02/04/2024

Revista InfoAgro México

Toda la agricultura, ahora en tus manos

El cultivo y sus fases

El cultivo y sus fases

  1. Introducción
  2. Importancia de la patata
  3. Fases del cultivo
  4. Introducción

La patata es un cultivo de gran importancia en la historia de la humanidad, ya que, desde su descubrimiento, ha salvado a esta del hambre en numerosas ocasiones después de producirse fenómenos devastadores como guerras, epidemias o catástrofes naturales. Actualmente, la papa está considerada uno de los alimentos fundamentales de la población mundial. Por ello, su producción y rendimiento resulta esencial a la hora de abastecerla de este valioso producto agrario. Conocer las distintas fases del ciclo de cultivo es importante, así como el manejo y las condiciones que resultan óptimas para sacar adelante las cosechas, cumpliendo con los objetivos establecidos.

  1. Importancia de la patata

La patata (Solanum tuberosum) es uno de los mayores tesoros descubiertos en el continente americano. Este alimento ha revolucionado desde hace siglos la agricultura y la gastronomía en el mundo de una forma colosal. Además, es un elemento básico en la dieta del ser humano, salvando de la hambruna a millones de personas en distintos momentos de la historia como consecuencia de los estragos de las guerras y las epidemias.

Actualmente, constituye un sustento indispensable para garantizar la seguridad alimentaria de las distintas regiones del globo, situándose entre los alimentos más cultivados, junto a otros como el maíz, el trigo o el arroz, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Los aspectos a destacar de este cultivo son varios, que podrían resumirse en dos perspectivas. Desde el punto de vista agronómico, la patata no requiere demasiadas exigencias, siendo un cultivo que se puede producir casi en cualquier región, con mayor o menor rendimiento, pero en definitiva obteniendo la cosecha, especialmente en las zonas más pobres o menos prósperas.

Desde el enfoque alimentario, es un producto que ofrece buenas cualidades como, por ejemplo, su excelente aporte calórico, ya que contiene una gran cantidad de carbohidratos. Asimismo, las patatas son el tubérculo con el mayor nivel de proteínas, en torno al 2.1 % de su peso fresco.

También destaca por su uso más eficiente del agua en comparación con los otros alimentos principales, al ofrecer más energía por unidad de agua utilizada que cualquiera de estos. Así, según la FAO, por cada metro cúbico de agua aplicada al cultivo, la patata produce 5,600 calorías (kcal) de energía alimentaria frente a las 3,860 calorías del maíz, las 2,300 del trigo o las 2,000 del arroz. Igualmente, con un metro cúbico aportado, la patata ofrece 150 gramos de proteína, siendo el doble del contenido proteico del maíz y el trigo.

Por tanto, la producción y el consumo de patata en el mundo supone un valioso alimento, que se obtiene con poco coste y que ayuda al sustento de la población mundial. En este sentido, la FAO indica que si se aumentara la proporción de patata en la alimentación se reduciría la presión sobre los recursos hídricos.

  1. Fases del cultivo

Si se quiere conseguir un buen desarrollo del cultivo es preciso conocer la fisiología vegetal de la patata, en la que intervienen distintas fases dentro de su ciclo de crecimiento. De este modo, se podrán ir gestionando las variables que afectan a las plantas en función de dicha fase, obteniendo así una cosecha de cierta calidad agroalimentaria.

Las diferentes fases fenológicas en las que se puede dividir el ciclo de cultivo de la patata serían cinco:

– Emergencia (o brotación)

La emergencia de la patata va a depender de las condiciones de su entorno (factores internos como suelo, agua, clima, etc.) y de la variedad de cultivo (factores internos, principalmente genéticos), aunque se podría situar generalmente en torno a los 20 – 30 días después de haber realizado la plantación.

A la hora de realizar la plantación de la semilla es recomendable que se haya iniciado la brotación, favoreciendo así la formación de tallos y raíces de la futura planta, la cual ocurre por reacciones bioquímicas, mediante las cuales los brotes comienzan a estimularse en el momento de ser enterrados.

Si las características del terreno y la gestión de las acciones de cultivo son adecuadas, dicha brotación se desarrollará de forma ligera, creciendo los tallos correctamente hasta llegar a la superficie del suelo, rompiendo la corteza del mismo y emergiendo a la atmósfera. Igualmente se desarrollarán las raíces, pero éstas lo harán en sentido contrario. Por tanto, los brotes y raíces recientemente germinados no deben encontrar demasiados obstáculos para su crecimiento como, por ejemplo, suelos apelmazados o duros, exceso o déficit de agua en el terreno, pedregosidad a su alrededor, etc.

