03/04/2024

Revista InfoAgro México

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Un temible virus en el jitomate. Parte I

Un temible virus en el jitomate. Parte I

  1. Introducción
  2. ¿Qué es el ToBRFV?
  3. Origen y distribución
  4. Presencia en México
  5. Principales huéspedes
  6. Formas de contagio
  7. Síntomas y daños
  8. Medidas preventivas
  1. Introducción

El virus, conocido comúnmente como “el Rugoso del tomate” pertenece al género Tobamovirus y apareció en escena en el año 2014 en unos cultivos de jitomate al sur de Israel. A partir de ese momento se ha ido dispersando a otros países del globo debido a su fácil y rápida forma de transmisión, destacando lotes contaminados, semillas, el contacto mecánico y otras más. En México se detectó su presencia en el año 2018. Este virus puede afectar a otras especies vegetales además del jitomate, causando serios daños a los cultivos cuando no se toman medidas preventivas eficaces, además de no hacerlo con cierta antelación. Por tanto, es fundamental prestar atención a los diversos síntomas observados en las parcelas y contrastarlos con análisis de laboratorio para tener la certeza de que dicho cultivo esté libre del temido fitopatógeno.

  1. ¿Qué es el ToBRFV?

En general, los virus son conocidos por ser los causantes de enfermedades en las personas, como la gripe, el COVID-19, la poliomielitis o la viruela, entre otras muchas. Sin embargo, estos organismos microscópicos también provocan estragos en otros seres vivos como son los animales, las plantas y otros microorganismos, tales como hongos, bacterias y micoplasmas. De hecho, se estima que existen en torno a dos mil virus presentes en el entorno de vida, de los cuales aproximadamente la cuarta parte atacan a las plantas (Agrios, 1999).

Para conocer mejor los virus, estos se pueden definir como nucleoproteínas, demasiado pequeñas para ser observadas a través del microscopio óptico, las cuales se propagan solamente en el interior de las células vivas, con una gran capacidad de provocar enfermedades. Por tanto, son parásitos de las células, tanto animales como vegetales. Es importante tener presente que un solo individuo puede infectar a varias especies vegetales, de la misma forma que una especie concreta de planta puede ser invadida por varios tipos distintos de virus, incluso una sola planta suele ser atacada por varios virus diferentes al mismo tiempo.

En su forma más simple, los virus se componen de ácido nucleico y proteína, la cual forma una cubierta protectora llamada cápside en torno a este. Siempre hay ARN o ADN en cada virus y un solo tipo de proteína en los virus que infectan las plantas, aunque en los casos de mayor tamaño pueden tener varias proteínas distintas, donde cada una de ellas llevará a cabo una función diferente (Agrios, 1999).

A diferencia de otros microorganismos, los virus no producen ninguna estructura reproductora especializada como las esporas, sino que inducen a las células hospedantes a que formen más partículas virales. De esta forma, es como se reproducen, pero no eliminando células con toxinas ni nada parecido, sino empleando las sustancias de estas, ocupando sus espacios libres, alterando sus procesos y su metabolismo, lo que provoca que produzcan sustancias anormales, generando condiciones negativas en el funcionamiento del organismo infectado (Agrios, 1999).

En lo que respecta al virus que centra nuestro interés, es conocido por las siglas en inglés ToBRFV, que corresponden a Tomato brown rugose fruit virus, que podría traducirse como Virus del fruto rugoso marrón del tomate, que pertenece al género Tobamovirus, del cual también forman parte otros virus fitopatógenos conocidos como son:

  • Tobacco mild green mosaic virus (TMGMV)
  • Tobacco mosaic virus (TMV)
  • Tomato mosaic virus (ToMV)
  • Tomato mottle mosaic virus (ToMMV)
  • Pepper mild mottle virus (PMMoV)

Luria et al. (2017) describen las especies del género Tobamovirus como partículas en forma de varilla rígida de 300 nm de largo, que poseen un genoma de ARN monocatenario de sentido positivo de ~6.4 kb, con cuatro marcos de lectura abierto, ORFs (por sus siglas en inglés de Open reading frames). ORF1 y ORF2 están separados por un codón de paro y codifican dos proteínas relacionadas con la replicación del virus con un peso de 126 y 183 kDa, respectivamente. ORF3 codifica la proteína de movimiento de 30 kDa y ORF4 la cápside de 17.5 kDa.

Es preciso destacar que el ToBRFV, como tobamovirus que es, presenta una fácil transmisión de forma mecánica y mediante la semilla (partículas infecciosas en la testa), que al germinar infectan las plántulas. Además, este virus puede permanecer en residuos vegetales y suelos contaminados durante varios meses y en semillas infectadas durante varios años (Dombrovsky y Smith, 2017).

  1. Origen y distribución

La primera detección de este virus se produce en 2014, en invernaderos de cultivo de jitomate de las variedades Mose e Ikram, al sur de Israel, con un porcentaje de síntomas en frutos comprendido entre el 10 y el 15%, los cuales mostraban decoloración en su superficie, en la que aparecían manchas amarillas.

