que son absorbidos más rápidamente que de forma radicular.

  1. Fertilización tradicional. Recomendaciones

Desde siempre, la fertilización de las plantaciones de árboles, entre las que se encuentra el almendro, ha consistido en la aplicación de abono, mineral y/u orgánico, que debía devolver los nutrientes al suelo que habían sido extraídos por parte de las plantas. Sin embargo, este criterio, a veces inmejorable porque no hay otra opción mejor, resulta ciertamente limitado, ya que no es preciso, ofreciendo así una serie de situaciones que no son óptimas para el cultivo.

Por una parte, se actúa en función de una serie de extracciones de nutrientes, las cuales deben ser repuestas, pero dichas cantidades no son las mismas en todas las situaciones, ya que se trata de datos teóricos obtenidos en unas circunstancias concretas y no son universales.

También es importante conocer el contenido de los diferentes nutrientes presentes en el terreno antes de aportar determinadas cantidades de abono. En unos casos habrá déficit, pero en otros no, siendo dicho exceso no aprovechado totalmente por el cultivo al perderse del medio por diferentes formas.

Aun así, cuando no existe la posibilidad de conocer los niveles nutricionales existentes en el suelo, los datos de las extracciones pueden servir de guía para la fertilización. A este respecto, Arquero et al. (2013), estiman dichas extracciones (kg ha-1) por tonelada de almendra en cáscara del siguiente modo:

  • Nitrógeno (N): 10 – 20
  • Fósforo (P2O5): 1.5 – 2.5
  • Potasio (K2O): 13 – 15
  • Calcio (CaO): 1.5 – 2.5
  • Magnesio (MgO): 0.8 – 1.0
  • Hierro (Fe): 0.4 – 0.6
  • Manganeso (Mn): 0.04 – 0.06
  • Zinc (Zn): 0.1 – 0.3

Asimismo, para cubrir estas pérdidas, estos autores recomiendan aportar, en kg de fertilizante por hectárea y tonelada de fruto, 30 de nitrógeno, 20 de fósforo, 40 de potasio y 20 de magnesio.

Los fertilizantes se aplican generalmente por vía radicular, es decir, para que sean absorbidos por las raíces, ya sea aplicados directamente al suelo o disueltos en el agua de riego, conocida esta técnica como fertirrigación.

El abono aportado pasa a la solución del suelo, el cual será absorbido por el sistema radicular, aunque es importante tener en cuenta que no todo es asimilado por las plantas, ya que hay un porcentaje significativo que se pierde. Las pérdidas principales suelen producirse por lixiviación o lavado en profundidad y también por volatilización a la atmósfera.

Para mejorar la eficacia en la aplicación del abonado se exponen algunas recomendaciones de manejo, como pueden ser:

  • Realizar la fertilización cuando exista una mayor capacidad de absorción de nutrientes, como ocurre en los periodos de crecimiento vegetativo.
  • Fraccionar la aplicación en varios momentos a lo largo de dicho periodo vegetativo, normalmente son 2 o 3, pero pueden ser más. Especial importancia tienen los abonos nitrogenados y potásicos.
  • Intentar que los fertilizantes queden distribuidos de forma uniforme por toda la parcela de cultivo, debido a que el sistema radicular de un almendro adulto posee una alta capacidad de exploración.
  • Realizar las aplicaciones de manera localizada si se desean evitar pérdidas por volatilización, mediante una labor superficial, o también, antes de la lluvia, para que el agua caída lo introduzca en el suelo.
  • Conocer las características del terreno, para poder interpretar el movimiento del agua y los nutrientes en su interior.
  • Asegurar los niveles de los elementos que serán demandados por el almendro de forma mayoritaria en la próxima floración e inicio del periodo de crecimiento vegetativo.
  • No olvidar la fertilización orgánica, que resulta ser una de las bases de la nutrición de este cultivo, sobre todo en la producción ecológica.

Estas acciones son válidas para el manejo tradicional, así como para las técnicas actuales. Simplemente se trata de observar y llevar a cabo las labores que resultan más eficientes en la asimilación de los nutrientes por parte del cultivo.