Además, debe combatirse contra los enemigos del cultivo en sus inicios como podrían ser las malas hierbas presentes en su cercanía, las cuales suponen una competencia por el espacio, el agua y los nutrientes, siendo también reservorio de plagas más adelante. Asimismo, existen otros enemigos biológicos aparte de los insectos plaga, fundamentalmente los microorganismos causantes de enfermedades.

Entre estos se pueden destacar algunos hongos como la pudrición seca (Fusarium spp.), la rizoctoniasis (Rhizoctonia solani), la pudrición rosada de la patata (Phytophthora erythroseptica), bacterias que generan diversas pudriciones blandas (Pectobacterium spp.), además de virus y diferentes especies de nematodos como Globodera (G. rostochiensis y G. pallida).

Es altamente recomendable, si se quiere iniciar el cultivo con ciertas garantías fitosanitarias, la utilización de semilla de patata certificada, que ayudará a prevenir, o reducir al menos, estos problemas, los cuales pueden resultar tremendamente perjudiciales para el cultivo.

– Desarrollo vegetativo y de los brotes laterales

Después de la emergencia, se produce el crecimiento aéreo de la planta en el que ésta va adquiriendo porte y se van formando sus distintas partes como son tallos, ramas y hojas. De la misma forma, bajo el suelo comienzan a crecer los estolones, que pueden definirse como tallos débiles de crecimiento horizontal que parten siempre del tallo principal.

Suelen crecer muy próximos al suelo, tanto por encima de este (estolones epígeos) como por debajo (estolones subterráneos). Además, contienen células embrionarias que les permiten enraizar y producir nuevas plantas que, de separarse de la principal, pueden funcionar de manera completamente independiente.

En este sentido, cuando las plantas adquieran un tamaño aproximado de unos 10 – 15 centímetros, es recomendable practicar un aporcado con el objetivo de convertir los estolones en raíces y no en tallos, asegurando más adelante una mayor producción de tubérculos.

La técnica de aporcado consiste en cubrir con tierra la parte basal de la planta, en este caso de forma especial, los estolones o los tallos bajos para que permanezcan enterrados y aumenten el sistema radicular. Esta labor ofrece numerosos aspectos beneficiosos al cultivo, entre los que pueden destacarse:

  • Proteger las plantas.
  • Mejorar la capacidad de drenaje.
  • Favorecer el desarrollo de las raíces.
  • Aumentar la oxigenación en el suelo.
  • Evitar el exceso de humedad en el terreno.
  • Favorecer el crecimiento vertical de las plantas.
  • Reducir los daños provocados por enfermedades.

– Tuberización y estolonización

Durante esta fase la planta sigue con el desarrollo vegetativo de su parte aérea, siendo importante las acciones de manejo agronómico que fomenten este objetivo. Igualmente, es necesario prestar atención al suministro de agua, ya que este periodo requiere una alta demanda hídrica.

En un periodo comprendido entre 30 y 60 días, dependiendo de las condiciones del entorno, del manejo aplicado y de la propia variedad cultivada, las puntas de los estolones comenzarán a ensancharse bajo tierra, marcando así el inicio de la formación de los tubérculos.

– Floración y fructificación

A esta fase también se la conoce como el “llenado de los tubérculos”, en la cual se produce la floración de las plantas, mostrando en función de la variedad, una cierta diversidad de tonalidades (flores rojas, blancas, rosadas, púrpuras o azules).

Por otra parte, en ensanchamiento de los tubérculos ocurre como consecuencia de la energía acumulada por la planta durante el día, unido a la acumulación de agua, nutrientes y carbohidratos, que puede ser mayor si se aplica un elevado aporte hídrico, aunque no excesivo.

– Maduración y cosecha

Al llegar a la etapa final del ciclo de cultivo, el crecimiento y la tasa fotosintética de las plantas se ven reducidos de forma considerable. De este modo, estas comienzan su senescencia (periodo de envejecimiento), perdiendo su vigor, adquiriendo colores amarillentos y produciéndose la defoliación (pérdida de las hojas) hasta marchitarse por completo.

Este proceso puede producirse de varias maneras: de forma natural (descrita anteriormente), por medios mecánicos (desgarramiento, trituración o siega), por métodos químicos (pulverización foliar de algún producto con acción desecante) o por métodos térmicos (deshidratación de las plantas mediante la aplicación directa de calor en un corto espacio de tiempo).

En el periodo final de las plantas, mientras estas agonizan, los tubérculos van madurando bajo tierra. En dicho proceso, la piel externa de estos se engrosa y aumenta su contenido de materia seca. Se recomienda que los tubérculos permanezcan enterrados entre 1 y 3 semanas después de morir la planta para completar su maduración.

Es importante señalar que, cuanto mayor sea la madurez de los tubérculos, más resistentes serán estos a las acciones propias de la cosecha y posteriores a esta, como pueden ser los golpes, las manipulaciones y las actividades pertenecientes al proceso de almacenamiento.