En este sentido, Luria et al. (2017) afirman que, variedades resistentes a ToMV (otro tobamovirus) como Shiran, Diagrama-F1, 870, Whitney, Antolena o Magnolia, también presentaban síntomas. Asimismo, estos autores indican que todas las variedades de tomate que poseen el gen de resistencia Tm-22 (frente a ToMV, TMV y otros tobamovirus) son susceptibles al ToBRFV.

Por otra parte, Salem et al. (2015) reportaron su incidencia en Jordania en invernaderos de jitomate, variedad Candela, con una presencia de la enfermedad muy elevada, prácticamente cercana al 100% de las plantas.

Posteriormente, el ToBRFV se ha ido distribuyendo por diversas partes del mundo, especialmente donde se cultiva jitomate, aunque también puede infectar a otros cultivos como se verá más adelante. Según algunas fuentes, la omisión de un informe sobre la presencia del nuevo virus por parte de las autoridades fitosanitarias de Israel, contribuyó de forma determinante a su dispersión a otras regiones del mundo. Por tanto, es lógico suponer que las principales rutas comerciales de hortalizas existentes (fig. 1), en las que no se tomaron unas medidas preventivas debido el desconocimiento de su existencia, fueron un gran vector de diseminación.

Según SADER – SENASICA (2019), entre 2014 y 2016 Israel exportó jitomate y chile (fruto o semilla) a unos 30 países, incluyendo a México. Es muy destacable el intercambio comercial entre Israel y Países Bajos (Holanda), donde este último llevó a cabo una exportación a 92 países, de los cuales 20 de ellos envían semillas a México. Por tanto, no puede extrañar que el ToBRFV terminara por dispersarse ampliamente.

A este respecto, Dombrovsky y Smith (2017) afirman que el comercio mundial de semillas ha contribuido a la transmisión y diseminación de brotes de nuevas enfermedades en diferentes países, particularmente de virus pertenecientes al género Tobamovirus, entre ellos el ToBRFV.

Actualmente, el virus del “fruto rugoso del tomate” ha sido registrado en varios países (fig. 2) como Siria, China, Estados Unidos y México, destacando la enorme dispersión producida en Europa entre los años 2018 y 2021, afectando a países como Turquía, Alemania, Italia, Reino Unido, Grecia, Países Bajos, Francia, Chipre, Polonia, España, Austria, Bélgica, República Checa, Estonia, Hungría, Malta, Noruega, Portugal, Eslovenia y Suiza.

Es importante tener presente que los distintos virus que forman parte de este género (Tobamovirus) tienen una gran presencia por todo el mundo. Así, ToMMV ha sido identificado en países como Brasil, China, Irán, México o Estados Unidos, mientras que otros como ToMV, TMV o TMGMV se encuentran ampliamente distribuidos.

  1. Presencia en México

El primer reporte de la presencia de Tomato brown rugose fruit virus (ToBRFV) en México tuvo lugar en agosto de 2018, en dos localidades de Michoacán, Yurécuaro y Tanhuato, notificándose varios síntomas reconocibles de la enfermedad en cultivos de jitomate y chile. El estudio que describe estos síntomas, así como la posterior verificación del virus, fue realizada por Cambrón-Crisantos et al. (2018) y publicada, posteriormente, en la Revista Mexicana de Fitopatología. La investigación se llevó a cabo en las instalaciones del Centro Nacional de Referencia Fitosanitaria.

Las instituciones SADER – SENASICA, enumeran las detecciones de ToBRFV, por orden cronológico, en territorio nacional a partir del mes de agosto de 2018 del siguiente modo:

– 7 agosto: Alerta de sospecha en Yurécuaro (Michoacán).

– 14-16 agosto: Toma de muestras en Yurécuaro y Tanhuato (Michoacán).

– 21 agosto: Alerta de sospecha en Aquixtla (Puebla).

– 13 y 14 septiembre: Alertas en San Miguel de Allende y Acámbaro (Guanajuato).

Posteriormente, el 17 de septiembre (2018) se realiza la correspondiente notificación a la NAPPO (North American Plant Protection Organization’s) con la incidencia registrada en Yurécuaro, Michoacán. La alerta en este municipio se produjo el 7 de agosto, el primero caso de ToBRFV.

A partir del 25 de septiembre se implantó un programa de muestreo para conocer el alcance de la incidencia del “nuevo virus”, indicando una dispersión de positivos confirmados por todo el país. Así, en muestras nacionales de tomate (Solanum lycopersicum), chile (Capsicum spp.) y berenjena (Solanum melongena), hasta el 12 de febrero de 2019, se detectaron 117 positivos en 20 estados distintos, según la Dirección General de Sanidad Vegetal.

Asimismo, los resultados de análisis en semillas de importación de tomate (Solanum lycopersicum) y chile (Capsicum spp.) realizados en 2018, indicaron 60 positivos de un total de 165 muestras. Además, las muestras (de origen) de 15 países distintos (España, Perú, Holanda, Francia, Vietnam, Israel, EE.UU., India, Kenia, Guatemala, Tailandia, China y Marruecos) resultaron positivas a ToBRFV. En relación a los países de procedencia, Francia, EE.UU., y Holanda resultaron positivos, siendo Holanda la que mostró la mayor frecuencia de positivos en las combinaciones establecidas de origen / procedencia.