  1. Técnicas de mejora

La metodología tradicional ha consistido en aplicar nutrientes a las plantaciones, basándose en las observaciones y en la experiencia, pero no se medían los niveles nutrimentales existentes en el cultivo. Por ello, en la actualidad se considera que el plan de fertilización de los cultivos leñosos debe basarse en el diagnóstico del estado nutricional de la planta, a través de un análisis foliar, debidamente complementado por otras informaciones referentes a: las características del suelo y del agua de riego, los síntomas que presenta la planta, la fase fenológica en la que se encuentra, especialmente si esta es crítica, el estado sanitario del cultivo, las labores culturales como poda, etc.

Para mejorar la eficiencia de riego, así como para economizar en agua y abono, está la implantación del riego localizado, sistema por el cual la fertirrigación resulta especialmente eficaz, llegando de forma más directa a las raíces y reduciéndose las pérdidas por volatilización y lixiviación, ya que está basada en la aplicación de riegos moderadamente cortos y continuos, con un máximo aprovechamiento de los insumos.

Cada vez son más los profesionales del sector agrícola que defienden la realización de los análisis foliares como el mejor método para diagnosticar el estado nutritivo del árbol, ya que permite conocer los niveles de nutrientes en el momento deseado, detectando así si estos son bajos, pudiendo anticiparse a los estados carenciales, o excesivamente altos, pudiendo resultar tóxicos en algunos casos como son cloro, boro y sodio.

El resultado del análisis realizado se compara con unos criterios de referencia o también se puede comparar con otros ya realizados en el mismo cultivo, para establecer así una tendencia en el comportamiento del árbol en función del manejo aplicado. En este sentido, resulta esencial detectar concentraciones especialmente bajas porque pueden ser un factor limitante a la hora de obtener una óptima cosecha.

Otro aspecto a tener en cuenta en el proceso productivo del almendro en relación con la fertilización son las aplicaciones foliares. Mediante estas, los nutrientes son aplicados por pulverización a la copa de los árboles, siendo absorbidos a través de las hojas. Este sistema puede resultar de gran utilidad, siendo recomendado especialmente en la administración de microelementos y en aplicaciones concretas, cuando se desea obtener una rápida respuesta del cultivo.

Es recomendable, a la hora de tener mayor eficacia, realizar dichas aplicaciones cuando el árbol se encuentre en actividad vegetativa y con las hojas totalmente extendidas. Por el contrario, no deben hacerse cuando se produzcan vientos intensos o temperaturas elevadas.

Los tratamientos enfocados al engorde y a la maduración de la almendra son fundamentales si se quiere alcanzar una alta producción, sobre todo, considerando que, después de la floración, el desarrollo se produce a gran velocidad. También es importante observar el cuaje de los frutos. Si ha sido cuantioso, habrá un buen número de almendras, que será necesario engordar. En cambio, si ha sido escaso, será necesario que tengan el mayor peso posible para incrementar la cosecha.

No obstante, no se debe olvidar que hay otros factores que influyen en la productividad del árbol, no solamente la fertilización, como son: la variedad, la disponibilidad de agua, las condiciones climáticas, el manejo del cultivo, etc.

Estos aspectos también van a determinar la época y la duración de los tratamientos, siendo recomendable su aplicación desde que los frutos tengan el tamaño aproximado de una moneda pequeña hasta que la cáscara de la almendra comience a ponerse dura (siempre que la semilla conserve un aspecto lechoso).

Para concluir, es esencial abordar la nutrición del cultivo desde varios frentes si se quieren obtener mejores resultados, no limitarse únicamente a aportar fertilizantes al suelo sin más. Es preciso conocer el nivel de nutrientes presentes, tanto en el suelo como en el árbol, para lo cual puede utilizarse el análisis foliar, cuyos resultados serán muy valiosos para ajustar estas concentraciones, ofreciendo la posibilidad de aportar los elementos deficitarios a través de las hojas, cuya absorción será más rápida.